Los jardines y parques son uno de los espacios más relajantes que los viajeros solemos buscar en nuestros viajes. Nada mejor que tras visitar durante varias horas un gran palacio o museo (con el esfuerzo mental que ello conlleva si se quiere sacar un poco de jugo al mismo), que poder disfrutar de los jardines del mismo palacio o museo. Que sería de Versalles sin sus enormes parques y jardines o incluso, de pequeños museos como el Rodin, también en París, sin su delicado jardín exterior.
Sabemos que la existencia de jardines se remonta a la antigüedad. Incluso el libro del Génesis ya nos habla del Jardín del Edén, un lugar de excepcional belleza con abundante flora y fauna y sobretodo, de tierras muy fértiles. Sin embargo, nada tendría que ver este primitivo Jardín del Edén con lo que hoy en día reconocemos como parques y jardines y que no son otra cosa que la evolución de lo que llamamos paisajismo. En efecto, el paisajismo, surge de la voluntad de modificar las características del espacio, a través de los elementos vivos. Es decir, a través de la flora y la fauna. El objetivo es crear un entorno natural de características vivas en un terreno existente previamente.
Aunque algunas fuentes hablan de que el paisajismo (y la jardinería) surgen a partir del Renacimiento, lo cierto es que ya en la antigüedad clásica existía una voluntad importante de recrear espacios naturales. Sin embargo, estos estaban limitados a la más alta nobleza. Ejemplo de ello serían los Jardines Colgantes de Babilonia, que los estudios más recientes los sitúan en los palacios de Ninive.
La mayoría de grandes jardines y parques que hemos podido conocer en Europa son, por tanto, jardines reales o pertenecientes a Palacios de la realeza o más alta nobleza europea (y también, eclesiástica). Algunos de los ejemplos más conocidos son el propio Versalles, los Jardines del Palacio Real de Caserta, los de Aranjuez (mandados construir por Felipe V) o los que mandó construir Luis II de Baviera, por ejemplo, en el Palacio de Herrenchiemsee. No es hasta una época posterior donde, con el advenimiento de una clase media cada vez más importante numéricamente, se abren a la población los grandes espacios públicos que actualmente podemos ver en casi todas las grandes ciudades de Europa. El Tiergarten berlinés, los jardines de las Tullerías en París, la Ciutadella en Barcelona o El Parque del Retiro, en Madrid serían ejemplos de lo que son los jardines públicos.
Dos amigas blogueras, Cristina Monsalvo, autora del blog de viajes Kris por el Mundo, y Cristina Rodríguez, autora de Ida y Vuelta blog de Viajes, me han pedido que describa 5 jardines o parques que me hayan gustado especialmente en mis viajes. A la par que ellas harán lo mismo en sus blogs.
Para ello he escogido cinco jardines que corresponden a 5 tipologías distintas de jardines. A ello vamos.
EL JARDÍN INGLÉS. JARDÍN INGLÉS DE MUNICH, ALEMANIA
Se trata del gran parque o jardín público de Múnich. Es decir, el equivalente muniqués a los más conocidos Central Park de Nueva York o Hide Park de Londres. Ni por extensión ni por belleza tiene nada que envidiar a los anteriores (en realidad el Jardín Inglés es de mayor tamaño). Se trata de un jardín público que fue mandado diseñar por Carlos Teodoro, Príncipe Elector, en 1789. Los jardines ingleses se popularizaron en el siglo XVIII y su diseño responde al deseo de recrear una naturaleza improvisada, a menudo, incluyendo riachuelos.
En el Jardín Inglés de Múnich encontramos bellas arboledas, amplias zonas con césped donde hacer deporte o tomar el sol, un bello templete neoclásico (muy habitual en los jardines ingleses) e incluso, un pequeño río artificial, el Eisbach, donde los más atrevidos realizar surf.
