La Emilia-Romaña es una de las regiones de Italia más interesantes a nivel artístico. Situada al norte de la Toscana, mucho más popular entre los viajeros, os aseguro que visitar la Emilia-Romaña merece muchísimo la pena, permitiendo conocer un puñado de ciudades realmente excepcionales y que forman parte del Patrimonio de la Humanidad.
En este post os vamos a hablar de las 4 poblaciones más importantes que hay que ver en la Emilia-Romaña. Además, si se dispone de algún día más, merece la pena acercarse hasta San Marino, uno de los estados más pequeños del mundo y limítrofe también con la Emilia-Romaña, donde podréis disfrutar de una ciudad medieval encantadora y que forma igualmente parte del Patrimonio Mundial.
QUÉ VER EN LA EMILIA-ROMAÑA. LAS 4 PARADAS IMPRESCINDIBLES.
Dedicamos 5 días a visitar la Emilia-Romaña. Dos para visitar Bolonia, su capital, y una para visitar Modena, Ravena y Ferrara. Visitamos San Marino en una segunda ocasión en la que volamos a Bolonia, cuando aprovechamos también para visitar Urbino, que ya pertenece a la región de Las Marcas.
No hemos tenido la oportunidad de visitar otras ciudades como Parma o Rimini, ni el Museo Ferrrari de Maranello, que quedarán para otra oportunidad.
BOLONIA, LA DOCTA, LA GORDA Y LA ROJA.
La capital de la Emilia-Romaña es una de las ciudades más interesantes de Italia. Apodada la Docta, la Gorda y la Roja (por su Universidad, por su fama culinaria y por el color de sus tejados respectivamente) requeriría de un par de días en es ser visitada. Probablemente sea la ciudad más monumental que hay que ver en la Emilia-Romaña, aunque no forma parte (todavía) del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Nosotros la tomamos como base para visitar la Emilia-Romaña, aunque también dormimos una noche en Ravena. En este artículo ya os hablamos de los 12 lugares imprescindibles que ver en Bolonia.
La Piazza Magiore es la central de Bolonia. Varios de los lugares de más interés se ubican aquí, como el Palazzo Comunale, el Palazzo del Podestà y la Basílica de San Petronio. Adyacente a esta plaza, se encuentra otra pequeña ágora, la de Neptuno, con la fuente homónima en su centro.
No se debe dejar de visitar, en Bolonia, sus dos torres medievales de mampostería. Son la Torre Garisenda y la Torre de los Asinelli. Esta última se alza hasta casi los 100 metros de altura, siendo una de las torres medievales más altas del mundo. Quien sube los 498 escalones que llevan hasta su terraza superior disfruta de las más maravillosas vistas de Bolonia.
Otro punto de interés es la Plaza de San Esteban con las 7 iglesias, que en realidad son 4. Se trata de uno de los centros monumentales más antiguos de la ciudad, pues el origen de los templos debemos encontrarlo en el siglo V.
Por último, nadie debería dejar de visitar la Universidad de Bolonia, una de las más antiguas de Europa, si no la que más, con su fenomenal Archiginnasio de la Sapienza. Allí conocimos un bellísimo teatro anatómico.
RAVENA, ANTIGUA CAPITAL BIZANTINA.
Es la otra gran población que hay que ver en la Emilia-Romaña. Merece la pena hacer noche aquí, para disfrutarla como se merece. No es de extrañar que Ravena sea conocida como la Ciudad de los mosaicos. Se trata de una de las ciudades más antiguas de Italia. Aquí encontraréis más de una decena de grandes monumentos donde destacan algunos de los mejores mosaicos bizantinos que jamás se hayan elaborado. El motivo no es otro que en el siglo VI Rávena se convirtió en capital de las regiones occidentales del Imperio Bizantino.
No es raro, por tanto, que este conjunto forme parte del Patrimonio Mundial. La belleza es tal, que tres años después de visitar Ravena, decidí regresar a ella para volver a los mismos lugares que había tenido la oportunidad de conocer. Os aseguro que la densidad de lugares de interés en asombrosa.
San Vital es quizá, el gran monumento de Rávena. Una basílica del siglo VI que conserva uno de los conjuntos de mosaicos más maravillosos del mundo bizantino. Cristo, los 12 apóstolos, San Gervasio o San Protasio están entre las figuras representadas aquí. Pero también hallaréis escenas del Antiguo Testamento, incluido el Sacrificio de Isaac o imágenes de los emperadores Justiniano y Teodora.
Justo al lado, el mucho más modesto mausoleo de Gala Placidia guarda los despojos de la hermana del Emperador Honorio. Aquí encontraremos los mosaicos más antiguos de la ciudad, del 425.
Otros lugares de enorme interés en Rávena, una visita clave en esta ruta por la Emilia-Romaña, son el Baptisterio Neoniano, uno de los primeros ejemplos de baptisterio que se conservan en el mundo entero e igualmente decorado con mosaicos, y el Museo Arzobispal, donde se ubica la pequeña Capilla Arzobispal, que forma parte, también, de la lista del Patrimonio de la Humanidad, con otro conjunto de mosaicos maravillosos.
