Visitar la Basílica de San Pedro del Vaticano supone otro de los imprescindibles de cualquier viaje a Roma.
Eso sí, a no ser que optéis por comprar entradas para una de las visitas guiadas sin colas al Vaticano prepararos para tener que esperar un largo rato antes de entrar. Y es que la visita al Vaticano (tanto a la Basílica de San Pedro como a los Museos Vaticanos, de los que ya os hemos hablado aquí) es una de las más esperadas entre los viajeros de la ciudad eterna.
SAN PEDRO DEL VATICANO. BREVE HISTORIA.
Antes de contaros la visita al Vaticano dejadme que os dé cuatro pinceladas acerca de la historia de la Basílica.
La Basílica de San Pedro se alza en el lugar donde se supone que se ubicó la tumba de uno de sus apóstoles más importantes: Simón Pedro. Se sabe que el discípulo viajó a Roma hacia el año 64, en un momento en que la fe cristiana empezaba a expandirse con cierta fluidez, algo que no gustaba para nada al Imperio Romano.
Aquella época coincide con la del terrible incendio de Roma del 18 de julio del año 64, siendo Nerón el emperador del momento. Los cristianos fueron responsabilizados de aquellos fuegos y muchos de ellos fueron martirizados. Entre aquellos seguidores de la fe de Cristo martirizados se encontraba el apóstol Pedro. Sus restos fueron depositados en una de las míticas siete colinas de Roma: la colina Vaticana.
No fue hasta 300 años más tarde cuando sobre aquel cementerio de cristianos se alzó una primera basílica. Fue Constantino I, conocido como Constantino el Grande, el mismo que legalizó la fe cristiana mediante el Edicto de Milán del 313, quien mandó erigir aquel primer templo. Fueron necesarias tres décadas para completar aquella basílica que se convirtió en un importante lugar de peregrinación para el Cristianismo. Ello conllevó el continuo embellecimiento del templo con estatuas, altares, mosaicos y todo tipo de ornamentaciones.
Sin embargo, el paso del tiempo dejó su mella en aquella primera basílica, de manera que durante el papado de Julio II, ya en el siglo XVI, se decidió construir un nuevo templo justo donde estaba el anterior, preservando incluso el altar original.
SAN PEDRO DEL VATICANO, LA IGLESIA MÁS GRANDE DE LA CRISTIANDAD.
No se escatimaron esfuerzos económicos, materiales o humanos para alzar el mayor de los templos jamás construidos por la Cristiandad. Con 187 metros de largo y 45 metros de altura, San Pedro del Vaticano supero a la Basílica de Santa Sofía de Estambul, hasta aquel momento el mayor templo de la Cristiandad.
Los mejores arquitectos presentaron sus proyectos, aunque finalmente fue Bramante el elegido. La nueva Basílica de San Pedro tendría una estructura con planta griega y sería coronada con una enorme cúpula. Esta última, fue diseñada por Miguel Ángel, uno de los más importantes genios del Renacimiento. Sin embargo, no solo Bramante y Miguel Ángel trabajaron en el proyecto. También lo hicieron Rafael Sanzio, Antonio da Sangallo, Giacomo della Porta, Carlo Maderno o Gian Lorenzo Bernini, entre otros grandes de la historia del arte. De este último, por ejemplo, es también la magnífica plaza de San Pedro, que se ubica justo enfrente de la Basílica, con la famosa doble columnata que parece querer abrazar a los fieles que allí se congregan.
LA FACHADA DE SAN PEDRO DEL VATICANO
Antes de visitar el Vaticano por dentro hay que echar un vistazo a la fachada diseñada por Maderno. Nada tiene que ver la fachada de la más importante de las iglesias católicas con la de las decenas de catedrales góticas que nos pueden venir a la cabeza. Aquí no encontraréis ni las dos habituales torres ni tres grandes pórticos de arcos apuntados, ni galería de los reyes ni rosetón central.
El gótico ha dado paso al renacimiento en esta fachada de mucho más ancha (146 metros) que alta (46 metros). Dominan la escena un conjunto de enormes columnas de orden corintio que sustentan una suerte de arquitrabe sobre el que se sitúa un frontón que solo ocupa la parte central de la fachada. En los laterales de la fachada, las pilastras adosadas cumplen la misma función. Entre las columnas se han distribuido un conjunto de grandes ventanales. Justo en medio queda el Balcón de las bendiciones, que es donde se anuncia el nombre del nuevo Papa.
Por encima de la cornisa queda un segundo piso al que llaman ático, donde se ubican ocho ventanas más. Por encima se sitúa una enorme balaustrada que ocupa todo el ancho de la fachada y donde podemos observar 13 estatuas. Son Cristo, Juan Bautista y todos los apóstoles excepto San Pedro. En la misma balaustrada, casi en la esquina, se sitúan dos grandes relojes, ubicados allí a finales del siglo XVIII. Y justo por debajo del reloj de la izquierda, el campanario, que asoma por la primera de las ventanas.
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LA CÚPULA DE SAN PEDRO DEL VATICANO.
Podréis observar la cúpula por dentro al visitar el Vaticano. Pero antes hay que retirarse un poquito, ponerse al final de la plaza y observarla por fuera. Es una de las mayores cúpulas erigidas jamás y es una obra de Miguel Ángel. Sabido es que Buonarroti quedó prendado de la cúpula de la Catedral de Florencia, obra de Brunelleschi, hasta el punto de comentar que la podría hacer mayor pero no más bella.
