La Ruta del Románico del Valle de Boí, en la provincia de Lleida, nos muestra hasta nueve maravillosos templos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad, repartidos en siete pequeñas localidades (algunas de ellas con una población de escasamente 100 habitantes), pertenecientes a un mismo municipio, cuya cabeza la debemos encontrar en la localidad de Barruera.
Pero, ¿Qué llevó a estas minúsculas poblaciones de la Vall de Boí a construir tal densidad de maravillosas iglesias románicas hace unos 900 años? La respuesta la debemos encontrar en la influyente familia de los Erill, originarios de Erillcastell (actualmente un pueblo deshabitado de la comarca de la Alta Ribagorza), señores feudales que ostentaban un enorme poder durante la Edad Media. Los Erill colaboraron de forma importante durante la reconquista llevada a término en tiempos de Alfonso I de Aragón, llamado el Batallador, que fue Rey de Aragón y de Pamplona. El monarca conquistó ciudades de la importancia de Barbastro, Tudela, Zaragoza o Calatayud, además de repoblar los nuevos dominios cristianos. Los Erill colaboraron en la reconquista consiguiendo, a buen seguro, pingües beneficios en el envite.
Fueron precisamente los Erill quienes impulsaron la construcción de las nueve iglesias del románico de la Vall de Boí que hoy forman parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad. Y para ello se trajeron de la Península Italiana algunos de los más reputados maestros de obra del momento, capaces de alzar los templos en cuestión en el estilo imperante en aquel momento por aquellas latitudes: el románico lombardo.
Con ello, los Erill no solo aumentaban su prestigio entre los lugareños, sí no que se hacían ganar el cielo, algo indispensable para la nobleza del momento, tan interesada en amasar tierras y dinero como en asegurarse un confortable reposo eterno.
Sin embargo, no contentos con alzar estas nueve maravillosas iglesias románicas del Valle de Boí, los Erill mandaron que el interior de varias de ellas fuesen ornamentadas con un conjunto de pinturas al fresco de maravillosa factura y que dieron lugar al momento más glorioso de la pintura mural catalana. Por desgracia, la mayoría de estos frescos no se localizan in situ, si no que fueron trasladados a Barcelona hace ya casi un siglo, en un momento en que el patrimonio rural estaba seriamente amenazado por la codicia de coleccionistas y traficantes de arte.
DÓNDE DORMIR EN LA VALL DE BOI
APARTHOTEL AUGUSTA. Pla de la Ermita. Taüll. Un muy buen hotel a 3 kilómetros de Taüll i a 5 de las pistas de ski de la Estación de Boi-Taüll. Dispusimos de un miniapartamento que nos permitió mucha comodidad y amplitud. Disponen de cocina. En el hotel hay piscina cubierta y centro termal.
La cena (menú de 20 euros más bebidas) dejó bastante que desear. Os recomiendo que os alojéis allí pero que comáis n algún otro establecimiento. También podréis comprar comida en su supermercado que hay en el Pla de la Ermita y cocinaros vuestra propia cena. En cambio el desayuno estaba muy bien, tanto con platos fríos como calientes. Podéis mirar los precios y contratar aquí.
LA RUTA DEL ROMÁNICO DE LA VALL DE BOÍ.
Como comentaba, la Ruta del Románico de la Vall de Boí está formada por 9 iglesias ubicadas en 7 núcleos poblacionales. En Barruera, cabeza municipal, se ubica la oficina de Turismo de la Vall de Boí (a escasamente 100 metros que la iglesia de San Felip), mientras el Centro de Interpretación del Románico del Valle de Boí hay que buscarlo en Erill la Vall, justo al lado de la iglesia de Santa Euàalia.
Durante nuestra estancia pudimos visitar 6 de las iglesias románica de la Vall de Boí: Santa María y Sant Climent de Taüll, Sant Feliu de Barruera, Santa Eulàlia d’Erill la Vall, Sant Joan de Boí y la Nativitat de Durro.
En esta ocasión no tuvimos la oportunidad de visitar las iglesias de Cardet y Coll, ni tampoco la ermita de Sant Quirc de Durro. Estas permanecen cerradas durante el invierno. Sin embargo, para mí la Vall de Boí es un lugar enormemente conocido. Durante dos años la pude visitar extensamente con mis padres hace ya más de 25 años (antes de que fuera inscrita dentro del patrimonio de la Humanidad) y posteriormente he regresado en no menos de tres veces.
