endremos la oportunidad de visitar la ciudad durante un día entero (la tarde de nuestra llegada y la mañana siguiente), pues arribamos a Arlés a primerísima hora de la tarde, y los principales lugares turísticos no cierran hasta la seis
BREVE HISTORIA DE ARLÉS.
Aunque la historia de Arlés se remonta a la fundación griega en el siglo VI aC (con el nombre de Theline), la ciudad fue conquistada sucesivamente por los celtas (que rebautizan la ciudad con el nombre de Arelate) y posteriormente, por los romanos. Esto ocurre en el 123 aC.
Sin embargo, es durante la segunda mitad del siglo I aC cuando la ciudad prosperará de una forma muy importante. Es esta una época en que Julio César se bate en guerra civil contra Pompeyo. La ciudad de Arlés apoya a Julio César, que sale victorioso de la contienda. Como agradecimiento, Julio César transfiere buena parte de las posesiones de Massalia (la actual Marsella), que había apoyado a Pompeyo, a Arelate. Y no solo esto, si no que la ciudad recibe el título de colonia, que aunque ahora podría parecer peyorativo, en tiempos de Roma era una distinción especial que permitía el establecimiento en ella de los veteranos legionarios, ya retirados de sus funciones. Estas colonias eran dotadas de todo tipo de grandes monumentos arquitectónicos como agradecimiento a la labor desarrollada durante tantos años por los veteranos. En este sentido, teatros, termas, anfiteatros, circos y otros edificios de importancia eran construidos para el disfrute de sus ciudadanos
Durante unos 400 años, la Colonia Ivlia Paterna Arelatensivn Sextanorvm fue una de la más importantes de las Galias, llegando su momento de máximo esplendor a finales del siglo V, cuando el Emperador Constantino el Grande la considera su ciudad favorita, pasando en ella largas temporadas y dotándola de nuevos y bellos edificios, como las afamadas Termas de Constantino, cuyas ruinas aun se mantienen parcialmente en pie
Un segundo momento de relativo esplendor lo encontramos ya en la Edad Media, pues la ciudad se encuentra en medio de alguna de las rutas comerciales más importantes de la época, pero también de la ruta jacobea. Algunos de los monumentos más importantes que ver en Arlés corresponden ya a este momento, como la preciosa Catedral de San Trófimo que tendremos la oportunidad de conocer.
QUÉ VER EN ARLÉS. PLAZA DE LA REPUBLICA: LA CATEDRAL DE SAN TRÓFIMO DE ARLÉS Y LOS CRIPTOPÓRTICOS.
Tras dejar nuestras pertenencias en el muy recomendable y céntrico Hotel de Cloitre nos acercamos a la próxima Plaza de la República, verdadero y tranquilo epicentro de Arlés, pues no solo es la sede del ayuntamiento sino que aquí se encuentran algunos de los monumentos más importantes que ver en Arlés
La plaza es verdaderamente escénica. En medio está ubicado el antiguo obelisco que antaño se localizaba en la spina del circo romano de la ciudad. Enfrente, la bonita fachada del ayuntamiento u Hotel de Ville, en cuyos sótanos de encuentran los criptopórticos que luego visitaremos. Y a nuestra derecha, el glorioso pórtico de entrada a la Catedral de San Trófimo
Empezamos visitando la Catedral de San Trófimo, cuya fachada románica pasa no solo por ser uno de los ejemplos más notables del románico provenzal, sino de todo el románico mundial. Sin duda, entre los 3 o 4 monumentos que todo visitante tiene que ver en Arlés está la catedral de San Trófimo. La portalada explica la historia del apocalipsis. La representación del Juicio Final es realmente épica e igualmente destacable es el precioso pantocrátor enmandorlado, rodeado de las figuras que representan a los evangelistas. Es esta una de las esculturas más bonitas de todo el arte románico. Otras escenas bíblicas así como la representación de santos que tienen especial relación con la ciudad de Arlés completan la fenomenal portalada
Entramos dentro de la iglesia, de bella factura románica, y de tres naves (mayor la central) para visitar posteriormente el claustro de San Trófimo, que supone otro de los momentos cumbre de la visita a la ciudad. Aunque solo dos de las galerías corresponden al periodo románico, estas son de una sorprendente y delicada belleza, destacando sus bellas columnas culminadas con bonitos capiteles decorados. Desde luego, San Trófimo supone uno de los monumentos más extraordinarios de la historia del arte románico
La siguiente visita corresponde a una de las estructuras más curiosas que ver en Arlés. Se trata de los criptopórticos, que se construyeron por debajo del bajo del Foro Romano y que tienen su entrada en el mismo Hotel de Ville
El Foro Romano de Arelate se encontraba en la actual plaza del Foro, vecina a la plaza de la República. Según parece, el foro se construyó en una ladera que debía ser cimentada. Para ello se construyeron esta serie de misteriosos y oscuros pasadizos, de forma cuadrangular, pero con varias ramificaciones que dan lugar a diferentes celdas. De esta manera las galerías del sur se encuentran a nivel de la plaza de la República y las galerías norte, por debajo de la Plaza del Foro. Esto ocurre a finales del siglo I aC.
