Wahiba Sands es el nombre del desierto de Omán. O, mejor dicho, de uno de los desiertos de Omán y en cualquier caso, del más accesible para los viajeros que visitan el país. La belleza de Wahiba Sands es tal que no hay ningún género de dudas en que esta es una de las visitas imprescindibles que hay que hacer en Omán.
¿Que tendrá el desierto que tanto atrapa al viajero? La respuesta no la sé, pero la verdad es que en cuanto tenemos la oportunidad intentamos disfrutar de una puesta de sol entre las dunas. La última vez, por cierto, también fue en la Península Arábiga. Concretamente, gracias a un divertido safari por el desierto de Dubái.
Esta vez, sin embargo, iríamos un poquito más allá, puesto que teníamos reservada una noche en uno de los distintos campos que se localizan en la parte norte del Wahiba Sands. Este desierto se localiza al sur de la carretera 23 que transporta a los viajeros entre las poblaciones de Sur y Muscat, por el interior del país.
En realidad, mientras nos acercamos a la localidad de Bidiyah, donde nos debemos encontrar con el transfer que nos llevará al campamento, es fácil distinguir en el cercano horizonte una línea de dunas que se extienden a lo largo del recorrido.
WAHIBA SANDS, UN DESIERTO CON UNA CURIOSA DISTRIBUCIÓN.
La extensión total de Wahiba Sands sería de unos 80 kilómetros de este a oeste y unos 160, de norte a sur. En realidad, algunas agencias ofertan la posibilidad de atravesar todo el desierto en dirección sur, ya sea a bordo de un 4×4 o de un camello. La experiencia no debe ser poco interesante pero por desgracia, eso queda fuera de nuestras posibilidades.
La distribución del desierto es ciertamente curiosa, ya que se dispone en una serie de corredores que se dirigen en dirección sur. A ambos lados de estos corredores se sitúan las dunas del Wahiba Sands, que puede llegar a tener una altura de 150 metros. Os incluyo una fotografía del mapa de Google para que visualicéis mejor la curiosa distribución de estos corredores.
Hemos llegado puntuales a nuestra cita en la gasolinera de Bidiyah a las 3 de la tarde. Nuestro transfer nos está esperando de manera que, sin tiempo que perder, subimos a su 4×4. El 1000 Nights Camp que es el nombre del campamento donde nos alojaremos se sitúa a unos 45 kilómetros al sur de Bidiyah. Amir, que así se llama el omaní que nos trasladará hasta allí, nos indica que tardaremos unos 40 minutos para recorrer los casi 45 kilómetros de trayecto.
El traslado se realiza sobre una pista de arena. Solo en casos muy puntuales se deja entrever que debajo de la misma existe algo semejante a un asfalto. El paisaje es apasionante, pues tanto a nuestra derecha como a nuestra izquierda se extiende el mar de dunas que llega hasta el sur del Wahiba Sands. Incluso en alguna ocasión, y para nuestra sorpresa, Amir debe sortear alguna duna, de no menos de 50 metros de altura, que el 4×4 supera sin dificultad alguna. La verdad es que el traslado también forma parte de la pequeña aventura que supone dormir en un campo del desierto.
Llegamos al 1000 Nights Camp en el tiempo acordado. Se trata de uno de los mejores campos del desierto de Omán. Para esta ocasión deseábamos un pequeño lujo y este campo era una muy buen opción. Distintos tipos de tiendas se distribuyen a lo ancho de este bonito campamento que dispone de todo tipo de comodidades habida cuenta de donde nos encontramos.
El 1000 Night Camp se ofrece en régimen de media pensión como casi todos los campos del Wahiba Sands. Algo lógico pues aquí no hay donde salir a cenar. Enseguida nos aposentamos en nuestra preciosa tienda, muy amplia y limpia y provista de televisión y baño completo y nos cambiamos para hacer uso de la pequeña piscina de la que dispone el campo.
En recepción nos han comentado distintas posibilidades sobre excursiones por la zona, ya sea un desayuno con beduinos o un safari por el desierto, con 4×4 y subiendo y bajando dunas.
Todas ellas nos parecen bastante caras y además, el safari por el desierto ya lo hicimos en Dubái, de manera que disfrutaremos de la piscina durante un ratito a la espera de que llegue la hora de la puesta de sol, que nos han dicho que acontece sobre las 6.15 de la tarde.
PASEO POR LAS DUNAS Y PUESTA DE SOL EN EL DESIERT DE OMAN.
Sobre las 5 de la tarde es hora de empezar a subir las dunas. Llegamos a las más altas en unos 20 minutos andando desde el campo. Se trata de un paseo apasionante pero no exento de dureza. Caminar por las dunas no es fácil, desde luego. Y para alcanzar la cima de alguna de ellas no es poco el esfuerzo que debemos hacer.
Por si fuera poco, se ha levantado una levísima brisa que añade incomodidad al paseo pues la fina arena que con el viento se desplaza a toda velocidad es bastante molesta a la par que se entremete por cada uno de los orificios y recodos de nuestra anatomía. Y de la cámara de fotografiar, lo cual es más peligroso.
Ni que decir que la puesta de sol en el desierto de Omán es una experiencia fascinante. Ser testigos del ocaso del día, en el Wahiba Sands, el desierto de Omán, mientras el sol se esconde detrás del mar de dunas no tiene precio.
Tras la puesta es hora de regresar al campo. Antes de cenar, Marc aprovecha para bajar algunas dunas en trineo, aunque la tarea no es nada fácil pues el deslizador se traslada más bien poco pese a la pronunciada pendiente de la duna.
Tras la cena (muy variada y abundante y con preeminencia de platos omanís, lo cual, paradójicamente, no es nada habitual en los restaurantes del país) es hora de descansar.
Por la mañana y tras el desayuno, no queremos dejar el 1000 Nights Camp sin disfrutar de una actividad casi indispensable si se viaja en un lugar como este con un niño. Se trata de un pequeño paseo en camello. El que escribe esto acompaña a su hijo en el recorrido, de unos 10 minutos de duración (5 OMR).
Antes de dejar el Wahiba Sands, el desierto de Omán, aun me acerco nuevamente hasta lo alto de las dunas más cercanas. Esta vez no hay brisa alguna y puedo distraerme fotografiando el desierto tanto como desee sin miedo a que la cámara se estropee. Son momentos de soledad, pero acompañados de una enorme sensación de tranquilad.
La verdad es que pasar una noche en el desierto de Omán es una de las actividades imprescindibles si se viaja a este país de la Península Arábiga. El 1000 Nights Camp ha cubierto nuestras expectativas. Poder disfrutar de la puesta de sol en el Wahiba Sands será uno de los más maravillosos recuerdos que nos llevaremos de Omán.
El desierto de Omán resulta una de 10 visitas más importantes que hay que hacer en Omán.