Muscat, la capital de Omán, supone la entrada natural al país por vía aérea y nuestra primera visita en el recorrido de 1 semana de duración que haremos por este bello país de la Península Arábiga.
Antes de hacer un repaso sobre los lugares más importantes que hay que ver en Muscat, haremos un breve repaso a su historia.
MUSCAT EN UNA BREVE PINCELADA HISTÓRICA.
Las partes más antiguas y atractivas de Muscat (o Mascate) están dispuestas en sendas bahías. Es allí donde encontramos Mutrah y la Ciudad Vieja. Y donde habrían llegado los primeros pobladores, procedentes del mar, que probablemente habrían sido tribus árabes procedentes de Yemen.
La vieja Muscat se habría convertido en un puerto de relativa importancia a partir del siglo XVI, momento en el cual la ciudad fue conquistada por la entonces potencia marítima de Portugal. En realidad, los lusos no tenían mucho interés en el país, que era más bien yermo y desértico. Sin embargo, los puertos omanís suponían una excelente escala de camino a la India, el verdadero objeto de deseo para los mercantes portugueses de la Edad de Oro de la Navegación portuguesa. De aquella época podemos observar varios fuertes en el litoral omaní. Dos de ellos, imponentes, se localizan en la Ciudad Vieja de Muscat, bien cerquita del Palacio del Sultán: los fuertes Al-Mirani y Al-Jalili.
Sin embargo, los árabes reconquistaron la población y el resto del litoral a mediados del siglo XVII y poblaron toda la costa omaní de un inacabable rosario de pequeños torreones que pretendían defender el territorio de sus enemigos, ya fueran portugueses o piratas, que llegaban de manera casi única desde el frente marítimo. Testigo de aquellos años, centenares de aquellas torres defensivas, de planta circular, se han conservado y son visibles por todo el país.
Aunque Muscat se convirtió en capital del Sultanato de Omán a finales del XVIII, lo cierto es que hasta la segunda mitad del siglo XX permaneció, como el resto del país, más bien adormecida. Se trataba de una sociedad eminentemente rural y más bien poco desarrollada en lo que hace referencia a infraestructuras y tecnología.
La llegada al poder del Sultán Qaboos, figura clave de la Omán moderna y, por lo que parece, querida de forma casi unánime por toda la población, permitió un enorme salto adelante tanto de Muscat como del país entero.
Las infraestructuras se multiplicaron, la electricidad llegó hasta los puntos más remotos del país y la sanidad y la educación gratuita y de calidad se conviertieron en innegociables. Un nada despreciable milagro si se tiene en cuenta que Omán no dispone de las reservas petrolíferas de otros países de la Península Arábiga. Todo ello se acompañó de una progresiva aproximación a occidente pero sin perder las esencias de la cultura omaní, a diferencia de otros países cercanos, como Qatar o los Emiratos Árabes Unidos, que parecen haber abrazado el capitalismo más desenfrenado de la mano de los petrodólares.
No esperéis encontrar en Omán grandes rascacielos en una carrera sin fin por convertir el desierto en una suerte de Manhathan. Ni tampoco los centros comerciales de Dubái o Abu Dhabi, aunque desde luego también los haya de mucho menos ostentosos. Omán, con Muscat a la cabeza, ha sabido mantener con orgullo la tradición por su pasado tanto en su estilo de vida como en el respeto por las tradiciones y eso se nota en el carácter del omaní y en el enorme respeto que profesa ante el viajero, visto aquí como alguien al que hay que ayudar. Todo ello fruto de la enorme tradición de hospitalidad del pueblo árabe que, hasta la fecha, el siglo XXI no se ha llevado por delante.
Sin más preámbulos os dejo con los lugares más importantes que hay que ver en Muscat, la capital omaní, aunque ya os digo ahora que el relato no hace referencia exacta a cómo se desarrolló la jornada de manera cronológica.
