El Palacio de Lebrija de Sevilla o Palacio de la Condes de Lebrija, es una de aquellas joyas algo más escondidas de la capital andaluza, que a menudo quedan ocultas al visitante en un primer viaje a Sevilla.
Los muchos lugares de interés que ver en Sevilla, hacen merecedora a esta ciudad de una visita de, al menos, tres días. Ello permite conocer lugares mucho menos turísticos que la Catedral o los Reales Alcázares de Sevilla, como este mencionado Palacio de Lebrija.
EL PALACIO DE LEBRIJA, DEL SIGLO XVI A LA ACTUALIDAD.
Debemos encontrar el origen del Palacio de Lebrija de Sevilla en el siglo XV, aunque en aquel momento fue alzado como una casa señorial. A lo largo de los siglos, fue remodelado y ampliado sucesivamente, para convertirse en uno de los palacios más bellos del centro de la ciudad.
Sin embargo, la fachada, que da a la Calle Cuna, resulta más bien austera en comparación con el interior, como corresponde al siglo XVI, que fue cuando fue reedificado el edificio. Se entra al Palacio de Lebrija por un gran portal de mármol, sobre el que se abre un ventanal ornamentado que dispone de un pequeño balcón.
La estructura del Palacio de Lebrija de Sevilla se corresponde con el habitual de los palacetes sevillanos de la época. Es decir, tras la portada de acceso y un pequeño zaguán, se abre un patio porticado de dos pisos. Desde este patio se accede al primer piso, que desempeñaba las funciones de vivienda de invierno, mientras que la planta baja era usada como vivienda de verano.
Sin embargo, más allá de la belleza de la edificación en sí misma, lo verdaderamente asombroso en este Palacio de Lebrija es su maravillosa ornamentación, donde los mosaicos romanos del siglo I y II que cubren buena parte del pavimento de la planta baja tienen una presencia casi universal.
Hay que decir que el Palacio de Lebrija recibe este nombre a raíz de la compra del mismo por parte de Doña Regla Manjón Mergelina, Condesa de Lebrija, a principio del siglo XX. Fue en aquel momento cuando se emprendió un complejo programa para convertir al palacio en casi un auténtico museo dedicado al arte clásico. Para ello, la Condesa de Lebrija, gran aficionada a la arqueología y el arte clásico, mandó trasladar un gran número de mosaicos romanos hallados en el conocido como Olivar de los Palacios de Santiponce hasta el palacete sevillano. Además, doña Regla Manjón Mergelina no dejó de comprar todo tipo de antigüedades que fue acomodando en las distintas estancias del palacio. En total, la remodelación del Palacio de Lebrija duró 13 años.
La Condesa de Lebrija no era, únicamente, una acaudalada dama de la nobleza andaluza. Se trataba de una verdadera erudita en arte y antigüedades y enorme apasionada de la arqueología. Hasta el punto que Doña Regla Manjón fue elegida académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, algo poco habitual en una mujer de hace un siglo.
Además de las antigüedades clásicas y los pavimentos romanos, en el Palacio de Lebrija destacan tres elementos casi universales en los palacetes sevillanos. El primero, el citado patio andaluz distributivo que dispone de las habituales cuatro galerías en sus lados. El segundo, la preciosista decoración neomudéjar a base de yeserías sobre columnas de mármol, particularmente en este mismo patio central. Y en tercer elemento, casi obligado en una mansión sevillana como es el Palacio de Lebrija, la decoración a base de azulejos, la mayoría del siglo XVI, que ornamente la parte media-baja de las distintas estancias, incluido este patio. No faltan tampoco, los maravillosos artesonados de madera, trasladados desde otros palacios.
LOS MOSAICOS DE LA PLANTA BAJA DEL PALACIO DE LEBRIJA.
