Sin embrago no es Namur la más populosa de las poblaciones de Valonia, pues Lieja, con casi doscientos mil habitantes, prácticamente dobla el número de habitantes de la capital.
Namur se sitúa en la confluencia de dos ríos: el Mosa y el Sambre. Y justo donde las aguas del Sambre desembocan en las del Mosa localizamos el más imponentes de los edificios que hay que ver en Namur y del que posteriormente hablaremos: la Ciudadela.
DONDE DORMIR EN TOURNAI
Es aquí en Tournai donde hemos disfrutado del mejor alojamiento en este viaje a Valonia. Se trata del HOTEL DES TANNEURS. Su ubicación, a solo 5 minutos a pie de la Plaza de Armas, es perfecta. Se trata de un conjunto de varias edificaciones antiguas que se han unido formando un bellísimo hotel. Decorado con suma exquisitez y con todo lujo de detalles, tanto los espacios comunes como las habitaciones.
El desayuno es francamente espectacular y nuestra habitación, una de las más espaciosas que hemos tenido, con bañera de hidromasaje incluida, pese a no ser de la más caras (alguna de las habitaciones disponen, incluso, de sauna privada). El hotel, por cierto, goza de parking privado gratuito, lo cual también se agradece.
Si queréis disfrutar de un pequeño lujo durante vuestro viaje a Valonia, no dudéis en alojaros en el Hotel des Tanneurs. No os arrepentiréis. Os dejo aquí el enlace al hotel. Todos los lugares que ver en Namur están cerca de este alojamiento.
BREVE HISTORIA DE NAMUR
Aunque la importancia de Namur se dispara durante la Edad Media se sabe de la existencia de asentamientos tanto celtas como romanos muchos siglos antes. Los merovingios, de origen germano, que llegaron a controlar gran parte de las actuales Alemania, Suiza, Francia y Bélgica fueron quienes construyeron la ciudadela justo en el montículo rocoso situado en la confluencia del Mosa y el Sambre.
Los Condes de Flandes se hacen con la ciudad de Namur a mediados del siglo XIII, aunque posteriormente la plaza cayó a manos borgoñesas, francesas y holandesas (gracias a la anexión por parte de Guillermo III). No acabaron aquí las vicisitudes territoriales de Namur que en los siglos venideros acabaría pasando por manos austríacas y francesas antes de que, en virtud de la derrota final de Napoleón en la Batalla de Waterloo de la que hablaremos en su momento, Bélgica es nuevamente incorporada al Reino de los Países Bajos, paso previo a la plena independencia de Bélgica lograda en 1830. En otras palabras, casi todas las grandes potencias europeas han puesto sus pies en Namur durante los últimos 500 años.
Como ya vimos en la ciudad de Dinant, Namur fue también asediada por los alemanes tanto durante la Primera como durante la Segunda Guerra Mundial. Los daños ocasionados en la ciudad fueron múltiples y sus víctimas se contaron por millares. Sin embargo, con la victoria aliada, Namur regresó a manos belgas.
QUÉ VER EN NAMUR EN 1 DÍA.
LA CIUDAD VIEJA ENTRE LA PLAZA DE ARMAS Y SAINT AUBAIN
Dejamos el equipaje en Hotel Les Tanneurs, el mejor establecimiento donde nos hemos hospedado durante este viaje y empezamos a recorrer la ciudad. En cinco minutos de paseo nos plantamos en la Plaza de Armas de Namur, que representa lo que podríamos llamar el centro histórico de la población. Es aquí donde se encuentra el bello edificio del Palacio de Congresos que antiguamente fue sede de la bolsa. Se trata de una construcción que recuerda a las del norte de Europa, tanto a las flamencas como a las holandesas.
Si pasamos por un arco que se abre en el extremo derecho del Palacio llegamos enseguida al Beffroi de Namur. Es decir, al campanario civil de la población. Como los de Tournai o Mons, también el de Namur forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad, aunque esta vez no está permitido subir al mismo. Se trata de un campanario de aspecto mucho más macizo que los que hemos visto estos días. Fue construido a finales del siglo XIV aunque el aspecto actual, chapitel incluido, nos recuerda que fue remodelado en el XVI. Parece que hace las funciones de centro juvenil, aunque en estas fechas prenavideñas permanece cerrado.
Regresamos a la Plaza de Armas para maravillarnos del extraordinario ambiente navideño que reina en la misma, a tres semanas de la Navidad. Son muchos los mercados navideños que visitaremos estos días en Valonia, pero los de Namur se encuentran entre los más atractivos. Predominan los puestecitos de artesanía local y, particularmente, los de comida tradicional. El vino caliente parece ser la estrella en este tipo de mercadillos por encima, incluso, de la preciada cerveza belga. El marco es incomparable, con el bonito edificio de la antigua bolsa justo enfrente.
Por cierto, justo enfrente del Palacio de Congresos nos topamos con dos figuras que pasan por ser algo así como dos emblemas de la población de Namur, Joseph y François, protagonistas de parte de la obra del caricaturista Jean Legrand, natural de Namur.
A pocos metros de la plaza de Armas encontramos otra pequeña plaza, llamada plaza del Teatro, por ser aquí donde se ubica el bonito teatro de Namur, de mediados del siglo XIX. Una pena que no podamos visitar su interior, del que sabemos que es bastante suntuoso. También aquí se han dispuestas algunas casetas navideñas que sirven vino caliente y que cuando anochece, comprobaremos que se llenan de lugareños dispuestos a disfrutar del ambiente.
