El Valle Salado de Añana o Salinas de Añana es uno de los paisajes culturales más sobresalientes de la provincia de Álava. Se trata de unas salinas interiores, que resultan de lo más sorprendentes y escénicas. Por su tamaño y por la belleza del paisaje que forman.
Este año, aprovechando nuestro recorrido por la provincia de Álava, no queríamos dejar de visitar el Valle Salado de Añana, de manera que hasta aquí nos acercamos, después de visitar la Rioja Alavesa y antes de tomar rumbo a Vitoria-Gasteiz, capital provincial y la ciudad más importante.
En este artículo hablaremos indistintamente de Valle Salado de Añana y de Salinas de Añana, aunque lo primero hace referencia a las salinas y el término Salinas de Añana, a la población donde se localizan.
VALLE SALADO DE AÑANA. BREVE HISTORIA.
Pero, ¿Qué es el Valle Salado de Añana? ¿Y porque de la existencia de unas salinas en una situación tan alejada del mar?
Se sabe de la existencia de unas salinas en lo que hoy es el Valle Salado de Añana desde hace más de siete mil años de antigüedad.
Además, se sabe que en parte de lo que hoy es la península ibérica existía hace millones de años un océano, que conocemos como Mar de Tetis.
De una u otra manera, aquellas capas de sal, sedimentaron en el fondo de la superficie terrestre y ahí se quedaron. Y ahí se quedaron a lo largo de millones de años, hasta que por un fenómeno conocido como diapiro, estas capas salinas ascendieron hasta cotas mucho más superficiales.
La cuestión es que el agua procedente de la lluvia atraviesa este diapiro, regresando a la superficie terrestre por hasta cuatro manantiales existentes en las Salinas de Añana. Eso si, el agua emana ya en forma de salmuera, con una concentración de sal de casi un treinta por ciento. Es decir, unas ocho veces mayor a la existente en el Mar Mediterráneo, por ejemplo.
Conocida es la importancia de la sal para el desarrollo humano a lo largo de la historia, como hemos podido conocer al visitar lugares tan dispares como las Minas de sal de Wieliczka, en Cracovia, el Lago Rosa de Senegal o tantas y tantas salinas, incluidas las Salinas de Janubio en Lanzarote o, más recientemente, las Salinas de Maras, que conocimos al visitar el Valle Sagrado de los Incas, en Perú.
Desde luego, la manera de explotar los manantiales de salmuera y producir sal en el Valle Salado de Añana ha ido cambiando a lo largo de los siglos. Nada tiene que ver la limitada producción de sal de hace siete milenios a la existente en los tiempos romanos, cuando la población se trasladó a vivir a los alrededores (formando una población que era conocida como Salionca). Y, por supuesto, nada tiene que ver aquella con la actual domesticación del Valle Salado de Añana, aunque esta puede tener su origen en el los tiempos romanos.
Curiosamente, sin embargo, a punto estuvieron de desaparecer las Salinas de Añana durante la segunda mitad del siglo XX, cuando otras formas de extraer y producir sal en otras latitudes, resultaba mucho más económicas, convirtiendo en casi inviable, a nivel económico, la producción de sal en el Valle Salado de Añana.
Sin embargó, y no sin el apoyo de las instituciones vascas, las Salinas de Añana resurgieron casi de sus cenizas y, también gracias a su reconversión en atractivo turístico, se han convertido nuevamente en uno de los paisajes más sobresalientes de Euskadi.
VISITAR EL VALLE SALADO DE AÑANA, HOY.
En la actualidad es posible visitar las Salinas de Añana gracias a las distintas de visitas guiadas que ofrece la Fundación Valle Salado de Añana.
Nosotros optamos por la visita guiada que incluye la cata de sal, así como la muy recomendable experiencia con gafas de realidad virtual.
Otras posibilidades son el spa salino o los talleres salinos, aunque estos sólo se realizan en la temporada estival, coincidiendo con la temporada de producción de sal.
De hecho, nosotros realizamos la visita al Valle Salado de Añana en febrero, de manera que aunque el recorrido resulta muy interesante, no pudimos ver cómo se está trabajando en la producción, ya que esta solo abarca los meses más calurosos.
En cualquier caso, visitar las Valle Salado de Añana resulta de lo más atractivo en cualquier época del año. La visita guiada al Valle Salado de Añana tiene una duración aproximada de una hora.
De la mano de una guía, aprendemos como la salmuera que emana de los manantiales se desplaza a través de canalizaciones de madera, valle abajo. Ello permite abastecer las aproximadamente 2500 eras activas en la actualidad. Es decir, las piscinas donde se producirá la sal.
Una curiosidad es que buena parte de estas eras no están construidas directamente sobre la superficie terrestre si no que se sustentan sobre pilones de madera. De hecho, la parte que queda justo por debajo de las eras se utiliza como almacén de sal.
La cuestión es que, gracias al fenómeno de la evaporación, la sal va progresivamente cristalizando, aunque el trabajo de los salineros es básico para que esta no precipite. O, al menos, no por completo.
La capa de sal más superficial, en forma de escamas, es lo que da lugar a la flor de sal. Posteriormente, se obtiene lo que se conoce como sal de manantial. Pero otra curiosidad es que este proceso dura apenas un par o tres de días. Eso sí, una vez recolectada la sal de las Salinas de Añana, esta tiene que reposar durante varios meses en los almacenes, a fin de que pierda la humedad sobrante para convertirse en el ingrediente gourmet que es hoy en día, la sal del Valle Salado de Añana.
Como os dije, el recorrido por las Salinas de Añana dura aproximadamente una hora y aun no coincidiendo nuestra visita con la temporada de producción de sal, resulta de lo más interesante.
LA CATA DE SAL DE LAS SALINAS DE AÑANA
Después de visitar las Salinas de Añana, nuestro grupo se dirige al espacio donde vamos a realizar la cata de sal.
La verdad es que hemos hecho catas de todo tipo a lo largo de los años, pero jamás de sal.
Se trata de una actividad planificada, donde la guía nos cuenta las propiedades y para qué se utiliza cada tipo de sal: la de manantial, la flor de sal o la sal líquida. También degustamos sal mezclada con hierbas provenzales y otros condimentos.
Así mismo, nos enseñan lo que son los muy preciados chuzos de sal. Se trata de una especie de estalagtitas de sal que más allá de resultar de lo más estéticas, sirven para rallar la sal, antes de utilizarla para sazonar.
La actividad dura unos treinta minutos y complementa la visita al Valle Salado de Añana.
LA REALIDAD VIRTUAL EN LAS SALINAS DE AÑANA
No dejamos el Valle Salado de Añana sin realizar una tercera actividad que también merece la pena. Se trata de la visita virtual gracias a unas gafas de realidad virtual.
Durante esta experiencia, que tiene una duración de unos treinta minutos y se realiza en el mismo Centro de Interpretación del Valle de Añana, tendremos la oportunidad de pasear por las salinas acompañados de un experto salinero que nos irá contando desde la historia del valle hasta todos los procesos que conducen a la elaboración de sal en el Valle Salado de Añana.
La verdad es que el documental virtual resulta espectacular y merece también mucho la pena. Particularmente, si la visita al Valle Salado de Añana no coincide con la temporada estival de elaboración de sal.
Tras visitar las Salinas de Añana, nos dirigimos al pueblo en busca de almuerzo, antes de seguir nuestra ruta por Álava en dirección a nuestro siguiente destino, Vitoria-Gasteiz.