Los criptopórticos son unas estancias oscuras y húmedas que podrían haber sido utilizadas como almacén e incluso donde se podrían haber ubicado los esclavos. La verdad es que no está clara su misión exacta, más allá de ser necesaria como cimientos del Foro Romano.
TEATRO Y ANFITEATRO ROMANO DE ARLÉS
Desde luego, nuestras dos próximas visitas son dos de las visitas imprescindibles de Arlés, de aquellas que hay que ver en Arlés, sí o sí. Se trata del Teatro y el Anfiteatro romano.
La ciudad de Arlés tiene un centro urbano bastante compacto de manera que en poco más de cinco minutos llagamos al Teatro romano. Como la mayoría de monumentos romanos se construyó a partir del último tercio del siglo I aC como recompensa por la valentía y fidelidad demostrada por los veteranos durante sus años de servicio a Roma.
Aunque, desde luego, el Teatro Romano de Arlés no resiste comparación con el Teatro de Orange no deja a nadie indiferente, con una cávea de 102 metros que habría dado cabida a unos 10.000 espectadores. Por desgracia no queda en pie el gran muro de la escena, como sí que veremos en el Teatro Romano de Orange, y la serie de columnas que solían localizarse por delante del escenario han desaparecido también, casi por completo. Sin embargo, el Teatro de Arlés, con sus 33 hileras de asientos en la cávea, sigue siendo un lugar evocador. Al igual que otros recintos de esta índole, el Teatro Romano de Arlés estuvo en funcionamiento hasta el siglo V, momento en que el Cristianismo se convirtió en religión de estado y el teatro, así como otros espectáculos paganos, es prohibido.
Ni cinco minutos separan el Teatro del Anfiteatro Romano de Arlés, sin duda el más impresionante de los monumentos romanos que hay que ver en Arlés, y motivo suficiente para visitar esta bonita ciudad.
Conocido también como las Arenas, el Anfiteatro de Arlés tiene como referencia y modelo de inspiración al Coloseo de Roma. Corresponde a una época algo posterior, pues su construcción se inicia a finales del siglo I dC, es decir, unos 100 años después del teatro.
Según parece, este recinto oval podía albergar hasta 25.000 espectadores, distribuidos en dos niveles, a diferencia del Anfiteatro de Roma o el de Nimes, cuyos espectadores eran distribuidos en tres niveles. Como no podía ser de otra forma, ambos niveles no se comunicaban, de manera que en el nivel inferior se podían ubicar, únicamente, los máximos dignatarios de la ciudad
Los combates entre gladiadores eran de los más apreciados por la población romana, aunque a diferencia de lo que suele pensarse, dichos combates eran a primera sangre y no a muerte. Es decir, cuando uno de los contendientes hería de una forma importante al otro, se daba por terminado el combate. Es una época donde existen verdaderas escuelas de gladiadores, a menudo formados por esclavos. Estas escuelas eran una inversión para quien las tenía y solo en caso de que alguien pudiera comprar el alto precio de uno de estos esclavos, se podía celebrar un combate a muerte. Pero estos eran casos excepcionales. También se celebraban en los anfiteatros romanos otro tipo de espectáculos, incluidas batallas navales y espectáculos con animales exóticos, motivo por el cual se solía construir un decorado que mimetizase el lugar de procedencia del bestiario.
A mediados del siglo XVI dejan de realizarse espectáculos paganos en el anfiteatro e incluso, durante la edad media, es construido un auténtico barrio semifortificado en tan gran estructura. Este es el motivo por el cual se ha podido conservar bastante bien el Anfiteatro de Arlés. Este barrio habría dado cabida a un par de centenares de viviendas (aunque debemos entender que las viviendas de aquella época eran mucho más pequeñas que las de la actualidad) e incluso, un par de iglesias menores.
Actualmente, el Anfiteatro romano de Arlés funciona como coso taurino y aunque no lo incluimos en nuestro post sobre los 15 monumentos más bonitos del Imperio romano, francamente, hubiera podido tener un lugar en la lista
Tras visitar el Anfiteatro Romano es hora de dar una última vuelta por la población antes de ir a cenar. Pasamos por la ineludible Plaza del Foro, donde en tiempos romanos se encontraba el Foro de Arelate y donde hoy encontramos, únicamente, algunas columnas como vestigio de aquél tiempo. Sí que se halla en esta plaza el famoso Café La Nuit, inmortalizado en un cuadro de Van Gogh
Cenamos divinamente en Bistrot à Cote, restaurante propiedad del chef biestrellado Jean-Luc Rabanel que tiene su famoso restaurante L’Atelier, justo al lado de su hermano menor. Muy recomendable
TERMAS ROMANAS DE CONSTANTINO
Hemos dormido fenomenal y desayunado de fábula, de manera que estamos bien frescos para seguir descubriendo la ciudad de Arlés.
