Esta deuda pendiente la hemos solventado este año. La relativa cercanía de San Marino con Milán, sede de la final de Champions de 2016, hizo que nos reserváramos un fin de semana largo (de viernes a domingo noche) para, volando a Bolonia, a medio camino entre Milán y San Marino, asistir a la final de la Liga de Campeones -si nuestro equipo llegaba a la misma- y aprovechar para visitar San Marino.
Hemos llegado a Bolonia en el primer vuelo de la mañana. A las 9 y media ya hemos recogido nuestro coche de alquiler y la estupenda autopista nos acerca, en una hora aproximadamente, hasta la salida que nos deja a una veintena de kilómetros de San Marino.
Enseguida divisamos la enorme mole del Monte Titán, que se eleva hasta los 700 metros de altura, con las distintas torres de las murallas de San Marino en su cúspide. Allí se localiza este pequeño estado de 61 kilómetros cuadrados, formado no solo por su capital, igualmente conocida como San Marino, si no por 8 pueblecitos (o castellos, como los llaman aquí), más.
La leyenda explica que el tal Marino que dio nombre al estado fue un cantero dálmata que llegó a Rimini, en el 257 dC, huyendo de las persecuciones cristianas en el otro lado del Mediterráneo. Marino acabó por encontrar refugio en las laderas del Monte Titán y terminó por fundar una primera comunidad. Parece ser que dicha congregación acabó por prosperar, aunque los primeros documentos escritos que existen sobre la existencia de la misma datan del 885. Ya en el siglo XIII se habla de la existencia de Capitanes Regentes que actúan como auténticos Jefes de Estado. De manera que, al menos, desde el año 1243 se sabe de la existencia de este pequeño estado como tal. También se sabe que en 1291 el Santo Padre Nicolás IV reconoce al estado sanmaritense como república independiente. Un pequeño núcleo fue expandiéndose durante los dos siglos siguientes hasta que, en 1463, se obtiene un territorio total de 61 kilómetros cuadrados que es el que persiste, cinco siglos y medio más tarde.
VISITAR SAN MARINO. QUE VER EN SAN MARINO EN 1 DÍA.
EL CENTRO HISTÓRICO DE SAN MARINO. DESDE LA PUERTA DE SAN FRANCISCO HASTA IL CANTONE.
Tras dejar el coche en el parking del hotel, en el mismo centro histórico de la capital de la república, empezamos a visitar San Marino. El día es perfecto. Luce el sol y la temperatura es suave, por lo que las expectativas son máximas.
Enseguida nos damos cuenta del trazado medieval de San Marino. La piedra parece ser el material, casi exclusivo, con que están construidos la práctica totalidad de los edificios del bello casco histórico. En este sentido, nos recuerda a la Valeta, la capital de Malta. Sin embargo, en aquel caso se trata de una ciudad marítima, con un bellísimo puerto natural, y en el caso de San Marino, de una población localizada en lo alto de un gran peñasco que se sitúa en medio de una enorme planicie y desde el que se puede dominar decenas de kilómetros a la redonda.
Empezamos la visita a San Marino por la Puerta de San Francisco, una de las más monumentales de esta población que está rodeada por un cinturón de murallas. Al lado de la misma, se localiza la iglesia y el convento de San Francisco, uno de los más antiguos de la ciudad y que dio cobijo a esta comunidad. La iglesia, que data de 1376, está en obras, de manera que a penas la podemos visitar. Sin embargo, sí que entramos al convento, que actualmente es la sede de un Museo de Arte, básicamente, de arte sacro regional.
A los pocos metros, subiendo por una empinada cuesta, enseguida encontramos la Piazza Titano, una de las más importantes de la ciudad. No esperéis grandes plazas en San Marino. Su trazado medieval es tal que sus angostas callejuelas suelen desembocar en pequeñas plazuelas. En Piazza Titano se localiza el Palazzo Pergami que es la sede del museo más importante de San Marino, el Museo Estatal. Se trata de un museo que presenta un rápido repaso a los hallazgos arqueológicos de la región, además de presentar varias obras de arte posteriores, como pinturas y esculturas traídas desde el antiguo monasterio de Santa Clara y que datan de entre los siglos XVI y XIX. Incluso, una pintura parece estar atribuida a Ribera. Otra parte del museo se encarga de la numismástica y otra más, a distintas colecciones arqueológicas que son producto de donaciones varias y nos muestra arte egipcio, etrusco o griego, por ejemplo. Son varios los museos que se pueden visitar en San Marino, aunque todos pequeños. A los dos comentados, que son estatales, habría que añadir distintos museos privados de pequeño formato y que intentan explotar el filón medieval del estado, tales como el Museo de la Tortura o el de las Armas.
