Visitar los Castillos del Rey Loco desde Múnich o durante un viaje por Baviera supone casi uno de los imprescindibles para los viajeros que visitan el sur de Alemania.
Los Castillos del Rey Loco, que es el sobrenombre con que ha pasado a la historia Luis II de Baviera y que fue quien mandó construirlos, son principalmente 3: Herrenchiemsee, Neuschwanstein y Linderhof. Y todos ellos son fácilmente accesibles desde la capital bávara, de manera que las excursiones a los Castillos del Rey Loco desde Múnich son muy populares.
En este post os vamos a contar quien fue Luis II de Baviera y cómo es la visita a los Castillos del Rey Loco más importantes que debéis conocer.
EL REY LOCO, LUIS II DE BAVIERA.
Luis II de Baviera nació en el Palacio de Nymphenburg de Múnich en 1845. Era el hijo mayor de Maximiliano II, rey de Baviera y pertenecía a la Casa de Wittelsbach, que llevaban más de seis siglos en el poder de Baviera, ya fuera como Duques, Príncipes Electores o Reyes.
Luis II fue coronado rey a los 18 años de edad y desde un primer momento mostró una absoluta devoción a Luis XIV de Francia, el Rey Sol que encarnó como nadie el absolutismo de los monarcas europeos de los siglos XVII y XVIII. En varios de los Castillos de Rey Loco que se pueden visitar desde Múnich podremos comprobar la verdadera obsesión que Luis II de Baviera tenía por el Rey Sol y la vida versallesca.
La vida como monarca no fue fácil para Luis II, incapaz de darle a la monarquía un solo heredero. No hay que olvidar que ello no dejaba de ser una de las funciones principales que se le suponían a todo monarca. Aunque Luis II llegó a estar comprometido con la Princesa Sofía, hermana de la célebre Sisí, el propio rey rompió el noviazgo y jamás se llegó a casar.
Tras perder algunas guerras durante los primeros años de su reinado, Luis II se encerró en sí mismo. También se mostró como un verdadero mecenas en lo que se refiere a los asuntos artísticos, especialmente musicales. Luís II tomó como protegido al célebre compositor Richard Wagner al que le encomendó varias obras. Wagner se convirtió, además, en amigo y casi confidente del monarca.
Cada vez más apartado de los asuntos de estado, Luis II se centró en su tarea constructiva, mandando erigir varios palacios, a cual más suntuoso. Son los conocidos como Castillos de Rey Loco. De todos ellos, sólo logró terminar uno de ellos por completo. Fue el Palacio de Linderhof, que pasó a convertirse en la más habitual de las residencias de Luís II, cada vez más alejado de Múnich.
Tantas excentricidades le pasaron factura a Luis II que fue declarado incapacitado para gobernar y aquejado de ataques de locura. No pocos historiadores hablan, sin embargo, de verdadero golpe de estado. Lo cierto es que Luis II fue arrestado en el Castillo de Neuschwanstein y fue trasladado a un pequeño palacete a orillas del Lago de Sternberg. Al día siguiente fue encontrado muerto en el mismo lago, aunque nunca se pudo saber a ciencia cierta qué es lo que había sucedido. Las hipótesis acerca de la posibilidad de un accidente o un suicidio parecen las menos creibles.
La tumba de Luis II de Baviera puede visitarse en la Iglesia de San Miguel, uno de los lugares que hay que ver en Múnich relacionados con la figura del Rey Loco.
LOS PALACIOS DEL REY LOCO DESDE MÚNICH
NEUSCHWANSTEIN. EL IDEAL ROMÁNTICO DEL REY LOCO.
Visitar alguno de los distintos Castillos del Rey Loco desde Múnich es algo que no os debéis perder si visitáis la capital bávara. Entre los distintos palacios y castillo, el de Neuschwanstein es el famoso de todos. Especialmente a tenor de que Walt Disney se inspirara en él a fin de diseñar el célebre Castillo de la Bella Durmiente. Si queréis visitar este castillo, en este post podéis leer acerca de cómo ir de Múnich a Neuschwanstein.
Como otros Palacios y Castillos de Luis II de Baviera, el monarca jamás pudo ver terminada su obra al fallecer a temprana edad. De hecho, fue en este castillo donde pasó su última noche como Rey de Baviera, antes de que fuera desposeído de su cargo, aludiendo a una posible locura, justo un día antes de que muriera en extrañas circunstancias.
Las obras empezaron en el Castillo de Neuschwanstein en 1861. Según parece, el propio monarca fue quien se encargó de planificar las distintas estancias, rodeándose, eso sí, de algunos de los mejores arquitectos y escenógrafos del momento. Luis II se inspiró en las leyendas y sagas medievales germánicas que tanto le gustaban. Un ejemplo de esta apetencia es que la mayor parte de óperas de su protegido, Richard Wagner, compuso bajo su mecenazgo hacen también alusión a las sagas germánicas: Tannhäuser y Lohengrin son solo dos ejemplos. Pues bien, la mayoría de habitaciones del Castillo de Neuschwanstein hacen referencia al ideal romántico de aquellas leyendas. Para ello, Luis II no escatimó en gastos, ya sea contratando a los mejores artesanos o haciendo uso de los mejores materiales. Hasta una gruta artificial se hizo construir el Rey Loco aquí.
La decoración de las salas, particularmente con decenas de pinturas que cubren por completo muchas de las salas y que representan escenas de Tristán e Isolda o Lohengrin, es de una belleza desbordante, pero de un tipo totalmente distinto al barroco versallesco que tanto admiraba.
