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Visitar el Castillo de Edimburgo. Curiosidades, visita guiada, horarios y precios.

Visitar el Castillo de Edimburgo es una de las prioridades para cualquier viajero que visite la capital de Escocia. En este post te vamos a comentar algunas curiosidades sobre este lugar, así como los horarios y precios para visitar el Castillo de Edimburgo.

También te explicaremos la manera de realizar la visita guiada al Castillo de Edimburgo en español, que creemos que es la manera que realmente merece la pena y que ayuda a sacarle el máximo rendimiento a vuestra visita.

Dónde está el Castillo de Edimburgo.

El Castillo de Edimburgo se localiza en un promontorio llamado Castle Rock. En tres de sus lados se rodea de grandes acantilados que lo convertían en una fortaleza verdaderamente inexpugnables. Sin embargo, el cuarto lado se abre a la Explanada del Castillo, que da directamente a la Roya Mile, la gran avenida que lleva hasta el Palacio de Holyrood. Esta explanada del Castillo es la sede del anual festival de verano de Edimburgo.

Visitar el Castillo de Edimburgo con Guía.

La mejor manera de visitar el Castillo de Edimburgo es hacerlo de la mano de un guía en español. La visita duran unas dos horas, pasa por todas las estancias importantes del Castillo de Edimburgo y está repleta de muchas anécdotas e informaciones que hacen comprensible la grandeza de la historia del Castillo. La visita se realiza cada día por la mañana pero hay que reservar con anterioridad en este enlace. Además, el precio solo supone un pequeño suplemento en relación a la entrada general.

Si no queréis realizar la visita guiada en español podéis comprar las entradas o bien en la taquilla (durante el verano y los fines de semana es posible que haya bastantes colas) o bien por anticipado, sin coste adicional, en esta web. Ello os permite saltarse la colas en una visita que es imprescindible.
Horarios para visitar el Castillo de Edimburgo.

Estos son los horarios de visita al Castillo de Edimburgo.

Visitar el Castillo de Edimburgo.

Visitar el Castillo de Edimburgo supone visitar el lugar más importante que ver en Edimburgo. Y, quizá, a nivel histórico, en toda Escocia. No es raro, por lo tanto, que más de un millón de viajeros decidan visitar el Castillo de Edimburgo cada año.

El Castillo fue alzado a partir del siglo XII ya como residencia real, en memoria de la Reina Margarita. De hecho, la Capilla de Santa Margarita es el lugar más antiguo que se puede visitar en el Castillo de Edimburgo. Es, además, un lugar muy querido por los escoceses, de manera que es habitual que sea escogido por muchas parejas como el sitio ideal para celebrar su buda. Si no está ocupado, no dejéis de visitar esta capilla gótica.

Desde luego, a lo largo de los siglos las dependencias del Castillo de Edimburgo fueron ampliándose, pues cada monarca decidía dejar su propia impronta en el Castillo de Edimburgo. Se construyeron murallas y baluartes, así como palacetes y dependencias reales. Pero también mazmorras y cárceles, pues esta fue la función del Castillo de Edimburgo durante bastante tiempo. En este sentido, al Visitar el Castillo de Edimburgo podréis pasear por las viejas mazmorras, un lugar bastante insalubre en su momento. Además, en las antiguas prisiones del Castillo se recrea como podía ser la vida para los presos.



La importancia del Castillo de Edimburgo para los escoceses es tal, que aquí nació el que está considerado como primer monarca conjunto de ingleses y escoceses. Me refiero a Jacobo IV, hijo de Maria Estuardo, reina escocesa.

El pequeño Jacobo nació el 19 de junio de 1566. Tras la abdicación de la reina un año más tarde, Jacobo se convirtió en Rey a la edad de 1 año. Sin embargo, el monarca no se convirtió también en Rey de Inglaterra hasta 1603, tras fallecer Isabel I. Por lo visto, Jacobo IV de Escocia estaba emparentado con la última Tudor de manera que fue proclamado también Rey de Inglaterra e Irlanda, honor y responsabilidad que ostentó hasta su fallecimiento 22 años más tarde.

El disparo del Cañón del Castillo de Edimburgo.

Al Visitar el Castillo de Edimburgo hay algo que no os deberíais perder. Me refiero al One O’Clock Gun. Es decir, el disparo de la una en punto. Al principio, este disparo indicaba la hora a los marineros y a los lugareños, con el fin de que pudieran sincronizar sus relojes.

Desde luego, esto ya no es así pero este disparo del cañón desde una de las terrazas del Castillo de Edimburgo sigue siendo una de las tradiciones más importantes que hay que vivir en esta ciudad.

Los honores de Escocia.

Otro lugar que no os podéis perder al visitar el Castillo de Edimburgo es la estancia donde se ubican los Honores de Escocia. Se trata de las Joyas de la Corona escocesa. Es decir, un conjunto de gran importancia para los escoceses. Se compone de la Corona, la Espada del Estado y el Cetro. Pero además, aquí podréis ver la «Piedra del Destino» que tiene tanta importancia como las mismas Joyas de la Corona. Era sobre esta piedra donde se coronaba durante siglos a los monarcas de Escocia. Esto fue así hasta que la piedra fue robada por Eduardo I de Inglaterra en 1296. Y la cuestión es que permaneció en Londres durante 700 años hasta que 1996 fue devuelta al pueblo escocés. No os la podéis perder.

El Mons Meg.

Ya os hemos hablado del disparo de la una en punto. Pues bien, este no es el único cañón que encontraréis al visitar el Castillo de Edimburgo. El más famoso de todos es el Mons Meg. Se trata de uno de los cañones de asedio más antiguos y poderosos de Europa, pues fue fabricado en el siglo XV. Este cañón pesa más de 16 toneladas y era capaz de lanzar poderosas bombas de granito de más de 150 kilos, una auténtica proeza de la ingeniería militar de la época.

El cementerio de perros y mascotas del Castillo de Edimburgo.

Algo que nos sorprenderá al visitar el Castillo de Edimburgo es la existencia de un cementerio de perros y mascotas. En una terraza con estupendas vistas a la ciudad se ubica este espacio donde recibían sepultura las mascotas de los soldados. Y es que durante el siglo XIX, el Castillo de Edimburgo desempeñó las funciones de guarnición militar. Y, por lo visto, era bastante habitual que los soldados tuvieran sus propias mascotas que eran enterradas en estas terrazas.

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