Ganvié es conocida popularmente como la Venecia de África.
Situada a orillas del Lago Nokoue, que a su vez forma parte del Delta del Rio Ouémé, Ganvié se ha convertido en una de las mayores atracciones turísticas de Benín, de manera que su visita resulta obligada en un viaje a este país.
Fue una de las últimas visitas que realizamos en nuestro viaje a Togo y Benín.
GANVIÉ, EL HOGAR DE LOS TOFINÚS
Los tofinús son la etnia que mayormente puebla Ganvié y los demás pueblos del lago.
Aunque también se pueden encontrar tofinús en Nigeria, Togo y Ghana, la mayoría de los 70.000 habitantes de este grupo étnico habitan los distintos pueblos a orilla del Lago Nokoue. De ellos, la mitad en Ganvié, que es la mayor de las poblaciones flotantes.
Por lo visto, los habitantes de estos pueblos llegaron hasta aquí huyendo de la amenaza esclavista del siglo XVIII, formando los varios pueblos lacustres establecidos en la actualidad.
Pero no del esclavismo llevado a término por las potencias coloniales, si no el realizado por los propios reímos autóctonos, como el de Abomey.
Los tofinús son un pueblo básicamente de pescadores, como podremos ver durante el trayecto entre el embarcadero y Ganvié.
NUESTRA VISITA A GANVIÉ
Para visitar Ganvié hay que acudir a la población de Abomey-Calavi, que es donde se encuentra el embarcadero.
Justo al lado del mismo, nos entretenemos un buen rato en el mercado del pescado.
Sin embargo, a las vendedoras no suele gustarle mucho que las fotografíen, algo bastante habitual en los mercados de Benín, como hemos ido viendo durante todo el viaje.
El trayecto entre el embarcadero y Ganvié dura aproximadamente media hora. Durante el mismo nos encontramos con decenas de pescadores subidos a su pequeña embarcación, desde donde tiran sus redes al lago. Pesca artesanal.
También encontramos una especie de piscifactorías, que reciben el nombre de akadjas, situadas en pleno lago.
Igualmente, nos cruzamos con decenas de lugareños que regresan de las poblaciones del lago en pequeñas embarcaciones para dos, tres o cuatro personas. Las más mayores admiten hasta un a docena o más de lugareños.
Las que van hacia los poblados, a favor de viento, llevan izada su vela cuadrangular hecha de tela o de rafia. Las que se dirigen al embarcadero, en contra de viento, deben remar para llegar a su destino.
Llegamos a nuestro destino. Ganvié está distribuida, más o menos, como lo están la mayoría de poblaciones, con una calle más ancha e importante y varias que parten de ellas.
La particularidad en Ganvié es que en lugar de calles hay canales (el propio lago) y que en lugar de construcciones de cemento con sus fundamentos anclados en el subsuelo hay edificaciones de madera y cañas, ancladas al lecho lacustre mediante pilotes de madera.
A menudo los techos son de paja, aunque progresivamente la más duradera techumbre de chapa de va imponiendo.
Por lo demás, en Ganvié hay escuelas, tiendas, un mercado más organizado que trascurre íntegramente sobre el lago, dispensarios médicos y, por supuesto, muchas viviendas. Incluso encontramos una granja con cerdos y aves.
El ir y venir de los lugareños es constante, siempre remando sus embarcaciones. Unos llevan mercancía para vender, otros van de compras, otros (chicos uniformados de color caqui) regresan de la escuela.
Más allá de pasear con nuestra embarcación, que lo hacemos durante un buen rato, merece la pena establecerse durante unos minutos en una plataforma que queda frente al albergue Chez M. Es también un buen lugar donde tomar un refresco o una cerveza.
Tras un buen rato observando como la vida transcurre apaciblemente en la ciudad de Ganvié y entendiendo porque se la conoce como la Venecia africana, regresamos por donde hemos venido, con nuestra embarcación.
De regreso, nos cruzamos nuevamente con decenas de fotogénicos pescadores.
Visitar Ganvié, la Venecia africana, supuso un momento de lo más bonito durante nuestro viaje por Togo y Benín.