La visita al canal de Panamá es una de las imprescindibles cuando se recorre este país centroamericano. Y, además, merecidamente, pues se trata de una de las obras más extraordinarias de la ingeniería mundial. Una obra faraónica que, aunque pudiera parecer de ideación sencilla, ha supuesto uno de los retos más extraordinaria de la historia.
Nadie debería abandonar Panamá sin visitar su canal. Afirmación que tiene su riesgo teniendo en cuenta que el país tiene maravillas naturales de excepción como el Archipiélago de San Blas o Kuna Yala o territorios tan bellos como Bocas del Toro. Pero es que de pequeñas islas coralinas con arenas blancas y aguas turquesas y templadas puede haber otras repartidas por los distintos océanos. Sin embargo, el Canal de Panamá puede calificarse, prácticamente, como de una obra única en el mundo entero. Una obra además, que no solo define al país centroaméricano, si no que es motivo de orgullo nacional y sustento de las actuales y futuras generaciones.
BREVE HISTORIA DEL CANAL DE PANAMÁ
La historia del canal de Panamá se remonta, en realidad, a la propia de las andanzas españolas por América, pues ya en el siglo XVI y tras descubrirse el Océano Pacífico se empieza a gestar la idea de unir ambos océanos aprovechando el estrecho istmo que los une en este punto. Eran tiempos de Carlos I y del indiscriminado saqueo de los territorios vencidos a los incas, de manera que el oro y distintos tesoros conseguidos debían embarcar en el Caribe dirección España.
Sin embargo, los medios técnicos no fueron suficientes en aquellos tiempos de manera que solo a través del llamado Camino Real y a lomos de mulas se podían trasladar los tesoros llegados desde Perú a Ciudad de Panamá hasta Portobelo, en la costa caribeña, que era el puerto desde donde partían los navíos portadores de las riquezas incas. La idea de unir ambos océanos, por tanto, no pudo llevarse a cabo hasta pasados varios siglos.
Fueron los franceses, en 1880, quienes retomaron, esta vez más en serio, aquella vieja idea. Sin embrago, el esfuerzo fue también en balde. Problemas financieros y sanitarios (las enfermedades tropicales, y en particular la fiebre amarilla, se cebaron con los trabajadores) hicieron nuevamente imposible terminar la obra según el proyecto propuesto por Ferdinand Lesseps, el más importante ingeniero francés del momento.
Finalmente, en 1903 y ya con Panamá como país independiente y soberano, se pacta con los Estados Unidos de América la construcción del canal que debería quedar bajo administración norteamericana.
La construcción no fue, desde luego, un camino de rosas. Miles de trabajadores de diversa procedencia, pero en particular antillanos holandeses, se pusieron en manos de los ingenieros norteamericanos que idearon el sistema de esclusas que sigue vigente en la actualidad. Muchos de aquellos trabajadores perecieron en la empresa, víctimas algunos de la precariedad laboral y, muchos otros, de las epidemias que asolaron la obra. El hacinamiento y la fiebre amarilla, como explicaba, se cebó particularmente en aquellos obreros, de tal forma que más de 20.000 de ellos perecieron durante los trabajos.
EL FUNCIONAMIENTO DEL CANAL DE PANAMÁ
Como explicaba, fue el sistema de esclusas el que resulto el más valido para salvar la distancia entre el Océano Pacífico y el Mar Caribe que en esta zona es de, escasamente, 80 kilómetros. El sistema de esclusas es el utilizado para ascender los navíos a nivel del Lago Gatún que se encuentra 26 metros por encima del nivel del mar y permite salvar la cordillera central de Panamá. Posteriormente, los barcos vuelven a descender gracias a otro grupo de esclusas para terminar su travesía por Centroamérica. En este sentido, son tres los sistemas de esclusas construidos: dos en la zona del Pacífico (las esclusas de Miraflores y Pedro Miguel) y uno en la zona del Caribe (las esclusas de Gatún). Es precisamente el lago Gatún el que proporciona el agua necesaria para este sistema de esclusas. El agua se vierte, por efecto de la gravedad, hacia las esclusas. De esta manera al abrirse la compuerta, toda el agua termina por verterse al mar, sin ser reciclada. Hecho, por cierto, que está provocando algunos problemas en esta época de especial sequía en el país centroaméricano.
El canal está en funcionamiento las veinticuatro horas del día desde mayo de 1963. De día son los barcos de mayor tamaño y tonelaje los que usan el Canal. Por la mañana en dirección Caribe y por la tarde, en dirección Pacífico. De esta manera, son una media de entre 35 y 40 los navíos que diariamente hacen uso de las instalaciones. Ello reporta al estado los importantes beneficios económicos que han permitido a Panamá situarse entre los países más avanzados de toda Latinoamérica.
