Las Domes de Fabedougou son unas curiosas formaciones geológicas que tuvimos la oportunidad de conocer el último día de nuestro viaje por Burkina Faso, ya de regreso hacia Malí.
Se trata de un lugar, como casi todo el país, francamente desconocido por el turismo occidental. Pero merece la pena acercarse hasta allí, y de paso visitar las cercanas y refrescantes cataratas Karguifela.
LAS DOMES DE FABEDOUGOU, UNA RAREZA GEOLÓGICA.
Las Domes de Fabedougou se tratan de un tipo de originales y poco comunes formaciones, aunque hay quien las empareja a las Bungle Bungle del Parque Nacional Purnululu de Australia (y comparando fotografías, lo cierto es que se parecen mucho). A diferencia de las formaciones australianas, las Domes de Fabedougou se pueden disfrutar con total tranquilidad, habida cuenta de que son más bien pocos los turistas que hasta allí se acercan.
Se trata de unas formaciones geológicas que tienen una antigüedad de casi 2 millones de años, cuyo origen se sitúa en un momento en que esta zona estaba ocupada por un océano y, por lo tanto, sumergida. La cuestión es que los distintos tipos de sedimentos fueron ocupando la zona y quedaron al descubierto al secarse el océano en cuestión. La erosión de este tipo de piedra, de tipo arenisco, hizo el resto. Ello ha hecho posible que hoy podamos visitar este conjunto geológico maravilloso donde uno se puede deleitar buscando todo tipo de figuras, pero que en suma no es más que un conjunto de pequeños montículos de curioso diseño.
Son varias las pequeñas formaciones geológicas, que a lo sumo no tienen más que unas decenas de metros de altura, a las que se permite acceder a su cima, sin requerir grandes esfuerzos. Otras, esos sí, son únicamente aptas para ser coronadas por escaladores.
La verdad es que nos deleitamos un buen rato haciendo un pequeño trekking por la zona y subiendo a algunas de estas cupulillas que forman las Domes de Fabedougou. No estaremos más que una media hora en la zona. Lo suficiente para conocerla y disfrutar de ella. Además, el calor aprieta y tampoco es cuestión de abrasarse.
CASCADAS KARGUIFELA Y LAGO TANGRELA.
Visitadas las Domes de Fabedougou es momento, como decíamos, para deleitarnos y refrescarnos en las Cascadas de Karguifela que no distan más que unos pocos kilómetros de aquí. Debemos ser una quincena los viajeros los que hasta aquí hemos llegado, mitad nativos, mitad foráneos.
Aunque estamos en época seca, la verdad es que los saltantes de agua presentan un caudal suficiente para que podamos refrescarnos. A más de treinta grados a la sombra, se agradece. Y particularmente, por quien esto escribe, que es bastante fan de todo tipo de cascadas y saltantes de agua, particularmente si en ellos está permitido el baño.
La jornada aun nos depara una última sorpresa. Se trata de poder disfrutar de un bello atardecer en el lago Tangrela, una pequeña laguna de no más de tres kilómetros cuadrados, poblado por una pequeña familia de hipopótamos a los que nos acercamos a bordo de una ligera embarcación a remos. Según nos dicen, estos animalitos tienen carácter sagrado y no atacan a los humanos. Sin embargo, los hipopótamos son más fieros de lo que uno podría pensar, de manera que nuestro guía prefiere mantenerse a una distancia prudencial.
Las cascadas de Karguifela, las Domes de Fabedougou y el atardecer en el Lago Tangrela han supuesto un maravilloso día de naturaleza por el sud oeste de Burkina Faso. Mañana, antes de regresar a Mali, aun tendremos tiempo de conocer el País Senufo y la enigmática etnia que lo puebla, otra más de los distintos pueblos que conviven en este país, como los Lobi o los Gan, ya que ha hemos tenido la oportunidad de conocer.