Reims, una ciudad mediana del departamento francés de Marne, es la población más importante de la región histórica de la Champaña (o Champagne en francés) conocida en el mundo entero por producir uno de los vinos más famosos del mundo, el champán. Y, en realidad, la ciudad de Reims está repleta de cavas productoras del famosos espumoso, muchas de ellas abiertas a visitas guiadas, en una ruta que debe se de lo más interesante.
Sin embargo, sabedores que nuestro tiempo en la ciudad será limitado a un día, dejaremos para otra ocasión la visita a alguna de las cavas mencionadas y nos centraremos en el aspecto monumental de de la ciudad, que no es poco, habida cuenta que hasta 4 de los monumentos que hay que ver en Reims forman parte de la listas del Patrimonio de la Humanidad. Y no es poco mérito para esta ciudad, si se tiene en cuenta que situada en una encrucijada de caminos, Reims viene sufriendo los sinsabores de la guerra desde hace muchísimos siglos. Incluso durante la Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918, el 80% de los edificios de la ciudad sucumbieron a los ataques alemanes para una población que se dejó a casi 5000 de sus conciudadanos en el terrible envite.
Tras aquella tremenda tragedia la ciudad renació de sus cenizas. En parte gracias a la ayuda exterior, sobretodo norteamericana, que se encargó de que los trabajos de rehabilitación fuesen llevados a término con sorprendente rapidez. Es por ello que una de las calles del centro histórico de Reims lleva el nombre de Rockefeller, el magnate norteamericano que contribuyó con sus donaciones a que la ciudad fuese reconstruida, o que una preciosa biblioteca recibe el nombre de Biblioteca Carnegie, el nombre del prestigioso filántropo norteamericano. Esta biblioteca fue alzada gracias a la dotación realizada por la Fundación Carnegie para la Paz Mundial.
Sin embargo, los orígenes de Reims deben encontrarse muchos siglos atrás, cuando la antigua Durocortorum era capital de una de las tribus galas: la de los remos. Más tarde, la ciudad fue incorporada a Roma durante el siglo III. Cuentan que aquí en Reims se podrían encontrar los mismos monumentos que en Arlés, como el teatro o el anfiteatro, que habría sido del tamaño e importancia del de Nimes. Sin embargo, pocos vestigios de aquella época han sobrevivido al paso de los años y de las guerras.
Otro momento de importancia en Reims se produce a finales del siglo V, cuando el obispo Remy (Remigio) da bautismo al Rey de los Francos, Clodoveo I. Es en aquel momento cuando el cristianismo se convierte en religión de estado para la futura Francia. Y el motivo por el cual muchísimos de los monarcas franceses fueron coronados en la Catedral de Reims.
Por último, merece la pena comentar que Reims fue el lugar de nacimiento de San Juan Bautista de La Salle, fundador de una de las escuelas cristianas más implantadas en todo el mundo. Fue en 1651.
Y tras este pequeño repaso histórico es momento de comentar algunos de los edificios y monumentos que hay que ver en Reims.
QUÉ VER EN REIMS EN 1 DÍA.
CATEDRAL Y PALACIO DE TAU
Empezamos la visita a la ciudad por el monumento más importante que hay que ver en Reims. Parece increíble que la Catedral de Reims no sucumbiera a los envites de la Primera Guerra Mundial habida cuenta que solo 20 edificios del centro histórico quedaron en pie tras los múltiples ataques alemanes.
Sin embargo, allá sigue, tras más de 800 años desde que fuera construida la que es una de las más maravillosas obras del gótico. El estilo de construcción es el gótico clásico tan habitual en Francia. Es, en realidad, muy semejante a la de Amiens, que pudimos disfrutar ayer, o a la de Ruan, que también podremos visitar durante este viaje. Y también a la de París, la más famosa de todas ellas. Ambas, por cierto, están dedicadas a la Virgen María.
Sin embargo, más allá de su armonía y belleza, la Catedral de Reims tiene especial importancia por estar construida justo en el lugar donde el Obispo San Remy bautizó a Clodoveo, Rey de los Francos. Ello convirtió al estado galo en cristiano a finales del siglo V.
