El Palacio de Fontainebleau supone una excelente excursión de un día desde París que, habitualmente, queda sacrificada por la visita al más famoso Palacio de Versalles. Y, en realidad, tras cinco viajes a París jamás había tenido la oportunidad de recorrer el Palacio de Fontainebleau.
Esta vez, sin embargo, sí que ha sido posible incluir esta visita dentro de mi recorrido de 5 días por Francia, de manera que llegamos a Fontainebleau a media tarde, tras haber pasado la mañana en la bella población medieval de Provins, que también se ubica en el departamento francés de Sena y Marne.
EL PALACIO DE FONTAINEBLEAU. BREVE HISTORIA.
La historia del Palacio de Fontainebleau se remonta al siglo XII cuando un viejo castillo era usado como coto privado de caza para los monarcas del momento. Eran tiempos de Luis VI. Desde luego, nada tiene que ver el edificio palaciego actual con aquel castillo, pero la verdad es que es común leer indistintamente acerca del Palacio o Castillo de Fontainebleau, que en realidad es la denominación que tiene en francés, probablemente recordando aquellos primeros siglos en que lo que allí había era, precisamente, un castillo.
El Palacio de Fontainebleau que podemos visitar en la actualidad y que forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad, corresponde a una obra de tiempos de Francisco I. Se trata del monarca considerado como introductor del renacimiento en Francia, además de promotor y mecenas de algunos de los artistas más involucrados con esta revolución artística. Entre ellos, el propio Leonardo da Vinci, que acudió a Francia ante la llamada del monarca y permaneció en el país galo hasta la fecha de su muerte. A Francisco I se lo relaciona con los castillos del Loira, incluido su obra más famosa, el Castillo de Chambord. Sin embargo, a menudo se obvia que también se trata del gran promotor del Palacio de Fontainebleau, su obra magna.
El Palacio de Fontainebleau es, como decimos, una obra renacentista-manierista, de principios del siglo XVI. Los primeros patios, estancias y galerías construidas en tiempos del Francisco I y Enrique II se siguieron de nuevas construcciones promovidas en los siglos sucesivos, incluida la remodelación de los jardines con la inclusión de un gran canal de más de 1000 metros de longitud. En este palacio nacieron y vivieron varios de los monarcas franceses, incluidos Felipe IV, Enrique III y Luís XIII. Además, Fontainebleau fue escenario de algunos de los pasajes más importantes de la historia de Europa, incluido el edicto de Fontainebleau, donde se estipulaba al catolicismo cómo única religión legal en Francia.
Con Luís XIV, el Rey Sol, la corte real se desplaza al nuevo Palacio de Versalles, diseñado al estilo de los grandes palacios barrocos europeos. Sin embargo, el palacio sigue acogiendo importantes huéspedes reales, incluidos monarcas llegados desde las distintas casas reales europeas.
Como pasó con muchas otras posesiones reales, el Palacio de Fontainebleau cayó en decadencia tras la Revolución Francesa. Sin embargo, tras la subida al poder de Napoleón Bonaparte, el palacio recupera parte de su viejo esplendor. En este Palacio de Fontainebleau podremos visitar la Cámara de la Abdicación, en lugar donde Napoleón cedió el poder justo antes de partir al exilio.
VISITA AL PALACIO DE FONTAINEBLEAU.
La visita al Palacio de Fontainebleau tiene una duración a partir de las dos horas. Hay que tener en cuenta que debemos guardarnos algo de tiempo para recorrer los jardines del palacio que, aunque no son tan espectaculares como los de Versalles, también merecen la pena.
Durante la visita tendremos la oportunidad de visitar los Grandes Apartamentos, incluida la Gran Capilla y el Museo de Napoleón I. Es posible realizar otras visitas, como algunos recorridos guiados o la que incluye la visita al Teatro Imperial, construido en época de Napoleón III.
Empezamos el recorrido por el Palacio de Fontainebleau por el que se conoce como Museo de Napoleón I. Aunque Napoleón no terminó bien sus días, es evidente que el aura de héroe nacional rodea a su figura en todos los espacios que lo recuerdan, ya sea aquí en Francia (su tumba en la iglesia de los Inválidos de París es un claro ejemplo pero también este Palacio de Fontainebleau) o en Valonia (como vimos en el memorial 1815 de Waterloo). En este museo encontraremos trajes, documentos, cerámicas o mobiliario que hacen referencia a Napoleón Bonaparte. También una curiosa cama de campaña, que era la utilizada por el Emperador durante sus campañas militares.
