Ratisbona (o Regensburg en alemán) ha sido nuestra próxima parada en este viaje por Baviera. Se trata de una población que nació al calor de una primera fortificación romana que habría sido alzada a finales del primer siglo dC. Casi un siglo más tarde, en tiempos de Marco Aurelio se desarrolló la ciudad romana que debería acomodar a la III Legión Itálica en un momento en que el río Danubio suponía algo sí como la frontera natural del Imperio Romano.
La ciudad fue creciendo con el paso de los siglos convirtiéndose en un enclave importante durante la época medieval. Residencia de duques y obispos, Ratisbona se convirtió en sede episcopal y hasta en sede de la Dieta Perpetua, que reunía los representantes de los casi 400 pequeños estados, monarquías, ducados y obispados que formaban el Sacro Imperio Romano Germánico.
Producto de aquella época de esplendor, la ciudad se desarrollo de forma importantísima durante la época del gótico. Fue un momento en que un grupo de unos 40 familias controlaban el aspecto político, económico y social de Ratisbona. Sin embargo, durante el Renacimiento y el Barroco, ya no fue así. O mejor dicho, fue justo lo contrario, de manera que la ciudad ya no siguió prosperando. Esto tiene especial importancia pues la mayoría de edificaciones góticas se conservaron y jamás fueron sustituidas por nuevas construcciones renacentistas. Y de aquí le viene, precisamente, el esplendor actual a Ratisbona, pues se trata de las poquísimas poblaciones que han logrado mantener un centro histórico enteramente gótico, siendo centenares los edificios históricos conservados en este estilo que se localizan en un centro medieval más bien reducido. Ello le valió a Ratisbona, que en 2006 fuera incluida dentro de la lista del Patrimonio Mundial.
De esta manera, más que buscar los lugares que hay que ver en Ratisbona, lo verdaderamente interesante en esta ciudad es disfrutar de los paseos, los patios, las plazoletas, las muchas torres patricias, los bajos abovedados de las tiendas de origen medieval o las varias cervecerías y restaurantes ubicados en edificaciones que tienen a sus espaldas más de 600 años de historia.
DÓNDE DORMIR EN RATISBONA
HOTEL JAKOB. Un hotel perfecto, a la entrada del centro histórico de Ratisbona y que dispone de parking propio. Ideal porque en Ratisbona no os va a ser nada fácil poder aparcar.Las habitaciones del hotel Jakob son amplias y con detalles y el desayuno es muy abundante, pero también con toques caseros. Desde el hotel podéis iniciar la ruta que os propongo y que os llevará a los lugares más importantes que ver en Ratisbona, pues la iglesia de San Jacobo se localiza a un solo minuto del hotel. Muy recomendable.
QUE VER EN RATISBONA EN 1 DÍA. LAS 10 VISITAS IMPRESCINDIBLES.
Dicho esto, sí que os hablaré de aquellas visitas que hay que ver en Ratisbona o Regensburg de forma inexcusable o Regensburg. Son aquellos imprescindibles que os encontraréis durante vuestro paseo por la ciudad y que debéis visitar sin dudarlo.
Ratisbona se sitúa a solo 120 kilómetros de Múnich y está bien comunicada con la capital de Baviera, de manera que si visitáis Múnich podéis valorar realizar una excursión de un día hasta Regensburg.
SAN JACOBO
Entramos a Ratisbona por la Puerta de San Jacobo, que era una de las puertas de las murallas medievales. De hecho, nosotros tenemos nuestro hotel, el hotel Jakob junto a la puerta. En seguida llegamos a una iglesia que queda a nuestra izquierda. Se trata de San Jacobo, un templo que forma parte del Camino de Santiago a su paso por Alemania.
Sin embargo, lo que convierte a este templo en uno de los lugares que hay que ver en Ratisbona es su extraordinaria portalada románica, conocida como el Portal Escocés. Se trata de uno de los mejores ejemplos del románico en todo el país y recuerda muchísimo la portalada, también románica, del Monasterio de Ripoll en Cataluña, que forma parte de la lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad.