QUE VER EN MUSCAT EN 1 DÍA
MUTRAH
Mutrah es, sin duda alguna, la zona más interesante de Muscat. Situada en una bella bahía, tiene suficientes puntos de interés como para pasar una mañana entera. Sin embargo, el espacio es aquí más bien reducido, pues el paseo marítimo no se alarga más allá del kilómetro y, al fin y al cabo, lo más interesante acaba siendo el deambular por los distintos mercados de Mutrah.
Aparcamos el coche cerca del mercado del pescado de Mutrah que será nuestra primera visita. Es este, desde luego, uno de los lugares que hay que ver en Muscat. Particularmente, a primera hora de la mañana cuando la zona bulle de actividad con la mercancía recién llegada. Pescado fresco, muchos de ellos de variedades desconocidas por nosotros. Mientras algunos comerciantes se dedican a la venta otros parecen dedicarse a cortar y lavar el pescado y sacarle las vísceras. Ningún pescadero pone problema alguno en ser inmortalizado por nuestra cámara. Y nos llama la atención algo que, en los días siguientes, comprobaremos que se trata de un hecho habitual en todo el país. Tanto pescaderos como compradores son todos, de forma casi universal, varones. La mujer en Omán es casi invisible, a la par que extremadamente esquiva en cuanto nos cruzamos con ellas. Por las mañanas casi es imposible encontrarse con mujeres y solo tras la caída del sol, podremos toparnos con algunas de ellas, casi siempre acompañadas de su familia y ocultas tras su chador o su niqab. Extremadamente raro será cruzarse con grupos de mujeres solas o tomando un café en la Corniche de Muscat u otro lugar del país.
Tras visitar el mercado del pescado damos un paseo por el bello frente marítimo de Mutrah, la Corniche, con sus viviendas encaladas de forma casi universal, algún bello minarete decorado con baldosas esmeriladas de tonos azulados, fantasiosas cúpulas y varios café donde tomarse un refrescante lemon mint, una suerte de deliciosa bebida nacional de nuevo cuño.
No entramos al Museo Bait Al Baranda, localizado en una histórica vivienda construida hace casi 100 años, y nos dirigimos al Zoco de Mutrah, quizá el más interesante del país. La verdad es que Muscat es una ciudad más bien olvidada por el turismo de masas, de manera que son bien pocos los viajeros con los que nos cruzaremos durante nuestro paseo, más allá de los cruceristas procedentes de un enorme buque que hoy ha llegado a la costa de Muscat pero que partirá de nuevo tras ponerse el sol.
El Zoco de Mutrah conserva las esencias de los antiguos mercados árabes aunque ha sido reformado en los últimos años. Nos llaman la atención las distintas tiendas de artesanía y antigüedades, casi todas ellas de muy buen gusto. Pero, particularmente, los establecimientos que se dedican a la venta de khanjar, el famoso puñal omaní que es uno de los símbolos del país hasta el punto de aparecer tanto en el escudo de Omán como en su bandera.
Muchos son también los comercios dedicados a la venta de ropa omaní. Hablamos de la dishdasha, la larga túnica sin cuello, y el muzzar, el turbante que se dispone por encima de un gorro tradicional. Marc termina vestido de arriba abajo con la vestimenta nacional. El que este relato escribe se conforma con ser vestido con el muzzar en cuestión.
Sin embargo, quizá sea el incienso el rey de los comercios del Zoco de Mutrah. Básicamente, porque sea una mercancía menos habitual en otros mercados árabes y porque se trata de la resina de un árbol autóctono de la región. Como es sabido, el incienso era uno de los regalos que, según la tradición, los Reyes de Oriente trajeron al Niño Jesús tras su nacimiento. Se trata de una resina aromática que al quemarse desprende un olor muy agradable y que los omanís usan de forma indiscriminada en casi todos los hogares y establecimientos. Hay cientos de resinas distintas con olores más o menos semejantes.
Las mujeres suelen vestir el niqab comentado (o la abeyya), casi siempre de riguroso color negro y que les cubre brazos y piernas. Algunas, incluso, ocultan sus manos bajo sendos guantes y su cara bajo una gasa de algodón negro o una máscara. En el zoco, sin embargo, encontramos tiendas donde venden abeyyas de colores, probablemente destinadas a ocasiones especiales.