Desde luego, la Catedral de Reims es mucho posterior a este momento, pues corresponde al siglo XIII. Se trata, como hemos dicho, de la clásica catedral gótica con tres portones en su fachada occidental, un gran rosetón y una galería de los reyes por encima de esta. Dos torres, esta vez simétricas a diferencia de la Catedral de Amiens, coronan el edificio a más de 81 metros de altura. Sin embargo, hay algo de esta fachada que nos llama la atención. Se trata de los tímpanos de las tres portaladas. En lugar de estar esculpidos e historiados en piedra, como es habitual, están ocupados por vidrieras. En el caso del tímpano de la gran portalada central, por una vidriera en forma de segundo rosetón. En esta fachada debemos fijarnos en el ángel alado, bellísima escultura convertida en símbolo de la ciudad y considerada entre las más bellas del medievo.
En el interior nos encontramos con una nave de tremendas dimensiones, aunque algo menos que la de Amiens (139 metros de largo por 30 de ancho y una altura de 38 metros, algo menos que los 42 de Amiens).
El diseño corresponde a una planta de tres naves, sin capillas laterales. En el coro, con doble pasillo, sí que encontramos capillas laterales.
Hay algunos aspectos donde debemos prestar atención. El primero es que la parte interna de la fachada occidental está repleta de esculturas labradas directamente sobre la misma piedra. Otro es la belleza de algunas de las vidrieras aunque solo unos pocas corresponden a las originales. Una de las que se pudieron conservar es la del rosetón del lado norte. Sin embargo, más sorprendente que las vidrieras originales es el hecho de que las que han sido restauradas o renovadas lo han sido siguiendo distintos estilos. Algunas rememoran el tiempo del medievo y son muy parecidas a las primitivas; otras, muestran un diseño abstracto; pero quizá la más original es la que lleva la firma del mismísimo Marc Chagall, el fenomenal arista francés de origen ruso, que realizó en la Catedral de Reims una de sus obras capitales.
Por cierto, recordar que la Catedral de Reims fue designado lugar oficial de Coronación Real a partir del reinado de Enrique I en 1031. Es decir, antes de la proyección de la catedral gótica. Y es que en este mismo lugar ya había existido una primitiva iglesia proyectada por San Nicasio justo en el lugar donde San Remigio había bautizado a Clodoveo I.
Justo al lado de la Catedral de Reims se localiza el segundo de los monumentos que hay que ver en Reims y que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Se trata del antiguo palacio Episcopal o Palacio de Tau. Aunque el obispo sigue residiendo en unos departamentos del palacio, la realidad es que desde la Revolución francesa es el estado quien ostenta la titularidad del edificio. Poco queda del palacio episcopal gótico, pues la mayor parte corresponde a las remodelaciones y ampliaciones llevadas a término durante el siglo XVII.
Cuando el futuro rey de Francia acudía a Reims para su coronación residía en el Palacio de Tau. Actualmente, sin embargo, el Palacio de Tau desempeña las funciones de museo catedralicio, con bastantes de las esculturas originales del templo y con importantes reliquias.
BASÍLICA DE SANT REMY
Posteriormente regresaremos al meollo del centro histórico. Sin embargo, antes nos desplazamos algo más de un kilómetro al sur de la catedral hasta llegar al tercero de los grandes monumentos que hay que ver en Reims y que forma también parte de la lista del Patrimonio Mundial: la Basílica de Sant Remy o San Remigio.
Aunque actualmente es una basílica, este templo fue originariamente una iglesia abacial. La Abadía de Reims se fundó en el siglo VI y desde 553 conserva las reliquias de San Remigio, patrón de la ciudad.
Desde luego, la actual iglesia no es aquel primitivo templo del siglo VI si no una majestuosa obra a caballo entre el románico y el gótico. construida a partir del 1049. Es fácil percatarse de este estilo transicional, de manera que mientras la nave y los transeptos son románicos varias de las fachadas, que fueron construidas con posterioridad, son ya góticas.
En interior es oscuro pese a que se está celebrando un concierto de órgano. Una música, por cierto, sorprendentemente lúgubre y que es seguida por bastante poca gente. Son varios los aspectos que llaman la atención en la Basílica de Saint Remy pero, sin duda alguna, lo más bello es el mausoleo que guarda las reliquias del santo al que se consagró la iglesia. También son bellísimos muchos de los vitrales del templo. Sin embargo, solo un puñado de ellos son originales puesto que esta iglesia sufrió, también, los desastres de la Primera Guerra Mundial.
Además de los abades del Monasterio adyacente, varios reyes de Francia fueron enterrados en esta Basílica de Saint Remy de Reims. Entre ellos, Luis IV. También el hermano de Carlomagno, Carlomán I, fue enterrado aquí.
