Visita el Rey de Oussouye, el Rey de los Diola animista, era algo que queríamos hacer durante nuestro viaje a Senegal. Los Diola son la etnia predominante en el territorio senegalés situado al sur de Gambia. Es lo que se conoce como la región de la Casamance, un territorio indomable que ya en el siglo XIX se rebeló contra el colonialismo francés y que en el último tercio del XX lo hizo frente a la nación senegalesa, en busca de una independencia que jamás llegó.
Los Diola son un pueblo que intenta mantener sus ancestrales tradiciones que tienen en el animismo que profesaban sus antepasados una de sus razones de ser. Entrado el siglo XXI, muchos de los Diola han abrazo la modernidad, así como el catolicismo o el islam. Sin embargo, algunos Diola siguen profesando el animismo e intentan que la lenta modernidad no esté reñida con el respeto a las tradiciones.
Uno de los lugares que hay que ver en Senegal es la población de Oussouye. Está considerada como uno de los sitios donde mejor se han conservado los ritos de carácter más ancestral así como las tradiciones que el pueblo Diola lleva ejerciendo desde hace siglos. Entre ellos, los ritos de iniciación o sus creencias animistas, aún muy extendidas en algunos de los barrios periféricos de Oussouye y otras aldeas de esta parte de la región, donde muchas de las viviendas familiares disponen de sus propios fetiches, como pudimos comprobar durante nuestro paseo entre centenarias ceibas.
Sin embargo, lo que nos llevó hasta aquí fue la posibilidad de tener una audiencia con el Rey de Oussouye. ¿Un rey en Senegal? Pues sí, el Rey de Oussouye es el más importante de los 17 reyes existentes en la Baja Casamance. Según parece, los 16 monarcas restantes (así como dos reyes de la colindante Guinea-Bissau) están supeditados al Rey de Oussouye, al que los lugareños profesan gran veneración y respeto, como pudimos comprobar al encontrar la imagen del Rey de Oussouye en varios establecimientos de la población.
SIBILUMBAY, EL REY DE OUSSOUYE.
El actual Rey de Oussuaye responde al nombre de Sibilumbay y subió al trono el 17 de enero de 2000. La designación de un nuevo rey no responde a una linea sucesoria vertical si no que a la muerte del antiguo monarca, un consejo de ancianos de reúne para designar un nuevo rey. Éste es escogido entre los integrantes de tres de las familias de Oussouye (algunas fuentes hablan de entre 4 o 5 familias), aunque la elección debe ser refrendada por los fetiches locales. Sin embargo, en algunas ocasiones, los periodos sin nuevo Rey pueden alargarse bastante, a la espera de que el momento escogido para la designación sea el más propicio.
De hecho, el actual monarca fue designado Rey de Oussouye tras un periodo de 16 años sin corona. Según parece, aunque puede negarse, esto no es lo habitual, pues la familia del elegido podría sufrir importantes represalias en caso de no asumir la responsabilidad.
Desde la elección, el Rey Sibilumbay, que perdió su nombre civil con la designación, vive en una sencilla vivienda de adobe situada en uno de los bosques de Oussouye, que tiene carácter sagrado. Sin embargo, son muchas las responsabilidades del monarca y casi ninguno los privilegios de los que dispone. Por ejemplo, el Rey de Oussouye solo puede desplazarse a pie y siempre descalzo. Y jamás puede abandonar su territorio. Además, su primera mujer, al haber contraído matrimonio antes de que subiera al trono (por decirlo de alguna manera), no puede vivir ni acudir a su vivienda, Sí pueden hacerlo sus otras dos mujeres, con las que se casó posteriormente, y siempre tras el beneplácito de los fetiches del lugar.
El Rey, sin embargo, dispone de tierras de cultivo que son trabajadas por algunos de sus súbditos. Estas tierras, proporcionan suficiente alimento para el monarca y su familia, y también para los más necesitados entre los aproximados 12.000 lugareños que forman la comunidad animista de Oussouye. Se trata, en cualquier caso, de tierra que pertenecen a la corona y no al propio Rey. Es decir, a su muerte, estas tierras pasarán al nuevo Rey y no a la familia de Sibilumbay.
