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MONASTERIO DE POBLET. Visita al monasterio cirterciense más grande de Europa.

Monasterio de Poblet

patrimonio humanidadEl Monasterio de Poblet es el más importante de los 3 monasterios que forman la que es conocida como Ruta de Císter de Catalunya y, además, el de mayor tamaño dentro de los monasterios cistercienses de toda Europa. Una auténtica joya medieval que tiene merecida su inclusión dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad.

El Monasterio de Poblet se localiza en la comarca catalana de la Conca de Barbera, un zona rica en patrimonio lo que la hace merecedora de una estancia que permita conocer más allá del propio monasterio. Y eso es lo que hemos hecho (durmiendo, por cierto, en la propia hospedería del Monasterio de Poblet), aprovechando un fin de semana por las comarcas tarraconenses donde hemos tenido la oportunidad de desvirtualizar a nuestra amiga bloguera Teresa Trilla, autora de la bitácora Apuntes de Viaje, quien se ofreció a hacernos de cicerone por la bella ciudad de Reus, poseedora de uno de los patrimonio modernistas más ricos de Catalunya.

EL MONASTERIO DE POBLET EN LA HISTORIA. BREVE RESEÑA.

El Monasterio de Santa María de Poblet es, sin duda, la más importante de las abadías cistercienses españolas. Fue Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, quien se encargó de impulsar el primitivo cenobio a mediados de siglo XII. El nuevo monasterio fue entregado a los monjes de la abadía cisterciense de Fontfroide, en el sur de Francia, la cual actuó de casa madre del cenobio catalán. El primer abad del Monasterio de Poblet fue el abad Guerau, a partir de 1153.


La Orden del Císter había surgido a finales del siglo XI como un intento de acercarse a una vida mucho más ascética y espiritual que la practicada en los monasterios de la época. Fue Roberto de Molesmes quien fundó un primer monasterio aunque al cabo de pocos años cae, al menos en parte, en los mismos errores que las distintas abadías benedictinas. Por ello, acaba fundando, en 1098, un nuevo monasterio en un lugar conocido como La Forgeotte que acabará por convertirse en la abadía madre de toda la orden del Císter. 21 monjes acompañaron a Roberto de Molesmes en aquel nuevo ideal de pobreza, ascetismo, eremitismo y obediencia.

Fue la nobleza catalana quien se encargó, con sus donaciones, de que el crecimiento del Monasterio de Poblet fuera continuo durante los primeros siglos de su existencia. Muchos de aquellos personajes fueron enterrados en el propio cenobio, tal y como tendremos la oportunidad de conocer al visitar el claustro del monasterio. Es una época en que el Monasterio de Poblet se convierte en referente y casa madre de otros cenobios de la Península Ibérica como el aragonés Monasterio de Piedra o el Monasterio de la Real en Mallorca.

Pero no solo la nobleza está enterrada en Poblet. El Monasterio fue adecuado a modo de Panteón Real por orden de Pedro el Ceremonioso, en 1340. De esta manera, fueron varios los condes de Barcelona y, posteriormente, Reyes de la Corona Catalana-Aragonesa quienes encontraron aquí su lugar de reposo final. El declive del Monasterio de Poblet llega tras la extinción de la Real Casa de Aragón. Martín I el Humano muere sin dejar descendencia y, tras el compromiso de Caspe, es la Casa de Trastamara, de la mano de Fernando I de Antequera, quien se hará con el reinado catalano-aragonés.

Sin embargo, una relativamente importante comunidad de monjes siguió observado la orden de San Benito desde el monasterio hasta que a principios del siglo XIX los monjes deben abandonar el cenobio. El Monasterio de Poblet corre la misma suerte que gran parte de los monasterios y prioroatos catalanes y españoles producto de la Desamortización de Mendizábal y las distintas luchas entre liberales y absolutistas.

No es hasta el siglo XX cuando el Monasterio de Poblet renacerá de sus cenizas. Es entonces cuando se llevan a término distintos trabajos de restauración que permiten rehacer parte de su antigua gloria. A partir de la quinta década del siglo XX se reinicia la repoblación del monasterio gracias a la presencia de cuatro monjes de procedencia italiana a la vez que continúan los trabajos de restauración que han llevado al Monasterio de Poblet a convertirse en uno de los más extraordinarios monasterios cistercienses entre los que pueden visitarse actualmente. Hoy en día, una comunidad de poco más de treinta monjes son los que se ocupan de mantener viva la llama del Monasterio de Poblet.