Colindante al Zoco de Mutrah se localiza el Zoco del Oro. La verdad es que quedamos sorprendidos de la cantidad de oro dispuesto en los escaparates de las decenas de tiendas, una detrás de otra, que se dedican a la venta de este metal. Se nos ocurre entrar a uno de los comercios y preguntar por los precios. Se trata de brazaletes y collares de varios kilos de oro y cuyo precio alcanza suficientes ceros como para que jamás podamos comprar uno de ellos. Otra cosa es el gusto que, la verdad ya es muy personal.
Con tanto incienso y tanto oro, uno piensa que los Reyes de Oriente se pasaron por el Zoco de Mutrah de camino a Belén. Eso sí, de la mirra, ni rastro, aunque siendo también originaria de este país, es posible que nos hayamos cruzado con ella y no la hayamos reconocido.
Se pueden pasar horas disfrutando de los distintos zocos de Mutrah, pero es hora de tomar rumbo a la Ciudad Vieja, otro de los barrios que hay que ver en Muscat.
VIEJO MUSCAT O CASCO ANTIGUO DE MUSCAT
El segundo de los lugares que hay que ver en Muscat es el Casco Antiguo. Se localiza en una bahía contigua a la de Mutrah, a unos 5 kilómetros de distancia.
Antes de llegar, nos detenemos en el Parque Al Riyam, una zona bastante extensa donde algunas familias han venido a hacer el pícnic. En este parque nos sorprendemos con un vetusto parque de atracciones, oxidado a más no poder, y que no concuerda para nada con el resto del país. En una pequeña colina del parque encontramos un curioso incensario, cuyas formas esféricas parecen las de un ovni, de bastantes metros de altura. Las visitas desde allí, de toda la Corniche de Mutrah, son fabulosas.
Entramos a la Vieja Muscat por la Puerta de la Vieja Muscat, de nuevo cuño. El Barrio Viejo es el origen de la ciudad pero, sin embargo, es de menos interés que el de Mutrah. Cierto es que permanece parcialmente amurallado y que dispone de dos viejos fuertes que nos recuerdan a la época de dominación portuguesa. Pero el Viejo Muscat nos parece aún más adormecido que el barrio de Mutrah, las sombras son más bien pocas y los lugares donde descansar o tomarse un simple café brillan por su ausencia.
Tras aparcar el coche nos acercamos hasta el Museo Bayt-Al-Zubair. Se trata de un museo privado bastante interesante que nos presenta un recorrido sobre lo más importante del arte omaní tradicional y de las distintas etnias o tribus que se distribuyen por el país. Aquí encontraremos enormes cafeteras, tan importantes para la sociedad omaní, viejas espadas y khanjares (la comentada daga) o muchos vestidos que hacen referencia a las distintas tribus de las variadas regiones del país.
El museo dispone de varios edificios, alguno de los cuáles representa como sería una casa tradicional omaní; otro de ellos, un pequeño palacio. La verdad es que merece la pena y es de los pocos lugares en este barrio donde poderse tomarse un refresco.
Tras el museo nos dirigimos hasta el Palacio del Sultán. Solo tenemos la oportunidad de visitarlo por fuera y de sorprendernos ante sus modernas formas difíciles de describir y clasificar. Casi que os dejo unas fotos del mismo.
Seguimos paseando entre edificios de blanco inmaculado. Varios de ellos forman parte de dependencias oficiales. También encontramos alguna bonita mezquita, de nombre Al Khor, como siempre con unas cúpulas y minaretes esplendorosamente decorados, y los dos fuertes mencionados, Al-Mirani y al-Jalali, testigos del momento de ocupación portuguesa y, por tanto, con más de cuatro siglos a sus espaldas.
Por desgracia, tampoco está permitida la entrada al fuerte de manera que nos quedamos sin poder disfrutar de las bonitas vistas que seguro que desde allí arriba se pueden contemplar. Más allá de estos dos fuertes portugueses, son varias las torres de vigilancia que se disponen en las distintas colinas de la Vieja Muscat.