Especialmente bello es el dormitorio de Luis II, con una estancia completamente decorada con pinturas y una bonita cama de madera de estilo neogótico. Sin embargo, la más lujosa y espectacular de todas las estancias que se recorren durante la visita guiada al Castillo de Neuschwanstein es la del Salón del Trono. El Rey Loco se inspiró en las iglesias bizantinas a fin de diseñar este lugar.
Sin embargo, pese a que este Castillo de Neuschwanstein suponía el ideal romántico del monarca además de ser un verdadero capricho, Luís II solo llegó a residir unas 170 jornadas en este lugar.
Las visitas al Castillo de Neuschwanstein se realizan mediante visita guiada o audioguia (existen las 2 posibilidades). Eso sí, si pensáis visitar los Castillos del Rey Loco desde Múnich sin contratar una excursión organizada debéis comprar la entradas con mucha antelación. Particularmente si viajáis en puentes, Semana Santa o vacaciones. De lo contrario, cuando lleguéis al castillo os aseguro que no encontraréis entradas disponibles. Nosotros compramos las entradas unos meses antes.
Tras hacer la visita guiada al Castillo de Neuschwanstein hay que acercarse hasta el Puente de Maria o Marienbrücke, a solo veinte minutos del castillo desde donde se obtienen las mejores vistas del mismo.
HERRENCHIEMSEE. UN PALACIO VERSALLESCO PARA LA CORTE DE LUIS II.
Es difícil quedarse con uno solo de los distintos Castillos y Palacio del Rey Loco que desde Múnich se pueden visitar. Pero por tamaño y espectacularidad, el de Herrenchiemsee es el favorito para muchos visitantes.
El Castillo de Herrenchiemsee se localiza en una islita situada en medio del lago Chiemsee, que se ubica a una hora aproximadamente desde Múnich. Para este Palacio, Luis II de Baviera tomó como modelo y referencia el Palacio de Versalles de París. El monarca, tenía una gran admiración por el Rey Sol, Luís XIV, de manera que gran parte de las salas del palacio terminan siendo un homenaje al rey francés más absolutista de la historia.
En este sentido, varias de las habitaciones del Palacio de Herrenchiemsee son una copia, a veces incluso a mayor tamaño, de algunas de las salas más famosas del Palacio de Versalles. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que Herrenchiemsee se edificó dos siglos más tarde que el palacio francés y que Luís II de Baviera no era un rey absolutista ni mucho menos, si no que se trataba de un monarca constitucional.
Luis II compró los terrenos del mayor de los Castillos del Rey Loco que se pueden visitar desde Múnich en 1873. Cinco años más tarde empezaron las obras. Sin embargo, el monarca falleció en 1886 sin poder disfrutar del resultado final. Algo que también le pasó con el Castillo de Neuschwanstein. Eso sí, la fastuosidad es tal en el Palacio de Herrenchiemsee que incluso amenaza en competir con el Palacio de Versalles. Una muestra de ello es su inmensa galería de los espejos, que ocupa casi 100 metros de longitud y que incluso es mayor que el original. Los querubines, los dorados, los espejos con retorcidos marcos, sus múltiples frescos que casi siempre hacen alusión a la vida versallesca, los bustos y decoraciones que reproducen de forma enfermiza la figura de Luis XIV y sus símbolos y los muchísimos lienzos que cubren las distintas estancias y que también aluden a la corte parisina no dejan casi ningún espacio para un palacio que es una de las mayores muestras del barroco en Europa.
No menos espectacular resulta la Habitación del Rey, si acaso tan recargada como la original de Versalles e incluso la escalera de honor que da acceso a las dependencias palaciegas.
PALACIO DE LINDERHOF. EL PALACETE ROCOCÓ MÁS BELLO DEL MUNDO.
El tercero de los palacios y castillos de Luís II que se pueden visitar desde Múnich es el de Linderhof. De hecho, algunas excursiones a los Castillos del Rey Loco desde Múnich tienen parada en este palacio, además del Castillo de Neuschwanstein.
El Palacio de Linderhof es el más pequeño de los tres. Sin embargo, esto no le resta nada de interés. Por ejemplo, entre los tres palacios y Castillo del Rey Loco que tuvimos la oportunidad de visitar este es el favorito de Isa.
Se trata un viejo pabellón de caza que fue convertido en un palacete rococó por orden de Luis II. Linderhof fue terminado en 1878. De hecho, fue el único de los tres palacios que Luis II vio terminado y en el que pasó más tiempo residiendo.
Aquí volvemos a encontrarnos con una decoración recargadísima con algunas estancias barrocas y otras ya rococó. Y hallamos también, como en Herrenchiemsee, con las continuas alusiones a Luís XIV, el Rey Sol, del que el Luís II sentía auténtica veneración. A los dorados por doquier, los espejos que simulan vistas infinitas y los preciosos frescos que decoran los techos se unen las ornamentaciones en bellísima porcelana de Meisen, como dos pavos reales que son de una delicadeza sin parangón.
Entre las estancias que se visitan destaca la del dormitorio del monarca, una de las más excelsas que jamás hayamos visto entre las decenas de palacios reales que por el mundo hemos visitado.
Como digo, la visita a los Palacios y Castillos del Rey Loco desde Múnich no dejan indiferente a ningún viajero y son algo que no os debéis perder si visitáis Baviera.
Nota: por desgracia no se permite fotografiar el interior de ninguno de los 3 palacios y castillos del Rey Loco, de manera que las fotografías interiores de este post tienen © Bayerische Schlösserverwaltung.