Sin embargo, lo más destacado del Palacio de Lebrija son los enormes mosaicos romanos que fueron trasladados al palacio y que sirven de pavimento para casi toda la planta baja, que ya hemos dicho que era usada como Palacio de Verano.
El más espectacular de los mosaicos romanos del Palacio de Lebrija es el que ornamenta el patio central y que ocupa todo el espacio. Se trata del conocido como Mosaico del Dios Pan. Fue encontrado en 1914 en unos terrenos privados, junto a otros dos mosaicos. En aquel momento, los mosaicos fueron ofrecidos a la Condesa quien, en lugar de comprar la obra de arte, decidió adquirir toda la propiedad, esperando encontrar más tesoros escondidos.
El tema acabó en los juzgados, debido a un pleito interpuesto por el Estado. Finalmente, la Condesa pudo quedarse en propiedad este Mosaico del Dios Pan, a cambio de los otros dos, que eran más pequeños.
Se trata de un mosaico de área más o menos cuadrada, de casi 7 metros de lado. Recibe el nombre de Mosaico del Dios Pan porque la figura central representa a éste dios tocando la flauta para Galatea. En las esquinas, las figuras de los medallones representan las cuatro estaciones, mientras que en otros medallones se representaron distintas escenas mitológicas.
En las distintas estancias de la planta baja encontramos todo tipo de objetos de arte llegados desde los cuatro confines del mundo. Desde cerámica precolombina a distintas muestras de alfarería musulmana o esculturas romanas. Muchos de los objetos se exponen en vitrinas.
No es el Mosaico del Dios Pan el único existente en el Palacio de Lebrija. En realidad, tanto el zaguán como las galerías del patio central están también pavimentadas con mosaicos procedentes de las Ruinas de Itálica en Santiponce, elaborados bajo la técnica del opus sectile, con distintos tipos de mármoles.
Especial belleza tienen, sin embargo, los mosaicos romanos de la Sala Medusa (recibe el nombre por la cabeza de medusa que ornamenta la zona central del mosaico) y del Salón de Hermes. Ambos proceden igualmente de Santiponce y son una verdadera maravilla. En las paredes de estas salas encontramos también otros mosaicos romanos, más pequeños.
De la Sala de la Medusa se accede a otra maravilla: la Sala de Dionisos. El pavimento lo forma otro mosaico romano procedente de Santiponce, esta vez con ornamentación geométrica. Un busto de Dionisos, de origen romano, da nombre a la Sala.
PALACIO DE LEBRIJA. HORARIOS Y PRECIOS.
HORARIO.
- De lunes a domingo, de 10:30 a 19:30.
PRECIO.
- Adultos: 12€
- De 6 a 12 años: 6€
LA PRIMERA PLANTA DEL PALACIO DE LEBRIJA
Se accede a la primera planta del Palacio de Lebrija por la escalera ubicada en el patio central del palacio. Está ornamentada con azulejos del siglo XVI y dispone de un precioso artesonado que procede del Palacio de Marchena.
Como dije, esta primera planta del Palacio de Lebrija era utilizada durante el invierno. En esta planta se muestran las estancias tal y como eran en tiempos en que la Condesa y sus descendientes utilizaron el palacete como vivienda. Es decir, hasta el fallecimiento, en 1999, del último Conde de Lebrija.
Podemos visitar, entre otras salas, la Galería de los Bargueños que recorre el patio central, el Salón Árabe, que recibe este nombre por su ornamentación de inspiración musulmana o la Biblioteca, que dispone de unos fondos superiores a los 5000 volúmenes.
Una de las estancias que contiene mayores tesoros es el conocido como Salón del Cantón o de Murillo. Van Dick o Sorolla son tres de los autores cuyos lienzos ornamentan esta sala. Sin embargo, parece que los murillos no son obra de este pintor, si no de su escuela.
La verdad es que la visita al Palacio de Lebrija de Sevilla es una auténtica maravilla que no os debéis perder si tenéis la oportunidad de recorrer la capital andaluza.