Los Pa-O de Myanmar son uno de los 135 pueblos reconocidos por el estado de Myanmar que habitan, principalmente, en el Estado Shan. Se trata de una etnia que dispone de su propia lengua, hablada y escrita, y cuyos componente suele profesar la religión budista que es la mayoritaria en el país.
Se estima que existen unos 600.000 Pa-O en Myanmar, siendo el segundo pueblo en población dentro del Estado Shan, solo por después de la etnia que da nombre al estado, y el séptimo en todo el país.
Durante un viaje a Myanmar es fácil encontrar a miembros de la comunidad Pa-O, pues habitan las zonas que circundan el lago Inle. Además, muchos de los Pa-O que viven en comunidades rurales siguen vistiendo sus vestidos tradicionales de forma habitual de manera que es fácil distinguirlos.
Nosotros encontramos muchísimos Pa-O tanto durante el trekking de Kalaw al Lago Inle, como durante nuestra visita al Lago Inle o en la excursión a Kakku desde en Lago Inle donde nos detuvimos en algunos pueblos Pa-O.
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LOS PA-O, LOS HIJOS DEL DRAGÓN.
La leyenda cuenta que los Pa-O son hijos de un chamán y una hembra dragón. Y es precisamente por esta relación con el dragón que visten en una suerte de capas superpuestas que los asemejaría a un dragón. Su tocado, una especie de turbante enroscado, que suele ser de vivos colores (principalmente, naranja o rojo, pero también lo vimos azul), también intenta parecerse a la forma de un dragón, aunque la verdad es que hay que ponerle bastante imaginación para verlo así.
Los Pa-O visten ropa negra, con algunos ribetes azules o rojos. Además suelen llevar una bolsa roja, aunque a veces llevan una cesta de bambú. Principalmente si están trabajando en el campo.
Aunque son las mujeres las auténticas guardianas de la ortodoxia Pa-O en lo que hace referencia a la vestimenta, también algunos hombres siguen vistiendo su atuendo típico. Particularmente lo vimos en la zona rural que queda al este del Lago Inle y que pudimos visitar durante nuestra excursión a Kakku.
Durante nuestra visita a alguno de los poblados Pa-O que tuvimos la ocasión de recorrer durante el trekking de Kalaw al Lago Inle pudimos comprobar la extrema destreza que este pueblo tiene con el uso del bambú. Por ejemplo, en la elaboración de enormes canastas que son utilizadas para recoger los frutos del campo, pero también en la construcción de sus propias viviendas, que utilizan igualmente el bambú como material casi único de construcción.
También en estas aldeas pudimos comprobar como son las propias mujeres Pa-O las que se encargan de confeccionar los bolsos que niños, mujeres y hombres suelen llevar de forma casi universal.
Aunque ya habíamos coincidido con muchísimos Pa-O durante el trekking y en alguno de los mercados del Lago Inle (como digo, sus ropajes los hacen inconfundibles), donde quedamos maravillados y sorprendidos fue al parar en un monasterio existente en una aldea situada a pocos kilómetros de Kyauktalonegyi, que es donde reside el líder Pa-O. Resulta que nuestra visita coincidió en día festivo para los Pa-O (en luna nueva), de manera que al acercarnos al templo observamos como empiezaban a salir decenas de mujeres y hombres Pa-O, todos vestidos con su atuendo tradicional.
La sorpresa fue incluso mayor cuando entramos al templo en cuestión y observamos como en el interior había reunidas más de 100 mujeres Pa-O. Aprovechando que todas las mujeres estaban en el poblado, había venido una enfermera desde la capital Shan, Taunggyi. Les estaba tomando la tensión arterial y la glicemia (el azúcar en la sangre) a cada una de ellas, mientras una acompañante apuntaba los resultados. Lo curioso es que la práctica totalidad de las mujeres Pa-O allí reunidas no hablaban otra lengua que no sea la suya propia mientras la enfermera solamente hablaba el birmano. Me pregunto qué educación sanitaria se puede hacer de esta manera.
Según parece habíamos llegado a este pueblo de camino a Kakku, una de las visitas indispensables de la zona, tomando un camino que no es el habitual que toman los viajeros, por lo que nos contaron que muchas de ellas jamas no habían visto un occidental.
Ni corta ni perezosa, Isa pasó a la acción y se presentó a la enfermera como colega, de manera que se puso a tomar la tensión a varias de las aldeanas mientras la enfermera birmana seguía tomando las glicemias. Pasamos un buen rato de lo más entretenido. Se trató de un momento de aquellos que podemos considerar auténtico.
La verdad es que si visitáis Myanmar vais a poder conocer muchas mujeres y hombre Pa-O, un pueblo amable con el viajero y presto siempre a recompensar con una sonrisa al viajero y a posar para sus fotografías sin pedir nada a cambio.