VISITA AL MONASTERIO DE POBLET

La primera impresión que da el monasterio de Poblet es el de tratarse de una gran fortaleza. Eso es así porque cuando el cenobio se convirtió en Panteón Real fueron necesarias unas reformas en pos de garantizar su seguridad. De esta manera, antes de llegar al conjunto monástico en si, se pasa sucesivamente por un conjunto de puertas y patios. La primera puerta es la Puerta de Prades y la segunda, la Puerta Dorada. En este gran patio se disponen las antiguas dependencias del Palacio del Abad (en un edificio en ruinas), la antigua iglesia románica de Santa Catalina (era la utilizada por el pueblo durante la edad media, pues la iglesia de la abadía estaba reservada a la comunidad) y la actual Hospedería del Monasterio de Poblet, donde nosotros hemos pasado la noche.

Enfrente, queda la gran portalada de la iglesia del monasterio. Se trata de una monumental entrada barroca que nos indica que el resultado final del cenobio es producto de una evidente sucesión de estilos.

A la izquierda de esta puerta barroca se encuentra la que es conocida como Puerta Real, que recuerda realmente a la de una gran fortaleza. A este nivel, encontramos el perímetro de murallas que rodea el monasterio. Se trata de más de 600 metros de murallas defendidas por 12 torreones.



Pasamos esta monumental puerta y antes de adentrarnos en el monasterio en si, observamos que a derecha e izquierda se localizan distintas construcciones. Las escaleras que salen a la derecha llevan al Palacio del Rey Martín I el Humano, el último de los monarcas de la corona catalano-aragonesa. Se trata de una construcción gótica que alberga, actualmente, un pequeño pero interesante museo de arte litúrgico. En las paredes del palacio podemos observar el blasón real. Sin embargo, a la izquierda de este primer atrio lleva a las que fueron las habitaciones de los conversos.

Una puerta románica nos abre al monumental claustro del Monasterio de Poblet. Ya podemos observar que el plano del cenobio se basa en el que es conocido como plano bernardino y que ya hemos tenido la oportunidad de conocer en otros monasterios de la Orden del Císter, como el Monasterio de Maulbronn, en Alemania.





El claustro es ciertamente monumental y nos da fe, nuevamente, de la mezcla de estilos en que está construido el monasterio. Algunas galerías son góticas, mientras que las más primitivas, son románicas. En las paredes del claustro se localizan las tumbas de los diversos nobles que financiaron la construcción del cenobio. Todas ellas están documentadas y corresponden a las familias de mayor importancia en la Catalunya medieval.

El patio del claustro está bellamente ornamentado con un parterre de flores y unos altos cipreses. Pero la construcción que se lleva todas las miradas es el precioso lavatorio o lavabo, de estilo gótico y que corresponde al siglo XIV. Es este uno de los más bellos elementos del Monasterio de Poblet, quizá el más emblemático. Los lavabos eran habituales en los monasterios cirtercienses de planta bernardina y se situaban, como aquí, enfrente del refectorio. Eran utilizados, por tanto, para lavarse las manos antes de los ágapes, aunque actualmente su función es puramente decorativa. En las bóvedas de crucería del templete observamos restos de la policromía original.

Los capiteles de las distintas columnas del claustro son extraordinariamente austeros, como corresponde a la Orden del Císter. Solo algunos motivos vegetales decoran dichos capiteles. Ninguno de ellos está historiado.

Alrededor del claustro del Monasterio se distribuyen las diferentes estancias que son o han sido utilizadas por los monjes durante la historia. Alguna de ellas hacen, actualmente, una función meramente decorativa, como las cocinas, situadas junto al lado del refectorium o el parlatorium, que antaño era el único lugar donde a los monjes se les permitía mantener una conversación. Sin embargo, otras dependencias continúan realizando la función original como la preciosa sala capitular, donde cuatro columnas se abren en paraguas para formar sus bóvedas de crucería. Es en esta sala capitular donde se sigue leyendo la regla de San Benito que es por la que se rige la comunidad. También aquí se discute sobre temas de importancia en el monasterio. Algunos abades están enterrados en el suelo de este sala capitular como atestiguan las lápidas.






No podemos entrar, sin embargo al refectorium, pues sigue siendo el utilizado actualmente por la treintena de monjes que habitan el Monasterio de Poblet. Lo podemos observar desde fuera. Una especie de púlpito es el utilizado por uno de los monjes que es el encargado de leer algún pasaje bíblico mientras el resto de la comunidad almuerza en silencio. Se trata de una sala alargada, con bóveda ligeramente apuntada, pero sobria y con suelos de madera. Las mesas donde se disponen los monjes se sitúan en el perímetro de la sala.

Otra estancia hace las funciones de biblioteca o scriptorium, como ha venido haciendo desde hace años y otra más, las hacía de bodega, aunque actualmente se alquila para todo tipo de actos.

En el piso superior tenemos la oportunidad de pasear por el sobreclaustro, que antiguamente fue un segundo claustro situado en el piso de arriba. Desde aquí podemos entrar a lo que fueron los antiguos dormitorios monásticos. Se trata de una sala alargada con arcos en diafragma que se apoyan sobre ménsulas y que se cierra con un tejado de madera a doble vertiente. Actualmente hace las funciones de segunda biblioteca, de manera que la comunidad dispone de celdas individuales que no tenemos la oportunidad de visitar.




