Pero antes de ver qué se puede ver en Aviñón en un día, o mejor dicho, qué dio de si nuestra primera tarde en la ciudad, daremos cuatro pinceladas de historia.
BREVE HISTORIA DE LA AVIÑÓN PAPAL
Aunque la historia de la ciudad se remonta a varios siglos antes, Aviñón presenta un gran crecimiento con la llegada de los papas. Esto sucede en 1309, cuando debido a una incesante inestabilidad políticay tras graves disturbios ocasionados en Roma, el francés Clemente V decide trasladar la capitalidad papal a Aviñón, que en aquél momento no formaba parte del Reino de Francia, si no del de Nápoles, que rendía vasallaje a la iglesia.
Aunque en un principio el deseo papal es el de volver en pocos años, esto no será posible, de manera que durante casi un siglo, Aviñón será la sede papal. Para ello, no solo se construirá un Palacio Papal, si no que se construirán dos. El segundo, es construido en época de Clemente VI, cuando el Papa compra la ciudad a la Reina Juana de Nápoles, que era condesa de Veinaissin, condado donde se encontraba la ciudad de Aviñón.
Tras el retorno del pontificado a Roma, la ciudad entrará en un periodo de progresiva decadencia.
PALACIO PAPAL DE AVIÑÓN
Tras la llegada de Clemente V a Aviñón, el Santo Padre se instalará en un convento dominico, pero su sucesor Juan XXII se da cuenta de que no será posible el regreso a Roma durante un largo periodo de manera que inicia la construcción de un Palacio Papal digno de un rey más que de un Santo Padre.
Los sucesivos papas que seguirán a Juan XXII ampliarán el Palacio. Se trata de una época en que la austeridad no era la norma principal de la máxima jerarquía eclesiástica. Los fastos y grandes banquetes se suceden a la misma velocidad que las amantes papales entran y salen de palacio.
Hasta seis cónclaves se realizaron durante la estancia de los Papas en Aviñón, de manera que cada papa entrante deseaba embellecer, más si cabe, el Palacio Papal heredado. No teniendo suficiente con ello, Clemente VI, el cuarto de los papas de Aviñón, decide construir un segundo palacio, que hoy conocemos como Palacio Nuevo, en yuxtaposición al Palacio Viejo construido por Juan XXII. En realidad, ambos palacios terminan por formar un solo Palacio Papal de Aviñón, que resulta en ser el Palacio Gótico más grande del mundo.
Al entrar al Palacio de los Papas de Aviñón notamos que Benedicto XXII construyó el Palacio como si de una fortaleza se tratara. Altas torres con almenas y anchas murallas no dejan lugar a dudas, de que este debía ser un palacio inexpugnable.
Tras entrar en el interior del Palacio Papal nos encontramos en un patio dispuesto a modo de falso claustro, alrededor del cual se sitúan las diferentes estancias papales. En este patio, conocido como la Corte de Honor, se celebra cada año el Festival de Teatro de Aviñón.
Durante la visita, y gracias a la ayuda de una audioguía, disfrutamos de las enormes salas del Palacio Papal, sin poder llegar a ser conscientes de la opulencia que reinó en este reciento durante un siglo entero. En efecto, la mayoría de las paredes restan ahora desnudas, no habiendo sido así en su tiempo, cuando preciosos tapices y bellísimas pinturas, obra de los más celebres pintores de frescos (como los italianos Simone Martini y Matteo Giovanetti), decoraban las estancias más importantes.
Descubrimos paso a paso los diferentes entresijos de palacio, como la Sala donde se recibía a los embajadores (la Sala de las Grandes Audiencias), las Sala del Gran Tinel, donde se reunían los cardenales para escoger al nuevo papa (el cónclave), las cocinas o la habitación papal (una de las más bellamente decoradas).
Una de las más bonitas estancias es la conocida como capilla de San Marcial. Se trata de un pequeño oratorio anexo al Gran Tinel donde aún se conservan los preciosos frescos, obra de Matteo Giovanetti, mandados pintar por Clemente VI. Otra estancia también bellamente decorada con frescos, es la conocida como Habitación del Ciervo, que era utilizada como gabinete de trabajo de Clemente VI. La caza y la pesca son representadas en esta estancia. Como vemos, motivos bien poco eclesiásticos.
Curiosa es también la sala que podríamos denominar Sala del Tesoro. En ella se almacenaban los impuestos recaudados por la administración papal a todos los monasterios y conventos que de ellos dependían, demostrando, de una u otra forma, el especial vasallaje a la que eran sometidos. En una sala inferior a ésta, se encontraba lo que podríamos denominar una especie de caja fuerte. Por debajo del nivel del suelo, y sellado mediante pesadas losas, se encontraban una serie de depósitos donde se custodiaban todas estas riquezas. Para llegar a esta dependencia desde la sala anterior, debía recorrerse un pasadizo en zigzag y abrir las pesadas puertas que eran controladas por las más estrictas medidas de seguridad de la época.
Finalmente, ya casi al final de la visita, conoceremos la espléndida iglesia del Palacio Papal de Aviñón, donde solo se oficiaban ceremonias en días muy concretos, como los más importantes del calendario litúrgico o la misa de coronación Papal. Esta Capilla Mayor, es una de las obras más importante de la época de Clemente VI y tiene unas dimensiones ciertamente catedralicias, de hasta 52 metros de largo por 19 de ancho. Fue terminada en 1351 y consagrada a los apóstoles Pedro y Pablo. La decoración era también exquisita en esta iglesia, con abundantes telas, tapices y pinturas que la adornaban.