EL JARDÍN FRANCÉS. JARDINES DEL PALACIO DE BLENHEIM, REINO UNIDO
Uno de los jardines más extensos que hemos conocido es el del Palacio de Blenheim, lugar de nacimiento de Winston Churchill y la única construcción británica que tiene la denominación de Palacio, sin ser de propiedad real. En este jardín encontramos también templetes neoclásicos, amplias arboledas, varios grandes canales, alguna que otra cascada, una bellísima rosaleda y un par de zonas de cuidados setos y parterres, que lo asemeja (sólo en este punto), a lo que es conocido como Jardín Francés, donde la intervención del hombre es mucho más notoria y que tuvo en el barroco el momento de máximo esplendor de este tipo de jardines.
La máxima expresión del Jardín Francés la encontramos en la obra de Le Notre, jardinero de Luis XIV. El Jardín de Versalles es su obra más célebre. Otro ejemplo de Jardín Francés es el del Palacio de la Berbie, en Albi.
EL JARDÍN ISLÁMICO. JARDINES DEL GENERALIFE, GRANADA
Los Jardines del Generalife corresponden a un tercer tipo de jardín, el Jardín Árabe o Islámico, muy cercano al Jardín Persa que hemos conocido en, por ejemplo, Shiraz. En esta tipología de jardines son típicas las pequeñas acequias, las rosaledas o las delicadas fuentes con pequeños chorros de agua. A menudo, como encontramos en los Jardines del Generalife, todo ello se dispone distribuido en varios patios alrededor de los cuales se encuentran las dependencias palaciegas y en cuyo centro se suele disponer una fuente o glorieta. También es habitual en este tipo de jardines encontrar pequeños pabellones. Los jardines del Generalife es uno de los lugares más evocadores de Granada y forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
El Jardín Islámico es mucho menos pomposo que el jardín barroco francés, donde el predominio de las fuentes monumentales es máximo. Otros ejemplos de Jardín Islámico lo encontramos en el Taj Mahal de Agra, por ejemplo.
EL JARDÍN JAPONÉS. JARDÍN KOKO-EN DE HIMEJI, JAPÓN
El Jardín Japonés forma parte de la más antigua tradición nipona. Encontramos jardines japoneses tanto en villas privadas, como en palacios reales o en templos budistas o sintoístas. Dejando de lado la compleja simbología de cada elemento del jardín japonés, hay algunos elementos que nunca suelen faltar en este tipo de jardines: las rocas dispuestas en curiosas formas, los puentes japoneses de madera y habitualmente de color rojo, setos delicadamente tallados, linternas dispuestas a lo largo del jardín o bonitos pabellones (habitualmente conocidos como casa del te).
En el Jardín Koko-en, adyacente al Castillo de Himeji, no falta ninguno de estos elementos. Sin embargo, este bello jardín es muy posterior al histórico castillo, pues fue diseñado en 1992. Los jardines japoneses se han popularizado en el mundo entero, pudiéndose encontrar más allá de las fronteras del país nipón. Un ejemplo es el del Jardín Japonés de Buenos Aires, en Argentina.
EL JARDÍN NEOCLÁSICO Y ROMÁNTICO. JARDINES DEL LABERINT D’HORTA, BARCELONA
El Parque del Laberint d’Horta es uno de los más queridos por los barceloneses. Tiene más de 200 años de antigüedad. Está dividido en dos partes, una neoclásica y otra romántica. En el siglo XVIII se diseñó la zona neoclásica (obra del italiano Domenico Bagutti), con abundantes piezas escultóricas que nos remiten a la mitología clásica y varias terrazas donde se disponen varios templetes de estilo italiano. Por su parte, en la parte romántica (obra de Elias Rogent, ya en el siglo XIX) encontramos grandes arboledas, alguna cascada o elegantes parterres.
Sin embargo, la zona que la hace más especial es el fabuloso laberinto diseñado a base de cipreses recortados y que hace las delicias de niños (y mayores) desde hace décadas. En el centro del laberinto se encuentra la estatua de Eros y a la salida, la Gruta de Eco y Narciso.
Y después de presentaros cinco de mis jardines favoritos que hemos conocido por el mundo os remito a los blogs de Cristina Rodríguez y Cristina Monsalvo, para descubrir cuáles han sido sus elecciones entre los parques y jardines más bonitos que han conocido.