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QUE VER EN BISHKEK. Visita de 1 día a la capital de Kirguistán.

Que ver en Bishkek en 1 día. Este suele ser el tiempo que los viajeros dedican a la capital del Kirguistán que sin ser, desde luego, la ciudad más bonita del mundo, sí que merece una visita de, al menos, una jornada. Además, Bishkek, suele ser la entrada natural al país, al menos por quienes lo hacen por vía área. Y así será en nuestro caso en este viaje a Uzbekistán, Kirguistán y Kazajistán.

Comentar primero de todo que nuestra idea de visitar Bishkek vino dada porque los vuelos a esta ciudad resultaban bastante más económicos que los vuelos a Taskhent. De esta manera, pese a que el objetivo número de uno de este viaje por Asia Central era recorrer Uzbekistán, tendríamos la posibilidad de conocer Bishkek y los alrededores así como hacer una pincelada por Almaty y Astaná, las dos poblaciones más importantes de Kazajistán.

QUE VER EN BISHKEK EN 1 DÍA. LOS IMPRESCINDIBLES QUE NO HAY QUE PERDERSE EN LA CAPITAL KIRGUISA.

Aterrizamos en el aeropuerto internacional Manas, de Bishkek, a las 4 de la madrugada y los tramites en inmigración son rapidísimos, de manera que tras una carrera de taxi de menos de media hora nos plantamos en el Hotel Ambasador a las 6 de la mañana.
Hemos dormido solo 3 o 4 horas durante el vuelo (desde la escala en Estambul) y estamos molidos pero, por suerte, la recepcionista nos ofrece una habitación y, además, nos invita con el desayuno. Un 10 para el hotel.

Con estas, decidimos acostarnos tres horitas más y levantarnos casi a las diez de la mañana. Visitar Bishkek no requiere de más de 1 día, particularmente si la idea no es liarse con los museos, de manera que tendremos tiempo suficiente para recorrer la ciudad.

DE LA PLAZA ALA TOO A LA PLAZA DE LA VICTORIA.

Nuestro primer objetivo es la plaza más importante de la capital de Kirguistán y uno de los puntos más importantes que ver en Bishkek. Enseguida nos damos cuenta de varias cosas. La primera es que Bishkek responde al prototipo de ciudad soviética de amplias avenidas y parques, con multitud de estatuas de tipo realista que tanto abundan en las ciudades ex-soviéticas. La segunda es que el tráfico es, aparentemente, mucho menor al de otras ciudades asiáticas. Bastantes taxis, marshrutkas y trolebuses pero mucho menos coches particulares que para nada colapsan la ciudad. Desconocemos si esto es debido a que estamos en fechas veraniegas (mediados de agosto) o si es un hecho habitual en esta ciudad. La tercera de las circunstancias que nos llaman la atención es la notoria tranquilidad que se percibe.

Los coches, por ejemplo, no andan dándole al cláxon continuamente ni la gente (incluido en los bazares, como posteriormente veremos) chilla sin parar como en otras ciudades asiáticas. También nos percatamos de la limpieza de las calles así como de la amabilidad de las gentes que no parecen muy acostumbradas a recibir muchas visitas de Europa Occidental y se muestran amables con nosotros, incluso cuando les pedimos posar para la cámara.

La Plaza Ala Too es una enorme superficie dividida en dos por el paso de la Avenida Chuy, la más importante de la ciudad. En medio de la plaza se ubica la estatua de Manas, verdadero héroe nacional para la población kirguisa. Cerca del héroe se levanta una enorme bandera de Kirguistán. Algunos edificios gubernamentales cierran la plaza por varios de sus costados pero el más importante de todos es el que queda al otro lado de la Avenida Chuy. Se trata del Museo Histórico Estatal, que resulta que está cerrado por reformas. Casi que lo agradecemos.





El día es caluroso y aprovechamos para tomar nuestro primer vaso de kvas, esta bebida tan habitual de estas latitudes que resulta de la fermentación del centeno y las manzanas y que tiene una graduación muy suave. A lo largo del día nos cruzaremos con una vendedora de kvas casi en cada esquina. La verdad es que fresquito sienta muy bien.