IGLESIA DEL MONASTERIO DE POBLET

Podemos entrar a la iglesia del Monasterio de Poblet a través de la puerta barroca monumental que da al exterior del recinto o a través del propio claustro como así hacemos. Se trata de un templo de planta basilical de tres naves con transepto.

La construcción de la iglesia se inicia durante los reinados de Ramón Berenguer IV y Alfonso II de Aragón, en el estilo románico imperante en aquél momento. Desde luego, la construcción del templo se prolongó por el espacio de bastantes centurias como así lo atestigua el fenomenal cimborio gótico que hemos tenido la oportunidad de conocer desde el claustro, las distintas capillas también góticas, la portalada barroca, de la que ya hemos hablado, o la sacristía, también barroca.

Lo más extraordinario de la iglesia del Monasterio de Poblet son el bellísimo retablo en alabastro, una obra cumbre de Damià Forment que fecha del primer tercio del siglo XVI y el Panteón Real de Poblet, donde descansan algunos de los soberanos de la Casa Catalana-Aragonesa como Pedro IV el Ceremonioso o Jaime I el conquistador. Fue precisamente Pedro el Ceremonioso quien llevó a término la obra del conjunto sepulcral, aunque la idea primordial había sido de Alfonso II el Casto, quien ya mostró la voluntad de ser enterrado en Poblet y el deseo de que el cenobio se convirtiera en panteón real.

Nuestra visita al Monasterio de Poblet termina con la del pequeño museo adyacente que, como hemos comentado, se localiza en lo que era el Palacio Real de Martín I el Humano. La verdad es que no es de extrañar que el cenobio forme parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad, pues se trata de uno de los monasterios más majestuosos de toda Europa y, probablemente, el mejor conservado de la orden del Císter, dentro de los que siguen desempeñando su función.


HOSPEDERÍA DEL MONASTERIO DE POBLET.

Nos hacía especialmente ilusión poder hospedarnos en la Hostatgeria del Monasterio de Poblet, es decir, la hospedería.

Se trata de un edificio moderno situado en lo que eran las dependencias del antiguo hospital de pobres y que aúna la célebre hospitalidad monástica con una comodidad digna del siglo XXI. Aquí pueden hospedarse las familias, a diferencia de la hospedería interna en la que solo pueden hospedarse los varones.

Hospedarse en la Hostatgería de Poblet permite, más allá de visitar el monasterio, poder recorrer la zona circundante, muy rica en patrimonio. Nosotros tuvimos la oportunidad de visitar el interesantísimo museo del Vidrio de Vimbodí (población a la que pertenece el monasterio) donde Marc pudo conocer como trabaja un maestro vidriero.

También la Espluga de Francolí posee algunos museos de interés, como el de la Prehistoria, ubicado en unas cuevas milenarias o el del Vino, que se localiza en una de las bodegas modernistas más bellas de Catalunya.

Al día siguiente nos acercamos a la Serra de Prades, donde pudimos disfrutar del que es uno de los pueblos más bellos de Catalunya, Siurana. Las vistas desde los riscos que circundan la población son de una excepcional belleza y no aptos para vertiginosos. Finalmente, pasamos la tarde en la población de Montblanc, cuya muralla la rodea por completo y que es una de las villas de carácter medieval más bonitas de Catalunya.

Mención a parte merece el restaurante de la Hostatgeria del Monasterio de Poblet. Tuvimos la oportunidad de cenar en el mismo, donde pudimos escoger entre dos completísimos menús de 15 y 20 euros. Isa se conformó con en de 15 euros y yo me decidí por el de 20 euros. Marc escogió el menú infantil.

Entre los 5 platos de primero y 5 de segundo yo me decanté por una ensalada de frutos secos y queso de cabra con vinagre balsámico y pierna de cordero guisada en caldereta con sus verduras y parmetnier de patata. Estaba ciertamente delicioso, como también lo estaba la la tarta de tiramisú que escogimos entre las 5 posibilidades para el postre.

Las habitaciones son amplias y cómodas y con una decoración austera como corresponde a una hospedería monástica que invita a la tranquilidad. Alojarnos aquí nos permitió, por cierto, acudir a la salve que los monjes de Poblet celebran cada día a las 20.30h (el horario cambia según la temporada) y que termina con uno bonitos cánticos en latín.










La verdad es que hospedarnos en la Hostatgeria de Poblet fue un auténtico acierto que nos permitió visitar el Monasterio de Poblet a primera hora del día, así como conocer los alrededores del mismo.

POST AMIGO.

Dani en Viatges Pedraforca nos cuenta lo que pueda dar de si un Fin de semana en la Conca de Barberà.

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