El Parque Nacional Torres del Paine es uno de los espacios más fascinantes de la Patagonia chilena. Y me atrevería a decir de todo el continente americano. Se trata de un enorme espacio natural que da para muchas caminatas, entre ellas, algunos de los mejores trekings de media montaña que pueden realizarse en el mundo entero.
Algunas de las rutas más famosas, como las de la W, requieren de varias jornadas para ser realizadas. Pero nosotros, ni disponíamos del tiempo suficiente ni tampoco de posibilidades logísticas de realizarla, habida cuenta de que viajábamos acompañados de Marc, que en aquella ocasión tenía unos 18 meses de edad.
Más aun, parece evidente que no escogimos la mejor época para disfrutar del Parque Nacional Torres del Paine pues aunque en noviembre ya no debería nevar en el parque, la meteorología es aquí más inestable que en ningún otro lugar de Chile. De esta manera, nosotros tuvimos lo que se llama un día de perros, con granizo, lluvia, mucho viento, niebla y nieve.
Aun con todo ello y después de haber disfrutado de una preciosa excursión al Parque Nacional Bernardo O’Higgins desde Puerto Natales el día previo, en esta ocasión nos atrevimos con un tour de un día al Parque Nacional Torres del Paine desde Puerto Natales. Como decía, tiempo insuficiente para disfrutarlo vastamente, pero suficiente para tener una primera toma de contacto con el Parque Nacional. Particularmente si uno disfruta de un día algo más despejado que el nuestro.
TOUR DE 1 DÍA A TORRES DEL PAINE DESDE PUERTO NATALES
LA CUEVA DEL MILODÓN
Nuestro tour al Parque Nacional Torres del Paine desde Puerto Natales empieza con una visita al Monumento Nacional de la Cueva del Milodón, que dista únicamente unos 30 kilómetros de Natales y que se encuentra, todavía, fuera del Parque Nacional.
Se trata de una curiosa cueva donde en 1895 fueron descubiertos los restos de un animal que se supuso extinguido. El protagonista de tal hallazgo fue el colono Hermann Eberhard y la verdad es que la historia de la existencia de tal animal parece tan verosímil como la del mismísimo yeti.
Sea como sea, en la cueva en cuestión, formada hace casi 20.000 años tras la retirada de un viejo glaciar que habría ido erosionando el cerro donde se asienta la gruta, tienen una estatua que viene a ser una réplica de lo que habría sido el Milodón en cuestión. Un animal que, por cierto, tiene una evidente semejanza con un oso gigante. Más allá de ello, la enorme oquedad no es precisamente prolífica en estalactitas y demás formaciones karsticas, que digamos.
EL PARQUE NACIONAL TORRES DEL PAINE.
Tras visitar la cueva del Milodón regresamos a nuestro minibús que nos acerca ya al Parque Nacional de Torres del Paine por la entrada de la Laguna Amarga. Los colores del agua son testigo de que se trata de un lago de origen glaciar. Sin embargo, el lugar es inhóspito, especialmente hoy. El viento arrecia y por si fuera poco, la lluvia se une a una incipiente niebla que durante toda la jornada no hará más que avanzar.
Bastante desanimados por la meteorología avanzamos en nuestro recorrido por el parque para alcanzar otro de los varios lagos que lo componen. Se trata del Lago Nordenskjöld, cuyo nombre ya nos revela que fue un noruego quien lo descubrió: Otto Nordenskjöld. Las vistas de los Cuernos del Paine deberían ser excepcionales en este punto pero nosotros deberemos poner mucha imaginación y esperar algún momento de cierta bonanza para creer entreverlos. Quizá lo más divertido es que cuando regresamos al minubús nos cruzaremos con varias manadas de guanacos, este precioso mamífero que comparte familia con las llamas y vicuñas pero también con los camellos y dromedarios. Los guanacos parecen campar a sus anchas por el parque aunque se muestran huidizos ante nuestra presencia.
Una corta caminata nos acerca hasta el Salto Grande, una poderosa catarata convertida en uno de los emblemas del Parque Nacional de Torres del Paine. Aunque el viento arrecia y la niebla menos, podemos llegar casi hasta los pies de la catarata que es francamente majestuosa.
El Salto Grande separa, en realidad, el Lago Nordenskjöld del Lago Pehoé, otro de los pantanos de origen glaciar del parque. Un puente de hierro une la carretera que bordea el lago con una pequeña isla donde se ubica la Hostería Pehoé, un lugar ciertamente idílico desde donde recorrer el parque en días apacibles.
Solo nos queda un destino antes de dejar el Parque Nacional Torres del Paine y es uno de los más esperados. Pero por si no fuera poco, empieza a nevar con lo que la situación se convierte en un pelín más penosa. El Lago Grey es otra enorme masa de origen glaciar en cuya superficie flotan varios icebergs producto del glaciar que debería vislumbrarse al final del mismo. Se trata de un lago de morfología alargada, de unos 16 kilómetros de longitud por 4 de anchura. Esta enorme masa de agua se nutre del ventisquero homónimo, que tiene una longitud de casi 30 kilómetros, que no es poco, y un frente glaciar de unos seis kilómetros con una altura de unos 30 metros.
La verdad es que las fotos del glaciar Grey son francamente bellas pero a nosotros ya no nos da el cuerpo para más. Ni tenemos tiempo para llegar hasta el frente glaciar ni la meteorología da ya para muchas florituras. Desde luego la navegación por el Lago Grey debe ser una excursión bellísima y muy semejante a algunas de las que hemos realizado por la Patagonia Argentina.
Quedará pendiente, como muchos otros puntos del Parque Nacional Torres del Paine, uno de los tour a Chile más bonitos, para otra ocasión, quizá cuando Marc sea algo mayor y podamos disfrutar de algunos días de trekking en el parque.
Tras esta última visita es hora de regresar a Puerto Natales, lugar donde nos hemos hospedado durante estas 4 jornadas de visita por la Patagonia Chilena, un lugar fascinante al que le debemos una segunda visita, mucho más pausada.