MEZQUITA DEL SULTAN QABOOS Y OPERA REAL DE MUSCAT
Dos son los edificios modernos que hay que ver en Muscat. Hablamos de la Mezquita del Sultan Qaboos, la única del país cuya entrada está permitida a los no musulmanes, y la Ópera Real, un edificio esplendoroso que también ofrece visitas guiadas.
Sin embargo, aunque os dejo unas fotos de estas dos construcciones, permitidme que os emplace a un próximo post para hablar de ellas.
Nosotros elegimos el Ibis Muscat que se encuentra a medio camino entre el aeropuerto y Mutrah. A 15’ de ambos lugares en coche, medio indispensable para moverse por Muscat. Se trata de un hotel homologable a los de la firma en todo el mundo. Muy correcto, limpio y con un desayuno más que aceptable. Curiosamente, encontramos mejor precio en la web de Central de Reservas, que por primera vez utilizamos, que en la de la propia cadena. Pagamos 54 euros por noche.
ROTONDA DEL AL BUSTAN Y AL BUSTAN PALACE
La capital omaní es una ciudad muy extensa, de manera que algunos de los lugares que hay que ver en Muscat distan varios kilómetros de Mutrah, que podríamos decir que es el epicentro de la población. Tal es el caso de la citada Mezquita del Sultan Qaboos o del Al-Bustan Palace Hotel, que nos ocupa.
Efectivamente, el Al-Bustan Palace se trata solo de un hotel, pero se trata de uno de los más suntuosos de la Península Arábiga hasta tal punto que la misma guía Lonely Planet recomienda su visita. Fue construido con motivo de que Muscat fuera designada sede de la Cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo de 1985 y la verdad es que el hall de entrada, a modo de espectacular atrio con cúpula incluida es espectacular.
La cuestión es que el hotel, que forma parte de la cadena Ritz-Carlton, dispone de varios restaurantes y nuestra visita al mismo coincidió con nuestro décimo aniversario de boda, el 14 de abril. Por ello, habíamos decidido reservar mesa en uno de los restaurantes del Al-Bustan Palace, de nombre Al-Khiram Terrace, que se sitúa justo al lado de una bonita piscina dispuesta hasta la bella playa del Al-Bustan Palace.
La cena del Al-Khiram Terrace consiste en un buffet temático que varía cada día de la semana. Aunque nos hubiera gustado disfrutar del buffet de los jueves, dedicado a la cocina árabe, nuestro aniversario coincide en viernes, de manera que pudimos degustar el completísimo buffet llamado “Noche de la Barbacoa”. Ni que decir que las distintas carnes, a cual más tierna, se convierten en las estrellas del ágape, pero es que la cantidad y calidad del buffet es, como corresponde a la categoría del restaurante y del hotel, de excepción. Decenas de entrantes de todo tipo y postres con predominio de la repostería culminan la fiesta. El precio, por cierto, es de 22 OMR, es decir más que aceptable por tratarse de un lugar excepcional.
A menos de 200 metros del hotel se encuentra la Rotonda Al-Bustan, donde se sitúa el Sohar. Se trata de un barco que conmemora las hazañas de Ahmed bin Majid, un marinero de enorme fama en el país. Lo cual no es poco, se tenemos en cuenta que los omanís se atribuyen al mismísimo Simbad el Marino como conciudadano. Ahmed bin Majid era natural de Sohar, motivo por el cual el navío en cuestión recibe este nombre.
Sin embargo, el barco es una réplica del utilizado para llegar a la ciudad china de Guangzhou a mediados del siglo VIII por parte de otro navegante, de nombre Abdullah Bin Gasm. Como no podía ser de otra forma, la embarcación fue construida en los astilleros de Sur, los más famosos del país y los únicos que siguen en funcionamiento, y que tendremos la oportunidad de visitar cuando pisemos esta ciudad.
Y con el Al-Bustan Palace y la Rotonda Al-Bustan termino este primer post sobre los lugares que hay que ver en Muscat y os emplazo a un segundo post donde os hablaré de la Ópera de Muscat y la Mezquita del Sultan Qaboos.