El Lluçanès es una comarca natural en el corazón de Cataluña, formada por 13 municipios. De ellos, once de ellos corresponden administrativamente a la comarca de Osona, uno al Berguedà y otro al Bages.

Se trata, en cualquier caso, de una de las regiones más despobladas y rurales de Cataluña, lo cual es parte de su encanto. Bastan decir que entre los 13 municipios suman una población que no llega a los 8000 habitantes, repartidos en una superficie de de unos 400 kilómetros cuadrados.


En el año 2015, el Lluçanès votó en un proceso de participación ciudadana acerca de convertirse en la comarca número 42 de Cataluña. En éste, un 70% de los participantes votaron afirmativamente. Sin embargo, en 5 de los 13 municipios ganó el no. De esta manera, el Lluçanès se mantiene en su estatus de comarca natural, aunque formando parte de otros territorios.

Como explicaba, el Lluçanès es una comarca eminentemente rural. Y en ello radica su encanto. Se trata de una población que vive fundamentalmente de la agricultura y la ganadería. En los últimos años, el turismo rural ha ido ganando terreno, de manera que no son pocas las granjas y masías que han abierto sus dependencias a los visitantes.

Lo mismo pasa con varias de las granjas y producciones agroalimentarias del Lluçanés, abiertas en los últimos años a las visitas turísticas para visitantes ávidos de conocer cómo es la vida en el campo. La ruta de la leche, que comprende varias queserías y explotaciones ganaderas, o la ruta del pan, que nos ilustra acerca del proceso de recuperación del trigo forment y que permite conocer como es el proceso de creación del maravilloso pan artesano de la comarca, desde su cultivo hasta que es producido en los obradores de la comarca, son dos ejemplos de estas nuevas rutas turísticas abiertas en los últimos tiempos.

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Tampoco hay que olvidar el aspecto patrimonial del Lluçanès. Aquí podremos visitar uno de los más maravillosos ejemplos del románico catalán. Me refiero al claustro del antiguo monasterio de Santa María de Lluçà. Por último, aunque no menos importantes, no hay que olvidarse del aspecto gastronómico de la comarca. Con materias primas de primerísima calidad, el Lluçanès cuenta con una de las mejores gastronomías del corazón de Cataluña.

Hay quien dice que en todos los restaurantes de la comarca se come de primera. Sin embargo, justo es hablar de la Fonda Sala, un lugar humilde pero que ha llevado la gastronomía popular un peldaño más arriba. Ello le ha valido para ser galardonada con una estrella Michelín en la famosa guía gastronómica.

Aquí os vamos a contar qué ver en en Lluçanès en 1 día. O lo que es lo mismo: qué dio de sí nuestra visita a la comarca del Lluçanès, en un recorrido que hicimos en familia junto a nuestros cuñados y sobrinos y que resultó de lo más entretenida

QUÉ VER EN EL LLUÇANÈS EN 1 DÍA.

ESPAI PEROT ROCAGUINARDA, OLOST.

Empezamos nuestra visita al Lluçanpès en el Espai Rocaguinarda. Se trata de un lugar donde se nos ilustra acerca de la figura de uno de los bandoleros más famosos de la Cataluña Medieval. Aunque en la mitología catalana es mucho más famoso Joan Sala, conocido como Serrallonga, no menos popular y legendaria fue la figura de Perot Rocaguinarda.

Su fama traspasó fronteras e incluso llegó a protagonizar dos de los capítulos de la célebre novela Don Quijote de la Mancha, además de inspirar autores de la talla de Jacint Verdaguer o Lope de Vega.

En el Espai Perot Rocaguinarda de Olost aprenderemos acerca del bandolerismo y sus consecuencias y de aquellas peleas que protagonizaran nyerros y cadells, los dos bandos enfrentaros en la Cataluña Central de los siglos XVI y XVII. Se trata de un espacio con varias propuestas audiovisuales que merecen la pena conocer si visitáis la comarca.

Por cierto, Olost es tierra de quesos, de manera que si tenéis la oportunidad de coincidir en la población durante las Jornadas del Queso de Pastor y la Leche Cruda, no lo desaprovechéis. Lejos de la masificación de la Feria Quesera de Sant Ermengol, en la Seu d’Urgell, este sencillo certamen atrae algunas de las mejores queserías artesanales del territorio. La feria, con degustación de quesos y talleres de maridaje, se desarrolla justo enfrente de la iglesia de Olost.

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qué ver en el Lluçanès
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QUESOS BETARA. OLOST Y PERAFITA.

Una visita al Lluçanès no sería completa sin visitar alguna de las queserías de la comarca. La más célebre es, con razón, Formatges Betara, una de las pocas queserías que disponen tanto de la etiqueta de artesana como la de ecológica. Todo ello gracias a disponer de un ganado propio de ovejas que tratan con sumo mimo, como nos explicó Ramón, pionero de la artesanía quesera en Cataluña, y que dejó su trabajo como profesor para convertir la pequeña explotación quesera fundada por su padre en una de las más importantes de la región. La quesería tiene ya de más de 25 años de historia a sus espaldas.