Todo tipo de estatuas no solo humanas si no también de animales ornamentan los laterales de esta fenomenal portalada ennegrecida por el tiempo.
LA PERPETUA DIETA O VIEJO AYUNTAMIENTO.
Enseguida nos metemos por el meollo del centro histórico, pasando por la bellísima y triangular plaza Haidplatz antes de llegar a la Rathausplatz o Plaza del Ayuntamiento. A diferencia de otras ciudades que hemos visitado estos días, como Wurzburg o Núremberg, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial fueron bastante benévolos con Ratisbona, de manera que solo (y poned aquí todas las comillas que encontréis necesarias) un 13% de su centro histórico fue devastado.
El ayuntamiento de Ratisbona es uno de los edificios más bellos de la ciudad. Se trata en realidad, de un conjunto de construcciones, ya que al original gótico se añadieron otras edificaciones contiguas a fin de ampliar sus dependencias.
La importancia del Viejo Ayuntamiento de Ratisbona es tal que durante casi 150 años fue la sede de la conocida como Dieta Perpetua Imperial. Es decir, era aquí donde se reunían los representantes de los distintos estados, obispados, margraves, ducados y demás que formaban parte del Sacro Imperio Germánico. Se trataba, ciertamente, de un estado poderosísimo pero también fuertemente federalizado, donde entre los distintos príncipes electores escogían al Emperador común, aunque cada uno de los microestados tenía sus propias leyes. Se sabe que varios Emperadores acudieron personalmente a la Dieta de Ratsibona lo que nos hace entender la importancia de la misma.
Realizamos la visita guiada a la Dieta Perpetua (son en inglés pero te ofrecen una audioguía en español si así lo deseas) donde visitamos los distintos salones, incluido el Salón Imperial, que era donde se reunía la Dieta.
Por cierto, al final de la visita también se recorre la planta baja de este edificio gótico donde se disponen las mazmorras e, incluso, la Sala de Torturas. Aquí se conservan varios aparatos originales que desempeñaban la función que da nombre a la sala.
LA CATEDRAL DE RATISBONA.
Ya hemos comentado que esta ciudad es completamente gótica, de manera que no podría faltar entre los edificios que ver en Ratisbona una catedral en este estilo. La encontramos a cinco minutos del Ayuntamiento, en la Domplatz. Es decir, en la Plaza de la Catedral.
Se trata de una catedral que recuerda muchísimo a las de Francia, con sus varios niveles, sus dos torres que delimitan la fachada occidental, un rosetón en la parte central (aunque algo pequeño) y sus muchos pináculos, contrafuertes y gárgolas (éstas en las fachadas norte y sur).
La Catedral de Ratisbona, dedicada a San Pedro, tardó más de 250 años en terminarse. En el interior, demasiado oscuro, destacan un buen número de vidrieras que datan del primer tercio del siglo XIV y que son originales. También nos llama la atención la figura de un ángel sonriente en uno de los pilares del crucero. Leemos que es obra del maestro de Erminold.
La cuestión es que esta no fue esta la primera catedral alzada en este lugar si no que fue la tercera. Tras colapsar parcialmente la segunda, que era románica, se decidió construir un nuevo templo en el estilo de moda por aquel entonces: el gótico. Sin embargo, si entráis por el arco que se abre en la Puerta Pretoria hacia lo que en su momento fue el Palacio Episcopal, podréis observar parte de lo que fue aquella segunda catedral románica. La altura de la torre existente nos da fe de la envergadura de aquel templo.
LA PUERTA PRETORIA.
Rodeamos la catedral para buscar la calle Under den Schwibblögen hasta llegar a la Puerta Pretoria que es de lo poquísimo que ha quedado de aquel primer castro romano a la vera del cual creció la primera población. Los restos de aquella monumental puerta han quedado integrados en los edificios góticos.
Sin embargo, un cartel nos explica cómo habría sido originalmente aquella puerta que, por cierto, nos recuerda muchísima a la Porta Nigra de Tréveris, quizá la más bella conservada del periodo romano fuera de las fronteras de Italia. De hecho, estas dos son las únicas puertas romanas que se han conservado al norte de los Alpes. Si entráis por el arco existente accederéis a los patios interiores de la antigua corte episcopal.
