Quizá fuera porque tras visitar Wurzburg, Rothemburg o Núremberg el listón estaba demasiado alto o quizá sea porque algunas de las visitas más importantes que hay que ver en Bamberg estaban cerradas por obras. O quizá sea, simplemente, que no teníamos el día, pues el centro histórico de Bamberg fue incluído dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad en 1993. Pero lo cierto es que Bamberg nos ha parecido una ciudad con un bonito centro histórico y con alguna postal ciertamente hermosa pero bastante por debajo de las anteriormente citadas.
Bamberg es conocida como la Ciudad de las Siete Colinas de Alemania y es que, por lo visto, fue fundada sobre siete montículos, al igual que Roma. Desde luego, llamarla la Roma de Alemania sería demasiado por más que su reducido centro histórico lograra, en gran medida, librarse de los numerosos bombardeos que asolaron Baviera durante la Segunda Guerra Mundial.
Dejamos el coche en la parte derecha del río Regnitz y nos dirigimos, enseguida, a la oficina de turismo donde nos ofrecen un mapa y nos indicaron los lugares más importantes que hay que ver en Bamberg. El río parte la ciudad en dos y hace un recorrido de sudeste a noroeste. A la derecha quedan los barrios más nuevos y a la izquierda (siempre en la dirección del caudal del río), la ciudad antigua.
QUE VER EN BAMBERG EN 1 DÍA.
EL VIEJO AYUNTAMIENTO
Lo primero que queremos conocer es la que es la imagen de cabecera de la ciudad. Algo así como una postal que todos los viajeros deseamos fotografiar con nuestra cámara y que supone la imagen de portada de muchas guías de Alemania.
Me refiero al precioso Viejo Ayuntamiento o Altes Rathaus, que se sitúa en una pequeña isla que queda en medio del río. La mejor imagen se toma desde el puente que queda justo enfrente, la Pasarela Geyerswörth. Desde esta localización se puede observar el curioso anexo diseñado con la técnica del entramado de madera y que sobresale del resto del edificio, convirtiéndolo en un lugar ciertamente especial.
Claro que las pinturas barrocas que cubren por completo las fachadas laterales así como la torre ornamentada con bellísimos balcones también barrocos y que se ubica justo encima del Obere Brucke no le van a la zaga.
LA PEQUEÑA VENECIA
La orilla derecha del río Regnitz, un poco más abajo del Viejo Ayuntamiento está formada por un conjunto de curiosas viviendas de pescadores que disponen todas ellas de un pequeño patio que da directamente a la orilla. Aunque la verdad es que la estampa es ciertamente bonita, está claro que la denominación de Pequeña Venecia le va demasiado grande a este reguero de casitas.
No es más que un conjunto de viviendas que dan lugar a una bonita estampa, aunque aquí no hay más canal que el mismo río, de manera que quién osó comparar este lugar con la Sereníssima o jamás había pisado Venecia o había terminado con las existencias de las muchas cervecerías de la ciudad.
LA CATEDRAL DE BAMBERG.
La Catedral es el segundo gran edificio que hay que ver en Bamberg. Se trata de un edificio majestuoso y que no desmerece a algunas de las mejores catedrales de Alemania. La primera catedral existente en esta localización fue alzada en 1012, aunque fue pasto de las llamas antes de terminar el siglo XI. Tampoco tuvo mucha suerte el segundo templo alzado en el mismo punto, a principios del XII, pues tampoco pudo terminar aquel siglo en pie.
La Catedral de Bamberg que podemos ver en la actualidad, y que está dedicada a San Pedro, San Pablo y San Jorge, fue construida en el siglo XIII siendo consagrada en 1237. Se trata de un templo de finales del románico.
Una de las características de esta Catedral de Bamberg es la existencia de dos coros, uno occidental y otro oriental, de manera que se hace difícil decir donde se encuentra la fachada principal de la misma. Aunque entraremos a la Catedral por la Puerta de Adán, antes de ello la hemos rodeado para buscar la fachada norte donde se ubica la portalada más interesante, románica, que es conocida como la Puerta de los Príncipes. Solo se abre en ocasiones especiales. La escena del tímpano representa el Juicio Final.
En el interior de la catedral, más allá de la curiosidad de los dos coros, nos encontramos con algunos detalles y obras de bastante interés. Uno de ellos es el conocido como Caballero o Jinete de Bamberg. Se trata de la estatua de un hombre a caballo del que se ha especulado su identidad aún sin llegar a una conclusión definitiva. Hay quien habla de que se trata de San Esteban, patrón de Hungría (cuñado de Enrique II, el constructor de la primera catedral), pero hay quien incluso habla de que se trataría de uno de los Reyes Magos.
No menos excelente es el sarcófago del mismo Enrique II y su esposa Cunigunda, ubicado en el coro oriental. Es una obra bastante posterior a su muerte, pues fue realizada e el siglo XVI, pero su belleza no pasa por alto.
En el otro coro, se ha ubicada una tumba papal ni más ni menos. Se trata de la del Papa Clemente II, que está situada justo detrás del trono arzobispal, allá donde nuestros ojos no llegan. Se trata de único Santo Padre enterrado al norte de los Alpes.
