En este post os vamos a explicar qué ver en Bergerac, una de las ciudades medievales más interesantes del Perigord, pero también en el País de Bergerac, que no es más que la comarca que rodea a esta ciudad y que está repleta de poblaciones de trazado medieval, castillos, bastidas y viñedos.
Especialmente, muchos viñedos. Basta como ejemplo comentar que en el País de Bergerac se elaboran, ni más ni menos, que 13 denominaciones de origen protegidas.
No es de extrañar que, con tacto vino de por medio, a esta subregión dentro del Perigord se la conozca como el Perigord púrpura, como ya os comentamos en nuestro post acerca de los lugares más importantes que hay que ver en el Perigord.
Bergerac es conocido en el mundo entero por una mentira. Nos referimos a que el personaje supuestamente más famoso de la ciudad, Cyrano de Bergerac, no solo no era natural de esta ciudad si no que jamás la pisó. El Popular Cyrano, que inspiraría la obra de teatro de Edmond Rostand, era descendiente lejano de Ramond de la Rivière, quien habría recuperado Bergerac para los franceses en 1385. De la Rivière recibió como recompensa unas tierras que bautizó con el nombre de Bergerac. Siglos más tarde, el famoso espadachín, Hercules Savinien, nacido en París y descendiente lejano del héroe francés, tomó el nombre de Bergerac, por haber pasado parte de su infancia en aquellas tierras conocidas como Bergerac, pero que nada tienen que ver con esta población del Perigord.
Sea como sea, Bergerac está orgullosa de este personaje e incluso le saca partido, pues dos estatuas del mismo presiden sendas plazas. Y son, desde luego, dos de los lugares más importantes que hay que ver en Bergerac. O al menos, de los más buscados por los visitantes.
QUÉ VER EN BERGERAC EN 1 DÍA.
Os aconsejo pasar primero por la Oficina de Turismo, donde os darán un plano de Bergerac (y si lo pedís, también del País de Bergerac). Desde allí tomamos Rue de la Resistence hasta llegar a la Plaza Lattre de Tassigny donde se ubica la más alta de las iglesias que hay que ver en Bergerac. Se trata de la neorrománica iglesia de Notre Dame que fue alzada en 1865 y que es obra de Paul Abadie.
Desde aquí tomamos la Grand Rue, la más importante de las calles que nos llevan hasta el centro medieval, verdadero corazón del Bergerac.
Enseguida llegamos a la Place de la Pélissière, donde antiguamente se reunía el gremio de los peleteros y que en la actualidad es una de las más animadas de la ciudad. Aquí podremos ver algunas edificaciones realizadas con la técnica del entramado de madera que tan pintorescas nos parecen a los que procedemos de lugares donde esta técnica no es habitual.
En esta plaza se encuentra la iglesia de Saint Jacques, con su bonito campanario. Nos recuerda que Bergerac era lugar de paso para los pelegrinos que se dirigían a Saniago. Sin embargo, las miradas se las lleva la estatua de bronce de Cyrano de Bergerac que todos los viajeros quieren inmortalizar.
Si entramos por Rue Gaudra nos daremos cuenta de la existencia de un torrente de agua que en su momento llegó a alimentar a hasta 7 molinos harineros.
Sin embargo, seguimos bajando en dirección al río para encontrarse con la segunda de las bellas plazas medievales que hay que ver en Bergerac. Se trata de la plaza Mirpe, repleta de rincones encantadores y que también dispone de un buen número de viviendas dispuestas con entramados de madera, además de una segunda estatua de Cyrano, esta vez de piedra.
Nuestro siguiente objetivo es el Claustro de los Recoletos. Sin embargo, para entrar en el que es uno de los rincones más atractivos que hay que ver en Bergerac, debemos entrar a la Maison du Vin, cuya entrada se localiza en el Quai Salvette. Esta Maison du Vin es uno de los lugares más atractivos donde poder entender la importancia de la cultura del vino a lo largo de la historia y, especialmente, en Bergerac y su comarca. Si queréis podéis degustar aquí algunos de los caldos del País de Bergerac.