Sibilumbay ha tenido un papel preponderante en el alto el fuego que rebeldes y gobierno establecieron a partir de inicios del siglo XX. De hecho, garantizar la paz en su reino es una de las atribuciones más importantes del Rey de Oussouye. Entre las otras atribuciones de Sibilumbay también se encuentran las de ejercer como una suerte de juez durante los conflictos vecinales o decidir a quien se deben destinar las ayudas que la monarquía ofrece, gracias a los pocos fondos recaudados y a la tierra que sus súbditos cultivan en su nombre, como comentaba.
Esto es tan así, que aunque la ley senegalesa no reconoce su importancia, no es poco habitual que cuando dos lugareños se dirigen a la gendarmería debido a algún tipo de problema, ésta redirija el conflicto hacía el Rey de Oussouye a fin de que intermedie en el conflicto. Su veredicto, suele resultar en el punto final del conflicto y es invariablemente aceptado por ambas partes.
NUESTRA AUDIENCIA CON EL REY DE OUSSOUYE.
Sabíamos que era posible conseguir una audiencia con el Rey de Oussouye de manera que le preguntamos a nuestro guía sobre esta posibilidad. Al cabo de un rato, y tras algunas llamadas,nos dijo que sí que sería posible que el Rey Sibilumbay nos recibiera durante nuestra estancia en Oussouye.
Nuestro guía ha contactado con alguien que le ha confirmado que el Rey nos recibirá a la entrada del bosque sagrado, si no llueve. Nos cuenta que se trata de uno de los hombres del Rey, de los pocos que puede entrar en la vivienda donde reside. Al llegar a Oussouye nos encontramos con esta persona, que nos introduce por el bosque sagrado a través de una suerte de pérgola formada por ramas.
Enseguida llegamos a un pequeño claro, donde se disponen 4 sillas, donde nos sentamos nosotros. Curiosamente, el único árbol de esta suerte de plaza, que es la zona pública donde el Rey recibe a los invitados o concede las audiencias, no es ni una ceiba ni un baobab. La verdad es que nos llama la atención este detalle, pues estos dos árboles, tan abundantes aquí, darían algo más empaque a la reunión, desde luego.
En tres minutos llega el Rey de Oussouye, acompañado de otro de los hombres del Rey, que le lleva su tamburete de madera que es el que utiliza para sentarse. El Rey no se sienta jamás en una silla vulgar. Viste todo de rojo, como es preceptivo, y descalzo, aunque con unos calcetines azules. Además, lleva su habitual gorro también rojo (al que se conoce como ejunjum) y una suerte de bastón de mando (que recibe en nombre de bulas).
Tras una breve introducción donde el Rey nos explica un poco su historia, nos permite que le preguntemos sobre lo que queramos. Nos llama la atención que Sibilumbay no parece muy contento de ser Rey. Marc le pregunta dos veces sobre este asunto y él nos responde que así lo decidieron los ancianos. Curiosamente, Sibilumbay vivía en Dakar cuando fue escogido monarca de Oussouye y no tuvo mucha opción a negarse. Nos pregunta si en España hay Rey y si también podemos reunirnos con él. Y se sorprende cuando le decimos que eso no suele ser posible. Sibilumbay es un rey humilde, que trabaja para la comunidad renunciando a cualquier posesión. El dinero que recauda en estas pequeñas audiencias (nosotros le dejaremos 5000 CFA) no van a sus arcas si no a un fondo para ayudar a los más débiles. Cuándo alguien de Oussouye necesita unas medicinas y no puede costeárselas, acude al Rey.
Nuestra audiencia con Sibilumbay, Rey de Oussouye dura apenas unos minutos, pero la verdad es que es un recuerdo bellísimo que nos llevaremos a casa. Si vais a viajar a Senegal, os recomiendo encarecidamente que preguntéis dobre la posibilidad de reuniros unos momentos con él. Al fin y al cabo, no cada día tiene uno la oportunidad de tener una audiencia con un Rey.