Nos acercamos, primeramente, hasta las Termas de Constantino, otro ejemplo que nos confirma que la visita de un día a Arlés, supone conocer uno de los recintos arqueológicos más importantes de todo el mundo.
Conocido es el gusto por el dolce far niente de los italianos. Una expresión que podría traducirse por algo así como “el gusto por no hacer nada y relajarse”. Pues parece que ya en la época de la Antigua Roma este placer estaba más que extendido y habría tenido en las termas, uno de los puntos de máxima expresión. En el siglo IV todas las grandes ciudades disponían de sus Termas, como ya pudimos comprobar al visitar Trier, de manera que se considera que existían unas 170 termas a lo largo de todo el Imperio Romano. De ellas, los baños de Diocleciano en Roma, con 15 hectáreas de superficie eran los mayores
Como dijimos, la ciudad de Arlés fue creciendo y embelleciéndose con el paso de los años, de manera que en tiempos de Constantino el Grande se convierte en una de sus favoritas.
En este momento el Emperador pasa a residir en ella largos periodos, motivo por el cuál se construyen las Termas de Constantino, que llevan el nombre del famoso Emperador.
Las Termas de Constantino tenían una superficie de 3750 metros cuadrados de los que se han podido conservar unos 1100 metros cuadrados. La entrada, al igual que en el anfiteatro o en el teatro era libre para todos los públicos (o muy baratas), y en líneas generales, hombres y mujeres debían acudir a los baños en días o momentos distintos
En las Termas de Constantino podemos ver lo que queda de las distintas partes de las que consistían unas termas romanas. Además, podemos observar perfectamente la estructura del hipocausto, el sistema de calefacción subterráneo encargado de proporcionar calor a las distintas estancias.
MUSEO DEPARTAMENTAL DEL ARLÉS ANTIGUO
Un paseo a orillas del río Ródano nos acerca hasta el Museo del Arlés antiguo, uno de los museos arqueológicos más bonitos del mundo. Vale la pena acercarse hasta este museo construido a finales del siglo XX para conocer una de las colecciones de arte romano más excelentes que se pueden encontrar en el mundo entero
Una audioguía nos ayuda a recorrer las distintas salas de las que consta el museo y que están estructuradas en espacios diferentes que abarcan los hallazgos realizados en el circo, el anfiteatro, el teatro, el foro y otros de los recintos arqueológicos más importantes de la antigua Arelate.
Es especialmente interesante la enorme colección de sarcófagos de distintas épocas (desde la época pagana hasta la época donde el cristianismo se convierte en religión de estado), el precioso y marmóreo busto atribuido a Julio César, fechado en el año 46 aC o la bella colección de mosaicos correspondientes a distintas villas romanas.
Vale la pena visitar este museo y echar un vistazo, de paso, al espacio que se encuentra justo enfrente del museo, y que forma parte del antiguo circo romano de Arlés.
LOS ALYSCAMPS Y LAS MURALLAS DE ARLES.
Nuestra visita a Arlés va llegando a su fin pero todavía queremos disfrutar de dos visitas. Son muchas las visitas que hay que hacer en Arlés, de manera que vale la pena pasar la noche en la ciudad para poder conocerla durante un día entero.
Un largo paseo a lo largo de los amplios bulevares Clemenceau y Des Lices nos lleva hasta los Alyscamps. Es esta una de las varias necrópolis de la que constaba la ciudad de Arelate desde la época romana hasta la edad media
Quizá una es esta una de las más importantes, como podemos pensar por su nombre, que en provenzal significa Campos Elíseos. Actualmente podemos ver una larguísima avenida arbolada jalonada de ataúdes de varias épocas. Los primeros corresponden a la época pagana y los últimos, a la época cristiana.
Según la leyenda, San Ginés, importante mártir de la ciudad fue quemado en esta localización por negarse a firmar las sentencias de muerte contra los cristianos en época de Diocleciano, cuando las persecuciones religiosas llegaron a su apogeo.
Por este motivo el culto a San Ginés se extendió rápidamente hasta el punto que esta localización forma parte de la ruta francesa del Camino de Santiago.
Al final de la avenida de los sarcófagos se encuentra la iglesia de San Honorato, un lugar apacible. En la cripta de esta iglesia románica reconstruida en el siglo XII sobre un templo bastante anterior, reposan los restos del venerado San Ginés
Visitado los Alyscamps regresamos al centro de la ciudad pasando por lo que quedan de las murallas de Arlés y conociendo la que era una de sus torres más robustas, la Tour des Mourgues.
La verdad es que la antigua Arelate nos ha parecido una ciudad preciosa. No hay duda que hay muchos monumentos que ver en Arlés en 1 día, de manera que vale la pena incluirla durante un viaje por el sur de Francia.