Visitar el Vaticano (si puede ser sin colas) y, concretamente, la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos resulta casi obligado si se recorre por primera vez la ciudad de Roma.

El Estado de la Ciudad del Vaticano, que así se denomina de forma oficial, es el país más pequeño del mundo, con una superficie menor a medio kilómetro cuadrado. En este sentido, uno podría pensar que el heredero de los Estados Pontificios (así se denominó el estado que ha dado lugar a la Ciudad del Vaticano entre los años 751 y el 1870) se recorre en poco más de media hora.

Y así sería en casi cualquier territorio del mundo, pues de punta a punta la Ciudad del Vaticano es separada solo por unos pocos centenares de metros.
Sin embargo, visitar el Vaticano requerirá de un día entero por poco que se quiera conocer con un mínimo de profundidad sus dos lugares imprescindibles: la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos. Una visita la del Vaticano, además, que requerirá de su dosis de paciencia pues las colas para visitar ambos lugares suelen ser interminables. O al menos así lo hemos vivido nosotros en las dos ocasiones que hemos visitado tanto la Basílica como los Museos Vaticanos.

Por suerte, actualmente existe la posibilidad de comprar un billete que permite visitar el Vaticano y los Museos Vaticanos sin colas. Quien quiera pagar unos euros de más a fin de ahorrarse la más que posible hora de cola dispone de esta posibilidad.

VISITAR LOS MUSEOS VATICANOS SIN COLAS.

Existe la posibilidad de entrar a los Museos Vaticanos sin colas. Se trata de contratar una visita guiada en español y que comprende el recorrido por los Museos Vaticanos, incluidas las Estancias de Rafael y la Capilla Sixtina y, finalmente, la visita a la Basílica de San Pedro, que también se realizan saltándose las colas.

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PERO…¿QUE ES LA CIUDAD DEL VATICANO?

Antes de explicaros acerca de la visita a los Museos Vaticanos permitidme cuatro palabras acerca de qué es la Ciudad del Vaticano y de donde procede su estatus de Estado independiente.

El Estado de la Ciudad del Vaticano tiene su origen en los Estados Pontificios fundados el año 751. Vaya por delante que me ha costado bastante entender esta historia y que, quizá, puede ser inexacta en algunas cuestiones. El tema está en que la iglesia cristiana fue acumulando un buen número de posesiones a lo largo y ancho de Europa desde los primeros años de la cristiandad. Roma, en cualquier caso no disfrutaba durante los primeros siete siglos de nuestra de ningún título de soberanía política sobre aquellas posesiones.

Tras la caída del Imperio Romano de occidente, distintas potencias ocuparon la península italiana. Los últimos de ellos, los lombardos a mediados del siglo VII que se hicieron con Rávena y reclamaron también hacerse con la soberanía del entonces Ducado de Roma, dominado por el Papa.

El Santo Padre, en aquel momento Esteban II, pidió auxilio a bizantinos y francos, siendo estos últimos, comandados por Pipino el Breve, quienes realmente auxiliaron las tropas papales hasta el punto de derrotar a los lombardos, quienes se vieron obligados a ceder a Roma hasta 22 ciudades que se añadieron al Ducado Romano.

Fue este el germen de los entonces incipientes Estados Pontificios. Durante bastante tiempo y particularmente a partir del periodo de Carlomagno, estos fueron algo así como un estado vasallo del Reino Franco. Posteriormente y tras la caída del Imperio Carolingio, los Estados Vaticanos pasaron a estar bajo control del Sacro Imperio Romano Germánico.

Damos un tremendo salto en el tiempo hasta llegar a 1870, año de la Unificación Italiana, que es cuando los Estados Pontificios son integrados en la recién creada República Italiana. Son los años donde el papado, desde Pio IX, se autoproclama Prisionero en el Vaticano. En 1900, finalmente, se procede a la definitiva disolución de los Estados Pontificios.

Y, entonces, ¿Cuándo se constituye el Estado de la Ciudad del Vaticano? Pues curiosamente fue el dictador italiano Benito Mussolini quien devuelve la soberanía política a la Ciudad del Vaticano tras los Pactos de Letrán, donde a su vez, la iglesia reconocía a Italia como estado soberano.

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VISITA AL VATICANO. LOS MUSEOS VATICANOS.

Nuestra visita al Vaticano se centró en sus dos puntos de máximo interés: la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos. En este post os hablaré de la visita a los Museos Vaticanos, dejando la visita a la Basílica de San Pedro para otra ocasión.

Habíamos visitado los Museos Vaticanos 10 años antes y recordábamos haber hecho unas colas bárbaras. También recordábamos haber prometido no regresar jamás a fin de evitar de volver a perder más de una hora haciendo una cola de tal magnitud. Y sin embargo, aquí estábamos de nuevo, desde las 8 y media de la mañana, antes de su apertura, esperando a que llegara nuestro turno. Por suerte actualmente existe la posibilidad de visitar los Museos Vaticanos sin colas, pero esto no era posible hace unos años.

