Una ruta de un día por la Baja Silesia desde Wroclaw nos ha dado la oportunidad de conocer algunos de los lugares más interesantes de este voivodato o provincia polaca cuya capital, la mencionada Wroclaw, es una de las ciudades más bellas del país.
Se trata de una ruta que nos ha permitido recorrer varios de los puntos de más interés artístico, histórico e incluso industrial de la provincia. En este post os comentaré los 4 lugares que hemos podido conocer en la Baja Silesia, aunque la verdad es que la zona da para mucho más.
4 LUGARES QUE VER EN LA BAJA SILESIA
IGLESIA DE LA PAZ DE SWIDNICA
La primera parada nos lleva hasta la ciudad de Swidnica, donde se localiza una de las tres iglesias de la Paz que se construyeron en la Baja Silesia a mediados del siglo XVII.
La historia nos cuenta que tras la Guerra de los Treinta años, verdadera guerra paneuropeo que terminó con la Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos, el Emperador permitió la construcción de hasta tres iglesia de la Paz. Sin embargo, varias condiciones fueron impuestas. Entre ellas, la obligatoriedad de alzar los templos fuera de las murallas de las ciudades, la prohibición de construir campanarios y la obligatoriedad, también, de usar para su construcción materiales perecederos como madera o barro. Además, estas iglesias debían ser levantadas en un plazo máximo de tres años.
Como decía, tres iglesias fueron construidas aunque solo dos han llegado a nuestros días: la de Jawor y la de Swidnica. Por desgracia, la de Glowow sucumbió tras un terrible incendio en 1758.
La que nos ocupa, la Iglesia de la Paz de Swidnica fue construida entre mediados de 1656 y mediados de 1657 y con una superficie de más de 1000 metros cuadrados y una capacidad estimada de hasta 7500 feligreses, es una de las iglesia de madera más grandes del mundo entero. La verdad es que el templo es una verdadera maravilla del barroco, con gran cantidad de pinturas murales, escudos y pintura ornamental que cubre por completo la superficie de los muros y las paredes. Además, la decoración se completa con un precioso altar barroco, con bellísimas figuras de mármol representando algunos de los más ilustres personajes de la iglesia, incluidos Juan Bautista, San Pedro o Moisés, y con un extraordinario púlpito, de los más bellos que se pueden encontrar en Polonia.
También resulta impresionante el enorme órgano de aspecto barroco construido en 1666 y decorado además con múltiples angelitos que fueron añadidos durante el siglo XVIII. No menos imponente resulta el palco de los Hochberg, una maravilla en madera que fue ofrecido al Conde Heinrich von Hochberg, que había donado unos dos tercios de la madera que fue requerida para alzar la Iglesia de la Paz de Swidnica.
Tanto esta iglesia como la Iglesia de la Paz de Jawor forman parte del Patrimonio de la Humanidad. Y lo cierto es que también nos hubiera gustado poder conocer esta última. Sin embargo, la premura del tiempo nos obligó a prescindir de esta visita a fin de poder conocer otros lugares de la Baja Silesia.
Esta iglesia poco tiene que ver con las distintas iglesias de madera de Malopolska que hemos podido visitar hace unos días, mucho más pequeñas e intimistas que esta iglesia de la Paz de Swidnica.
CASTILLO DE KSIAZ
Tras la visita a la Iglesia de la Paz de Swidnica nos trasladamos hasta el cercano Castillo de Ksiaz, otra de las maravillas de la Baja Silesia. Se trata del mayor castillo de la región y uno de los de mayor tamaño de toda Polonia.
El Castillo de Ksiaz fue construido en el siglo XIII por el duque Bolko I, aunque pasó a manos de la familia von Hoberg (o Hochberg, cómo hemos comentado al hablar de la iglesia de la Paz de Swidnica) que lo amplió en sucesivas ocasiones. Lo que podemos visitar hoy es el resultado de las distintas remodelaciones llevadas a cabo en la fortaleza. En este sentido, el castillo resulta en una mezcla de estilo desde sus cimientos medievales alzados directamente en la roca, hasta sus estancias góticas, barrocas o neorenacentistas, estas últimas alzadas durante el siglo XX.
Lo cierto es que durante la ocupación nazi de Polonia el Castillo de Ksiaz fue confiscado por los alemanes, siendo víctima de múltiples saqueos tanto durante como tras el final de la Segunda Guerra Mundial, quedando bien poco de la decoración original.
En las últimas décadas, el Castillo de Ksiaz ha sido remodelado, pudiéndose restaurar lo poco o mucho que había quedado en pie, y reconstruyéndose parte del mismo. Y lo cierto es que la visita a la fortaleza resulta de lo más interesantes y nos permite entender lo fastuosa que debió ser la vida palaciega de la familia von Hochberg durante los siglos en que habitó el castillo.
De todas las estancias que visitamos, la más impresionante es el Salón Maximiliano, que ha podido reconstruirse casi por completo y que es la mayor y más espectacular de todas las estancias del palacio. Las chimeneas, los mármoles, las pinturas mitológicas del techo o las pilastras culminadas con capiteles corintios, así como la balaustrada desde donde tocaba la orquestra en los días de fiesta, son lo más bello del palacio.
