Guna Yala (hasta hace poco conocido como Kuna Yala), el maravilloso conjunto de islitas caribeñas también conocidas como Archipiélago de San Blas, es uno de los más rotundos paraísos que uno ha tenido jamás la oportunidad de disfrutar.
Guna Yala es un archipiélago situado en el mar Caribe formado por, aproximadamente, tres centenares de islas, las mayoría de escasísimo tamaño y rodeadas por una corona de irresistible arena blanca y coral. Estas paradisíacas playas de aguas claras y templadas, a menudo solitarias o surcadas solamente por un pequeño puñado de viajeros, suponen uno de los mejores reclamos turísticos de Panamá.
Guna Yala se ha mantenido aislada de la civilización durante siglos. Hasta hace bien pocos años solo era posible disfrutar de este paraíso gracias a los vuelos diarios que conectaban Panamá City con algunas de las islas. Sin embargo, la construcción de una carretera que une la Panamericana con el Puerto de Cartí (desde donde se puede acceder, vía marítima, a un buen número de estos islotes) ha facilitado que los viajeros puedan desplazarse a esta maravilla natural de una manera bastante más económica. Puerto de Cartí dista, únicamente, un par de horas y media de la capital panameña.
DATOS PRÁCTICOS Y EXCURSIONES PARA VISITAR PANAMÁ
Estas son las opciones más interesantes:
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- Excursión a una aldea indígena emberá.
- IMPRESCINDIBLE. Visita guiada en español al CANAL DE PANAMÁ
- EL PARAÍSO. Excursión a las islas de San Blas.
- RELAX EN EL PACÍFICO. Excursión a la isla de Taboga.
- NATURALEZA. Excursión a Isla Monos y Gamboa Rainforest.
- ¿UN DÍA EXTRA? Te mostramos aquí TODOS LOS TOURS EN PANAMÁ EN ESPAÑOL.
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LOS GUNA, LOS ORGULLOSOS HABITANTES DE GUNA YALA.
Guna Yala está poblada desde hace algunos siglos por los indios Guna que, según parece, podrian haber sido originarios del Darien. Son ellos los que imponen sus normas, gracias a un tratado con el Gobierno de Panamá que les garantiza un grado de autonomía francamente importante.
Son 49 las comunidades Guna en que se divide la comarca de Guna Yala. Aunque la mayoría de ellas son comunidades insulares, algunas se encuentran localizadas en tierra firme. Cada comunidad dispone de un jefe del poblado, conocido como sahila, que es elegido por sufragio universal. El sahila es el representante de la comunidad ante el Consejo General Guna que se reúne dos veces al año y que es el responsable de coordinar las acciones que atañen a todo el pueblo Guna aunque, a su vez, cada comunidad dispone de un alto grado de autonomía que les permite organizarse según sus propias normas.
Esta casi total autonomía ha propiciado que el Gobierno de Panamá limite a la educación y a la sanidad sus competencias en Guna Yala. Es así como los Guna, que tampoco pagan impuestos al estado, intentan preservar su cultura y tradiciones, a la vez que procuran mantenerse como autosuficientes, algo que con la ayuda del turismo responsable, están algo más cerca de conseguir.
Los Guna son una sociedad matriarcal. Son las hijas quienes heredan las tierras de los padres. También son ellas quienes mantienen la tradicional indumentaria con la que se han vestido durante siglos. La mola es, en este sentido, la prenda más destacada. Se trata de una tela de coloridos diseños, de formas geométricas las más tradicionales, que las Gunas elaboran de forma artesanal. Casi la práctica totalidad de las mujeres Guna siguen vistiendo con la mola, que se dispone encima de sus largos y coloristas vestidos. Los wini, una suerte de coloridas cuentas en forma de brazaletes y canilleras y una buena cantidad de llamativos brazaletes, anillos o collares, completan la ornamentación de las mujeres Guna.
Los hombres, sin embargo, solo visten las prendas tradicionales en muy contadas ocasiones. Camiseta y pantalón tejano parecen haberse convertido en su atuendo tradicional. Muchos de ellos se dedican a la pesca, una de las actividades con que se sustenta la economía de los Guna. La recolección de cocos y, en los últimos años, el turismo, son otras dos actividades que ayudan en el sustento y autosuficiencia de Guna Yaka. Me extenderé, en un relato próximo, con este pueblo tan interesante y que tuvimos la oportunidad de conocer gracias a una visita que realizamos a una de sus comunidades.
VISITA A GUNA YALA. DOS DÍAS EN EL PARAÍSO.
Aunque es posible contratar una excusión de un solo día a Guna Yala (lo que en Panamá se conoce como pasadía) hemos preferido poder disfrutar del archipiélago de San Blas durante un par de días enteros. Así, más allá de poder conocer una buena cantidad de estas paradisíacas islas, podremos hacer lo propio con los indios Guna, cuya cultura nos parece especialmente interesante.
