Esta vez y aprovechando un viaje a Santiago de Compostela no se me escaparía la oportunidad. Cierto que las Minas Romanas de Las Médulas distan más de doscientos kilómetros de la capital gallega. Pero, aprovechando que dispongo de un día libre, no lo dudo dos veces. Alquilo un coche en Santiago de Compostela y me acerco, en un par de horas y media, hasta la leonesa comarca de El Bierzo, donde se encuentra este bellísimo paisaje.
LAS MÉDULAS, MARAVILLOSO PAISAJE Y MINAS DE ORO DE LA ÉPOCA ROMANA
Visitar Las Médulas supone conocer uno de los más extraordinarios paisajes de la Península Ibérica. Un paisaje, sin embargo, que fue moldeado por el hombre a raíz de que los romanos descubrieran, al colonizar la zona, que desde tiempos inmemoriales los lugareños habían explotado los yacimiento haciendo uso de la tradicional técnica del bateo.
Los romanos, sin embargo, fueron un poco más allá, pues se encargaron de diseñar un complejo sistema que permitiera la extracción del preciado material de las mismas entrañas de esta arcillosa tierra. Corrían tiempos de Octavio Augusto, primer Emperador romano, sobre el año 26 aC. Bajo el mandato de Augusto se empezaron a acuñar, de forma bastante regular, importantes cantidades de áureos, la moneda de oro que debía sustituir a la hast entonces moneda más preeminente en la civilización romana: el denario de plata.
Para conseguir las ingentes cantidades de oro necesario para acuñar la moneda en cuestión, los romanos se dieron cuenta que con la tradicional técnica del bateo no sería suficiente. Fue en este contexto cuando los ingenieros romanos idearon los distintos sistemas de explotación del terreno (o de las minas romanas). Así nos lo explica Plinio el Viejo, historiador y que llegó a ser administrados de las minas de las Médulas. Aunque me he documentado bastante para escribir el artículo (merece mucho la pena un artículo de Historia NG, número 138) se me hace un poco difícil entender exactamente en qué consistía el método conocido como Ruina Montium.
Trataré de explicarlo en un par de frases. Y que me perdonen los expertos por mi probable inexactitud. Se trataba de crear una serie de túneles y galerías por dentro del terreno que hoy conocemos como Las Médulas. Por estas galerías se introducía gran cantidad de agua que saturaba el terreno a la vez que deshacía la arcillosa tierra, muy dúctil y maleable. Ello conseguía separar el material áureo del resto de materiales que componen el terreno. Posteriormente, se dejaban caer ingentes cantidades de agua almacenada en grandes depósitos lo cual producía una gran explosión y el derrumbe del monte (de aquí le viene que la técnica sea conocida como Ruina Montium). El agua, las arcillas y, por supuesto, el oro que se había desprendido era canalizado por una serie de canales hasta llegar a las colas de lavado, donde se recolectaba el preciado metal.
Y es así como la mano del hombre acabó por moldear este fabuloso paisaje de Las Médulas y que hoy supone una de las visitas más interesantes que se pueden hacer en España en cuanto a todo aquello relacionado con la época de colonización romana. El paisaje cultural y natural de Las Médulas forma parte de la Lista del Patrimonio de la Humanidad desde 1997.
VISITA A LA MÉDULAS. LOS DISTINTOS SENDEROS.
Llego a Las Médulas cuando son casi la una del mediodía y aparco en el parking que se localiza a 50 metros del Aula Arqueológica que funciona a modo de centro de interpretación de Las Médulas. Allí recibo una breve explicación sobre los distintos itinerarios y senderos que permiten recorrer Las Médulas a la vez que me entregan un pequeño mapa de la zona.
Basicamente me hablan de estos senderos:
– Senda las Valiñas: un recorrido circular que permite acceder a dos cuevas artificiales, la Cuevona y la Encantada. Se trata de un recorrido de 3,5 kilómetros.