Giramos a mano derecha hasta llegar a Piazza Garibaldi, otra pequeña pero bella plaza, dedicada curiosamente a uno de los grandes héroes de la unificación italiana. Enseguida volvemos por donde hemos venido para subir la cuesta conocida como Via Eugippo que nos llevará hasta uno de los mejores miradores de los que dispone San Marino, Il Cantone.
Antes sin embargo, hacemos dos breves paradas. La primera es para admirar un conjunto de esculturas de bronce que se localizan en un pequeñísimo jardín. Además de estas esculturas, son un buen número las obras de arte contemporáneo que nos iremos cruzando durante nuestro paseo por San Marino. La mayoría forman parte de una exposición que está teniendo lugar en la población hasta finales de junio. Sin embargo, las esculturas de este pequeño jardín, delicadísimas, no son temporales.
A los pocos metros nos encontramos lo que se conoce como la Cava dei Balestrieri o Cantera de los Ballesteros. Según leemos, fue de este lugar de donde se extrajo la piedra para la restauración del Palacio Público, en el siglo XIX. Y es aquí donde se reúne la Federación de Ballesteros de San Marino, que parece ser que está bastante arraigada en la tradición local, celebrando anualmente un torneo o Palio dei Balestrieri cuyo origen se remonta a 1537.
Es curioso, pero no solo las ballestas son típicas de San Marino. Llama la atención que, entre las muchas tiendas que se encuentran repartidas en el casco histórico, encontramos muchas armerías con un arsenal bélico realmente de impresión. No hablo de dos o tres tiendas. Me refiero a decenas de ellas, con rifles, pistolas, ballestas, katanas, navajas e, incluso granadas. Dada la gran cantidad de este tipo de tiendas, finalmente termino por entrar y preguntar en una de ellas, donde me confirman que todas las armas son de juguete. La verdad es que no lo acabo de entender, porque las armas parecen auténticas y la munición también. En fin, si alguien lo aclara, que me lo haga saber.
Finalmente llegamos al Il Cantone, donde se localiza la estación superior del telecabina que cada pocos minutos realiza el trayecto desde Borgo Maggiore. Una posibilidad para visitar San Marino es dejar el coche en este castello y subir en el telecabina. No es nada caro y evita tener que dejar el coche en uno de los parkings de San Marino (aunque el precio diario no es tampoco nada caro, 8 euros).
Las vistas desde Il Cantone son impresionantes. Nada raro si tenemos en cuenta que el Monte Titano se eleva a 700 metros. A sus pies, se localiza el también medieval Borgo Maggiore, con una bonita plaza y, sobretodo, con el color terroso de sus tejados que recuerdan a los de Dubrovnik. Más allá, la vista llega hasta las primeras estribaciones de los Alpeninos. Francamente, espectacular.
Antes de comer aún tenemos tiempo de acercarnos hasta la que es, quizá, la gran plaza que hay que visitar en San Marino. Hablo de la Piazza Libertá, que es donde encontramos el más importante de los palacios de San Marino. Se trata del Palacio Público, que es la residencia de los Capitanes Regentes y sede del gobierno de la República. Se trata de una construcción es estilo neogótica que data de finales de siglo XIX y que es obra de Francesco Azurri. El Palacio público resplandece como el sol. Entre otras cosas, porque su última restauración data de hace relativamente poco, 1996. Tenemos la oportunidad de visitar el Palacio. Destaca la bellísima escalera que sube al primer piso así como la sala donde se reúne el gobierno de la nación. Una preciosidad.
De su fachada destaca la torre del reloj así como el balcón donde se anuncia el nombre de los nuevos Capitanes Regentes electos. Esta ceremonia se celebra dos veces cada año, habida cuenta que la duración de dicho cargo es de, únicamente, seis meses. Los dos Capitanes Regentes tienen la función conjunta de jefes del estado y son elegidos por el Consejo Grande y General, es decir, el Parlamento. Este Consejo es escogido mediante elecciones generales cada 5 años.
Al otro lado de la plaza, encontramos el Teatro del Estado. Y justo en medio de la plaza, una estatua que representa la Libertad y que supone uno de los símbolos del estado. Un balcón situado en esta esplanada permite disfrutar de unas excelentes vistas, muy semejantes a las que hemos tenido la oportunidad de observar desde Il Cantone.