Tras visitar la Basílica de Saint Remy nos acercamos hasta la Abadía de Saint Remy, justo al lado y que desempeña las funciones de museo. Nada quedó de la abadía original, del siglo VIII y bien poco de la segunda, iniciada a partir del 1049, aunque de esta sí que visitamos su sala capitular, por ejemplo. La mayoría de lo que podemos conocer en la actualidad corresponde a las remodelaciones llevadas a término durante los siglos XVII y XVIII.
Tras la Revolución francesa los monjes son expulsados de la Abadía de Saint Remy pasando el edificio a desempeñar funciones de hospital durante largos periodos. Sin embargo, en 1968 fue convertida en museo. Podremos conocer aquí distintos testimonios de la historia de la ciudad de Reims, desde el paleolítico, a su periodo galo-romano. La pieza que más nos gusta de todo el museo es la conocida como Tumba de Jovin, una obra de mármol espléndidamente labrada que correspondió a un general en jefe del ejército romano de las Galias y que era originario de Reims. La colección de tapices que narra la vida de San Remigio es también interesante. Tanto la Basílica como el museo forman parte del Patrimonio de la Humanidad.
OTROS MONUMENTOS QUE HAY QUE VER EN REIMS.
Más allá de los 4 edificios que forman parte del Patrimonio de la Humanidad, merece la pena pasear por Reims y descubrir la nueva ciudad que renació de las cenizas tras la Primera Guerra Mundial. Fueron momentos de cambios para Reims, de manera que los viejas estrechas callejuelas dieron paso a grandes avenidas y bulevares.
Además, buena parte de la ciudad fue reconstruida en el estilo imperante durante el primer tercio del siglo XX: el Arte Decó. Será fácil descubrir un buen número de fachadas de este estilo, pero quizá sea la Biblioteca Carnegie el edificio Art Decó más emblemático de la ciudad. Merece la pena entrar para disfrutar de su espléndido hall de entrada y su maravillosa sala de lectura, con un bonito vitral en el techo.
También merece la pena acercarse a la Plaza Royal, cuyo diseñador fue el mismo de la parisina Plaza Vendome. Cuentan que en una ocasión la comitiva real, de camino a la catedral, tuvo que pasar por donde ahora se ubica esta plaza y antaño las murallas medievales. La cuestión es que los carruajes reales no pudieron pasar por las estrechas puertas y el rey mandó derribar la muralla y urbanizar el espacio con una nueva plaza. En el centro destaca la estatua de Luis XV.
Bien cerca de la Plaza Royal se localiza la Plaza del Foro, que lleva este nombre por haber albergado, precisamente, el foro de la época romana. Aquí encontramos uno de los pocos vestigios de la época romana: los critopórticos. Se trata de una suerte de pasadizos y almacenes construidos sobre el año 200 dC. Sin embargo, hasta el 1 de mayo permanecen cerrados de manera que no podemos entrar en su interior. También en la plaza del Foro se ubica el Hotel Le Vergeur, uno de los escasos testimonios de la época medieval que conserva la ciudad. Se trataba de la mansión de un conocido burgués del siglo XVI, Nicolás Le Vergeur, enriquecido con el comercio de la sal. El edificio fue remodelado en tiempos del renacimiento de manera que es visible aquella impronta, que comparte con su aspecto medieval. Actualmente es un museo pero no tuve tiempo de visitarlo.
Si seguimos en dirección norte nos encontramos con la plaza que ubica el bonito Ayuntamiento de Reims, el Hotel de Ville, de estilo renacentista aunque los larguísimos trabajos de construcción se alargaron hasta el siglo XIX. Luis XIII, padre del Rey Sol, es el monarca representado en lo alto de la fachada.
Y si seguimos en la misma dirección acabamos por encontrar la Puerta de Marte, quizá el vestigio más bello que queda de la antigua Reims romana pero que está siendo remodelada. Es por este motivo que está tapada por completo bajo unas telas.
Seguimos por el Boulevar Foch y retomamos rumbo al centro por la plaza Drouet d’Erlon, que tiene más de avenida peatonal que de ágora. En unos metros encontramos otro de los monumentos que hay que ver en Reims y lugar habitual de quedada para los muchos jóvenes de esta ciudad universitaria. Hablamos de la Fontana, una bonita fuente coronada por la imagen de la Victoria Alada. Es este un boulevard de mucho ambiente, con un montón de cafés, restaurantes y braseries donde terminar la tarde. Y así terminamos nosotros nuestra visita a Reims, cenando en l’Amphiteatre, un precioso local de diseño de la misma plaza.