Empezamos la visita a las Iglesias Románicas del Valle de Boí acudiendo al Centro de Interpretación del Románico de Erill la Vall, donde una exposición nos pone en antecedentes en relación a la época y al porqué de la construcción de estos templos. Visitamos Erill la Vall, Boí y Barruera por la mañana y Durro y Taüll, por la tarde.
Os describiré lo mejor de las 6 iglesias de la Ruta del Románico que tuvimos la oportunidad de visitar.
LA RUTA DE LAS IGLESIAS ROMÁNICAS DE LA VALL DE BOÍ
SANTA EULALIA DE ERILL LA VALL
La primera de las iglesias románicas que visitamos es la de Erill la Vall, alzada a partir del siglo XI. Aquí ya podemos encontrar varias de las características que se repetirán en los distintos templos. Se trata, siempre, de iglesias de pueblo relativamente sencillas pero con las ornamentaciones típicas del románico lombardo que comentaré posteriormente. En todos los casos sobresale un bello campanario que en el caso de Erill la Vall es especialmente esbelto (de seis pisos). La planta de la iglesia, que en este caso es de una sola nave, suele cerrarse con un ábside que puede acompañarse o no de dos absidiolos laterales. En el caso de Erill la Vall los dos absidiolos se ubican a modo de falso crucero.
Otra de las características de estas iglesias es que se cierran con una estructura de madera y con un tejado de pizarra. Esto fue muy típico de este primer románico, aunque se sabe que posteriormente se habría alzado una pesada bóveda de cañón que en algún momento se vino abajo.
Estas iglesias románicas de la Vall de Boí disponen, de forma casi unánime, de un recoleto cementerio junto a la misma. Nos fijamos ahora en el campanario, donde encontramos varias de las características del románico lombardo, como las arcuaciones ciegas, las ventanas bigeminadas (en otras iglesias llegarán a ser trigeminadas) o las decoraciones simples, pero elegantes, que quedan por encima de las arcuaciones ciegas, a modo de cenefa.
El interior de la iglesia es simple, de una sola nave como hemos dicho. Encontramos una copia del fabuloso Descendimiento de la Cruz, una de las obras más importantes del románico catalán a nivel escultórico, cuyo original se ubica entre el MNAC de Barcelona y el Museo de Vic.
Subimos al campanario para darnos cuenta que queda alineado con los de Boí y Taull, pueblos que se ubican montaña arriba.
SANT FELIU DE BARRUERA
Bajamos a Barruera, que no dista más de 3 kilómetros de Erill la Vall, para visitar San Feliu. Si bien en esta iglesia el campanario ni es tan esbelto ni está tan decorado, sí que podremos conocer por primera vez las ornamentaciones lombardas del ábside, igualmente características del románico del siglo XI. En concreto, las arcuaciones ciegas que se siguen de bandas lombardas o lesenas. La absidiola lateral de San Feliu de Barruera es algo posterior, ya del siglo XI, y no dispone de estas ornamentaciones.
Una curiosidad de esta iglesia es que la entrada queda cobijada bajo un porche que se abre mediante arcos de medio punto. En este caso, la planta sí que se cierra mediante una bóveda de cañón. También subimos al campanario, que es menos espectacular y esbelto que el de Barruera y que es, en realidad, algo posterior
SANT JOAN DE BOÍ
Tomamos nuevamente el coche para subir hasta Boí, donde visitaremos la tercera de las iglesias románicas del Valle de Boí. Boí i Taüll se localizan en el valle de San Martí que sigue el cauce del río del mismo nombre, afluente del Noguera de Tor.
En Sant Joan de Boí nos reencontramos con las decoraciones lombardas del campanario. Sin embargo, lo que más nos llama la atención aquí son las pinturas murales que alberga el templo, que es otra de las características de las iglesias románica de la Vall de Boí.
La planta de San Joan es de tipo basilical, de tres naves, y con cubierta de madera a dos aguas y techumbre de pizarra, tal y como vimos en Erill la Vall. El ábside central es cuadrangular, siendo las dos absidiolas laterales de base semicircular, las que disponen de decoración lombarda.
Las pinturas que podemos observar en el interior no son las originales, pues estas fueron trasladadas al Museo Nacional de Arte de Catalunya durante el primer tercio del siglo XX. Para retirarlas se utilizó la técnica del strappo, traída de Italia. Consistía en aplicar varias capas de tela mojada con cola orgánica sobre las pinturas murales. Al sacar las telas con sumo cuidado se consigue arrancar también las pinturas murales.