Pasamos por detrás del Museo Histórico y nos encontramos otra enorme estatua. En este caso resulta ser la de uno de los capitostes de la Revolución Soviética, Lenin, que sigue disfrutando de un lugar de honor dentro de la ciudad. Observamos durante nuestra visita a Bishkek que muchos de los edificios siguen presentando los antiguos símbolos soviéticos, incluidos la hoz y el martillo, algo que posteriormente no encontraremos ni en Almaty ni en Tashkent. Al menos, tan a menudo. Varios edificios gubernamentales se ubican también en esta zona, como la Corte de Justicia.

Nos dirigimos ahora a través de un frondoso parque, uno de los varios que encontraremos durante nuestro paseo por Bishkek. Es el Oak Park. Como en casi todos ellos, muchas estatuas, algunas de la época comunista, otras más recientes, así como varios surtidores será lo que nos crucemos.

Llegamos enseguida al Teatro de Ópera y el Ballet, un bonito edificio neoclásico que programa, según parece, estupendas representaciones. Por desgracia, agosto es la época de descanso para las compañías residentes de manera que no podemos acudir a ninguna de ellas.

Un poquito más al norte llegamos hasta un edificio con forma de ovni. Se trata del circo estatal, que también tiene una reputación interesante. Tampoco tenemos suerte pues las dos noches en que pernoctaremos en Bishkek no coincidirán con representación alguna.
Ni cien metros separan el circo estatal de la Plaza de la Victoria donde se ubica un monumento en cuya base localizamos una llama perpetua. Fue inaugurado un 9 de mayo (día de la victoria frente al fascismo) de 1985. Tres arcos que se unen en su vértice representan una yurta, la tienda nómada por antonomasia de Asia Central. Una estatua de una mujer kirguisa frente al fuego eterno espera al hijo que jamás regresó del frente.

Esta Plaza de la Victoria es otro de los lugares que hay que ver en Bishkek. Enfrente del monumento se disponen varios parterres con rosales, algo que se irá repitiendo también en varias de las plazas que vayamos recorriendo.




EL BAZAR DE OSH

Tras estas primeras visitas es momento para desplazarnos unos cuatro kilómetros en dirección oeste para visitar otro de los lugares que hay que ver en Bishkek. Hablo del mercado más importante de la ciudad, el Bazar de Osh.

Aunque varias marshrutkas acercan a los locales (y a algún viajero) hasta allí por 10 soms, decidimos tomar un taxi que nos cobra 100 (poco más de 1 euro), de manera que en 10 minutos hemos llegados hasta la puerta de este enorme mercado.

La algarabía es notable en el Bazar de Osh, como corresponde a todo mercado, pero no parece serlo menos el orden. Nada que ver con los empujones y gritos de otros bazares de Asia. La verdad es que recorrerlo es fácil en el sentido de que no es para nada agobiante. Sin embargo, encontrar un recorrido más o menos ordenado ya no lo es tanto ante tamaño laberinto. Se trata, en todo caso, de un mercado dedicado a la gente local pues los turistas no abundan para nada en Bishkek.

Lo primero que recorremos es la zona dedicada a todo tipo de utensilios para el menaje del hogar para seguir con la zona dedicada al textil. Aquí nos sorprendemos con un buen número de tiendas que venden un curioso sombrero que resulta ser algo así como la prenda nacional para los kirguises varones. Muchos de ellos siguen llevando este Ak kalpak, que así se llama. Y no solo gente de edad avanzada si no también jóvenes, lo cual nos alegra especialmente. Y la verdad es que lucen este gorro con importante orgullo pues no dudan en posar ante nosotros en cuanto se lo pedimos. También llaman la atención unas curiosas zapatillas de fieltro que a bien seguro ayudan a pasar los duros inviernos kirguises.




Posteriormente pasamos a la zona dedicada a la comida. Aquí predomina, sobretodo, un buen número de tiendas dedicadas a la venta de frutos secos. Compramos algo de pistachos, dátiles y pasas, aunque los primeros son iraníes y los segundos de Arabia Saudita. Exquisito y a excelente precio. Nos llaman la atención la variedad de dulces, así como pasta que no parece elaborada con trigo. Hay menos fruta y verdura y no sabemos encontrar, y desconocemos si realmente tiene su espacio, ni pescaderías ni carnicerías. Lo que sí hallamos son varias tiendecitas dedicadas a la venta de especies.

