La Ruta del Císter es uno de los recorridos históricos y culturales más interesantes que pueden realizarse en las comarcas catalanas. El eje y motivo principal del viaje es la posibilidad deconocer tres de los más importantes monasterios cistercienses de España, localizados en tres comarcas contiguas: Santa María de Poblet en la Conca de Barberà, Santes Creus en el Alt Camp y Santa María de Vallbona en el Urgell.
Sin embargo, más allá de visitar estos bellos cenobios, la ruta nos permite recorrer los bellísimos parajes del interior de Catalunya repletos de campos de vid, poblaciones medievales o singulares bodegas modernistas, por ejemplo. En este sentido, son decenas los atractivos que se suman a los monasterios en esta Ruta del Císter que requiere de un mínimo de dos días para ser conocida.
En este post os explicaremos un posible recorrido de dos días por esta ruta del Císter. Se trata de un trayecto que requerirá de coche para poder ser realizado, puesto que el transporte público ni llega con facilidad a todos los lugares comentados ni tiene la frecuencia que lo haga suficientemente atractivo.
RUTA DEL CÍSTER EN 2 DÍAS.
PRIMER DÍA. MONASTERIO DE SANTES CREUS, BODEGAS MODERNISTAS Y CIUDADES MEDIEVALES.
Nuestro recorrido en coche por la Ruta del Císter tendrá origen y final en Barcelona. Se trata de una ruta circular de unos 350 kilómetros de trayecto que suponen unas 5 horas de auto. Desde luego, las posibles variantes de esta ruta del Císter son muchísimas y solo hay que pasarse por la web oficial de la Ruta para conocer las decenas de propuestas.
Tras una hora y cuarto de trayecto llegamos a la población de Nulles, en la comarca tarraconense de la Conca de Barberá. En esta pequeña población localizamos uno de los mejores ejemplos de las conocidas como Catedrales del Vino. Se trata de un conjunto de bodegas modernistas, construidas a principios del siglo XX cuyo origen lo debemos buscar en la tremenda plaga de la filoxera que asoló los campos de vides en toda Europa, a finales del siglo XIX.
Tras aquel tremendo suceso, los distintos productores de las comarcas tarraconenses unieron sus fuerzas fundando una serie de cooperativas agrícolas que tenían como objetivo prioritario el reflotar la, por aquél entonces, maltrecha industria vitivinícola. La época coincide, además, con el florecimiento del movimiento modernista que encontrará en estas cooperativas su vertiente más industrial y menos ornamentada.
A la cabeza de un reducido número de arquitectos que abanderan este estilo que podríamos denominar modernismo industrial se sitúa César Martinell, diseñador de un buen número de Catedrales del Vino, que es el nombre con que han pasado a la historia estas bodegas. Y uno de los mejores ejemplos lo encontramos en Nulles, donde además es posible visitar el silo en cuestión y disfrutar de sus preciosos arcos catenarios construidos con el casi omnipresente ladrillo.
La visita a la Catedral del Vino de Nulles termina con una pequeña cata de los distintos caldos que elabora la bodega en cuestión. Y si me permitís un consejo, antes de abandonar el pueblo, acercaros hasta el horno del mismo, donde en temporada de calçots (la deliciosa cebolla dulzona típica de estas comarcas) se elabora un delicioso croissant de calçot. La verdad es que el manjar es apetitoso de verdad. No hay que olvidar, que la cebolleta elaborada en estas tierras está protegida bajo la Indicación Geográfica Protegida del Calçot de Valls, de manera que si recorréis la Ruta del Císter en invierno, realizar un ágape a base de calçots es una propuesta de casi obligado cumplimiento.
Nuestra siguiente parada en esta Ruta del Císter es el primero de los cenobios que tendremos la oportunidad de visitar. Me refiero al Monasterio de Santes Creus.