– Senda Perimetral: también es un recorrido circular que transita por lo que es todo el perímetro de Las Médulas. Algunos de los mejores miradores se localizan en esta senda, como el Mirador de Orellán. También permite acceder a las Galerías de Orellán, una de las últimas que se explotaron en Las Médulas, y al Mirador de Las Perdices. Comentar que tanto al Mirador de Orellán como a las Galerías de Orellán se puede acceder en coche si se prefiere no realizar todo el paseo a pie. Esta senda tiene una longitud de 14.3 kilómetros.
– Senda del Lago Sumido: una senda de ida y vuelta que parte del mismo pueblo de Las Médulas y que te acerca al lago Sumido, como indica el nombre de la senda. 1 kilómetro de ida y otro de vuelta.
– Senda Reirigo: permite acceder a la cima de Reirigo y a Las Medulillas, a partir de la Senda Perimetral. Desde esta cima se obtienen excelentes vistas de Las Médulas, aunque la verdad es que es bastante durilla y no habilitada para realizarla con niños pequeños.
En la Aula Arqueológica me aconsejan un recorrido de unos 12 kilómetros con lo mejor de las sendas Perimetral, las Valiñas y Reirigo, y que tiene una longitud de unos 12 kilómetros y supone unas 4 horas de trayecto. Será la que realicemos, aunque finalmente no llegaremos hasta el mirador de las Perdices por lo que me ahorraré un kilómetro.
Empezamos el recorrido transitando por el pueblo de Las Médulas, una pequeñísima población que dispone de algunos restaurantes y casas rurales donde se sirve el cocido bierciano típico de esta comarca. Justo a la salida del pueblo tomamos, a mano izquierda, la Senda de las Valiñas. Hay que decir que no siempre los senderos están correctamente señalizados. Da la sensación que le falta un poco de mantenimiento a este Parque Arqueológico de Las Médulas.
Caminamos a través de un bonito sendero donde ya encontramos los primeros castañares (omnipresentes en casi toda la ruta) hasta llegar a la primera de las dos cuevas: la Cuevona. Tanta esta cueva como la que se localiza un centenar de metros más arriba, la Encantada, son cuevas artificiales moldeadas a través del trabajo del hombre en pos de derrumbar la montaña. Como ya hemos comentado, este era el motivo de disponer esta serie de túneles y pasadizos en el interior de esta arcillosa tierra: derrumbarla, separar el oro de la arcilla y tras el lavado, conseguir recolectar el preciado material dorado.
Durante el paseo hasta aquí ya hemos podido disfrutar de este conjunto de falsos montes picudos de esta arcillosa tierra anaranjada, tan característica de Las Médulas.
Seguimos por la senda de las Valiñas, que por ser circular regresaría al pueblo. Sin embargo, antes de llegar al mismo, tomamos una senda ascendente que encontramos a mano izquierda. Se trata de 900 metros de un paisaje espectacular, con miles de castañares que han perdido en esta época de noviembre su caduca hoja que yace en el suelo formando una bellísima alfombra continua.
Esta ascendente ruta, no solo es bellísima, si no que es bastante dura. Se trata de un trayecto de casi 900 metros de longitud con una pendiente de hasta el 20%. Con el esfuerzo enseguida se pasa el frío.
Sigo el sendero que sube y sube pero la verdad es que, en cierto momento, acabo por perderme. Cuando consigo entender que por donde transito no hay sendero alguno tengo que regresar por donde venía y tomar la ruta correcta, unos 100 metros más abajo. La verdad es que paso por un mal momento.
Al llegar al fin de este trayecto, conecto con la Senda Perimetral para acercarme hasta el Mirador de Orellán, el más bello de toda la Ruta por Las Médulas. Es desde aquí donde se toman la mayoría de fotos que ilustran libros y reportajes sobre Las Médulas. Las visitas desde este punto son maravillosas, con los distintos montículos fruto del trabajo de los romanos (o, mejor dicho, de los lugareños que tuvieron que trabajar para ellos). Podemos observar desde aquí la ventana dispuesta en la misma tierra arcillosa que forma la Galería de Orellán, que supone nuestro próximo objetivo.