Sin embargo, lo que no os debéis perder es el recoleto claustro del extinto convento de los franciscanos o recoletos. Se trata de uno de los patios (en la actualidad se trata más de un bello patio interior que de un claustro) más interesantes y tranquilos de la ciudad.
La entrada a la Maison du Vin queda justo a orillas del Río Dordoña, verdadera columna vertebral del Perigord a este nivel. Aquí, justo al lado del Viejo Puente (que en realidad no lo es tanto, pues el actual es de 1825), se disfruta de una de las más maravillosas vistas del río a su paso por Bergerac. Si tenéis tiempo podéis tomar una gabarra, los viejos barcos que cargaban toneles de vino para ser llevados río abajo. Sin embargo, nosotros dejamos esta experiencia para La Roque Gageac, uno de los pueblos más bellos de Francia y que visitaremos en otra jornada.
Regresamos al centro de la villa medieval pasando por un intricado conjunto de callejuelas medievales que se abren a varias placitas. En una de ellas, la Place du Feu, se localiza el Museo del Tabaco, del que hablan muy bien, pero que nosotros no tuvimos tiempo de visitar.
La verdad es que nos pareció que hay suficientes lugares que ver en Bergerac como para dedicarle un mínimo de 2 o 3 horas antes de seguir el viaje por su comarca.
DÓNDE DORMIR EN EL PAÍS DE BERGERAC
LA FERMÉ DE SIRGUET, MONSAC. Un lugar de lo más dormido para alojarse, en pleno campo, en el País de Bergerac. Se trata de una granja extensa donde os podréis alojar en carromatos (para hasta 4 personas) o incluso en cabañas en los árboles. Nosotros nos alojamos en un carromato y os aseguro que fue de lo más divertido. Este alojamiento dispone de granja propia donde elaboran sus patés y también de piscina cubierta y hasta sauna. Para cenar ofrecen, a muy buen precio, una cesta para realizar tu propia barbacoa. El magret de pato estaba riquísimo, así como los patés, como no puede ser de otra manera en el Perigord.
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QUÉ VER EN EL PAÍS DE BERGERAC. EL PERIGORD PÚRPURA.
Como explicaba, más allá de Bergerac, la comarca entera está repleta de alicientes. Decenas de dominios vitivinícolas abren sus puertas a los visitantes, por ejemplo. A su vez, son varios los pueblecitos medievales (casi todos, muy pequeños) que merecen ser recorridos.
La comarca dispone, a su vez, de varios castillos de interés. E incluso, de dos lugares que forman parta de la lista del Patrimonio de la Humanidad como integrantes de los Caminos de Santiago franceses: el claustro de Cadouin y la Abadía de Saint Avit Senieur.
Como solo dispusimos de una tarde para visitar este País de Bergerac debimos limitar nuestras visitas a unos pocos lugares, aunque por suerte en verano anochece tarde y pudimos aprovechar bien lo que quedaba del día.
CASTILLO DE MONBAZILLAC
Estamos en pleno Perigord Púrpura y ya hemos hablado de la importancia que tiene el vino en esta región y de las varias denominaciones de Origen que se localizan en el País de Bergerac. Una de las más conocidas es la Monbazillac, que recibe el nombre de la comuna donde se producen estos famosos caldos.
Aquí encontramos el precioso Castillo de Monbazillac, que pertenece a la cooperativa de Monbazillac desde 1960 y que, rodeado de viñedos, supone una de las más bellas imágenes que hay que ver en Bergerac y sus alrededores. Ni más ni menos que 25 hectáreas de viñedos rodean este castillo del siglo XVI, de evidente trazado renacentista, aunque restaurado recientemente.
Pasear por los jardines y asomarse al balcón que queda justo detrás de la fortaleza y desde el que se divisa un sin fin de vides es gratuito y os aseguro que merece le pena. No visitamos el interior del Castillo de Monbazillac, que es de pago.