Sin embargo, se hagan las colas o se pague el suplemento por evitarlas, la visita a los Museos Vaticanos es uno de los imprescindibles de Roma. Probablemente estemos hablando de uno de los 5 museos más importantes del mundo. De este tipo de museos, como el Museo del Louvre o el Metropolitan de Nueva York, abiertos a un buen número de disciplinas artísticas más allá de la mera pinacoteca

Y es que los Museos Vaticanos son eso: un conjunto de museos. Su origen se remonta a la época en que el Papa Julio II donó su colección privada. Hablamos de 1503. Desde luego, las colecciones se han ido ampliando a lo largo del tiempo hasta el punto de que en la actualidad los Museos Vaticanos tienen unos fondos enormes que lo convierten en uno de los más ricos del mundo.

EL MUSEO EGIPCIO Y EL MUSEO ETRUSCO

En los Museos Vaticanos encontraremos distintos tipos de colecciones. Si en el Museo Egipcio podemos conocer un buen número de esculturas y sarcófagos procedentes de aquella civilización, en el Museo Etrusco podremos visitar todo tipo de obras que pertenecen a la Antigua Etruria (aunque si os gusta lo etrusco no os perdáis el Museo de Villa Giulia de Roma).

EL MUSEO PÍO CLEMENTINO DE LOS MUSEOS VATICANOS

Más espectacular, incluso, resulta el Museo Pio Clementino, que recibe el nombre de sus fundadores, los Papas Clemente XIV y Pío VI y que alberga algunas de las más bellas esculturas griegas que han llegado a nuestros días. Por ejemplo Laocoonte y sus hijos, atribuido a Agesandro, Polidoro y Atenodoro de Rodas y esculpido en un solo bloque. Es una pieza sublime.

En este artículo os hablamos de esta escultura y de las otras obras maestras de lo Museos Vaticanos.

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LA PINACOTECA DE LOS MUSEOS VATICANOS

Uno de los momentos más esperados de la visita a los Museos Vaticanos es el que supone recorrer su estupenda Pinacoteca. Son 18 salas que nos muestran lo mejor de la pintura occidental desde el gótico hasta principios del siglo XIX. Casi todos los grandes de la pintura universal están aquí representados, incluidos Caravaggio (Descendimiento de la cruz), Leonardo (con un inacabado San Jerónimo) o Rafael (con su famosa Transfiguración).

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Sin embargo, entre tan ingente cantidad de obras repartidas en un buen número de espacios, las dos visitas estrellas de los Museos Vaticanos son, al fin y al cabo, dos estancias: las estancias de Rafael y la Capilla Sixtina.

LAS ESTANCIAS DE RAFAEL Y LA CAPILLA SIXTINA

Las Estancias de Rafael son 4 conjuntos de cámaras papales cuya decoración encargó el Santo Padre Julio II a Rafael Sanzio. Representan uno de los momentos más importantes de la Historia del Arte. Rafael trabajó en estas estancias desde 1508 hasta 1520, aunque fueron sus discípulos quienes terminaron la decoración en 1524. El fresco de la Escuela de Atenas es quizá el más conocido, aunque no menos espectaculares resultan La expulsión de Heliodoro del templo o La liberación de San Pedro.

Al final del recorrido se llega al punto culminante de la visita a los Museos Vaticanos. Me refiero a la visita a la famosa Capilla Sixtina, pintada al fresco por Miguel Ángel, el genio renacentista (no os perdáis su obra en Florencia). Sixto IV fue quien ordenó restaurar y redecorar la Capella Magna vaticana y de quien toma el nombre esta estancia. Es aquí donde se escoge, en conclave, el nuevo Santa Padre que tiene que dirigir los designios de la Iglesia tras la muerte o renuncia del anterior.

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En esta sala, aunque también dejaron su impronta pintores de la talla de Botticelli o Pinturicchio, destacan los trabajos de Miguel Ángel quien decoró por completo la bóveda, con un conjunto de frescos que están entre los más famosos de la historia y que representan un buen número de escenas bíblicas representadas por más de 300 personajes. Son casi 500 metros de pintura y con pasajes tan conocidos como la Creación de Adán.

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Por último, en la pared del fondo, en la pared este y detrás del altar, nos encontramos con otra obra de dimensiones colosales y no menos glorioso. Hablo del Juicio Final, otro fresco que ocupa unos 150 metros de pared y que ocupó al genio de Miguel Ángel durante unos 5 años, de 1536 a 1541. Ángeles y demonios, infiernos y tinieblas, el paraíso, el bien y el mal, todo el imaginario que hace referencia al Juicio Final está aquí representado.

Es este el momento en que uno acaba por olvidarse las casi dos horas que ha tardado en entrar al museo por culpa de las malditas colas a los Museos Vaticanos.

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