Sin embargo, lo más destacado de la visita es el recorrido por las distintas galerías y apartamentos. La Galería de Francisco I, por ejemplo, se considerada una de las obras maestras del Renacimiento en Francia. La madera y los estucos son el material principal que se usó para el diseño de una de las más bellas estancias del palacio. El espacio exalta la monarquía y al propio Francisco I.
No menos interesante resulta la Galería de Diana, aunque debemos conformarnos en observarla desde la distancia. Se trata de una larga galería que desempeñó las funciones de biblioteca a partir de tiempos de Napoleón III. Mucho menos recargada que las bibliotecas barrocas monásticas centroeuropeas, nos recuerda bastante a la del Monasterio del Escorial. Quizá sea por los frescos de las bóvedas de medio punto que cierran la estancia. También espectacular resulta la Sala de Baile, terminada en tiempos de Enrique II, hijo de Francisco I.
Otros espacios que tienen su interés son la Galería de los Ciervos y las distintas capillas del palacio, como la Capilla de la Trinidad, del siglo XVII y con bellos frescos en la bóveda o las dos Capillas de San Saturnino, la alta y la baja.
Mayor opulencia es la que presentan los Grandes Apartamentos. Aquí son varias las estancias que podremos visitar, entre las que destacan, la antecámara, la cámara de ceremonias, la sala de consejo o la sala del trono. Finalmente, aunque menos impresionante, también tendremos la oportunidad de visitar la Sala de la Abdicación. Como explicábamos, fue aquí donde Napoleón firmó su renuncia, se despidió de su guardia real y partió al exilio.
LOS JARDINES DE FONTAINEBLEAU.
Tras visitar el Palacio de Fontainebleau es momento de pasear por los jardines del palacio. Se trata de grandes extensiones de terreno, incluidas algunas fuentes, estanques con carpas, parterres y arboledas. Es un espacio agradable y donde no es inhabitual que los lugareños acudan a ellos a fin de pasear sin más, habida cuenta que el acceso no requiere de entrada alguna.
No se trata, en cualquier caso, se unos jardines a la altura de los de Versalles o del Palacio Real de Caserta, por ejemplo, pero sí de una zona muy agradable para el paseo.
Al final, la visita al Palacio y Jardines de Fontainebleau nos ha ocupado unas dos horas y media. Cierto que no hemos visitado algunas dependencias como el Teatro Imperial, que requiere de un billete específico, o el Museo Chino, por el que también hay que pagar a parte. También es verdad que, siendo realmente bello, el palacio empalidece frente al de Versalles. Sin embargo, nos parece una visita de lo más que interesante ya sea para realizarla en un tour de un día desde París o como parada de un recorrido por el centro-norte de Francia.
Comentarios:
6 comentarios en “PALACIO DE FONTAINEBLEAU. El Palacio Renacentista de los Reyes de Francia.”
Jo! Yo fui una de esas que sacrificó el palacio de Fontainebleau por el de Versalles. Es una pena que no se pueda estirar el tiempo cuando viajamos, ¿verdad? Tengo unas cuantas visitas pendientes en Francia y este palacio era uno de ellos, ahora, tras leer tu post, me doy cuenta de que he de subirle posiciones 😉
Preciosas fotos! Un abrazo
Carmen
jeje, seguro que tienes otra oportunidad Carmen. Por suerta, Francia está aquí cerquita y, además, con vuelos baratitos!
Madre mía, que bonito es el palacio de Fontainebleau. Menudo coto de caza tenian los reyes!!! Gracias que se recuperó después de la revolución francesa porque parece un joya!! Menudo salón de baile y menudos jardines!!
jejeje, parece que en Francia (también) los Reyes vivían de fábula. Lo curioso es que este palacio suele ser poco conocido por los españoles que visitan París. Y también merece la pena.
Con todo lo que hay que ver en París, ninguna de las veces que he ido he podido acercarme ni a Versalles ni a Fontainebleau. Y tras leer tu post, si tengo que elegir uno no sabría por cual decantarme. Ya ne has liado, así que tendré que reservar un día para cada uno.
Bueno, eso significa que ya estás más cerca de visitarlo! Yo he tardado cinco o seis veces en ir… Y merece la pena. Un beso, Mar!