Mandalay es otro de los puntos clave de un viaje a Myanmar. Para nosotros, además, fue el último destino que visitamos, pues aprovechamos la existencia de aeropuerto internacional para regresar a Bangkok sin tener que volver a pasar por Yangon.
Hay bastante que ver en Mandalay, por la estancia mínima debe ser de una jornada entera. Además, en las cercanías de esta población de un millón de habitantes se debe visitar también las antiguas capitales birmanas de Amarapura, Inwa y Sagaing. Están a tiro de piedra de Mandalay, de manera que nosotros utilizamos esta ciudad como base para la zona.
La leyenda cuenta que Buda ya visitó la Colina de Mandalay en vida. Es decir, hace más de 2500 años. Sin embargo, se sabe que la ciudad es bastante más moderna y, en realidad, su notoriedad se debe al momento en que fue convertida capital del país a partir de 1861. No le duró mucho la capitalidad a Mandalay, pues los británicos las trasladaron a Yangón (a la que denominaron Rangún) durante la época colonial, a partir de 1885, momento en que el Rey Thibaw fue desposeído de su cargo y enviado a la india británica y la monarquía cayó.
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DONDE DORMIR EN MANDALAY
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En la misma calle, a tres minutos, hay un restaurante chino (Hot La La), de barbacoas donde cenamos bien (aunque muy picante) por 16.000K.
QUE VER EN MANDALAY EN 9 VISITAS IMPRESCINDIBLES.
Mandalay está trufada de templos y pagodas. Alguna de ellas, como la Mahamuni, de las más importantes de Myanmar. Pero, además, no está de más echarle un vistazo a los numerosos talleres de artesanos que se distribuyen por la ciudad. Incluso en pleno siglo XXI, el pan de oro se sigue fabricando a la manera artesanal aquí. Estas son las visitas imprescindibles de Mandalay.
Pagoda Mahamuni
El primer lugar que hay que ver en Mandalay es la Pagoda Mahamuni. Se trata de uno de los lugares más venerados por el budismo en todo el país, por albergar un famoso Buda al que la leyenda atribuye más de 2500 años.
Sea o no cierta esta leyenda, lo que sí es verdadero es que este Buda dorado de 4 metros de altura fue traído a Mandalay a finales del siglo XIX cuando fue saqueado de Mrauk U, que hoy forma parte del país, pero que es su momento era un reino independiente.
esde hace más de 200 años, los devotos de Mandalay decoran al Buda en cuestión con finísimas láminas de oro que ha dado lugar a que el Buda de la Mahamuni haya ido engordando a lo largo de los dos últimos siglos. Al menos sigue manteniendo las formas a diferencia de los Budas de la Pagoda Phaung Daw Oo que vimos en el Lago Inle.
Por cierto, solo los hombres tienen permitido colocar el pan de oro en cuestión sobre la sagrada imagen.
Monasterio Shwe Inbin
Bastante cerquita del Buda de Mahamuni se localiza uno de los dos monasterios más importantes de que hay que ver en Mandalay. Se trata del Shwe Inbin, una joya de la arquitectura en madera de teca, bellísimamente ornamentado. Aunque no tiene más de 130 años de historia a sus espaldas, la verdad es que no os debéis perder la visita.
En la actualidad, los monjes viven en el complejo que rodea el monasterio original que solamente es utilizado por ellos en contadas ocasiones.
Palacio Real de Mandalay
Tras estas dos visitas nos desplazamos más al norte. Varios de los lugares imprescindibles que ver en Mandalay se localizan en las inmediaciones del Palacio Real. Este lugar, que en la actualidad está ocupado en parte por dependencias del ejército, fue el hogar de dos de los Reyes de Birmania. Concretamente, del Rey Mindon, quien había trasladado la capitalidad a esta ciudad desde la cercana Amarapura, en 1861, y del Rey Thibaw, que fue desposeído de su cargo tras la colonización británica para acabar sus días en la India.
El Palacio Real de Mandalay está situado dentro de un enorme recinto amurallado de área cuadrangular que ocupa de un espacio aproximadamente de dos por dos kilómetros. Poco queda del Palacio Real original que debería recordar un poquito a la Ciudad Prohibida de Pekín, salvando las distancias, pues fue arrasado en 1945.
Sin embargo, en las últimas décadas se ha acometido una reconstrucción más o menos fidedigna del mismo, que merece la pena visitar, a fin de poder entender como era el palacio en su momento. La Sala de Audiencias, con el Salón del trono cuyo original conocimos en el Museo Nacional de Yangon, es la más espectacular de las estancias. Tampoco os vayáis a creer que se trata del Palacio Real de Bangkok, por ejemplo. El de Mandalay, por lo que vemos, era bastante más austero.