Es, ahora sí, un buen momento para hacer una pausa para el almuerzo. Lugares donde elegir los hay a decenas. Visitar San Marino es disfrutar también de su gastronomía y la verdad es que los restaurantes con buen aspecto se suceden en el casco antiguo del burgo y, además, con muy buenos precios. La Locanda di Bacco, justo al lado de nuestro hotel, la Grotta, resulta ser una excelente opción.
DONDE DORMIR EN SAN MARINO
PASEO A TRAVÉS DE LAS TORRES DE SAN MARINO
Con la panza llena es momento de volver a tomar camino ascendente para poder conocer alguna más de las que son las visitas imprescindibles de San Marino. Me refiero a las tres bellas torres medievales que defendían la parte alta de la muralla sanmarinense. Las dos primeras, son visitables. La tercera, no lo es.
Antes, sin embargo, aun pasamos por la Basílica del Santo, de estilo neoclásico como atestigua su fachada, que dispone de seis columnas coronadas con bellos capiteles corintios. Es en esta iglesia del siglo XIX (edificada encima de un templo románico) donde se localizan las reliquias de San Marino.
Ahora sí, tomamos rumbo hasta la Torre de Guaita, la primera de las dos que tendremos la posibilidad de visitar en San Marino. Se trata de una torre que dataría de antes del siglo XI, aunque como las otras, ha sido restaurada en distintas ocasiones.
La verdad es que la Torre de Guaita luce imponente. Entre los distintos usos que ha tenido esta torre está el de cárcel, función que desempeñó hasta 1975. Es posible poder ver algunas de las celdas de aquella vieja prisión. No perdemos la oportunidad de subir a lo más alto de la torre desde donde podemos disfrutar de unas extraordinarias vistas de la región. A este lado de San Marino, se extiende una enorme llanura, a diferencia de la vista que se observa desde Il Cantone, donde los Alpeninos se dejan ver relativamente cerca.
Desde la cima de la Torre de Guaita también podemos observar la segunda de las torres, que es nuestro próximo objetivo. Se trata de la Torre de Cesta, a la que llegamos tras un paseo de no más de 10 minutos. Es algo posterior a la primera, de los siglos XIII y XIV según parece. La verdad es que es francamente impresionante pues se localiza en el punto más alto del enorme risco que supone el Monte Titano en este punto. Las vistas, como no, son excelentes y lo mejor de la visita, aunque la torre también es la sede de un museo de armas antiguas, donde todo tipo de armas medievales así como armaduras varias se exponen en las vitrinas.
Tras bajar de la Torre de Cesta aun nos acercaremos hasta la tercera torre, llamada Torre Montale. El paseo es corto y transcurre en medio de un frondoso bosque. Llegamos también en poco más de cinco minutos y como sabíamos, nos debemos contentar con la vista desde el exterior.
UN ÚLTIMO PASEO POR EL CENTRO HISTÓRICO DE SAN MARINO
Tras conocer las distintas torres de San Marino regresamos al centro histórico. Por la Salita a la Cresta llegamos hasta las Porta della Fratta, una de las distintas puertas del recinto amurallado, en unos diez minutos. Además, el trayecto es de bajada.
Aquí empieza una de las calles más comerciales de San Marino la Contrada Santa Croce. Es también una de las calles más anchas del centro de la ciudad, aunque como el resto, también está cerrada al tráfico rodado. Los restaurantes, terrazas y, sobretodo, muchas tiendas de suceden en ambos lados de la calle. Nos llama la atención la casi nula presencia (o, al menos, no las sabemos encontrar) de las firmas internacionales típicas que se repiten en todas las grandes ciudades del mundo. Ello nos alegra. Muchas tiendas de recuerdos, algunas de ellas con artículos bien curiosos y bastantes tiendas de productos típicos, como licores varios, tortas o una especie de galletas que, según parece, son típicas de aquí. Compramos un par de unidades, una de ellas con trocitos de pistacho y otra, con almendra.
Y entre paseos pasamos el resto de la tarde hasta la hora de cenar. Es más pronto que tarde, pero hoy nos hemos levantado a las 4 y media de la mañana y el cansancio empieza a hacer mella. Cenamos en Ristorante la Terraza de Titano, en la Contrada del Collegio. Resulta ser una buena opción. Por la gastronomía, que es deliciosa y por las bonitas vistas que desde su terraza se pueden disfrutar. Además, con puesta de sol incluida.
Visitar San Marino ha resultado un éxito. Ha merecido la pena regresar al pequeño estado tras aquel primer fracaso de hace unos años y que nos impidió conocer esta pequeña república. Son bastantes los monumentos que ver en San Marino, por lo que merece la pena pasar un día entero aquí y poder disfrutar de ellos.