La reproducción de las pinturas nos permite entender cómo era la decoración interior de estas iglesias románicas de la Vall de Boí. Encontramos aquí un rico bestiario, así como escenas de los santos. Una de las más bellas es la de la lapidación de San Esteban.
Subimos al campanario. Desde arriba podemos divisar el de Santa Eulàlia de Erill la Vall y uno de los de Taüll, aunque no sabemos si es el de Sant Climent o el de Santa María.
SANTA MARIA DE TAÜLL
En cinco minutos de coche hemos subido a Taüll, uno de los pueblos más bellos de Cataluña y que dispone de dos de los mejores ejemplos entre las iglesias románicas del Valle de Boí. Por la mañana visitaremos Santa María, puesto que en Sant Climent hay una visita guiada programada por la tarde.
Se trata de una iglesia con planta de basilical, que fue consagrada el 11 de diciembre de 1123, justo un día después de Sant Climent. Se sitúa justo en medio del pueblo, en lo que podríamos denominar la plaza principal. Es una de las más bellas y muy semejante a Sant Climent, con un ábside central y dos absidiolas, decoradas con arcuaciones ciegas, bandas lombardas y cenefas, un campanario que dispone también del mismo tipo de decoraciones y una techumbre de pizarra a dos aguas que se monta sobre una estructura de madera.
Las pinturas murales fueron trasladadas al MNAC, pero las copias existentes nos permiten entender como era originalmente. Particularmente destacable es la escena del ábside central, con la Virgen María, el niño Jesús en su regazo, y la ofrenda de los tres reyes de Oriente. Es uno de los momentos más importantes de la pintura románica.
NATIVITAT DE DURRO
Tras almorzar y antes de visitar Sant Climent, tomamos el coche hasta Durro para visitar la iglesia de la Nativitat. Se trata de una iglesia de una sola nave y en cuatro tramos, cerrada con bóveda de cañón. Nada queda del ábside que cerraba la iglesia y que disponía de la característica decoración lombarda. Sí la presenta su estilizado campanario, de cinco pisos, y donde observamos la existencia de ventanas simples, bigeminadas y trigeminadas.
Las dos capillas adosadas en el muro norte son posteriores como testifican las bóvedas apuntadas que las cierran.
SANT CLIMENT DE TAÜLL
La última de las iglesias románicas de la Vall de Boí que visitaremos es también la más bella y emblemática de todas. Nos referimos a Sant Climent de Taüll, una de las más formidables obras del románico del Pirineo.
Ramón Guillem, obispo de Roda y Barbastro, la consagró en 10 de diciembre de 1123. Se trata del prototipo de iglesia románica del Valle. De planta basilical, con tres naves separadas por columnas, con el tejado a dos aguas montado sobre cubierta de madera y con un ábside central y dos absidiolas laterales. Los seis pisos del campanario completan un diseño maravilloso. Y todo ello, ornamentado con la característica decoración lombarda de la que ya hemos ido hablando.
En el campanario, por ejemplo, observamos la gran cantidad de arcuaciones ciegas existentes, así como los distintos tipos de ventanas, trigeminadas, bigeminadas y simples, pero de mayor tamaño las superiores, a fin de aligerar el peso de la torre. Las arcuaciones, las cenefas y las lesenas se repiten en los ábsides.
También el interior de Sant Climent estaba decorado con las características pinturas murales. Sin ninguna duda son las más bellas del valle y, quizá de todo el románico de los Pirineos. En la actualidad se conservan también en el Museo Nacional de Arte de Barcelona, aunque la iglesia conserva alguna pequeña parte del original.
El ábside de Sant Climent, con el Pantocrátor rodeado de la mandorla mística, supone uno de los momentos culminantes de la historia del arte. A su alrededor se sitúan cuatro ángeles que representan los 4 evangelistas. Por debajo, se sitúan la Virgen y los apóstoles.
Lo que las técnicas del strappo y su traslado a Barcelona nos quitaron, nos lo devuelve, al menos en parte, la estupenda técnica del video mapping. Se trata de una filmación que se proyecta varias veces al día, que tiene una duración de unos 10 minutos, y que nos permite entender cómo eran las pinturas murales en el momento de máximo esplendor de Sant Climent.
Os dejo con el video del mapping de sant Climent, sacado del canal de Youtube de la Vall de Boí. Dura solo 1 minuto, pero es verdaderamente espectacular. No os lo perdáis.
Finalmente, subimos al campanario de la iglesia, desde donde se disfruta de unas vistas de excepción y que suponen el punto final de nuestro recorrido por la Ruta del Románico de la Vall de Boí.