La Orden del Cister surgió, en el siglo XI, como respuesta al progresivo distanciamiento de la Palabra de Dios por parte de las distintas órdenes monásticas. Roberto de Molesme fue el fundador de aquel primer cenobio, la Abadía de Citeaux, que dio origen a los distintos monasterios cistercienses que en número de 862 se fundaron a lo largo y ancho de occidente. Uno de los más importantes en Cataluña fue, precisamente, el de Santes Creus.
Es el único de los tres que visitaremos que no permanece en activo . Se localiza en la comarca del Alt Camp.
Santes Creus se fundó en el siglo XIII y gozó del patrocinio real de la Casa Catalano-Aragonesa. El propio Pedro III manifestó su deseo de ser enterrado en el cenobio. También Jaime II y Blanca de Nápoles tienen su cenotafio aquí. Ello nos da a entender la importancia del Monasterio de Santes Creus desde su fundación. Se trata de uno de los mejores ejemplos del gótico cisterciense con una iglesia y un claustro que se cuentan entre los más bellos que el arte gótico legó en Cataluña.
Además, en el Monasterio de Santes Creus se ha dispuesto un espacio que presenta un muy interesante audiovisual que nos permite entender lo que supuso la Orden del Cister durante la Edad Media.
Aiguamúrcia, la localidad donde se asienta el Monasterio de Poblet, es un buen lugar donde almorzar, con distintos restaurantes donde degustar la exquisita gastronomía de estas tierras. Si es temporada de calçots, no os perdáis la calçotada de Cal Mosso. Igualmente, durante los fines de semana es habitual que se disponga, justo enfrente del monasterio, un pequeño mercado de productos artesanales, donde quesos y embutidos se llevan la palma. Las butifarras blancas aderezadas con distintos gustos, son exquisitas.
Tras el almuerzo, podemos seguir nuestro recorrido por la Ruta del Císter tomando rumbo hacia una de las más bellas poblaciones de Cataluña. Nos referimos a la amurallada Montblanc. Hemos retornado a la comarca de la Conca de Barberá para transportarnos a la Edad Media. No es difícil imaginar cómo debió ser esta bella población hace siete o más siglos. Su perímetro amurallado se conserva por completo, así como varias de las iglesias de aquellos años.
No es mala idea hacer alguna degustación de vinos con Denominación de Origen Conca de Barberá en alguno de los distintos locales que ofertan esta actividad en la villa. No os perdáis tampoco su porticada Plaça Major así como la peatonal e irregular plaza de Santa María, donde se localizan algunos de los palacetes más antiguos de este bello burgo.
Tras recorrer las callejuelas de Montblanc, una buena idea puede ser dirigirse hasta L’Espluga de Francolí, donde merece la pena dar un pequeño rodeo por esta pequeña población y particularmente, buscar el Celler Cooperatiu de L’Espluga de Francolí, otra de las bodegas modernistas de las que hemos hablado al principio de este post.
En esta caso, quien llevó a término el proyecto fue el arquitecto Lluís Domènech i Roure bajo el diseño de su padre, el insigne Lluís Domènech i Montaner, uno de los tres grandes arquitectos del modernismo catalán (junto a Gaudí y Puig i Cadafalch). Actualmente, esta bodega fundada en 1902 acoge el Museo del Vino. Mejor lugar, no podría haberse escogido, desde luego.
SEGUNDO DÍA. MONASTERIOS DE POBLET Y VALLBONA DE LES MONGES Y SANTUARIO DE MONTFERRI.
Nos levantamos pronto para acercarnos hasta el Monasterio de Poblet (aunque una buena idea es pernoctar en la misma Hospedería de Poblet). Es este el más importante de los tres monasterios que forman la base de la Ruta del Císter.
Este cenobio fue fundado a mediados del siglo XIII bajo el impulso de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. Fue el monasterio de Fontfroide, en el sur de Francia, quien actuó como casa madre del catalán, que enseguida gozó de los favores condales y, posteriormente, reales. Las donaciones por parte de la nobleza se multiplicaron desde los primeros años hasta el punto de que el de Poblet se convierte en el más importante de los monasterios del Císter en la Península Ibérica y en casa madre de buena parte de ellos.