MÓDENA
El centro de Módena en otro lugar encantador. Esta ciudad, antigua posesión de los Este, es otro los sitios que hay que ver en la Emilia-Romaña.
En la Piazza Grande hay que visitar el Duomo, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Se trata de un templo románico, de fachada bastante simple pero donde destaca un enorme rosetón. No hay que dejar de subir a la torre Ghirlandina, el campanario de la Catedral, que da a la plaza de la Torre. Desde las alturas se disfruta de una ciudad que resulta tan roja como Bolonia.
No es esta la única iglesia que hay que visitar en Modena. San Pietro, San Francesco, San Domenico o San Giorgio merecen también la pena. También merece la pena echar un vistazo al Palazzo dei Musei, del siglo XVIII. Allí se ubica la Galería y la Biblioteca Estense. En este artículo podéis leer más acerca de qué ver en Módena.
FERRARA, LA GRAN CAPITAL DE LOS ESTE.
Más impresionante resulta el centro histórico de Ferrara. No es extraño que forme parte del Patrimonio de la Humanidad, pues la cantidad de arte e historia que se concentra en un espacio relativamente pequeño es abrumadora.
Los dos monumentos imprescindibles que nadie debe perderse en Ferrara son su catedral y el Castillo Estense.
El Castillo de los Este es una construcción monumental que se ubica en el centro de la población. No es difícil imaginarse el poderío que debió tener esta familia habida cuenta de la envergadura de esta enorme fortaleza. Aunque haya perdido sus almenas, sus regias torres y su foso, la convierten una estampa memorable.
Los Este fueron una de las dinastías nobles más notables de la Península Italiana que, con el tiempo, se convirtieron en amos y señores de Ferrara y Módena. Fueron una de las familias más importantes durante el Renacimiento, donde se comportaron como enormes mecenas del arte. En cierta manera, los Este son a Módena y Ferrara lo que los Médici a Florencia. Con la muerte de Alfonso II de Este, en 1597, y al no dejar descendencia directa el Duque, Ferrara fue incorporada a los Estados Pontificios, aunque parte de la familia consiguió mantener el ducado de Módena.
Merece mucho la pena entrar en este castillo renacentista. Particularmente los frescos y artesonados de los techos son realmente bellos.
El otro gran punto de interés en Ferrara es su maravillosa Catedral, románica y empezada a construir a partir del siglo XII.
La verdad es que su fachada es de lo más original: revestida de mármol, distribuida en tres partes y cada una de ellas cerrada por una cúspide y con sus respectivos rosetones y galerías. En la parte central se ubica el portalón de entrada, avanzado y dispuesto sobre leones. Nada puede suponer, vista la fachada, su resplandeciente interior barroco. Merece la pena entrar.
Más allá de estos dos grandes monumentos, en Ferrara hay que callejear, sin más, por su trazado medieval y por las distintas plazas que se van abriendo, como la Plaza Trento y Trieste.
Al sur de esta ágora es donde se localizan los callejones más estrechos, como la Via delle Volte, que recibe su nombre debido a los muchos arcos abovedados que se van abriendo a nuestro paso y que no son más que pasos elevados que conectan ambos lados de la vía. Es por aquí donde se encuentra lo poco que ha quedado de la antigua judería de Ferrara. O mejor dicho, el antiguo gueto, pues tras la pérdida de Ferrara por parte de los Este y el paso de la ciudad a los dominios pontificios, los hebreos fueron confinados en esta zona de la ciudad que pasó a comportarse como un verdadero gueto. Su historia se puede aprender en el museo Judío de Ferrara que se ubica en lo que fue una de las sinagogas del barrio.
Si tenéis tiempo, además, no hay que olvidar que Ferrara es una de las poblaciones renacentistas más importantes de Italia, al nivel de Urbino (y por debajo de Florencia, lógicamente), de manera que son varios los palacetes renacentistas que se encuentran repartidos en su centro histórico. El Palazzo Schifanoia, hoy museo, es uno de ellos, aunque su sobria fachada poco nos pueda hacer creer en los frescos de su interior. El Palazzo Costabili, o de Ludovico El Moro, es otro de los más conocidos. En la actualidad es la sede del museo arqueológico, que no visitamos.
Por último, no quisiera dejar de mencionar dos lugares de sumo interés, aunque a nosotros no nos dio tiempo de visitar: la biblioteca Ariostea, que sigue desempeñando las funciones de biblioteca pública, y el Teatro anatómico de Ferrara, que formaba parte de la Universidad de Medicina y que fue construido en 1731 y tiene forma octogonal.
Y hasta aquí este resumen de 4 de los lugares que hay que ver en la Emilia-Romaña, a menudo una región demasiado olvidada y que tiene un buen número de lugares de interés. Y si me permitís un consejo, intentad visitar también San Marino, cuyo centro medieval forma parte del Patrimonio de la Humanidad y se localiza a solo 70 kilómetros de Rávena.