La época dorada de Aviñón terminó en seco cuando el pontificado regresa a Roma tras ceder a múltiples presiones. Sin embargo, no uno, sino hasta dos papas se parapetan en el Palacio Papal de Aviñón, negándose a reconocer a los Santos Padres escogidos en Roma. Se trata de Clemente VII y Benedicto XIII, conocidos también como antipapas, que llegan a excomulgar a los Papas residentes en Roma, mientras estos hacían lo propio con los aviñoneses. Clemente VII logra resistir en el Palacio de los Papas de Aviñón durante todo su pontificado, sin embargo, su sucesor, Benedicto XIII debe abandonar el Palacio, pasando el resto de sus días en Peñíscola. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunas diócesis sí que le mantuvieron el reconocimiento, como la propia Corona de Aragón, hecho que ya pudimos conocer en nuestra visita a Torre Bellesguard de Barcelona. Es esta la época conocida como el Cisma de Occidente.
Aunque durante unos años el Palacio Papal de Aviñón pasa a fuerzas antipapales, es devuelto a la iglesia a partir de 1433. Sin embargo, nunca más volverá a resplandecer como en los años del papado de Aviñón. Pese a ello, el Palacio, así como el Condado de Veinaissin, seguirán siendo propiedad papal durante 350 años.
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PUENTE DE AVIÑÓN O DE SAN BENEZET
Tras visitar el Palacio Papal de Aviñón es momento de acercarnos a la segunda de las visitas imprescindibles de Aviñón. Se trata del famoso Puente de San Benezet, más conocido como Puente de Aviñón.
La fama del puente no le viene dada, sin embargo, ni por su belleza ni por su interés monumental, que dicho sea de paso, no son pocos. Ha sido una canción infantil francesa la que ha dado popularidad a este puente, ya sea dentro de Francia o fuera de sus fronteras. Sin embrago, no son pocas voces las que indican que la canción original no habría hablado de “Sobre el puente de Aviñón” (Sur de pont) si no “Bajo el puente” (Sous le pont). Esto sería más entendible, pues el puente es una estructura más bien estrecha. Sin embargo, varios de sus arcos originales habrían descansado sobre una isla fluvial, la Isla Barthelasse, donde habría sido más fácil que los niños hubieran jugado y danzado. Esta isla, dicho sea de paso, es la más grande de las islas fluviales de Francia.
La cuestión es que el original puente sobre el Ródano, ya no se puede visitar en toda su longitud. De manera que si inicialmente habría unido la ciudad de Aviñón, propiedad de los papas, con la ciudad de Villeneuve d’Avignon, cuya titularidad correspondía al Reino de Francia, debido a varias crecidas del río Ródano que habría destruido gran parte de su estructura, actualmente ya no une ambas orillas. Bien al contrario, pues solo tenemos la oportunidad de visitar el tramo que correspondía a los cuatro primeros arcos desde la ciudad de Aviñón. Es decir, de los 900 metros originales, solo persisten poco más de 100.
La visita al Puente de Aviñón, sin embargo, no carece de interés. Gracias a una nueva audioguia, conocemos parte de la historia del puente, así como las leyendas que se asocian a ella. La más popular es la leyenda que cuenta que un pastor local, San Benezet, recibió el encargo divino, ángeles mediante, de construir un puente sobre el Ródano. En primera instancia nadie creyó en el proyecto e incluso el pastor fue ridiculizado en público. Sin embargo, Benezet alzó un enorme bloque de piedra que, al parecer, dio veracidad al mandato divino. Esto sucedió en 1171, de manera que en unos quince años se tiene construido el primer puente.
Como decimos, el apacible Ródano que observamos en la actualidad, parece que no lo era tanto en la antigüedad, de manera que las constantes crecidas fueron destruyendo paulatinamente parte del Puente de Aviñón. No siempre se reconstruía dicha estructura, de manera que en no pocas ocasiones, parte del puente era sustituido por entramados de madera. La cuestión es que tras una última destrucción en 1660, el puente ya no fue reconstruido.
Disfrutamos de las historias sobre la construcción del Puente de Aviñón y de sus leyendas, antes de dirigirnos a cenar.
La comida en el sur de Francia, en realidad en todo el país, es exquisita. Tenemos la oportunidad de degustar una estupenda ensalada de caballa (que aquí llaman mackerel) y un bravísimo filete de buey en el Restaurante Le 46, en Rue de Balance. Como no somos muy amantes del vino, lo regamos con buena cerveza belga.
Así termina nuestro primer día de viaje por el sur de Francia. Mañana tendremos oportunidad de dar una vuelta por el centro histórico de Aviñón.
NUESTRO HOTEL EN AVIÑÓN
Durante nuestra estancia en Aviñón nos hospedamos en el Hotel de l’Horloge (podéis ver aquí sus precios), a escasos quince metros de la plaza homónima, que es la principal de la ciudad y donde se encuentra el Hotel de Ville, es decir, el ayuntamiento de la ciudad. Se trata de un hotel con mucho encanto, localizado en un edificio con más de 100 años de historia. Las habitaciones están decoradas con estilo, el wifi es gratuito y el desayuno excelente. Muy recomendable, y un lugar de descanso ideal después de disfrutar de la visita al Puente de San Benezet y al Palacio Papal de Aviñón.
Por último, os quiero invitar a que paséis por el blog Viajes y Fotografía, donde Antonio Quinzán nos da su particular visión de la ciudad de Avignon.