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Fortaleza de la Mota, Jaén.

Fortaleza de La Mota

La Fortaleza de la Mota, en la población jienense de Alcalá la Real (ciudad desde que en 1432 el rey Juan II de Castilla le otorgara esta distinción) es una de las ciudadelas más interesantes que pueden visitarse en Andalucía y que nos recuerdan tanto el dominio musulmán durante más de cinco siglos como la vida en una fortaleza de frontera, tras la conquista castellana.

Al visitar la Fortaleza de la Mota, vamos a conocer mucho más que un castillo. Porque el enorme recinto defensivo incluía una auténtica población amurallada que vivía al abrigo del alcázar nazarí durante los primeros siglos de existencia y del castillo castellano tras la conquista, en 1341, por parte de Alfonso XI. Esto fue así, hasta que el progresivo alejamiento de las fronteras con los reinos árabes (y su final capitulación, en 1492) permitieron que la población pudiera abandonar progresivamente el recinto fortificado para establecerse a los pies del cerro, donde acabaría creciendo la actual ciudad de Alcalá la Real.

En su conjunto, podemos considerar que visitar la Fortaleza de la Mota supone conocer uno de los más importantes monumentos andalusís que han resistido al paso del tiempo, por bien que tras la conquista castellana este fuera readaptado, tal y como paso con la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada y con casi todos los monumentos islámicos de la época.

LA VISITA A LA FORTALEZA DE LA MOTA.

Contad que vais a requerir un mínimo de dos horas para visitar la Fortaleza de la Mota. Con la entrada os darán un mapa y se incluye una audioguía que resulta imprescindible a fin de comprender qué se está viendo en cada momento. Mejor aún resulta la contratación de un guía, pues en algunos momentos no resulta nada fácil interpretar todo aquello que se va visitando.

A groso modo, la visita a la Fortaleza de la Mota comprende tres recintos: el primero, el recinto exterior, que era el que comprendía la antigua medina; el segundo, el de la alcazaba, que se sitúa en lo alto de la meseta; y el tercero, el del alcázar, que un primer momento fue musulmán y tras la conquista, cristiano.

Tras pagar la entrada, accedemos al recinto fortificado superando una serie de puertas que reciben el nombre de Puerta de las Lanzas, de la Imagen y del Peso de la Harina. Justo tras la segunda de ellas se ubicó durante la época cristiana el edificio de las carnicerías, algo que nos recuerda la importante actividad comercial llevada a término en este barrio, que era conocido como del Albaicín.

Tras la Puerta del Peso de la Harina nos encontramos ya en la meseta donde se sitúa la alcazaba. Aquí encontramos la reconstrucción de lo que habría sido en su momento la botica de la fortaleza. A partir de este punto, se abre el entramado urbano cristiano que habría sido superpuesto al islámico, pudiéndose identificar perfectamente las distintas calles, casi siempre bastante estrellas, como corresponde al periodo medieval.

No solo pueden diferenciarse las distintas viviendas, si no que también pueden identificarse algunas bodegas en los sótanos de las mansiones más importantes, gracias a los restos encontrados en algunas de las edificaciones. La mayoría de residencias se distribuyen alrededor de un patio central, como era habitual en la época medieval.

En este punto encontramos, enseguida, lo que fue la Alcázar militar, que se localiza en la parte más alta del cerro, como es normal. Esta fortificación dentro de la fortificación se distribuye alrededor de un gran patio de armas y consta de tres torres. Los dobles arcos en herradura nos recuerdan que se trata de una construcción que tiene su origen en la época musulmana de la Fortaleza de la Mota. Sin embargo, las modificaciones llevadas a término tras la conquista cristiana le confirieron a esta alcazaba un estilo que lo asemeja al gótico mudéjar. Como era habitual en los castillos castellanos, la torre más importante era la Torre del Homenaje, que sobresale en relación a las demás.

Entre los distintos elementos diferenciales que podemos visitar en la Fortaleza de la Mota merece la pena destacar una bodega medieval, con sus lagares y tinajas, que nos recuerda la importancia de la cultura (y quizá la industria) del vino durante la época medieval, antes de que el olivo se convirtiera en casi monocultivo para toda la región. También podemos visitar la Torre de la Cárcel, que en su momento fue también aljibe. En la actualidad, las vistas que podemos disfrutar desde lo alto de su terraza son una maravilla, con los campos de olivos dominando toda la explanada al oeste de la fortaleza.

Mención aparte merece lo que en época cristiana fue la iglesia mayor abacial, un templo de enormes dimensiones que se construyó a partir de 1517. Una iglesia que es mezcla de estilos, incluyendo el gótico mudéjar, el plateresco, el renacentista y hasta el neoclásico. Ya desacralizada, la iglesia abacial de la Fortaleza de la Mota es el escenario donde se proyecta un imprescindible audiovisual que permite poner en contexto todo aquello que se ha conocido durante la visita.

Junto a la iglesia abacial encontramos las Casas del Cabildo, que en su momento fueron las dependencias del gobierno municipal, antes de que la ciudad terminara por desplazarse a la parte baja. El espacio está perfectamente restaurado y acoge seminarios y ceremonias de carácter civil, incluidas bodas.

La verdad es que visitar la Fortaleza de la Mota cumplió sobradamente nuestras expectativas. Creo que se trata de un recinto defensivo extraordinario, de origen árabe pero que siguió cumpliendo su función tras la conquista cristiana, que resulta de imprescindible visita si tenéis la oportunidad de visitar Jaén y su provincia.

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