Es por este motivo que pese a que aunque sabíamos que a estas alturas del viaje ya habríamos visitados varias fortalezas, como las de Nizwa o Sur, queríamos pernoctar en Bahla a fin de asegurarnos la vista a su fuerte.
EL FUERTE DE BAHLA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
El Fuerte de Bahla es una de las fortalezas más grandes y más antiguas de todo Omán. Como muchas de ellas, ha sido rehabilitada en los últimos años. Un trabajo en el que el gobierno omaní ha puesto un empeño considerable, a fin de que el pueblo comprenda la importancia de preservar el patrimonio existente y que éste forma parte de su propia historia. En el caso del Fuerte de Bahla, los trabajos se iniciaron en 1988 y no fueron dados por finalizados hasta 2012, momento en que se abrió a las visitas turísticas. Durante el proceso de restauración, se intentó ser lo más meticuloso posible tanto en lo que hace referencia al plano de la fortaleza como en lo que se refiere a los materiales utilizados para la reconstrucción.
La historia oficial es que el Fuerte de Bahla tiene sus orígenes en una fortaleza existente ya hacia el año 500 antes de Cristo. No sabemos sobre la certeza de este dato, aunque quizá parece que el gobierno omaní, en pos de crear una historia oficial atractiva, se ha pasado un poco de frenada.
Distintas tribus que se hicieron con el control de la zona y, por tanto, del Fuerte de Bahla, restauraron y ampliaron el castillo en distintas ocasiones. Tales serían los casos de las tribus Nabhani, Yarubi o Busaidi. Los primeros, los Nabhani, dominaron la región entre los siglos XII y XV de manera que no es descabellado pensar que es en realidad a ellos a quien se debe la construcción del fuerte durante el siglo XIII.
La verdad es que el Fuerte de Bahla es una auténtica preciosidad, donde se cumple, una vez más, aquella máxima de que se trata de una ciudad dentro de la propia ciudad. El castillo estaba preparado para soportar posibles largas temporadas de asedio, por lo que disponía de un gran número de estancias a fin de almacenar suficientes víveres. Otras dependencias estaban destinadas a bibliotecas, estancias personales o hasta una bonita mezquita. No podían faltar también la escuela coránica o, como en todos lo fuertes que hemos visitados, las prisiones, tanto la masculina como la femenina.
Todo ello, dispuesto en una suerte de laberinto, en un sinfín de subir y bajar escaleras. Sin embargo, a diferencia del Fuerte de Nizwa que también hemos visitado, a la fortaleza de Bahla le falta, quizá, un esfuerzo de museización del lugar. Ya sea con algunos paneles explicativos que aclaren tanto la historia del lugar como el uso que tenían las distintas dependencias o con algo de mobiliario de la época, como sí que hemos visto en otras fortalezas, como por ejemplo las que hemos visitado en Sur.
Magníficas, eso sí, son las distintas torres, colonizadas en su interior por una bien nutrida colonia de pequeños murciélagos. Desde ellas, se divisan estupendas panorámicas de los distintos palmerales que rodean el alcázar, pues no hay que olvidar que la población de Bahla se asienta en una maravilloso oasis.
Durante nuestra estancia en el fuerte de Bahla tenemos la posibilidad de interaccionar con un grupo de escolares que están realizando la visita. No es fácil interaccionar con mujeres en Omán pero, atraídas por la poco común presencia de extranjeros, las chicas enseguida nos preguntan sobre nuestra procedencia y se interesan por nosotros.
El Fuerte de Bahla es una de las visitas imprescindibles de Omán y que nadie debería perderse durante un viaje por este bello país de la Península Arábiga.
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