Siracusa, histórica ciudad cuyo origen se remonta a más de tres milenios, es una de las poblaciones con más carácter de toda Sicilia. Siracusa, una ciudad que, más allá de las imprescindibles visitas a los vestigios griegos y romanos, atesora un centro histórico en la que es conocida como Isla de Ortigia, que parece querer incorporarse, solo de forma lentísima, al siglo XXI.
Aunque fueron los sículos los primeros en asentarse en la isla de Ortigia, quienes verdaderamente convirtieron la actual Siracusa en una ciudad digna de ser situada en el mapamundi fueron los colonos griegos procedentes de Corintio quienes fundaron, el 734 aC, la población de Syracoussai. La colonia creció de forma importante los siglos siguientes a su fundación, hasta convertirse en una potencia mediterránea que podía competir con otras polis del tamaño de Cartago o Atenas.
La importancia de Siracusa es tal que cuando Atenas la intenta conquistar el 415 aC sus tropas son devastadas y sus guerreros hechos prisioneros durante 7 años, siendo obligados a trabajar en las canteras que tendremos la oportunidad de visitar durante nuestra estancia en la ciudad.
La vieja colonia griega, sin embargo, acabó sucumbiendo ante el Imperio Romano a finales del siglo III aC, momento en el que muchos de los edificios públicos, como el excelso teatro griego, son remodelados y adaptados al gusto romano y muchos otros son construidos de novo, como el amfiteatro.
Al igual que en el resto de la isla, la Siracusa romana acaba por ceder paso al Imperio Bizantino así como al avance sarraceno. Aunque a veces no sea tan fácil descubrir la huella de los distintos periodos de la historia de la ciudad, es evidente que el carácter de sus habitantes (como en toda Sicilia) ha terminado por ser un compendio de todas aquellas civilizaciones que han dejado huella en esta preciosa isla a lo largo de los años.
Varios enclaves de Siracusa, forman parte del Patrimonio de la Humanidad. Entre ellos, el centro histórico situado en la Isla de Ortigia y las localizaciones que hacen referencia a los pasados griego y romano, como el Parque Arqueológico de Siracusa.
QUÉ VER EN SIRACUSA EN 1 DÍA
EL PARQUE ARQUEOLÓGICO DE SIRACUSA.
Llegamos a Siracusa procedentes de Piazza Armerina, donde hemos visitado la extraordinaria Villa del Casale, y nos dirigimos, directamente, al parque arqueológico de Neapolis. Dista unos cinco kilómetros del actual centro histórico de Siracusa en la isla de Ortigia. Es aquí donde podemos encontrar los vestigios más importantes de la histórica ciudad griega de Syracoussai.
Son varios lo elementos que se localizan en este parque histórico. El primero de ellos, lo encontramos a mano izquierda, a los pocos metros de franquear la puerta de entrada. Se trata de un edificio, sin embargo, que no hace referencia a los años de dominación griega si no a los posteriores, cuando Roma se había hecho ya con la plaza. Se trata del Anfiteatro Romano, un edificio del que ninguna población romana distinguida podía carecer. Algunas guías sitúan a este anfiteatro como el tercero en tamaño de toda la Antigua Roma, aunque estas listas varían según la fuente. Lo que sí es cierto, que dado que el anfiteatro fue utilizado como cantera a partir del siglo XVI, lo que queda del viejo recinto poco puede competir en espectacularidad con los bellos anfiteatros de Arles o Nimes, por ejemplo.
Tras visitar el anfiteatro nos encontramos con el que es conocido como Ara de Ierone II o Altar de Herón II, una enorme construcción que, según parece ser, hacía las funciones de altar de sacrificios. El altar estaba dedicado a Zeus Eleutherios y tenía unas medidas de 198 metros de longitud. La parte que fue escavada directamente en la roca permanece en el sitio donde se realizó y nos permite comprender que este tamaño permitía el sacrificio de 450 bueyes de una sola tacada, en la anual celebración dedicada a Zeus.
Al otro lado nos espera otro de los grandes hitos del parque arqueológico de Siracusa: el Teatro Griego. Como muchos otros teatros de la Antigua Grecia, el de Siracusa utilizó la laderas de un montículo natural para ser edificado. El tamaño es tal que el teatro podía dar cabida a unos 16.000 espectadores gracias a que disponía de una cávea de, ni más ni menos, 67 hileras. Sin embargo, dado que el recinto sigue albergando festivales veraniegos, una estructura de madera que se sitúa justo encima de las graderías originales afea bastante el recinto y no nos permite disfrutar del mismo como nos hubiera gustado. El teatro, como comenté, fue remodelado en época romana para ser adaptado a las nuevas necesidades, pues estas se fueron apartando de la tragedia y la comedia para acercarse a los espectáculos circenses. La parte más superior de la cávea termina en la que es conocida como vía de los sepulcros. Aquí encontramos una serie de inquietantes oquedades esculpidas directamente en la roca que, al parecer, podría tratarse de tumbas de la época bizantina.