Por último, no quiero dejar pasar la existencia, en esta catedral, de una de las reliquias más celebradas de la Cristiandad. Me refiero, ni más ni menos, que al clavo de Cristo que se ubica en la Capilla de los Clavos. Se encuentra en el lado sur del transepto.
LA CERVEZA DE BAMBERG.
Tocaría seguir nuestra visita a Bamberg por otros dos monumentos que se ubican en la misma plaza de la Catedral, pero preferimos hacer un alto en el camino para sentarnos a comer. Y lo haremos en una de las cervecerías más históricas de la ciudad. Se llama Schlenkerla y tiene más de 330 años a sus espaldas.
Además, se encuentra a tres minutos de la Catedral, en la calle Dominikanerstraße, número 6. La cuestión es que esta edificación de entramado de madera alberga un lugar de lo más interesante, con un buen número de estancias decoradas de la misma manera que hace siglos, cada una en su estilo.
Lo cierto es que aquí se viene a degustar una cerveza ahumada, a la que denominan Rauchbier, de sabor ciertamente distinto al que estamos acostumbrados y que se sirve directamente desde donde ha reposado, en barriles de madera de roble que le dan a la bebida un color característico. No diré que está mala porque no tenemos problema alguno en terminárnosla, pero me quedo con la cerveza roja de la cervecería de Núremberg, de la que ya os hablé en su momento.
Aprovechamos para comer en el mismo local. El Bamberger Zwiebel, una suerte de grandes albóndigas recubiertas de cebolla y bañadas en salsa de cerveza está delicioso. Marc repite con el Schäuferla y también acierta.
Quisiera comentar que la cerveza en Bamberg es una auténtica institución desde la Edad Media. No hay que olvidar que hace mil años que esta bebida viene elaborándose en la ciudad. Es decir, casi desde el momento de su fundación. Y que en sus mejores momentos llegaron a existir más de 40 cervecerías para una población que superaba en poco los 10.000 habitantes. Entre las mejores opciones par degustar la cerveza de Bamberg están la Gasthausbrauerei Ambräusianum, Kaiserdom, Fässla, que viene elaborando su propia cerveza desde 1649, o Klosterbräu, que lo viene haciendo desde 1533 y es la más antigua entre las cervecerías antiguas de Bamberg entre las que han llegado a nuestros días.
NUEVA RESIDENCIA.
Tras el ágape regresamos a la Plaza de la Catedral para visitar otro de los grandes atractivos que hay que ver en Bamberg: la Nueva Residencia. Se trata del palacio que los Príncipes-Obispos de la ciudad mandaron construir cuando se cansaron de la Vieja Residencia que se localiza justo enfrente.
El nuevo palacete se construyó a partir del 1600, inicialmente en estilo neoclásico, aunque no se terminó hasta un siglo más tarde, ya en pleno barroco, como atestigua la decoración del mismo. La verdad es que la Nueva Residencia de Bamberg empalidece frente a su homónima de Wurzburg. Tanto a nivel arquitectónico como decorativo se trata de una palacete mucho menos suntuoso. Nos añadimos a una visita guiada en inglés para recorrer las distintas estancias visitables. La más bella de todas y que compensa el precio de la entrada en la llamada Kaiser hall o Salón Imperial, que destaca sobretodo por el monumental trampantojo del techo.
Tras la visita guiada del segundo piso, que es donde se ubican los aposentos de los Príncipes-Obispos, podemos recorrer la primera planta que se ha adecuado como galería de pintura. La oscuridad imperante en estas salas es francamente vergonzante. La pinacoteca, cuenta con dos obras de Lucas Cranach, como piezas más destacables.
© Bayerische Schlösserverwaltung
VIEJA RESIDENCIA.
Justo enfrente de la Nueva Residencia, al otro lado de la plaza, encontramos la Vieja Residencia de los Príncipes-Obispos, que fue también sede de los tribunales de justicia y hoy lo es del Museo Histórico, que no visitamos.
La verdad es que merece la pena echar un rápido vistazo al patio interior de la Vieja Residencia, alrededor del cual se distribuyen los distintos edificios medievales construidos con la siempre vistosa técnica del entramado de madera.
MONASTERIO DE SAN MIGUEL.
Hemos entrado a la Vieja Residencia desde la plaza de la Catedral y salimos de la misma por la Domstrasse, por una abertura que se abre hacia la calle. Nos toca subir una larguísima cuesta que nos lleva hasta otro de los grandes edificios que hay que ver en Bamberg pero que resulta que nosotros encontraremos en obras. Me refiero al Monasterio de San Miguel, benedictino y del que nos han dicho que su iglesia es una maravilla.
Poco podemos comentar de este lugar, pues los andamios cubren por completo la fachada y, además, la entrada no está permitida en estos momentos. Da la sensación de que las obras van para largo de manera que hasta dentro de bastante tiempo no podrá visitarse este monasterio.
Un poco decepcionados regresamos al centro histórico de Bamberg para tomar una última cerveza antes de seguir nuestro trayecto que nos está llevando por los lugares más interesantes que hay que ver en Baviera.