Lleida ha sido la primera parada de nuestra escapada de enero que nos permitirá visitar también las iglesias románicas de la Vall de Boí, además de disfrutar de una jornada de esquí en la Estación de Boí-Taüll.
En este post os explicaremos qué ver en Lleida en 1 día. Se trata, quizá, de la más desconocida de las cuatro capitales catalanas. Si Girona tiene la Costa Brava muy cerquita, Tarragona goza de las playas de la Costa Dorada. Es por ello que Lleida acaba siendo, desafortunadamente, un lugar de paso al que el visitante no le dedica el tiempo que merece. Una pena, francamente, porque parafraseando la frase que ha hecho famosa la ciudad de Teruel, Lleida también existe y os aseguro que tiene suficiente atractivo como para disfrutarla.
Lleida es una ciudad mediana, de unos 140.000 habitantes. Aunque se sabe que desde la Edad de Bronce ya habrían existido distintos asentamientos en la zona, son los iberos quienes la convierten en una plaza de bastante importante. Concretamente, la tribu de los ilergetes, que denominan Iltirta a aquella población. Los romanos la conquistan y convierten en municipio al que denominan Ilerda cayendo a manos musulmanas durante el primer tercio del siglo XIII.
Fue en 1149 cuando las tropas de Ramón Berenguer, con la ayuda de los caballeros templarios, conquistaron la ciudad para los cristianos, de manera que la práctica totalidad de los edificios que hay que ver en Lleida fueron construidos a partir de aquel momento. Algunos, sin embargo, sobre los cimientos de antiguas edificaciones musulmanas. Es el caso del Castillo del Rey, alzada sobre la Suda musulmana.
DÓNDE DORMIR EN LLEIDA.
QUÉ VER EN LLEIDA EN 1 DÍA.
CASTILLO TEMPLARIO DE GARDENY.
Antes de visitar el centro histórico de la ciudad nos dirigimos a una de las dos colinas que hay que ver en Lleida. Me refiero a la colina de Gardeny donde se ubica lo que queda del antiguo castillo templario. Lleida se sitúa en plena Ruta Templaria, junto a Monzón, Peñíscola, Mirabet y Tortosa.
El origen de los templarios en la capital ilerdense lo debemos encontrar en la ayuda prestada por la orden militar a los condados catalanes dirigidos por Ramón Berenguer IV en la conquista de la ciudad a los moriscos. Como compensación, la orden del Temple consiguió una quinta parte de los terrenos conquistados. Entre ellos, la colina de Gardeny. Hablamos de 1149. La realidad es que a los pocos años se empezó a alzar una primera construcción templaria siendo Pere de Cartellà el primer comendador de la nueva residencia.
La Orden del Temple creció de manera bastante importante durante el primer siglo de estancia en tierras ilerdenses, comportándose como uno de los principales centros templarios de la corona catalano-aragonesa del siglo XIII.
Una veintena de caballeros templarios residieron en el castillo en los mejores momentos de la fortaleza, aunque bastante de lo que podemos contemplar en la actualidad corresponde a las distintas ampliaciones llevadas a término en los siglos siguientes, incluido un enorme perímetro de murallas así como distintos torreones.
Durante la visita podemos conocer las distintas dependencias que han llegado a nuestros días, incluida la iglesia y los dos torreones del castillo. Marc aprovecha para vestirse como un caballero templario. Entre pieles, mallas y espada lleva más de 20 kilos encima, aunque consigue mover el arma con bastante soltura.
El Castillo de Gardeny desempeñó funciones militares hasta la cercana fecha de 1997, momento en el cual el ejército acabó por abandonar la fortaleza y el ayuntamiento aprovechó para comprarlo y readecuarlo, dado su importancia patrimonial.
LA SEU VELLA Y EL CASTILLO DEL REY
Desde la Colina de Gardeny podemos visualizar nuestro próximo objetivo: la Colina de la Seu Vella. Aquí se ubica la antigua catedral de la ciudad, el más importante de los monumentos que hay que ver en Lleida.
La colina, por cierto, se encuentra también amurallada pues más allá de sus funciones como lugar de culto desempeñó también las militares durante muchos siglos. Nada queda, sin embargo, de la ciudad gótica que creció a los pies de la Seu y del Castillo del Rey.
La Catedral Vieja de Lleida es un edificio transicional del románico al gótico. En este sentido, si bien la cabecera es románica, casi el resto de la fábrica así como su maravilloso claustro son góticos. Es precisamente el claustro lo que más nos maravilla de la Seo. Se trata de uno de los claustros góticos más impresionantes que hemos podido visitar, con una altura que no recordamos haber visto jamás y con unas dimensiones de los ventanales realmente de impresión y que disponen de una tracería realmente espectacular. Una de las características del claustro es que en uno de sus lados está abierto a la ciudad, suponiendo un maravilloso balcón sobre la ciudad de Lleida.
Merece la pena subir a lo alto del campanario, otro excelente mirador sobre Lleida y que se eleva a 60 metros del suelo. Menos espectacular nos resulta la iglesia en sí misma, particularmente si la comparamos con otras catedrales góticas. Se trata de un templo de planta basilical de tres naves y con transepto. Más interesante resulta, sin embargo, rodear las distintas fachadas de la Catedral, particularmente la que da a la ciudad de Lleida, que es la más elaborada y que dispone de varias puertas bellamente labradas, como la Puerta de las Novias.