Algunos productos llamativos en este Osh Bazar son el típico pan kirguís, redondeado y de trigo. Lo llaman nan y se vende a en grandes cantidades en este mercado. Es más dulzón que nuestro pan. Otro producto curioso son unas bolas blanquecinas de todos los tamaños (y en algunas ocasiones de otras formas). Cuando preguntamos acerca de qué se trata nos contestan que leche. Y la verdad es que a los kirguises les debe encantar dado la gran cantidad de bolitas que compran. Sin embargo, a nosotros no nos gusta para nada su gusto a leche fermentada. Lo llaman kurut. También esta leche fermentada tiene su versión líquida, que probamos igualmente al precio de 10 soms el vasito. Lo llaman kumus y se encuentra en casi todas las esquinas de la capital y, como no, en el bazar. No pasamos del primer sorbo. Y os aseguro que no somos para nada tiquismiquis con la comida.

Como digo, este Bazar de Osh es uno de los lugares que hay que ver en Bishkek sin lugar a dudas.

Son casi las tres de la tarde de manera que nos quedamos a comer en uno de los distintos restaurantes ubicados en el propio bazar. Son restaurantes para los locales y para nada pensados para los turistas occidentales, de manera que las cartas suelen estar escritas en kirguís o ruso y, a lo sumo, algunas fotografías ayudan en la elección. Escogemos tres platos: unos fideos (muy gruesos) con verduras y carnes, un plato de cordero con patatas y cebolla y unas brochetas de cordero también (los shashliks que encontraremos por toda Asia Central). La verdad es que todo está riquísimo y comemos por menos de 7 euros los tres. Por cierto, casi todos los comensales beben té con la comida. A lo sumo, te frío.






REGRESO A LA PLAZA ALA TOO

Tras el ágape damos una última vuelta por el Osh Bazar antes de tomar el regreso hacia la Plaza Ala Too. Esta vez no tomamos ni taxi ni marshutka si no que andamos los casi cuatro kilómetros que los separan. Paseamos por la Avenida Chuy, aunque en algunas ocasiones nos desplazamos por su paralela, Kiev, o nos desviamos si observamos algún edificio interesante. Algunas de las construcciones más llamativas son las del Ayuntamiento de Bishkek, de formas neoclásicas y en la misma avenida Chuy, y la Universidad Nacional, cuyo edificio amarillo, también diseñado en estilo neoclásico, es francamente bello.

Antes de regresar al hotel entramos en un moderno centro comercial que nada tiene que envidiar a cualquiera de los que podamos encontrar en occidente. Las marcas internacionales más conocidas están representadas en este Bishkek Park que también dispone de cine y de una zona dedicada al disfrute de los jóvenes, con varios simuladores y un mínimo parque de atracciones.

Antes de salir a cenar, descansaremos un poquito en el hotel; esta noche no hemos dormido casi y estamos molidos.



La verdad es que la capital de Kirguistán no impresiona pero sí que merece una visita. Más allá de los distintos lugares que hay que ver en Bishkek, lo realmente interesante resulta pasear sin prisas por esta ciudad amable y sumamente agradable.

DONDE DORMIR EN BISHKEK

HOTEL AMBASSADOR. Es uno de los mejores hoteles de la ciudad y se sitúa en una localización privilegiada, a 300 metros de la plaza principal de Bishkek, en un lugar perfecto para empezar a visitar la capital kirguisa.

Las habitaciones son amplias y con todo tipo de detalles y el personal extraodinariamente atento. Curiosamente, llegamos al hotel a las 5 de la mañana y nos dieron la habiotación sin que tuviéramos que esperar a las 14.00 como es habitual e, incluso, nos dejaron desayunal aquél día.

Disponen de sauna, aunque en el hotel adyacente que también es suyo. Son saunas de uso individual. Mar y yo disfrutamos de nuestro momento de relax. El desayuno merece también la pena. Es variado y con ingredientes del país pero también del gusto occidental. Podéis mirar los precios y contratar en este enlace.

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