Tras visitar el teatro nos dirigimos a conocer las canteras de donde se sacó la piedra para construir los edificios clásicos tanto aquí como en la isla de Ortigia donde, como veremos posteriormente, también se localizan los restos de varios templos griegos.
Un emplazamiento especialmente bello es la conocida como Oreja de Dionisio o Orecchio di Dionisio. Se trata de una inmenso tajo en forma de cueva que se localiza en medio de la cantera y que fue formándose a lo largo de los años y gracias al trabajo de los esclavos griegos que Siracusa hizo suyos tras derrotar a Atenas durante el intento de invasión por parte de la vieja metrópolis. Antes de dejar el parque arqueológico aun nos acercamos a la vecina Cueva de los Cordaleros que recibe este nombre porque era aquí donde se ubicaban los encargados de fabricar las cuerdas en aquél periodo histórico.
Si estáis interesados en la Antigua Grecia os recomiedo este post donde hablamos de algunos de los monumentos más bellos de la Antigua Grecia.
LA ISLA DE ORTIGIA.
El segundo núcleo que hay que ver en Siracusa es lo que se conoce como Isla de Ortigia. Se trata, de eso, de una pequeña isla de apenas dos kilómetros de largo por uno de ancho unida a tierra firme por un par de puentes.
Es aquí donde se encuentra lo que conocemos como Centro histórico de Siracusa y donde podremos darnos cuenta del enorme carácter de esta población. Tras llegar a la isla decidimos tomar asiento en una de la primeras tratorias que encontramos. Se nos ha hecho tarde y tenemos hambre. Esta vez, tras dos días de viaje por Sicilia es momento de decantarnos por uno de los platos italianos más internacionales: la pizza.
Tras el almuerzo empezamos nuestro recorrido. Enseguida llegamos a un plaza donde se encuentran los cimientos del Templo de Apolo que, según parece, era uno de los mayor tamaño entre los muchos templos griegos que se encontraban dispersos en toda la isla. En los laterales de la plaza encontramos un pequeño mercado de artesanía y baratijas varias donde Marc e Isa aprovechan para comprarse un sombrero con el que mitigar el efecto del sol.
Seguimos nuestra visita y a los pocos minutos llegamos a la plaza Arquímedes, que toma el nombre de uno de los científicos más conocidos de la antigüedad y que era hijo de esta ciudad. En efecto, se trata del famoso matemático que gritó Eureka al observar como el agua de una bañera se desplazaba hacia arriba al sumergir su cuerpo en ella. Lo curioso de la plaza es que la fuente que domina su centro no está dedicada al científico si no a la diosa griega Artemisa. La plaza está jalonada de algunos bellos palacios.
Enseguida tomamos camino hacia la más escénica de las plazas de Siracusa, la plaza del Duomo o de la Catedral. Desde luego, es precisamente el templo que da nombre a la plaza una de las visitas que hay ver en Siracusa. Lo interesante del mismo, más allá de la excelente fachada barroca, es que fue construido justo en el lugar donde se había alzado, unos veinte siglos antes, un templo griego.
Aun ahora se puede observar como las antiguas columnas del templo helénico siguen formando parte de las paredes de la Catedral, un hecho que si bien no es inédito, cuesta bastante de encontrar actualmente. Verdaderamente sorprendente.
En la misma plaza del Duomo encontramos otros edificios de interés, como el Palazzo Municipale, otra obra barroca del primer tercio del siglo XVII en cuyo sótano es posible visitar los cimientos de otro templo griego, que podría haber estado dedicado a Artemisa. Es evidente pues, que más allá de los restos arqueológicos que hemos visto en el parque Arqueológico de Siracusa y que se localizan a unos cuatro kilómetros de donde nos encontramos, los antiguos griegos habitaron también la isla de Ortigia.
Seguimos por Vía Picherali hasta llegar a la Fontana Aretusa, otro vestigio de la época griega de la ciudad. La Fuente Aretusa antaño suponía el principal suministro de agua para la antigua Siracusa y actualmente es el hogar de varias aves acuáticas.
Desde aquí empieza un pequeño paseo marítimo que es ocupado por varios restaurantes donde ofrecen pescado. Es un lugar tranquilo donde pasear. Incluso localizamos aquí una pequeña playita urbana, aunque no de finas arenas si no todo lo contrario, de piedras.
Nos metemos, nuevamente, hacia el interior de la Isla de Ortigia. Hay que decir que no todo es bello en Siracusa. Ni tampoco en el resto de Sicilia. En cierto modo, parece como si la isla se hubiera detenido en los años sesenta del siglo pasado. Los edificios desconchados se suceden por doquier y no en los barrios más decrépitos de las ciudades si no en los mismísimos centros históricos. Palacios que se caen a trozos, paredes que parecen no haber sido repintadas desde hace medio siglo, pintadas en casi todas las fachadas, independientemente de que se trate de una vivienda particular o de un edificio histórico… Algo que ya hemos observado en poblaciones tan turísticas como Piazza Armerina o que en días sucesivos tendremos la oportunidad de vivir en Palermo, por ejemplo.