En la misma colina de la Seu Vella se ubica también el Castillo del Rey, también conocido como la Suda. Fue palacio musulmán antes de haber sido conquistado por las huestes cristianas. Y la leyenda sitúa en este lugar la coronación de Jaime I en 1214, el más glorioso de los reyes catalanes, conquistador de Mallorca y Valencia. Poco queda de aquel castillo medieval, aunque sí la sala de coronación.
EL CENTRO HISTÓRICO DE LLEIDA
Bajamos al centro histórico de Lleida, que se ubica a los pies de la Colina de la Seu Vella. Aquí nos encontramos con una larguísima calle comercial peatonal, de unos dos kilómetros de largo y que alberga más de 400 tiendas. El ambientazo navideño, en estas fechas, es máximo. Pero más allá de este momento, es evidente que este eje comercial le da a Lleida unos aires de capital del que no gozan otras poblaciones de tamaño similar. Podríamos decir que la Plaza de Sant Joan queda en medio de este eje, con la calle Mayor a un lado y la Calle Sant Joan al otro.
Varios de los monumentos que hay que ver en Lleida se encuentran en las inmediaciones de estas dos calles.
Uno de los edificios más bellos es el de la Paeria, localizado en la plaza del mismo nombre. Se trata de una construcción del siglo XIII cedida en 1383 por los Señores de Sanahuja a la ciudad. La Paeria es la sede del Ayuntamiento de Lleida y merece la pena echar un vistazo a su patio central y, particularmente, a los subsuelos de la misma, donde se ubican los vestigios arqueológicos de la ciudad medieval, incluida la antigua cárcel o Morra, situada seis metros bajo el nivel actual del suelo. Algunos vestigios se remontan, incluso, a la época romana ni más ni menos. Además, la visita es gratuita.
Siguiendo por la Calle Mayor llegamos a la Catedral Nueva de Lleida, alzada a partir de 1761 y a medio camino entre el barroco y el clasicismo. Se trata de un edificio con planta de tres naves y que alberga la venerada imagen de la Virgen del Blau (del hematoma).
La leyenda cuenta que dicho hematoma surgió de un martillazo producto de la envidia de un maestro escultor en comprobar como su discípulo había realizado una obra más bella que la suya propia. Esta imagen medieval decoró la portalada principal de la Seu Vella antes de ser trasladada a la Catedral Nueva.
Justo enfrente de la catedral se ubica el antiguo Hospital de Santa María, dispuesto alrededor de un bellísimo patio de finales del gótico que nada tiene que envidiar al de los más bellos patios del barrio gótico de Barcelona. Actualmente es la sede del Instituto de Estudios Ilerdenses y el patio acoge exposiciones temporales. Precisamente la actual afea bastante el patio en cuestión y no nos permite disfrutar con plenitud del mismo.
EL MUSEO DE LLEIDA Y LA IGLESIA DE SANT LLORENÇ.
Subimos por la calle de San Anastasio para llegar, en menos de cinco minutos, hasta otro de los lugares que hay que ver en Lleida de forma imperativa. Me refiero al Museo de Lleida. Se trata de un edificio de bastante reciente construcción, que alberga el museo diocesano y comarcal, el más importante de la ciudad y que es fruto de la unión de dos importantes colecciones: las de Arte Sacro procedente del Museo Diocesano y la arqueológica procedente del Instituto de Estudios Ilerdenses.
El recorrido por el museo empieza con una parte histórica y antropológica que nos recuerda el paso de las distintas civilizaciones por la ciudad, incluidos los iberos, romanos, visigodos, musulmanes y, finalmente, cristianos.
El apartado artístico es francamente memorable, incluidos bellos mosaicos procedentes de antiguas villas romanas, un excelente juego de ajedrez tallado en cristal de roca y procedente de Áger o un buen número de pinturas y esculturas góticas de excelente talla.
Casi enfrente del Museo se ubica otra de las iglesias más bonitas que hay que ver en Lleida. Se trata de San Llorenç, que llegó a desempeñar las funciones de sede catedralicia en dos ocasiones y que es un ejemplo transicional entre el románico y el gótico. El campanario es francamente espectacular, gótico y octogonal y luce esplendoroso tras la última restauración de principios de milenio. En el interior destacan un buen número de bellas obras de arte, tanto por lo que se refiere a la pintura como a la estatuaria.
UN ÚLTIMO PASEO POR EL CENTRO COMERCIAL DEL LLEIDA.
Antes de dar por concluida nuestra visita a la capital ilerdense damos un último paseo por la Calle Nueva, reparando en algún otro edificio que no habíamos visitado. Uno de ellos, la Casa dels Gegants, donde se cobijan los 12 gigantes de la ciudad así como los cabezudos y otras comparsas que animan la fiesta mayor de la ciudad.
También entramos en la pequeña Capilla de San Jaime, del siglo XIV, dedicada al santo en cuestión y que nos recuerda que Lleida es lugar de paso de una de las rutas del Camino de Santiago.
Finalmente llegamos a la Plaza de Sant Joan que actúa como verdadero centro de la ciudad y donde se ubica la iglesia del mismo nombre, del siglo XIX.