Se trata de una pequeña ciudad amurallada, de poco más de 20.000 habitantes, cuya grandeza heredada de los tiempos en que la familia de los Montefeltro se hizo con el control de la ciudad le ha valido el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Además, Urbino ha visto a nacer a varias figuras de fama mundial en distintos ámbitos. El más importante, por supuesto, el grandioso pintor Rafael Sanzio. Sin embargo, para los más jóvenes quizá sea tan importante como aquél el famoso motorista Valentino Rossi. El múltiple campeón de MotoGP es, también, hijo de Urbino. Finalmente, el Santo Padre Clemente XI, nacido Giovanni Francesco Albani, también nació en Urbino.
Sabido es que el concepto de Italia es moderno y desarrollado tras la unificación italiana del siglo XIX. En la Edad Media, la península italiana estaba constituida en diferentes estados, aunque la práctica totalidad del centro de la misma está bajo control papal en el siglo XVI. Urbino, en cambio, estaba dominada por la familia Montefeltro, que fue quien ostentó el señorío y, posteriormente, el ducado de Urbino.
Los Montefeltro embellecieron esta pequeña población hasta convertirla en una de las capitales del Renacimiento italiano o, lo que es lo mismo, mundial. A principios del siglo XVI, al morir el último Montefeltro sin sucesor directo, Urbino pasa a manos de la familia Della Rovere. Finalmente, a partir de 1631 es la iglesia quien se hace con los dominios de Urbino, aunque la ciudad jamás recobrará el brillo de antaño.
QUÉ VER EN URBINO EN 1 DÍA.
DE LOS ORATORIOS DE SAN GIOVANNI Y SAN GIUSEPPE HASTA LA CASA NATAL DE RAFAEL.
Visitar Urbino no requiere, en realidad, de un día entero. O al menos, por lo que se refiere a los imprescindibles de Urbino. 4 o 5 horas parecen suficientes para hacer un buen recorrido por esta bella ciudad renacentista y conocer varios de los monumentos, palacios e iglesias que hay que ver en Urbino.
Nuestra visita a Urbino empieza tras dejar el coche en el aparcamiento del Borgo Mercatale, a los pies de la población, puesto que no es posible entrar el vehículo dentro de la ciudad intramuros. Desde esta posición, el pequeño burgo se muestra espectacular. Si en San Marino decíamos que la ciudad estaba construida en piedra, en Urbino es el terroso ladrillo quien le da su característico color a tierra. Desde aquí ya observamos la fachada del Palacio Ducal, que domina Urbino con sus dos torres gemelas. Una pena que el sol nos venga de cara y no sea posible sacar una buena fotografía.
Entramos a la ciudad intramuros por la Porta Valbona y empezamos a ascender las empinadas cuestas de Via Mazzini. La ciudad es bastante tranquila. Pese a ser sábado por la mañana, se puede pasear en calma y sin agobios.
Enseguida rompemos a mano izquierda para buscar alguna de las estrechas callejuelas que nos acercarán hasta los Oratorios de San Giovanni y San Giuseppe. Se trata de dos iglesias de pequeño tamaño pero bellísimamente decoradas.
articularmente San Giovanni, que es uno de los monumentos más importantes que hay que ver en Urbino. Curiosamente, pese a ser esta ciudad un punto culminante del Renacimiento Mundial, el oratorio de San Giovanni lo es del gótico. Podemos observar aquí algunos de los frescos góticos más bellos que jamás se hayan pintado y que son obra de dos hermanos: Lorenzo y Jacopo Salimbeni.
Bajamos por Vía Barocci hasta llegar a una de las plazas más importantes de Urbino, la Piazza della Repubblica. Rodeada de algunos imponentes palacios, como el Albani, es esta plaza una de las más animadas de la ciudad, con varias terrazas y restaurantes. Justo al lado se localiza la Plaza de San Francisco con la iglesia homónima.
Seguimos por Via Raffaello para buscar otra de los monumentos que hay que ver en Urbino. Se trata de la casa natal de Rafael Sanzio. Aunque la familia del pintor no era oriunda de Urbino, hasta esta ciudad se desplazó el patriarca de la familia, Giovanni, de manera que fue en la casa sita en el 57 de Via Raffaello donde el que se convertiría en uno de los pintores más importantes de la historia vio la luz un día de 1483. Vale la pena comentar que la figura de Giovanni Sanzio ha sido revalorizada en las últimas décadas, de manera que valdría la pena considerar que se trata de alguien más que el simple padre del famoso pintor.