El recorrido por el Castillo de Ksiaz también nos lleva hasta los subterráneos del mismo. Y es que tras la confiscación por parte de los nazis, la fortaleza formó parte del proyecto Riese. Se trataba de un enorme y complejo sistema de túneles y estancias subterráneas que se localizan en el subsuelo del Castillo de Ksiaz así como en otras zonas de la Baja Silesia como tendremos la oportunidad de visitar posteriormente.
La verdad es que la obra es realmente de impresión, aunque jamás se ha llegado a saber del cierto cuales eran los objetivos para su construcción y desarrollo. Entre las teorías más plausibles que se barajan están las que cuentan que formaría parte de un complejo sistema de búnqueres subterráneos o de fábricas de armamento. Se ha hablado, en numerosas ocasiones, que el mismísimo Hitler tenía planeado trasladar su cuartel general en el subsuelo del Castillo de Ksiaz, incluso que este habría sido el lugar elegido para el desarrollo del programa de la bomba atómica.
Terminamos nuestra visita al Castillo de Ksiaz, esta maravilla de la Baja Silesia recorriendo alguna de las varias terrazas de la fortaleza en la que se disponen bonitos y ornamentados parterres.
MINAS DE CARBÓN DE WALBRZYCH
La industria de las minas de carbón ha sido, durante muchos años, una de las más importantes y que más sustento económico han dado a la Baja Silesia y, en realidad, a buena parte de Polonia. Con la sustitución del carbón por todo tipo de energías que se consideran más limpias a nivel ecológico, la mayoría de estas minas de carbón han ido cerrando en el transcurso del siglo XX y principios del XXI.
Una de las antiguas minas de carbón que se pueden visitar en la actualidad es la que se sitúan en la población de Walbrzych, a solo una decena de kilómetros del Castillo Ksiaz. Y, aunque el tiempo nos apremia, no queremos dejar de conocer la que fue una parte importantísima de la historia reciente de la región.
Las antiguas minas de Walbrzych hoy han sido sustituidas por un extenso museo que se localiza en las mismas instalaciones de la antigua mina. Durante nuestra visita tendremos la posibilidad de conocer cómo era la vida en la mina, de qué utensilios disponían aquellos esforzados trabajadores y, finalmente, bajar a los túneles subterráneos de la propia mina, los que se han adecuado para la visita turística, donde podremos hacer una idea de la insalubridad de aquél tipo de trabajo.
CIUDAD SUBTERRANEA DE OSOWKA
Y del turismo industrial al turismo histórico. La última visita en esta región de la Baja Silesia nos lleva hasta la Ciudad Subterránea de Osowka y a la época de la ocupación nazi de Polonia. Y es que en esta zona se desarrolló buena parte del programa Riese del que ya hemos hablado, aunque la verdad es que no mucha documentación se ha podido hallar al respecto y cada vez quedan menos supervivientes que puedan hablar de ello.
La cuestión es que los nazis crearon una tremenda serie de corredores y pasadizos subterráneos que conferían una auténtica red de canales. En realidad, quienes los llevaron a término no fueron desde luego los alemanes, si no los prisioneros procedentes de los campos de concentración cercanos a esta zona como el de Gross Rosen. Desde luego, las condiciones de vida de estos trabajadores forzados fue lo más inhumana que uno pueda llegar a pensar, con una sola comida al día, a menudo una mísera sopa, y con una jornada laboral extasiante. La malnutrición, los accidentes y las múltiples enfermedades se llevaron por delante la vida de más de cinco mil de aquellos prisioneros.
La ciudad subterránea de Osowka es solamente uno de los varios conjuntos que se han podido encontrar en el subsuelo de la Baja Silesia. Pero probablemente sean varias las que siguen sin ser descubiertas.
En la ciudad subterránea se Osowka se han llegado a localizar unos dos kilómetros de pasadizos y la verdad es que su visita es muy recomendable. Estamos hablando de túneles de varios metros de altura y amplitud, hasta el punto de que varios de ellos podían cobijar, incluso, carros blindados, que era el material de guerra de mayor tamaño.
Se dice que en estas ciudades subterráneas podrían haber albergado, también, fábricas de armamento o, incluso, que podría haber sido parte de la guarida donde podría haberse desarrollado el programa nuclear nacionalsocialista.
En concreto, la ciudad subterránea de Osowka es la segunda de mayor tamaño entre las que se han podido localizar, solo por detrás de Wlodarz. En las entradas de estos complejos se disponían unos sistemas de defensa que hacían casi imposible que fueran atacadas. La cantidad de hormigón que se requirió para el desarrollo total de este programa Riese fue bárbara, hasta el punto que casi arruina el mismísimo régimen nazi.
La verdad que es extraordinario el trabajo de recuperación de la memoria histórica realizado en Polonia (como hemos visto también en otros lugares de centroeuropa). Algo del que, desde luego, tendría que aprender muchísimo el estado español, tan dado a borrar, tanto como sea posible, todo lo que represente a lo más oscuro de su reciente historia.
Las visitas a la ciudad subterránea de Osowka son guiadas (en varios idiomas) o audioguiadas y merecen mucho la pena.
Y con esta visita damos por terminada nuestro tour de un día por algunos de los lugares más importantes de la Baja Silesia. Es momento de regresar a su capital, la sorprendentemente bella Wroclaw, que nos sirve de base para recorrer esta parte de Polonia.