La Isla se ha detenido en una clara muestra de la Italia de las dos velocidades. Por una parte el Norte y por otra, el Sur y Sicilia. Algo que ya vivimos en Nápoles y los alrededores y que se diferencia de Milán, Verona, Padua o Bolonia, por ejemplo. Siempre en términos generales, claro está, pues barrios decrépitos los hay en toda Europa.
MARIONETAS SICILIANAS EN EL PICCOLO TEATRO DEI PUPI
Callejeando por la isla de Ortigia y, en concreto, por la zona donde antaño se localizara el barrio hebreo llegamos hasta el pequeño teatro de marionetas llamado, precisamente, Piccolo Teatro del Pupi.
Una representación de títeres es algo que hay que ver en Siracusa o en cualquier otra ciudad siciliana donde se representen estas obras. Lo cierto es que se trata de un arte introducido en la isla hace más de trescientos años (en tiempos de dominación española) y que goza, actualmente, de gran arraigo. Los títeres sicilianos son diferentes, por ejemplo, a los de Lyon. Aquellos son de tipo guiñol. Sin embargo estos son movidos gracias a la existencia de una especie de alambres.
Aunque no es que seamos, precisamente, grandes fans de los teatros de marionetas sí que nos apetecía tener la oportunidad de conocer de cerca este arte de manera que no dudamos en asistir a la representación vespertina que tendrá lugar en media hora, a la seis y media de la tarde. Se trata, además, de una pequeña sorpresa para Marc que gusta de este tipo de espectáculos y al que no le habíamos contado acerca de esta posibilidad, por si acaso no se daba la oportunidad. Los pupi sicilianos, por cierto, forman parte de la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En esta ocasión la representación versa acerca de la historia de la desdichada Olimpia. Por suerte nos han entregado un pequeño panfleto donde se explica, en español, la historia representada, de manera que seguir la obra no será problema alguno, pese a que se desarrolla en italiano. La verdad es que los Pupi sicilianos resultan bastante más interesantes que los lioneses, tanto por lo que representa al desarrollo de la obra como por la belleza y delicadeza de las mismas marionetas.
Terminada la obra, de casi una hora de duración, nos disponemos a dar un último paseo en dirección ya a nuestro hotel, que se ubica a un kilómetro de distancia en dirección al Santuario de la Madona de las Lagrimas.
SANTUARIO DE LA MADONA DE LAS LAGRIMAS DE SIRACUSA.
Dejamos para el día siguiente la última de las visitas que no hay que perderse en Siracusa. Se trata del Santuario de la Madona de las Lágrimas de bastante reciente edificación, pues se ubica en una construcción de 1994.
La verdad es que este santuario no deja indiferente a nadie, con sus formas innovadoras e, incluso futuristas, y sus 102 metros de altura. Tiene forma piramidal, recordando bastante a la Catedral de San Sebastián que tuvimos la oportunidad de conocer durante nuestra visita a Río de Janeiro. Sin embargo, tan impresionante resulta la construcción como la historia que la motivó.
Resulta que la pequeña imagen de la Virgen, que antaño se ubicaba en otro edificio, se puso a derramar lágrimas durante cinco días seguidos, en 1953. Millares de sicilianos acudieron al lugar para ser testigos de aquel acontecimiento. Incluso se hicieron estudios varios que llegaron a la conclusión de que, en efecto, el líquido derramado por los ojos de la Virgen se trataba de lágrimas. Todo ello se cuenta, con fotos y videos incluidos, en el pequeño museo que se localiza en el mismo santuario. Según parece, la virgen sanó a varios centenares de enfermos en los meses que siguieron a tan extraordinarios acontecimiento y, desde aquel momento, el Santuario de la Madona de las Lágrimas se convirtió en uno de los lugares más importantes de peregrinación del mundo cristiano.
Visitamos tanto la cripta como la propia iglesia del Santuario que, por cierto, fue bendecida por el mismísimo Santo Padre, Juan Pablo II. Que cada uno crea o deje de creer lo que quiera acerca de la historia, pero lo cierto es que el Santuario supone un lugar de suma importancia para toda la isla.
Y con el Santuario de la Madona de las Lagrimas termina nuestra visita a esta ciudad.
Probablemente sean más los edificios y monumentos que hay que ver en Siracusa, pero a nosotros no nos da tiempo para más, pues es momento de tomar dirección a Noto, donde nos espera una de las más importantes ciudades de la Ruta del Barroco de Sicilia. Os dejo, por último, este post donde podéis ver las principals visitas que hay que ver en Sicilia.