Monasterio Dorado de Mandalay
El segundo de los grandes monasterios que hay que ver en Mandalay es el conocido como Monasterio Dorado. La verdad es que este monasterio, alzado también gracias al uso exclusivo de la preciada madera de teca, podía haber sufrido el mismo destino que el Palacio Real pues originalmente se encontraba situado entre las dependencias de esta Ciudad Prohibida Birmana que era el Palacio Real.
Originalmente era la residencia del Rey Mindon hasta su fallecimiento en 1878. Sin embargo, su sucesor, el Rey Thibaw, mandó desmantelar el edificio y reconstruirlo más allá de los muros y el foso palaciego.
Se trata de una maravillosa construcción, producto del genio de los artesanos de Mandalay, que como siguen demostrando en la actualidad, tienen especial pericia en el uso de la madera de teca. El nombre de Monasterio Dorado lo recibe habida cuenta de que la madera estaba recubierta del habitual pan de oro. Sin embargo, casi toda esta ornamentación se ha perdido ya.
Pagoda Kuthodaw
Son varias las pagodas que hay que ver en Mandalay. De todas ellas, quizá sea la Kuthodaw la más importante de todas. La enorme estupa central, dorada, es preciosa. Sin embargo, lo que nos sorprende en la Kuthodaw son el conjunto de 729 pequeñas estupas de color blanco que rodean la principal y en cuyo interior se ubica una estela de mármol, escrita en idioma pali, aunque con alfabeto birmano, que cuenta las enseñanzas budistas.
La estupa central dorada recuerda mucho a la Shwezigon de Bagan.
Pagoda Sandamuni.
Bien cerquita de la Kuthodaw se localiza la Sandamuni, otra bellísima pagoda dorada que hay que ver en Mandalay y que, como la anterior, está rodeada por conjunto de estupas blancas que contienen grandes estelas de mármol con las enseñanzas de Buda. En este caso, se trata de 1774 losas de mármol, ni más ni menos.
Esta Pagoda, con su enorme zedi central, rinde homenaje al Pricipe Kanaung, asesinado en 1866 por dos de los hijos del Rey Mindon.
Estos tres últimos lugares que hemos comentado se encuentran, en realidad, juntos, de manera que los podréis visitar casi de seguido antes de acometer la subida a la Colina de Mandalay, que en realidad no dista más de un kilómetro de la Sandamuni.
Colina de Mandalay
Cuentan que la Colina Mandalay es un excelente lugar para disfrutar de la puesta de sol en Mandalay. Sin embargo, tras casi 8 horas de ruta continua por la ciudad, con un descanso para comer en un restaurante indio local riquísimo y baratísimo, nos veíamos incapaces de esperar tres horas más a que el sol tuviera a bien ponerse.
Se esta manera, subimos a la Colina de Mandalay cerca de las 5 de la tarde. Podéis subir a pie (unos 45 minutos) o pedirle a un taxi que os acerque en 5 minutos.
Arriba, más allá de varios enormes Budas dorados, como no podría ser de otra forma, podréis disfrutar de unas maravillosas vistas de toda la planicie que envuelve Mandalay. La imagen del Rio Irrawady, desbordado en época de lluvias, nos parece francamente maravillosa.
Talleres de Artesanos
Myanmar es una ciudad de artesanos, de manera que no está de más visitar algunos de los talleres que se dedican a confeccionar Budas de mármol o a trabajar la madera de teca. Los miles de monasterios son sus clientes habituales, pero si alguien quiere llevarse a casa un Buda de media tonelada no creo que tenga más problema que pagar el transporte… Es curioso que la mayoría de esculturas mantienen la cara sin labrar, pues es el cliente final el que decide si en Buda en cuestión será uno u otro o lo querrá sonriente o triste.
Fábricas de Pan de Oro
Algo que hay casi solo se puede ver en Mandalay y que merece la pena. Se trata de las fábricas artesanales de pan de oro. Allí, a base golpe de martillo, se consigue elaborar finísima hojas de oro que se rompen solo de sostenerlas entre los dedos, y que son las que ornamentan los miles de pagodas de Mandalay (y particularmente, el Buda de Mahamuni).
Se trata de una elaboración artesanal que, en la actualidad, está siendo sostenida por el gobierno de Myanmar a fin de que no se pierda esta tradición pues, nos cuentan, que el pan de oro llegado de China, fabricado con máquina, resulta más barato que el elaborado artesanalmente.
Y hasta aquí nuestro paseo por los lugares imprescindibles que ver en Mandalay, una ciudad que supuso el punto final de nuestro viaje a Myanmar. Sin embargo, durante una segunda jornada, aún tuvimos tiempo de conocer las que son conocidas como las 3 antiguas capitales de Myanmar.