A partir de mediados de siglo XIV, en tiempos de Pedro el Ceremonioso, el Monasterio de Poblet se convierte en Panteón Real. Aquí podemos encontrar los restos de varios de los condes de Barcelona y Reyes de la Corona Catalana-Aragonesa como Jaime I el Conquistador o el propio Pedro IV.
El diseño del Monasterio de Poblet sigue la base del clásico plano bernardino, tan característico de los cenobios cistercienses. El lavatorio del claustro, justo enfrente del refectorio, es uno de sus emblemas. Sin embargo, casi todos los rincones de este monasterio gótico (con trazas románicas) son maravillosos: claustro, sala capitular, biblioteca, cocina, dormitorios (preciosos los arcos en diafragma). Todo es perfecto en Poblet que, por cierto, sigue desempeñando sus funciones de recogimiento monástico gracias a una pequeña comunidad de poco más de 30 monjes que mantiene viva la llama del cenobio.
Poblet, pertenece a la población de Vimbodí, de manera que no está de más acercarse hasta este pequeño pueblo ni que sea para visitar su pequeño Museo del Vidrio. Además, el maestro vidriero Paco Ramos ofrece periódicas demostraciones de este milenario arte.
Nuestra Ruta del Císter por las comarcas del interior de Cataluña continúa hacia la población de Rocafort de Queralt. Es aquí donde encontramos la primera de las bodegas modernistas que diseñó César Martinell, el más prolífico de los arquitectos que se encargaron de alzar las varias decenas de Catedrales del Vino. Merece la pena visitar el Celler de Rocarfort de Queralt, que pertenece a Cellers Domenys, empresa que sigue adscrita a los valores cooperativistas fundacionales.
Tras el almuerzo es hora de tomar rumbo hacia la leridana comarca de l’Urgell, en busca del Monasterio de Vallbona de les Monges que, como su nombre indica, está regido por una comunidad monástica femenina. Solo durante la Guerra Civil Española se vio interrumpida la vida monástica en este cenobio.
Quizá sea este de Vallbona de les Monges el menos importante de los tres monasterios de la Ruta del Císter. Sin embargo, no hay que olvidar que Vallbona también gozó del favor real. Alfonso II el Casto visitó y se alojó en el monasterio en distintas ocasiones, por ejemplo. El edificio del monasterio, mayormente gótico aunque también conserva trazas románicas, es menos imponente que los de Santes Creus y Poblet. Pero ello no le quita absolutamente nada de interés. El claustro, por ejemplo, que combina algunas alas románicas con otras góticas, es de una delicadeza difícilmente igualable. El cimborrio gótico, visible desde el mismo claustro, es igualmente precioso.
Con esta visita casi que daríamos por terminado nuestro recorrido de 2 días por la Ruta del Císter. Es por ello que volvemos a tomar dirección Montblanc para buscar la AP-2 que nos llevará de regreso a Barcelona. Sin embargo, un desvío nos acercará hasta la última visita que queremos realizar. Se trata del Santuario de la Virgen de Montserrat de Montferri, nuevamente en la Comarca del Alt Camp.
Es este un pequeño santuario cuyo templo se debe al genio de uno de los arquitectos capitales del modernismo catalán y, sin embargo, menos reconocido. Hablamos de Josep María Jujol, estrecho colaborador de Antoni Gaudí en obras tan importantes como la Casa Batlló o la Pedrera. En Montferri, Jujol diseñó una de sus obras más originales, un pequeño santuario dedicado a la Virgen de Montserrat cuyo trazo nos recuerda, a partes iguales, la célebre montaña sagrada de Cataluña y la no menos famosa obra colosal de Gaudí, la Sagrada Familia.
Y, ahora sí, es momento de regresar hacia la Ciudad Condal para dar por terminada este recorrido de 2 días por la Ruta del Císter de Cataluña, donde hemos podido disfrutar de maravillosas ciudades medievales, de una exquisita gastronomía, de varias obras maestras del modernismo catalán y de, como no, los tres maravillosos cenobios que dan nombre a la Ruta.
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