Todas las calles que circundan la Plaza de Armas, en particular las que llevan hasta la plaza de Saint Auban, tienen un marcado carácter comercial. Varias de ellas, además, son peatonales, lo que redunda en que el paseo sea especialmente agradable en esta zona.
Muchas de las tiendas de estas pequeñas callejuelas que conforman lo que vendría a ser la ciudad antigua, tienen sus escaparates construidos enteramente en madera, lo que nos recuerda otras latitudes. Es un espacio francamente agradable, con varios comercios interesantes, particularmente por lo que refiere a la gastronomía. Queserías y chocolaterías están entre nuestras tiendas favoritas, pero la verdad es que la variedad de negocios es evidente.
Otra de las calles más comerciales es Rue de l’Ange, aunque esta no es peatonal. En este caso, la particularidad es que en Place de l’Ange, a mitad de la calle, se ha dispuesto una pequeña pista de hielo, aprovechando las bajas temperaturas del periodo navideño. Es esta otra constante de los distintos mercados navideños valones, pues también la hemos visto en Mons y posteriormente, nos la encontraremos en Lieja.
Paseando por las distintas callejuelas de Namur tomamos camino a la Catedral de Saint-Aubain, otro de los edificios que hay que ver en Namur. Antes, sin embrago, hacemos un alto en el camino para visitar la bonita iglesia de Saint Loup, barroca y del primer tercio del siglo XVII.
Saint Loup nos impresiona en varios aspectos, como la bella decoración de las bóvedas, las curiosas columnas marmóreas y, particularmente, los labradísimos confesionarios de madera que se sitúan en las paredes de los pasillos y que están profusamente decorados en distintos estilos, desde el renacentista hasta el barroco. La fachada barroca del templo, está inspirada en el Gesú de Roma, como es habitual en las iglesias jesuíticas.
Ahora sí que llegamos a la Catedral de Saint Aubain, el gran templo de Namur, que se sitúa en la plaza homónima, justo enfrente del Palacio Episcopal. Se trata de un templo barroco bastante impresionante, con reminiscencias italianizantes. Fue construida a mediados del siglo XVIII aunque justo encima de una iglesia anterior, de la que han subsistido algunos rasgos, como una de las torres de la vieja iglesia románica. El interior de la Catedral de Saint Aubain es espacioso, dominando los tonos claros. La cúpula es, quizá, su elemento más destacable aunque no podemos dejar de impresionarnos con un bellísimo púlpito de madera.
Al salir de la Catedral tomamos Rue Leliève para encontrarnos con el Palacio de Justicia y varias de las dependencias de la Universidad de Namur, una de las más importantes de Bélgica y que está controlada por la orden de los Jesuitas.
LA CIUDADELA, EL OTRO GRAN MONUMENTO QUE HAY QUE VER EN NAMUR
Nos hemos dejado un último monumento para visitar a la mañana siguiente. Se trata de la Ciudadela de Namur, erigida en un peñasco sito en la confluencia de los ríos Sambre y Mosa.
Hay dos maneras de subir a la Ciudadela: en coche y a pie. La verdad es que habíamos pensado subir en coche pero al final, a lo tonto a lo tonto, acabamos subiendo a pie. El día es soleado y en poco más de quince minutos nos presentamos en la base de la misma para a iniciar el ascenso. Antes, hemos atravesado la Rue Du Pont que pasa por encima del Río Sambre.
La Ciudadela es un reciento de dimensiones colosales que ha ido aumentando de tamaño conforme se iban añadiendo más y más construcciones. Ni que decir que, situada en lo alto de un peñasco que domina los dos ríos que pasan por Namur y la ciudad entera, su situación estratégica es de excepción. La Ciudadela se convirtió, a lo largo de los años, en el gran trofeo que a la práctica casi aseguraba el dominio de la ciudad y de buena parte de la región a la potencia que la conquistaba.
Actualmente son varios los recorridos que permiten recorrer la Ciudadela de Namur, que se comporta como un enorme parque público a la vez que se ha convertido en sede de varios museos, con un centro de visitantes, el Terra Nova, que permite entender la historia de este enclave en los últimos 2000 años. También existen hasta 7 kilómetros de recorridos subterráneos y un tren turístico que recorre los enclaves más importantes. Todo ello está comprendido en una única entrada, la Citadelle Pass.
Sin embargo, nosotros nos limitaremos a dar un buen rodeo por la Ciudadela de Namur y a disfrutar de las enormes vistas que desde ella se contemplan. Por un lado, el que da al Río Sambre, tenemos vistas de la Ciudad Medieval. Podemos reconocer con facilidad algunos de los monumentos que hay que ver en Namur y que ya hemos visitado como la Catedral, Saint Loup o el Palacio de Congresos. Por el lado que da al Río Mosa, las vistas llegan hasta el barrio de Jambes.
Bajamos de la Ciudadela por el lado contrario del que hemos subido. Precisamente hasta la Avenida Baron de Moreau, a orillas del Mosa. Regresamos a nuestro alojamiento, el Hotel des Tanneurs, tras pasar por delante del Parlamento de Valonia, donde recogemos el coche para tomar rumbo hasta nuestro siguiente destino. Lieja, la ciudad de mayor tamaño de Valonia y capital de las Ardenas, nos espera.