A las 5 y cuarto de la mañana, cuando aún no ha amanecido, nos recogen puntuales en nuestro hotel de Panamá City. El trayecto hasta el puerto de Cartí dura algo más de dos horas y media. La última hora se realiza con por una carretera abierta hace pocos años, parcialmente asfaltada pero no en su totalidad y que es una auténtico sube y baja en medio de la espesura de la selva. Vale la pena que los que sean especialmente dados a marearse tomen sus precauciones, biodramina mediante.
El puerto de Cartí, a orillas del Caribe, es un caos organizado donde se distribuye a los viajeros que han llegado hasta aquí en las diversas embarcaciones que los repartirán por las distintas islas de este sector de la comarca de Guna Yala. Lo habitual es haber adquirido un paquete completo que comprenda el desplazamiento en 4×4 hasta Puerto Cartí, la lancha hasta la isla donde se hospedará el viajero, la pensión completa que será ofrecida por el anfitrión y algunas excursiones a islas vecinas o cercanas donde poder disfrutar de las aguas templadas y transparentes que caracterizan el archipiélago.
Tras tomar la lancha de Elías, que será nuestro anfitrión en las Cabañas Corbiski que se localizan en la comunidad homónima, es hora de surcar el mar caribe. Nuestro primer objetivo es la Isla Aguja, donde realizaremos el desayuno. Antes, pasaremos por algunas islas donde ya nos damos cuenta que la vida aquí transcurre al modo tradicional.
En algunas de las ínsulas más mayores, se localizan unas decenas o pocos centenares de cabañas construidas habitualmente utilizando los productos que la propia naturaleza les regala, como cañas y tablones de madera para las paredes y paja para los tejados. Sin embargo, un incipiente uso de la chapa, amenaza con dar demasiado colorido a unas comunidades que desean avanzar, ni que sea poco a poco, en el sentido de unos mínimos de comodidad. Aunque hasta hace pocos años la electricidad era impensable en Guna Yaya, el uso de placas solares se ha ido haciendo habitual, así como la presencia de algunas antenas parabólicas. El uso del cemento parece destinado, únicamente, a algunas infraestructuras de carácter estratégico, como la escuela.
En Isla Aguja disfrutamos de un frugal desayuno que se compone de una tortilla al gusto con patacones. Aquí tendremos el primer contacto con algunas indias Guna, ataviadas con su tradicional atuendo. Isla Aguja es de mediano tamaño y rodeada por las, casi omnipresentes en estas latitudes, playas de arena blanca. El azul celeste de las aguas, junto con el blanco de las playas y el verde de las palmeras que se inclinan hacia las caribeñas aguas, completan una postal que parece un auténtico sueño. Antes de dirigirnos hasta la próxima isla disfrutamos de un primer baño en las cálidas aguas caribeñas.
Nuestro próximo destino es la Isla Perro Grande. Pasamos antes por un sin fin de pequeñas islas, cortadas todas por el mismo patrón: unas pocas decenas de cocoteros dispuestas sobre un islote que se eleva poquísimos metros sobre el nivel del Caribe y que se rodea de playas de finísima arena blanca y unas aguas que disponen de una completa paleta de azules.
Pasamos por delante de la minúscula Isla Pelícano y por Isla Perro Chico, famosa por encontrase varado en ella un viejo barco hundido que ha sido colonizado por el bello coral caribeño.
Isla Perro Grande es de mediano tamaño. No tan pequeña como Isla Pelícano. Su perímetro se podría completar en un paseo de poco más de diez minutos. Aquí dispondremos de un par de horas de auténtico disfrute. Es el momento para el dolce far niente. Para, simplemente, descansar (¿de qué?) tumbados sobre la fina arena blanca, previa protección con una buena cantidad de crema protectora solar que aquí se hace imprescindible.
Tiempo tendremos también para conocer los poco profundos suelos marítimos de estas templadas aguas, donde tendremos la oportunidad de reconocer las primeras estrellas de mar, de intenso color rojo y más de 20 centímetros de longitud. La verdad es que son una auténtica maravilla.
LAS PISCINAS NATURALES Y COMIDA EN ISLA WAILY
Sobre las 12.30 tomamos nuevamente nuestro bote con destino a un nuevo islote, de nombre Isla Waily, donde tenemos el almuerzo.
Antes de llegar al destino, sin embargo, hacemos una breve parada en otro sitio verdaderamente sorprendente. Se trata de las que son conocidas como piscinas naturales. El mar Caribe es, en esta localización, un mar de escasa profundidad. Y es en este lugar, donde este hecho toma especial preponderancia, pues la profundidad del océano es de poco más de medio metro. Es decir, el Caribe se comporta aquí como unas auténticas piscinas naturales. Marc y yo no dudamos en bajar de la barca y disfrutar de un placentero baño en estas cálidas aguas, nuevamente de bellos colores azul celeste y verdoso. La limitada profundidad de las aguas llega a su máxima expresión en varios bancos de arena diseminados en medio del mar, a los que uno puede subirse dando lugar a una de las escenas más curiosas de todo el viaje.