Fue esta una de las últimas galerías excavadas en el conglomerado aurífero. Para acceder al mismo debemos abonar una entrada de 2€ y protegernos con un casco de obrero. La verdad es que merece la pena internarse por las entrañas del conglomerado hasta salir por el balcón que observamos desde el Mirador de Orellan.
Regresamos sobre nuestros pasos para tomar la Senda Perimetral que regresa directo hasta el pueblo de Las Médulas, aunque dando un buen rodeo. Dejamos a nuestra izquierda una zona donde podemos observar algunos de los canales de agua que se han conservado y que era donde se procedía al bateo del material ya lavado. Un poco más adelante, encontramos la zona llamada el Campo de Braña, que desempeña funciones de merendero. Sin embargo, aunque me he traído unos bocadillos, algo de fruta y bastante bebida, he ido dando cuenta de ello durante todo el trayecto, de manera que sigo con la ruta.
Es momento ahora de ascender hacia el Pico Reirigo, que es lo que me han aconsejado en el Aula Arqueológico. Para ello, dejo la Senda Perimetral y tomo la Senda Reirigo. En un ascenso algo durillo, aunque técnicamente sin dificultad. Eso sí, no me parece nada apto si vais con niños pequeños. En pocos minutos he llegado a la cima, donde se ubica un punto geodésico. Algo más allá, se puede disfrutar de unas enormes vistas del área arqueológica.
Es decir, donde se ubican los restos de la Ruina Montium con los picos arcillosos puntiagudos. Precioso. Sin embargo, la bajada, por otro sendero, y que nos llevará de nuevo hasta la Senda Perimetral, es francamente dura. A ratos, por empinada. En otros momentos, por encontrarse el sendero demasiado cercano a la ladera. A veces, por las altas zarzas que uno tiene que ir salvando. La verdad es que incluso me pierdo por segunda vez y estoy un buen rato que no lo paso nada bien. Por no encontrar el camino correcto y porque nadie parecía pasar por allí. Como digo, en demasiadas ocasiones, las indicaciones brillan por su ausencia.
Finalmente, reencuentro el camino correcto (o esto supongo) que me lleva a unas cuevas conocidas como Las Medulillas. No entro a ellas, pues no llevo casco y no sé si son muy seguras. Y además, ya me he perdido un par de veces y después de hacer un buen trayecto por un senderito demasiado pegado a la ladera, empiezo a estar con la mosca detrás de la oreja. Desciendo por unas escaleras de madera hasta retomar la senda perimetral.
Es momento de decidir si regreso al pueblo de Las Médulas siguiendo la Senda Perimetral hasta el final o me meto por el Sendero Soto. Es este un sendero algo más corto que, en cierta manera, hace de atajo. Y es lo que me han recomendado en el centro de visitantes, de manera que tomo esta senda, que es toda de bajada. La verdad es que es esta otra zona preciosa, nuevamente copada por gran cantidad de castañares. Nadie encuentro en el Sendero Soto, como nadie encontré en el otro tramo de castañares, de subida al mirador de Orellán, ni nadie en el ascenso al pico Reirigo. La verdad es que parece que, pese a ser sábado, poca gente discurre por estos senderos más allá de la Senda Las Valiñas, la más cercana al pueblo.
En poco rato hemos regresado al pueblo de las Médulas. Han sido al final, poco más de 3 horas de ruta para completar los, aproximadamente, 11 kilómetros.
La verdad es que la Ruta por los senderos de Las Médulas me parece de una belleza paisajística excepcional. Simplemente, comentar que creo que en varios lugares me parece un tanto descuidado en cuanto a indicaciones. Algo que desde la dirección del parque se debería mejorar.
¿Un poco más de información? Vero de Touristear nos explican su ruta desde las Médulas hasta Astorga.