En la vivienda encontramos un fresco del joven Rafael, pero sobretodo nos sirve para conocer como era un hogar del siglo XV con sus múltiples salones, cámaras y antecámaras. Es una visita que merece la pena, más allá de retratar su fachada.
Tomamos ahora la Via Bramante que desciende hasta la Puerta de Santa Lucia, otra de las entradas monumentales de Urbino. Antes, pasamos por delante de otros grandes palacios como el Palacio Albani, del siglo XV, que actualmente alberga un museo.
LA CATEDRAL Y EL PALACIO DUCAL DE URBINO
El centro Urbano es pequeño, de manera que enseguida llegamos a la Piazza Duca Federico donde se localizan dos de los grandes monumentos que hay que ver en Urbino: la Catedral y el Palacio Ducal. Para llegar hasta aquí hemos seguido por Vittorio Veneto, pasando por algunos palacios como el Corboli o el Comunale.
La Catedral de Urbino es el gran templo de la ciudad, aunque su espectacularidad es más evidente por fuera que por dentro. La neoclásica fachada actual es el resultado de las múltiples modificaciones que el paso del tiempo ha traído, puesto que la catedral original se remonta al siglo XI. Llaman la atención, especialmente, las siete estatuas de santos que parecen custodiar el templo, justo delante del mismo.
Visitada la catedral nos acercamos hasta el contiguo Palacio Ducal de Urbino. Actualmente es la sede de un museo de arte, la Galería Nacional de las Marcas, aunque antaño fue la residencia de los duques de Urbino. Construido con el mismo material que la gran mayoría de los edificios de Urbino, es decir, el terroso ladrillo, el Palacio Ducal es uno de los más importantes del Renacimiento Temprano.
Hay que tener en cuenta que venimos de tiempos del oscurantismo del gótico, de manera que este nuevo diseño supuso un cambio radical. Desde luego, el camino por delante era largo, de manera que no debemos esperar la ornamentación que encontraremos en el pleno Renacimiento ni, mucho menos, en el barroco.
El palacio es de una magnitud descomunal, como signo del mandato de Federico de Montefeltro, que fue el dignatario que mandó alzar la residencia. Pasamos decenas de estancias una tras otra. Como digo, actualmente se trata de un museo de arte, particularmente de pintura y tapices, de manera que poco queda del mobiliario original. La residencia ducal se articulaba en dos pisos, alrededor de un patio a modo de claustro. Los techos son altos y la mayoría de habitaciones disponen de su propia chimenea. Como museo, destacan algunas piezas menores de Tiziano y de otros pintores italianos y, como obra más importante, un Rafael, el hijo más ilustre de la ciudad de Urbino.
La zona estéticamente más espectacular del palacio es la que es conocida como Fachada de las Torres, que queda justo por detrás de la plaza en que se encuentra la entrada actual del palacio. Para llegar a ella nos metemos por un callejón que se localiza entre la catedral y el Palacio Ducal y que nos llevará hasta Corso Garibaldi. Dos esbeltas torres sirven de margen para una suerte de logia de tres pisos.
Antes, sin embargo, no debemos perdernos el obelisco que se encuentra justo enfrente del palacio, entre su fachada lateral y la iglesia de San Doménico. Es originario de Egipto, como no podría ser de otra forma. Aunque la mayoría de los 12 obeliscos egipcios presentes en Italia se localizan en las distintas plazas de Roma, en Urbino también podemos encontrar uno de ellos.
En Corso Garibaldi, justo enfrente de la fachada de las torres del palacio Ducal se encuentra el viejo teatro que lleva el nombre del hijo más importante que ha dado la ciudad: el Teatro Sanzio. Y justo por debajo de éste, se localiza la famosa rampa helicoidal que nos llevará, nuevamente, hasta el Borgo Mercatale, donde hemos dejado aparcado el coche y hemos empezado el recorrido.
Y así termina nuestra visita de una mañana entera por los edificios y monumentos que hay que ver en Urbino, ciudad Patrimonio de la Humanidad y una de las capitales mundiales del Renacimiento.