La verdad es que la visita a Guna Yala no deja de sorprendernos. Llegamos a Isla Waily o Wailidup. Se trata de otra ínsula de mediado tamaño, algo mayor que Isla Perro. Aquí tenemos el almuerzo donde podremos degustar uno de los platos más tradicionales de la cocina Guna. Hablamos, como no, del pescado y en concreto, del pargo rojo, uno de los más habituales en estas latitudes. El manjar, acompañado de arroz y patacones, está exquisito. No falta la Balboa, la cerveza panameña más popular.
Disfrutado el almuerzo es momento para disfrutar de las playas de Wailidup y de sus fondos marinos. Con sorpresa observamos la gran densidad de estrellas de mar de que se encuentran dispensas en estas aguas. En poco más de quince minutos podemos contar hasta cuarenta de ellas, la mayoría de más de 20 centímetros de longitud. Una auténtica y frágil, preciosidad, que no puede permanecer fuera del agua más que unos pocos (escasos) segundos. Vale la pena recordar que si se quiere tomar una fotografía de la estrella de mar, debe mantenerse ligeramente sumergida en el agua. También encontramos varias caracolas de mar, alguna de ellas, de considerable tamaño, con sus casi 30 centímetros de longitud.
En esta isla, Wailidup, se ha construido un pequeño lodge, en forma de cinco cabañas dispuestas en pilones, encima del mar caribe. Un pequeño lujo de nueva construcción, aunque preservando el entorno.
ISLA CORBISKI, NUESTRO ALOJAMIENTO EN GUNA YALA
Tras un par de horas disfrutando, nuevamente, de las cálidas y transparente aguas caribeñas regresamos a nuestro bote para dirigirnos a nuestro destino final, la Isla Corbiski, donde tenemos nuestro alojamiento para las dos próximas noches.
Llegamos a Corbiski tras un paseo de una media horita en la lancha fueraborda. Antes de llegar tenemos una última sorpresa. Se trata de la presencia de dos juguetones delfines que no dudan a acercarse a nuestra embarcación tras percatarse de nuestra presencia.
Isla Corbiski es una pequeña isla donde reside una comunidad compuesta por un centenar de Gunas. Se trata de una de la cincuentena de islas que permanecen habitadas. Elías, uno de los indios residentes en el pequeño, ha montado hace unos años un pequeño negocio de hospedaje que ha ido mejorando y ampliando año tras año. Un par de sencillas cabañas de madera procuran un hospedaje algo más confortable que en otras islas, donde los barracones son bastante más rudimentarios o donde la acampada es la norma.
Elías nos recibe contento de nuestra presencia y nos explica la implicación de su negocio en la comunidad. Parte de los beneficios los reinvierte en la comunidad y en particular, en la escuela, de la cual el profesor. Con la existencia de estas cabañas de madera, construidas con materiales sostenibles de acuerdo con el entorno, Elías se ha ido especializando en un turismo familiar, donde los niños son especialmente bienvenidos.
La estancia en la Isla Cobirski nos permite interaccionar con los indios Guna, lo que nos parece especialmente interesante. Durante nuestro paseo por la comunidad, nos encontraremos con varias Guna vestidas al modo tradicional. Posteriormente, veremos regresar a los pescadores de la comunidad, que nos explican que hoy no han tenido mucha suerte con la faena. Desde el sencillo muelle de la isla Corbiski seremos testimonios de una bonita puesta de sol en Guna Yala. Por la mañana, incluso, seremos invitados a conocer la escuela donde Elías imparte sus clases y a la que acuden diariamente los más pequeños de la comunidad.
La cena en las Cabañas Corbiski nos aguarda una última sorpresa. Tenemos la oportunidad de disfrutar otro de los manjares más típicos de Guna Yala. Hablamos de la famosa langosta que los propios Guna se han especializados en pescar buceando a pulmón libre, es decir, al modo tradicional. La verdad es que el tamaño de la langosta es sorprendente y, además, está exquisita.
Así termina nuestro primer día en Guna Yala o Archipiélago de San Blas, este auténtico paraíso de Panamá que merece la pena poder disfrutar. Mañana será un buen día para profundizar en la cultura Guna, pues nos espera la vista a una de las comunidades más importantes. Pero ello lo reservaré para un próximo reportaje.
Por último, comentaros que si os interesa saber más sobre Guna Yala podéis encontrar información muy interesante en el blog de mi amigo Fran Soler, Myguiadeviajes.