La población de Provins, que estaba bajo los dominios de los Condes de la Champaña, fue agraciada con la posibilidad de albergar, dos veces al año, sendas ferias. En aquellos acontecimientos acudían comerciantes de toda Europa occidental a fin de de vender sus mercancías. En las ferias medievales se trataba, en todo caso, de venta de mercancía al por mayor, puesto que el detalle se comerciaba en los distintos mercados que cada población celebraba cada semana.
La importancia de aquellas ferias era capital, hasta el punto que los propios Condes de Champaña ofrecían salvoconductos a los comerciantes que llegaban desde el extranjero y que debían atravesar tierras que presentaban momentos de conflictos. Testigo de la importancia de la población y de las ferias en cuestión, es que Provins acuñaba moneda propia (el provinois) que era aceptada en la práctica totalidad de grandes mercados y ferias de Europa occidental.
Provins conserva gran parte del trazado medieval de aquella esplendorosa etapa, incluidas buena parte de unas deslumbrantes murallas, además de una estructura urbana diseñada para dar acogida a todos aquellos forasteros que llegaban a la población durante las jornadas de ferias.
En Provins encontramos la ciudad baja y la ciudad alta. Es la ciudad alta la que se lleva todo el interés, de manera que conviene dejar el coche, si es que se llega a Provins en este medio, en las cercanías de la puerta de entrada a la ciudad alta, la Puerta de Saint Jean. Yo no lo tuve en cuenta y dejé el coche en un párking de la parte baja, a más de tres kilómetros de la oficina de turismo, que se sitúa fuera del recinto amurallado, justo enfrente de la Puerta de Saint Jean y que es donde merece la pena iniciar el recorrido. En dicha oficina de turismo os proporcionarán un mapa muy detallado, además de un folleto donde se describen las visitas más interesantes.
QUÉ VER EN PROVINS. VISITA A LA CIUDAD MEDIEVAL.
Empezamos la visita a Provins, como hemos comentado, entrando por la Puerta de Saint-Jean. Se trata de una de las varias puertas, esta del siglo XIII, de las que disponía la formidable muralla de la población. Desde aquí es fácil observar buena parte del perímetro amurallado conservado, que mantiene sus torreones cada pocos tramos.
La puerta da paso a la Calle Saint-Jean que nos llevará hasta el primero de los monumentos que hay que ver en Provins. Se trata de la Casa de los Diezmos o Granero de los Diezmos. Durante las jornadas de ferias era la vivienda donde se alojaban los mercaderes tolosanos. Sin embargo, esta preciosa construcción medieval que conserva dos extraordinarias salas abovedadas, una en la planta principal y otra en el sótano, está perfectamente museizada. Ello nos permite comprender la importancia que suponían las ferias de Champagne para toda la región.
Eran seis las ferias celebradas anualmente en los dominios ducales, dos de ellas en Provins, dos en Troyes y una, respectivamente, en Lagny-sur-Marne y Bar-su-Aube. Estos acontecimientos, como decíamos, estaban bajo el auspicio de los Condes de Champagne que sacaban pingües beneficios de las mismas a la vez ellos mismos se encargaban de que los comerciantes llegados desde las distintas latitudes no tuvieran problema alguno en arribar hasta sus dominios condales. En el Granero de los Diezmos nos muestran las distintas actividades que se daban cita durante las jornadas feriales, como los cambistas o los escribientes, algo así como los notarios de la época.
Tras visitar esta bonita vivienda torcemos a mano derecha para llegar a la Plaza del Chatel. Probablemente fuera esta una de las plazas más importantes de la ciudad medieval de Provins, con su Cruz de los edictos, que era el lugar donde se proclamaban los edictos condales. Observamos en esta plaza un buen número de edificaciones construidas con la clásica técnica del entramado de madera tan habitual en Francia y que tanto pudimos disfrutar durante la Ruta del Vino de Alsacia. Otras construcciones, sin embargo, están alzadas con el único uso de la piedra. El conjunto, en cualquier caso, es muy harmonioso.
Tomamos Rue de l’Ormerie para buscar otro de los edificios que hay ver en Provins. Nos referimos a la Torre del César cuyo nombre original habría sido, probablemente, Torre del Rey o Torre de los Condes. Toda ciudad medieval, particularmente si era una plaza de importancia estratégica o comercial, debía dotarse de su torreón fortificado. Y esta fue una de las funciones que desempeñó durante la historia esta preciosa torre del siglo XII, símbolo del poder de los Condes de la Champaña.
Merece la pena subir a lo alto del torreón, no solo para descubrir sus distintas salas, sí no también para disfrutar de unas bonitas vistas de toda la ciudad alta, con la Plaza du Chatel a un lado y la Colegiata de Saint-Quiriace al otro.
Tras bajar de la torre nuestro destino es, precisamente, la Colegiata de San Quiriace, edificio monumental aunque no terminado, del siglo XII. Ni que decir que el cimborrio y la interna son bastante posteriores, ya del siglo XVII.
El interior huele fuertemente a eucalipto, como si hubieran estado pasando un botafumeiro con el fruto de este árbol. Cuando entro al templo se está celebrando una misa a la que no han acudido más de 10 personas, de las cuales casi todas son monjas, por lo que me queda la duda de si la colegiata sigue en activo.
Tomo un callejón que parte de la misma plaza de Saint Quiriace para doblar por Rue du Palais. Enseguida llego a la que es conocida como la Maison Romana, una de las edificaciones más antiguas de la ciudad pues fue construida en el siglo XII y que ha sido restaurada con mucha delicadeza. Actualmente alberga el Museo de Provins y de los Provinois, con múltiples objetos que nos recuerdan el pasado galo-romano de la región y otros muchos que perteneces a los últimos siglos. Sin embargo, me parece más interesante la propia vivienda que el museo en sí mismo.
La Maison Romane amenazaba ruina tras sus múltiples usos como taller, escuela y otros menesteres, pero la remodelación llevada a término en la segunda mitad del siglo XX le han dado un nuevo uso.
Finalmente, los sótanos del antiguo Palacio de las Condesas será el último de los lugares que visite en Provins. Hay que reservar turno en una de las visitas guiadas que se realizan cada media hora y así lo he hecho desde la propia oficina de turismo. El tour es en inglés y recorre las galerías subterráneas del Hotel Dieu, que ocupó las dependencias de este antiguo palacio del siglo XII para ser convertido en centro de acogida y hospital para mendigos. Estas grutas, primero fueron excavadas para extraer piedra y posteriormente recibieron distintos usos, incluidos los de almacén durante las dos ferias anuales que en Provins de celebraban.
Con estas galerías y un par de rodeos más por esta preciosa y pintoresca villa medieval, cierro mi visita a la población de Provins. La verdad es que si algún día tenéis la oportunidad de visitarla, ya sea al realizar algún roadtrip por esta zona de Francia o por recorrerla a través de una excursión de un día desde París, merece muchísimo la pena y os trasladará, de un plumazo, a la Europa medieval.