La cuestión es que la cúpula se eleva hasta los 136 metros, de manera que al visitar el Vaticano no os debéis olvidar de subir a la misma, pues las vistas de Roma son fabulosas desde allí. De hecho, es la cúpula erigida a mayor altura en todo el mundo. Sin embargo, su diámetro interior es algo menor al de su modelo de Florencia.
VISITA GUIADA AL VATICANO. LA BASÍLICA DE SAN PEDRO DEL VATICANO
Tras detenerse en la fachada y la cúpula es momento de visitar San Pedro. Si habéis contratado un tour para visitar el Vaticano con guía y sin colas, lo tenéis fácil. Si no, os tocará esperar de lo lindo. No tiene pérdida porque la cola se ven a la legua. Se suele entrar por la puerta de la izquierda.
La nave central de San Pedro del Vaticano no deja lugar a dudas de que se trata de una de las obras de arquitectura más espectaculares alzadas jamás. 187 metros de largo, ni más ni menos que se cierran con una bóveda de cañón. La planta se basa en los proyectos de Miguel Ángel y Bramante, correspondientes a una cruz griega, aunque ciertamente modificada. El interior se divide en tres naves separadas por enormes pilares.
No voy a detenerme en todas las obras de arte que encontraréis durante la visita al Vaticano, pero algunas de ellas merecen especial atención. Las enormes estatuas que encontraréis en los arcos son las virtudes. Y en las hornacinas, hasta 39 santos fundadores de la iglesia.
Sin embrago, raro será si vuestros pasos no se encaminan hacia la primera nave de la derecha. Parece que cualquier visita guiada al Vaticano deba empezar por allí. Y es que es en esta capilla donde se ha ubicado una de las esculturas más famosas de la historia del Arte. Me refiero a la Piedad, la célebre escultura de Miguel Ángel. Sobran las palabras para una obra de arte que es modelo de perfección.
Pasareis por muchos monumentos funerarios, como el de León XII o los de Pío XI y XII (estos dos, comparten capilla). Pero el que no os debéis perder es el monumento funerario de la noble italiana Matilde de Canossa, obra de Gian Lorenzo Bernini.
Curiosamente, entre los monumentos funerarios dedicados a los distintos papas no encontraréis el que quizá es el más célebre de todos: la tumba de Julio II, con el popular Moisés de Miguel Ángel hay que buscarlo en la iglesia de San Pietro in Víncoli, uno de los lugares más importantes que hay que ver en Roma. Entre las existentes, el Monumento a Gregorio XIII, de Camilo rusco, es uno de los más bellos.
EL ALTAR DE SAN PEDRO, EL BALDAQUINO DE BERNINI Y LA CÚPULA POR DENTRO
Otra de las obras más excelsas que conoceréis durante vuestra visita guiada al Vaticano es el célebre Baldaquino de San Pedro, obra de uno de los más grandes artistas del barroco: Gianlorenzo Bernini. Está realizado en bronce que se extrajo del Panteón. Las cuatro enormes columnas salomónicas imitan el templo de Salomón. El baldaquino en cuestión se ha situado en el transepto, bajo el peso de la cúpula de San Pedro.
Justo debajo del baldaquino se ubica el altar principal de la Basílica, que se sitúa sobre la tumba de San Pedro y donde solamente el Santo Padre puede celebrar misas.
Desde este lugar toca levantar la cabeza y observar la cúpula, que ya hemos dicho que se alza a bastante más de 100 metros de altura. En los cuatro pilares que la sustentan se han ubicado cuatro bonitas imágenes. Entre ellas, otra obra de Bernini: San Longinos. En el interior de la cúpula podéis leer (en latín) las célebres palabras que Jesucristo dirigió a San Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia. A ti te daré las llaves del reino de los cielos”
SUBIR A LA CÚPULA DE SAN PEDRO DEL VATICANO
No hay que terminar el recorrido a la Basílica sin subir a la cúpula, aunque esto ya no forma parte de la visita guiada al Vaticano y hay que pagarlo a parte. Para acceder a la cúpula tenéis la entrada a la derecha de la fachada de la basílica. Allí están las taquillas. Tendréis que decidir si subís en ascensor o a pie (el precio es diferente) aunque tenéis que saber el ascensor no os llevará hasta arriba del todo ni mucho menos. En realidad solo os ahorrará los primeroS 231 escalones. Por delante os quedarán los últimos 320 peldaños. Avisados estáis.
Desde luego, las fotos que podéis hacer tanto del interior de la cúpula como de la nave principal desde las alturas merecen ya de por si la subida a la cúpula del Vaticano. Pero el momento álgido lo encontramos al salir al exterior, con unas vistas excepcionales de la ciudad del Tíber, con la porticada plaza de Pedro a nuestros pies, el río a pocos metros y, a su orilla, el Castell Sant’Angelo. La verdad es que no hay que olvidarse de subir a la cúpula al visitar el Vaticano.
Lo dicho, no os olvidéis de realizar durante vuestro viaje a Roma, una visita guiada al Vaticano, uno de los lugares más excelsos de la ciudad.