CASTILLO DE BRIDOIRE
Ni diez minutos de coche separan el Castillo de Monbazillac del de Bridoire. El País de Bergerac no solo es tierra de vinos sí no también de castillos, como en realidad todo lo es todo el Perigord. Esta fortaleza fue alzada durante el siglo XVI, pero la verdad es que tras múltiples vicisitudes presentaba un aspecto deplorable a finales del siglo XX.
Lo cierto es que en los últimos años ha cambiado de propietario, de manera que el Castillo de Bridoire ha sido restaurado por completo. Y, además, con gusto y acierto, en un trabajo que atrajo a múltiples voluntarios del territorio.
En la actualidad se pueden visitar distintas dependencias que han sido amuebladas como antaño. Entre ellas, las habitaciones, la cocina o las mazmorras del castillo. Además, en el Castillo de Bridoire se han dispuesto hasta un centenar de juegos más o menos tradicionales de manera que resulta un muy buen lugar para visitar con niños. Marc y yo mismo pasamos un buen rato en el tiro con arco, el tres en raya o varios juegos de catapultas.
ISSIGEAC
El País de Bergerac está repleto de poblaciones de carácter medieval y bastidas. Más allá de Bergerac, la capital, merece la pena visitar algunas de ellas. Recorrerlas suele llevar unos pocos minutos pues, en realidad, no son más que un pequeño conjunto de calles.
Uno de los pueblecitos más encantadores es Issigeac, que responde al tópico de villa de postal, con sus calles peatonales y adoquinadas o sus casitas con entramados de madera. No falta la placita central con su mercado cubierto y la casi universal iglesia fortificada. Además, quien quiera podrá comprar aquí algunos de los productos que esta tierra produce y, particularmente, los derivados del pato, con su famoso foie a la cabeza. El viaje por el Perigord no solo es un viaje cultural si no también un viaje enormemente gastronómico.
BEAUMONT DE PERIGORD
Este es otro pueblo que sale en todas las guías de villas con encanto del Perigord. Se trata de otro pequeño enclave de no más de 1200 habitantes que fue fundado en 1272. Todos los caminos en Beaumont conducen a su plaza central, porticada.
Aquí se ubica el mercado cubierto y, también como Issigeac, su iglesia fortificada, un fenomenal templo gótico que encontramos abierto y que no dudamos en visitar para maravillarnos con lo que queda de sus murales originales. Una de las dos enormes torres de la fachada occidental de la Iglesia de Saint Front, y que se alzan hasta los 30 metros de altura, era, en realidad, una mazmorra.
SAINT AVIT-SEUNIER
La última visita que realizamos en el País de Bergerac es a Saint Avit-Seunier, otro pequeño pueblo medieval. Lo que nos trae hasta aquí es su iglesia fortificada, que fue un lugar de peregrinación de relativa importancia durante la Edad Media hasta el punto de que forma parte del Patrimonio de la Humanidad, junto a otros muchos lugares de los Caminos franceses del Camino de Santiago. En realidad no estamos aquí más que unos pocos minutos, lo justo para entrar a la iglesia.
Son más los lugares que hay que ver en Bergerac y sus alrededores. Desde luego, una jornada se queda, a todas luces, corta. Sin embrago, no disponemos de más tiempo de manera que para otra ocasión quedarán lugares como las bastidas de Monpazier o Eymet o el claustro de la Abadía Cisterciense de Cadouin.
He de reconocer que la visita a Bergerac y sus alrededores ha sido una auténtica sorpresa para mí, como lo ha sido, en realidad, todo el Perigord. Una región que merecería mucho más tiempo del que le solemos dedicar los viajeros. Tocará regresar.
Comentarios:
Un comentario en “Que ver en Bergerac y el Perigord Púrpura. Recorriendo el País de Bergerac.”
Me ha agradado mucho leer estas páginas, en julio lo visitaremos, gracias por las explicaciones, ayuda a preparar el viaje