Y esto es así desde que el 31 de diciembre de 1999 Panamá recobró la soberanía del Canal en cumplimiento de los acuerdos Torrijos-Carter de 1977. Desde entonces, la Autoridad del Canal de Panamá es quien asume las competencias en cuanto a administración y mantenimiento del mismo.
Y, sabedores de la importancia estratégica del Canal de Panamá en la economía del país, las autoridades decidieron ampliar las instalaciones del mismo. El pueblo fue consultado al respecto mediante referéndum, de manera que tras ser aprobado, las obras dieron inicio en setiembre de 2007 y deberían darse por finalizadas en 2017. Con ello, Panamá espera que el Canal de Panamá soporte sobre el 10% del tránsito marítimo mundial. Casi nada. Barcos más amplios y con mayor tonelaje podrán atravesar el Canal de Panamá cuando la obra sea entregada, pues la nueva zanja horadada es más profunda y más amplia que la existente actualmente.
Esta ampliación del canal ha tenido en cuenta temas de importancia medioambiental a fin de reducir el impacto que están teniendo las obras en los ecosistemas panameños. Entre las acciones llevadas a cabo destacan que cientos de hectáreas han sido reforestadas y miles de especies animales se han reubicado. Además, los nuevos sistemas de esclusas tendrán en cuenta el reciclaje del agua dulce utilizada cada vez que se abren las esclusas. Esta era, en realidad, una condición indispensable para hacer viable la ampliación del Canal de Panamá.
VISITA AL CANAL DE PANAMÁ
La visita al Canal de Panamà se puede realizar tanto al sistema de esclusas de Gatún como al de Miraflores, pues ambos admiten turistas y viajeros gracias a que disponen de centro de visitantes. Nosotros visitamos el sistema de esclusas de Miraflores que es el que se encuentra más cercano a Panamá City, a menos de media hora de trayecto.
La entrada al complejo permite disfrutar también de una proyección de cine en tres dimensiones donde se explica la historia del Canal de Panamá y los retos futuros, así como un museo que versa sobre el mismo cometido.
Lo más espectacular de la visita al Canal de Panamá, desde luego, es la plataforma-mirador que se localiza en el cuarto piso y que permite disfrutar del momento en que algún gran carguero utiliza las instalaciones. La verdad es que, teniendo en cuenta que entre 35 y 40 barcos utilizan a diario las instalaciones, debiera tenerse muy mala suerte para no poder contemplar el paso de algún navío durante la visita al Canal de Panamá.
Nosotros tenemos la suerte de que, nada más llegar al Centro de Visitantes de Miraflores, un carguero de no menos de 200 metros de eslora se dispone a hacer el trayecto por las esclusas en dirección Pacífico.
Es entonces cuando uno se da cuenta de la magnitud del proyecto, al observar como la enorme mole es descendida, a través de las dos esclusas de Miraflores, hasta el nivel del Océano Pacífico. Espectacular como las mulas (las pequeñas embarcaciones que guían al barco) consiguen encajonar el barco en el estrecho canal y como, paulatinamente, las esclusas van vaciándose a fin de descender la embarcación. La operación debe durar entre 20 y 30 minutos en total y la verdad es que es una maravilla.
Anonadados hemos quedado con la visita al Canal de Panamá, una de las más impresionantes que se pueden hacer, no solo en Panamá sino también en toda Latinoamérica.
Comentarios:
26 comentarios en “CANAL DE PANAMÁ. Visita a una obra cumbre de la ingeniería mundial.”
Qué buena explicación Jordi! No soy yo mucho de «estas cosas» pero sin duda lo visitaré cuando algún día viaje a Panamá 🙂
Así es, Maruxaina. Yo creo que es de estas obras, que aunque sean fruto de la mano del hombre, hay que visitarlas algún día para entender la magnitud del empeño.
Un beso Maruxaina!
He estado dos veces por motivos profesionales, la última visité las obras de ampliación, este verano en agosto vuelvo, sin duda es una obra mundial.
Saludos viajeros LoBo BoBo
Pues no me importaría a mi volver otra vez a Panamá. Los alicientos son muchísimos y la verdad es que una semana se nos quedo muy corto.
Un abrazo Paco!
Es una obra impresionante, especialmente con la cantidad de años que tienen y la tecnología que había en el momento de su construcción. Tiene que ser muy curioso ver como «las mulas» llevan a esos grandes barcos por el canal!
Saludos!
Así es. No sabíamos como funcionaba el tema del canal, pero la verdad es que verlo de cerca impresiona. Vale mucho la pena. Y además, hay circuitos que te permite pasarlo en barquito. Pena no haber disponido de más tiempo, pusto que debe ser una experiencia única.