Los Himba son uno de los más interesantes grupos étnicos que ver en Namibia.
Aunque para conocerlos hay que desplazarse hasta el norte del país, ya junto a la frontera con Angola, visitar los Himba supuso uno de los momentos culminantes del viaje a los países del sur de África.
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LOS HIMBA, UN GRUPO HERERO PROCEDENTE DEL NORESTE DE AFRICA.
Parece que hay que encontrar el origen de los himba en los grupos tribales conocidos como herero que, procedentes de la región de los grandes lagos, llegaron a la actual Angola antes incluso que los colonizadores portugueses.
Estos grupos herero se establecieron a ambos lados del río Kunene, que hoy configura la frontera natural entre Angola y Namibia. El pastoreo era la actividad principal de los herero, que eran básicamente seminómadas.
Por distintas vicisitudes de la historia, algunos herero se acabaron estableciendo en el Kaokoland, al norte de la Namibia actual, pero muchos otros acabaron emigrando bastante más al sur, ya en contacto con los nuevos colonizadores alemanes del siglo XIX.
La cuestión es que mientras los primeros conservaron su ancestral modo de vida (y con el tiempo, fueron conocidos como los himba), los segundos fueron obligados a vestirse al modo europeo de la época. Estos siguen recibiendo el nombre de herero y los vimos repetidamente durante el viaje.
Es este último extremo algo que siguen conservando, con sus ropajes que incluyen enaguas, largos vestidos y un curioso sombrero de forma triangular.
Como dije, de camino al territorio himba pudimos coincidir con numerosos herero, que ahora han abandonado la vida nómada. Sin embargo, herero e himba formaban parte del mismo grupo tribal y hablan la misma lengua de origen bantú.
Por cierto, los herero fueron los tristes protagonistas de lo que se considera como el primer genocidio del siglo XX. Entre 1904 y 1908, el ejército imperial alemán ejerció una sanguinaria represión contra el pueblo herero, cuando entre un 50 y 70% de su población fue sistemáticamente aniquilada.
EN BUSCA DE LOS HIMBA DEL NORTE DE NAMIBIA
Antes de llegar al extremo norte de Namibia, a orillas del río Kunene, paramos en Opuwo, la última población de importancia antes de buscar las cataratas Epupa y el Río Kunene, en cuya orilla nos estableceremos durante dos noches.
En Opuwa ya encontramos las primeras mujeres himba, vestidas del modo tradicional, con sus faldas de piel de cabrá, sus pechos al aire (algunas se cubren para entrar al supermercado) y sus muchos abalorios que adornan cuello, muñecas y tobillo.
Resulta sorprendente encontrarlas en la cola de los supermercados, haciendo la compra como cualquier hijo de vecino.
Estos himba de Opuwo se establecieron en la ciudad tras las grandes sequías de los años 80 del siglo pasado, cuando muchos grupos se vieron obligados a abandonar su modo de vida seminómada y dedicado al pastoreo.
Tras una parada de poco más de una hora, retomamos el rumbo hacia el extremo norte del país. Necesitamos tres horas y media para completar el recorrido hasta las Cataratas Epupa, por una carretera en bastante mal estado.
Aunque durante el camino hemos ido viendo decenas de poblados Himba, será el día siguiente cuando visitaremos uno de ellos.
PUEBLOS Y CULTURAS DE ÁFRICA ETNOHISTORIA, MITO Y SOCIEDAD. José Luís Cortes Lópz. Editorial Mundo Negro. Si queréis profundizar en los distintos pueblos africanos y conocer su cultura e historia este libro resulta una aproximación perfecta a los pueblos tribales africanos.
A medio camino entre la obra de divulgación general y el academicismo, resulta una completísima obra que recorre el complejo mosaico etnocultural del Continente Negro. Muy recomendable.
VISITA DE UN POBLADO HIMBA
Son decenas los poblados que se localizan en los alrededores de Epupa Falls. Visitarlos de la mano de un guía que entienda su lengua, facilita el contacto.
Los poblados himba se establecen formando una disposición circular. En el centro del mismo se dispone el corral, bastante amplio, donde se resguarda el ganado, básicamente, caprino.
Por fuera, se disponen media docena de cabañas construidas con adobe y troncos de madera. Se cierran mediante un entramado de madera revestido también de adobe.
Una de las cabañas es la mayor de todas, haciendo esta las funciones de choza principal, que es donde sucederán las principales celebraciones y ritos, incluidos los nacimientos.
Enfrente de esta cabaña principal, encontramos el fuego sagrado, que se mantiene día y noche y al que el pueblo himba venera.
Además, encontramos otras construcciones de adobe que quedan sobreelevadas mediante troncos de madera. Hacen las funciones de almacén.
En el poblado himba encontramos básicamente mujeres y niños. Al menos, unas 25 personas. Solo hay 4 hombres con los que casi no interaccionamos. La mayoría de hombres se dedican al pastoreo, de manera de que durante nuestra visita al poblado himba, solo los mayores se han quedado aquí.
Las mujeres visten todas al modo tradicional. Falda de piel de cabra, una suerte de sombrero con distinto significado según su estado civil y muchos collares y brazaletes.
Además, las mujeres himba destacan por el ocre que tinta su cuerpo, incluyendo su cara. Además de su sentido estético, les protege del sol.
También las universales trenzas de los cabellos se rebozan de ocre, semejando unas rastas. En la punta del pelo se disponen unos penachos, que ahora son artificiales.
Los abalorios, especialmente collares, no siguen solamente un código estético si no que también permiten reconocer el paso a la edad adulta o el estado civil de los himba.
La mayoría de niños, sin embargo llevan la cabeza rapada, aunque en las niñas se incluyen dos trenzas de atrás a adelante.
Durante un par de horas, las himba nos cuentan su modo de vida y sus tradiciones, como que en la actualidad la mayoría pueden escoger pareja, aunque tras el matrimonio abandonaran el poblado para establecerse en el del marido. Si este falleciera, sus hermanos cuidarían de ellas.
Tras un buen rato de explicaciones y tras visitar la cabaña principal, las mujeres himba nos llevan hasta el río, situado a unos quince minutos de paseo, que es donde obtienen la necesaria agua.
En la época seca cuando visitamos los himba y con el río casi seco, las mujeres obtienen el agua de un pequeño manantial. Cada niño y cada mujer se trae, de regreso, una garrafa llena de agua que servirá para cocinar (la dieta en el poblado se compone básicamente de carne, leche y una especie de harina de cereales) y para beber.
La visita al poblado himba duró unas 3 horas. Siendo obvio que los himba esperan al turista, no lo es menos que lo que vimos se corresponde con su modo de vida, como así vimos en los numerosos poblados que encontramos entre Opuwo y las Cataratas Epupa.