La visita a la Quesería Betara comprende varios puntos. La quesería en sí se localiza en la población de Perafita. Aquí nos explicará todo el proceso de creación del queso, desde la llegada del la leche, a su pasteurización, el proceso de cuajado y cortado, la separación del suero, el modelado, el baño en salmuera o el secado. Desde luego, todo el proceso se hace a mano.

Queserías en Lluçanès
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Betara elabora quesos de vaca, cabra y oveja tanto artesanales sin más, como artesanales y ecológicos. Incluso de han atrevido con un queso azul, al que llaman precisamente El Atrevit (el atrevido). Casi todos estos quesos han ganado los más altos galardones en todo tipo de certámenes queseros nacionales e internacionales, incluidas varias medallas de oro y plata en los pretigiosos World Cheese Awards.

Tras el secado en las cámaras de Perafita, los quesos acabaran madurando en las estancias de Olost, un proceso que puede llevar varios meses, según la variedad de queso. Justo al lado de este espacio de maduración encontraréis la agrotienda donde completar la visita comprando una o varias variedades de estos gustosos quesos.

Antes, habréis visitado también la granja situada en Sant Boi de Lluçanés, donde se cuidan con esmero varios centenares de ovejas. Se trata de las protagonista necesarias para la elaboración de este queso con etiqueta de ecológico que está entre lo mejor de la artesanía quesera del Pirineo y Prepirineo. Ni que decir que Marc y su primo Pol disfrutaron de los lindo con los ovejas más jóvenes, algunas de ellas nacidas esta misma semana.

La verdad es que la visita a la Granja y Quesería Betara es uno de los lugares que hay que ver en el Lluçanès y de los que más disfrutamos en esta salida en familia.

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qué ver en el Lluçanès

DONDE COMER EN EL LLUÇANÈS. LA FONDA SALA.

Regresamos a Olost para el almuerzo. Al fin y al cabo, no más de 8 kilómetros separan Perafita de Olost. Es aquí donde encontramos el más célebre de los restaurantes de la comarca. Me refiero a la Fonda Sala, situada en la Plaza Mayor del Pueblo.

Toni Sala, indiscutible alma máter de la Fonda Sala y auténtico maestro detrás de los fogones, lleva la batuta de este establecimiento desde hace más de 25 años. Durante es tiempo, la Fonda Sala se ha convertido en motivo de peregrinación para los amantes de la buena cocina.

Sin embargo, pese a que el restaurante fue galardonado con una merecidísima estrella Michelín, Toni Sala prefiere mantenerse alejado de los focos mediáticos, a sabiendas de que es detrás de los fogones donde mejor se desenvuelve.

Además, más allá del restaurante gastronómico de postín aunque alejado del divismo de otros restaurantes estrellados, la Fonda Sala sigue manteniendo un espacio donde sirve un menú diario e, incluso, un menú de fin de semana. Este fue el que disfrutamos nosotros. Por 20 euros disfrutamos de un entrante, un primero, un segundo y un postre. Cada plato a elegir entre tres posibilidades. Y, os aseguro, que todos memorables.

Especialmente espectaculares resultaron los canelones caseros. Los de toda la vida, los de la abuela, los que se elaboran con sumo esmero. Isa prefirió el pastel de pescado que resultó igualmente delicioso. Los segundo no resultaron menos celebrados: tanto el bacalao como les galtes de porc o la carrillera) estaban deliciosos.

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SANTA MARÍA DE LLUÇÀ

Con la barriga llena fue hora de tomar rumbo norte para visitar el espacio patrimonial más importante que hay que ver en el Lluçanès. Me refiero al Monasterio de Santa María de Lluçà. Y, particularmente, su precioso claustro, uno de os más bellos del románico catalán.

Antes de pasar al claustro del que fuera monasterio agustiniano, merece la pena echar un vistazo a la iglesia monacal. Ya antes de entrar hay que darse cuenta del trabajo de forjado que encontramos en la puerta del templo, original, y que nos recuerda la maestría de los maestros forjadores de la época.

En el interior, la estrella es el frontal de altar, que es uno de los más bonitos de los Pirineos. Aunque el que podemos ver en la actualidad, no es más que una copia, pues el original hay que buscarlo en el Museo Episcopal de Vic. El azul original, elaborado con pigmentos de lapislázuli lo convierte en único, así como ese ojo único que comparten María y Elisabet, y que cuentan que inspiró al mismísimo Picasso.

Más espectacular resulta el pequeño claustro, que no es exactamente cuadrado, pues se adaptó al espacio existente, y que ha resistido un buen número de terremotos como no lo hicieron, tan siquiera, los célebres cenobios de Sant Pere de Casserres o Ripoll.