Reims, otra ciudad a menudo demasiada olvidada por el turismo, merece una visita incluso más detenida. Hubiera sido ideal disfrutar de la siguiente mañana para conocer alguna de las distintas cavas de champán que se encuentran repartidas por la ciudad. Pero el tiempo aprieta y de buena mañana nuestro próximo destino, la ciudad medieval de Provins, nos aguarda.
DATOS PRÁCTICOS SOBRE REIMS
Cómo llegar a Reims.
- Por carretrea. Nosotros realizamos todo el trayecto por carretera. En este casi veníamos de Amiens, que está a 180 km (menos de 2 horas de trayecto). Desde París, son unos 140 km y 1 hora 45 minutos de trayecto (en este caso por la autopista A4).
- En tren. El TGV, el tren de alta velocidad francés, enlaza París con Reims en trayecto a partir de 45 minutos y desde 15€ si lo reservas con tiempo. Además, si vas desde Barcelona, hay un tren hasta París que tarda unas 6 horas y puedes encontrarlo a partir de 69€.
- En bus: la compañía de autobuses Eurolines también opera el trayecto París-Reims. Es una buena opción si no vas con tanta prisa, ya que, aunque el viaje dura dos horas, puedes comprar un billete barato por 9€. Si planeas el viaje desde España y tienes tiempo de sobra, puedes coger un autobús desde Madrid desde 64€.
- En avión: Si queréis ir a Reims desde España, lo mejor es ir hasta París desde Barcelona o Madrid. Vueling y Transavia son una buena opción desde Barcelona, con precios desde 35€. Si vuelas desde Madrid, son varias las compañías que operan hasta París, pudiendo también encontrar buenas combinaciones y precios.
Dónde dormir en Reims.
- Nos alojamos en Hotel Azur, a unos 10 minutos andando de la Catedral y a cinco del Hotel de Ville. Habitaciones pequeñas pero decoradas con encanto y un sabroso desayuno preparado con esmero cada mañana. Podéis mirar los precios y contratar aquí.
Dónde comer en Reims.
- Café du Palais: justo delante la ópera. Un lugar precioso, que merece la pena ni que sea para tomarse una cerveza. Hacen menús de medio día y plato del día.
Comentarios:
9 comentarios en “REIMS. Visita a la capital del Champán.”
No se que me pasa con Francia pero no nunca está dentro de mis prioridades viajeras, pero luego leo post yan bonitos como el tuyo y me entran unas ganas locas de visitarlo. Desde luego, Reims seria uno de los primeros ditios a los que ir. La catedral parece preciosa pero creo que, además de ver todos los sitios Patrimonio de la Humanidad, sacaría un ratito para ver una cava, que para eso Reims es la capital del Champagne!!
Hola Netikerty. La Catedral del Reims es una maravilla. Hacía mucho tiempo que la perseguía y al final este año se ha dado. Pero es que toda la ciudad merece la pena. Lástyima que no me diera tiempo a visitar algunas de la cavas!
Un beso!
Muy interesante recorrido por una ciudad que, hasta ahora, no me había llamado la atención. La catedral merece la pena pero también el complejo de St.Remy, por lo que veo. Está claro que Francia tiene mucho que ofrecer al viajero.
Un abrazo.
Asñi es Cristina. Recomendable 100%, como siempre. Francia no falla!
Hola Jordi!
Muy buen post!. La verdad es que a pesar de lo cerca que tenemos Francia, sólo conocemos París. Sí que es verdad que si vivís más hacia al norte parece que la tenéis más a mano, escaparon en algún puente y así disfrutar más de esta maravilla de país -nosotros le tenemos unas ganas tremendas-. La verdad es que la Catedral de Reims se parece un montón a la de Notre Damme de París. Me quedo con la espectacularidad del gótico francés y los sitios con encanto. Un 10 para la biblioteca y otro par ala recomendación gastronómica. Apuntado todo lo que tenemos que ver. Un abrazo viajero!
Cierto que a veces dejamos lo que más cerca tenemos para más adelante. A nosotros Francia nos encanta y hemos estado en un montón de regiones. buen comer, todo en orden, muchos lugares con historia y arte. en fin, que siempre merece la pena. Y Reims no fue una excepción, desde luego.
Un beso María.