PUENTE DE PIEDRA Y ANTIGUO ALMACÉN DE SAL.
Ni tres minutos tardamos en acercarnos hasta otro de los monumentos que hay que ver en Ratisbona de forma ineludible. Me refiero al fenomenal Puente de Piedra, que data del siglo XII y que parece que es el más antiguo entre los puentes de piedra de Alemania. Tiene más de 300 metros de longitud y sus 16 arcos unen las dos orillas del Danubio a su paso por Ratisbona. En la actualidad se está restaurando en la parte media, de manera que para tomar la foto sin las obras he tenido que obviar la totalidad del mismo. El puente, en el lado que da a la ciudad vieja está defendido por una torre a la que llaman Torre del Puente de Piedra. No existe ya la torre que habría protegido la otra orilla, pero según leemos también habría existido una similar en su tiempo.
Junto al puente se localiza el antiguo Almacén de Sal de Ratisbona, un gran edificio que recuerda al de los graneros de otras ciudades medievales y que fue alzado durante el primer tercio del siglo XIII. Nos recuerda la importancia que tenía el comercio de la sal durante la época medieval. Parte del almacén se ha convertido, en la actualidad, en un centro de información. Y otra parte, en uno de los restaurantes más famosos de Ratisbona.
Particularmente, por lo que al mundo de las salchichas se refiere. Nosotros aprovechamos para comer precisamente allí, pero en el anexo que queda en el exterior, en una pequeña edificación del siglo XII, diseñada con los típicos entramados de madera y que en realidad supone el restaurante original. Las salchichas servidas sobre chucrut y aderezadas con mostaza dulce (típica de Ratisbona) están deliciosas. Y la sopa de patata, también. El local, por cierto, se llama Historische Wurstkuchl.
LA ALTE KAPELLE
Volvemos a meternos por el centro medieval para buscar la tercera de las iglesias que hay que ver en Ratisbona: la Alte Kapelle. Se trata de una iglesia en origen románica, pero lo cierto es que su interior fue renovado por completo posteriormente y en la actualidad es uno de los pocos ejemplos del más radiante de los barrocos, rococó incluso, que encontramos en la ciudad.
Solo podemos disfrutar de su interior desde el enrejado que queda en la parte posterior de la misma, pero es suficiente para darnos cuenta de la maravilla que esconde esta Alte Kapelle. O sea, capilla antigua.
TORRES MEDIEVALES. LA TORRE DORADA.
Antes de llegar hasta el último de los lugares que hay que ver en Ratisbona nos metemos de nuevo por el entramado de callejones medievales, disfrutando de patios y recovecos, que en esta ciudad es un no parar. Y entre los muchos edificios góticos que se encuentran aquí y allá destacan una veintena de torres que formaban parte de los distintos palacetes de las familias que controlaban la ciudad medieval. En el momento de máximo esplendor de Ratisbona fueron más de setenta las que se llegaron a construir. Es lo que aquí se conocen como Torres Patricias. Y aunque una ley dictaba que ninguna de ellas podía ser más alta que la torre del Ayuntamiento, lo cierto es que más de una lo es. Como por ejemplo, la Torre dorada, que tiene una altura de 50 metros.
En la actualidad, varias de aquellas torres siguen siendo privadas, aunque otras pertenecen a la iglesia, a la ciudad o, particularmente, a la familia Thurn und Taxis.
Y hasta aquí nuestra visita a Ratisbona, una ciudad que merece estar en cualquier listas de los lugares más interesantes que ver en Baviera y del que guardaremos un grato recuerdo.
Comentarios:
3 comentarios en “RATISBONA. La Joya gótica de Baviera, Patrimonio de la Humanidad.”
Viví un año en Regensburg y sigo volviendo siempre que puedo. Es una maravilla.
Así es. La verdad es que hay mucho que ver en Regensburg, de manera que nos sorprende que sea tan poco conocida en nuestro país. Nos encantó!
Magnifica ciutat, bonics monuments . Fou l’última frontera del imperi romà en temps de Marc Aureli, any 179, davant dels pobles germànics .