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qué ver en el Lluçanès
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Monasterio de Lluçà
Se dice que el maestro de obras que diseñó el claustro era de origen árabe, mucho más experto en matemáticas que los maestros latinos y quien, incluso, prescindió de la piedra clave o dovela central que suele cerrar los arcos de medio punto. No lo creía necesario y, habida cuenta de que tras diez siglos de vida el claustro sigue en pie, parece que tenía más razón que un santo.

Entres los capiteles del claustro, casi todos originales, encontramos algunos con motivos vegetales o geométricos. Otros están figurados, aunque según parece no se encuentra ninguna escena bíblica entre ellos. En la pared externa de una de las galerías nos damos cuenta de la existencia de unas pequeñas sepulturas que contienen restos de antiguos abades.

Por último, en lo que fuera el refectorio de Santa María de Lluçà, nos sorprendemos con originales de los frescos que un día decoraran la iglesia. De los pocos entre los frescos románicos del Pirineo y Prepirineo que no han sido trasladados a museos.

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Santa María de Lluçà es, sin duda, el gran monumento que hay que ver en el Lluçanès de forma obligada.

ALPENS, EL PUEBLO DE LA FORJA.

Tras visitar Sata María de Lluçà tomamos rumbo a Alpens, al norte de la comarca. Se trata de una de las más bellas poblaciones que ver en el Lluçanès, repleta de casonas de piedra y donde pasear sin rumbo se convierte en obligación.

La villa es pequeña, no os penséis, de manera que en poco más de media hora habréis recorrido casi todos los rincones de este pueblo de no más de tres cientos habitantes.

Alpens, por cierto, tiene también su lugar en la historia, pues fue escenario de una batalla entre carlistas y liberales, en 1873. Y, en realidad, fue de las pocas victorias que los carlistas obtuvieron durante la Tercera Guerra Carlista.

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Alpens
Alpens es conocido también como el Pueblo de la forja. Son numerosos los ejemplos de este arte que encontramos durante nuestro paseo por Alpens, ya sea en forma de esculturas, farolas, picaportes, barandillas o, incluso, soportes para las basuras.

Alpens
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qué ver en el Lluçanès
Nuestra jornada a Alpens y, en realidad, en el Lluçanàs, termina en Cal Salau, donde encontramos el que hasta ahora es el único Room Escape de la comarca. Era esta una sorpresa que teníamos preparada para Marc y su primo, principalmente, pero también para nuestros cuñados. Isa es una fan de las room escapes y ya ha realizado más de una docena, casi siempre con éxito.

Cal Salau tiene como hilo conductor, precisamente, esta batalla carlina de la que ya os hemos hablado. Desde luego, no vamos a spoilear la room escape, pero sí que os diremos que pudimos salir en vida de la misma, aunque solo con un par de minutos de margen y que nos lo pasamos en grande intentando escapar del lugar.

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La visita a Cal Salau y al pueblo de Alpens supuso un muy buen broche de oro a nuestra jornada por la comarca del Lluçanès, una de los lugares más rurales de la Cataluña central.

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Comentarios:

6 comentarios en “LLUÇANÈS. Un recorrido por la Cataluña más rural.


DinkyViajeros
29 de octubre de 2018

Para ser honestos, nunca antes habíamos oído hablar de la comarca de Lluçanes, así que tu post nos ha servido para dar un paseo virtual por una zona de Cataluña que bien merece una visita. Nos apuntamos especialmente el nombre de la quesería Formatges Betara porque, siempre que podemos, nos gusta hacer una visita a este tipo de empresas artesanales, donde aprendes y a la vez puedes degustar y comprar el producto típicamente local. ??

Saludos.

    Jordi
    3 de noviembre de 2018

    Así es. Nos encanta el slow travel y el poder disfrutar de los manjares y productos kilómetro 0. Y en el Lluçanès, todo esto es posible.

Kris
29 de octubre de 2018

Pues solo conozco Alpens, uno de esos pueblos que descubrí en mis escapadas a Barcelona de hace unos meses. Tomo nota del resto (apuntado lo de los quesos, me vuelven loca) por si regreso en algún momento. Un abrazo.

Patricia Rojas Soto
31 de octubre de 2018

¡Qué claustro más bonito! ¡Y qué pintaza tienen los canelones! Con lo que me gustan… Pues como siempre aprendiendo con tu blog, Jordi, sobre sitios que no tenía ni la más remota idea de que existían ni me sonaban para nada, como es éste, apuntadito para cuando me escape por esas tierras que, sintiéndolo mucho, las tengo un poco abandonaditas (tengo que poner remedio ya, lo sé) un abrazo

    Jordi
    3 de noviembre de 2018

    Así es! a ver si te pasas por aquí que nos tienes un pelín abandonados! 😉 La verdad es que el Lluçanés es una zona muy tranquila, pero muy atractiva para disfrutar del slow travel.

alvientooo
5 de noviembre de 2018

Me ha encantado esta ruta, cuando vuelva a Cataluña intentaré por lo menos hacer algo, entre lo que mas me apetece está la queseria de Formatges Betara, y que tenga la etiqueta de artesana como la de ecológica es un punto. Y por supuesto me apunto la Fonda Sala.

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