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CATARATAS DEL RIN Y LUCERNA, Suiza.

Las Cataratas del Rin y la ciudad de Lucerna, una de las ciudades medievales más bonitas de Suiza, son dos de los objetivos de nuestro viaje a Suiza y la verdad es que a pesar de que suponen una de las visitas imprescindibles del país, hemos esperado hasta los últimos días del viaje para hacer estas visitas.

Hoy toca cambio de tercio. Después de cuatro días en la zona de Interlaken, donde hemos podido realizar algunas preciosas excursiones para conocer las cataratas Trummelbach, el tren de la Jungfrau (el más alto de Europa) o el encantador pueblo de Zermatt y el enorme glaciar del Gornergrat, ahora nos desplazamos hacia el norte, ya en la frontera con Alemania, en la zona del Lago Constanza.

Estaremos dos noches en un hotel del pequeño pueblo de Diessenhofen, muy cerca de Schafhaussen, la ciudad principal de la zona. Las visitas a las cataratas del Rin y a la ciudad de Lucerna las realizaremos, sin embargo, antes de llegar a Diessenhofen.

LUCERNA, UNA DE LAS CIUDADES MEDIEVALES MÁS BONITAS DE SUIZA.

La primera parada la hacemos en Lucerna, una de las ciudades suizas más turísticas y más visitadas. Lucerna está al pie del Monte Pilatus, cuyo ascenso en funicular es una de las excursiones más típicas de Suiza. Hoy, sin embargo, hace un día nublado y además, ya habíamos decidido que no subiríamos al funicular. Primero porque de vistas desde las alturas ya hemos tenido suficiente, y el ascenso al Monte Pilatus no entra entre nuestras preferencias ya desde antes de iniciar el viaje. Pero sobre todo, porque Suiza no es un país barato y hay que decidir a qué teleféricos, funiculares y trenes de montaña se subirá y a cuáles no, si se quiere mantener un presupuesto algo ajustado.


Dejamos el coche en un parking en el centro, justo en frente del Lago del Cuatro Cantones y realizamos una buena vuelta de un par o tres horitas por el centro histórico, con sus murallas y torres medievales y sobre todo por sus puentes de madera sobre el río Reuss, que son cubiertos, tienen más de quinientos años de historia (uno de ellos, sin embargo, fue reconstruido hace pocos años después de un incendio) y que suponen una auténtica maravilla que no tiene igual en toda Europa. Si algún día escribo sobre los puentes más bonitos de Europa, el Puente Kapellbrücke deberá ser uno de ellos.

El puente de madera es un lugar relajante para pasear, disfrutando de las vistas de la ciudad que desde él se obtienen y de alguna de las hasta treinta torres que la antigua ciudad medieval de Lucerna tuvo y de la que actualmente quedan trece. La historia del puente y de la ciudad están representadas en las pinturas del techo del puente. Probablemente sea el Kapellbrücke uno de los símbolos más importantes de la ciudad de Lucerna.


Esto es sin duda lo que más nos gusta de Lucerna, aunque también hay algunas plazas y calles bien cargadas de edificios históricos de origen medieval que tienen un notable interés. Nos gustan especialmente las diversas fachadas profusamente decoradas con pinturas, que corresponden a edificios con más de cuatrocientos años de historia. Por una vez hemos dejado las guías en el coche y nos dedicamos a recorrer la ciudad sin prisa, sin lecturas y disfrutando de las calles para peatones.

Antes de volver a tomar el coche, en dirección a las cataratas del Rin, entramos a una pastelería para degustar un riquísimo pastel de frutas (Isa, tira de salado, y se decanta por una Quiche) y luego a una quesería, donde nos hacemos con unas degustaciones de algunos quesos que todavía no habíamos tenido la oportunidad de probar, como la Tete de Moine (cortada, claro está, con la original girolle) y el SbRinz, de pasta dura y que es uno de los más secos que se producen en el país y que se parece bastante al Parmesano o al Grana Padana italianos.



CATARATAS DEL RIN, UNA DE LAS CATARATAS MÁS BONITAS DE EUROPA

Las Cataratas del Rin son nuestro próximo objetivo. Vista Lucerna, cogemos dirección Schaffhausen, pues las Cataratas del Rin, o como aquí las llaman, las Rheinfall están muy cerca de esta población. Llegamos al cabo de casi dos horas y es que hemos tenido que atravesar Zurich, con un atasco bastante grande.

Al llegar, dejamos el coche en un parking en la ribera derecha del río, a menos de quinientos metros de las atronadoras cataratas del Rin. Empieza a llover. Son cuatro gotas solamente, y además, seguro que en las cataratas nos remojamos bastante más, de manera que nos ponemos el impermeable y nos acercamos a las barquillas que nos acercarán en pocos minutos hasta la roca que hay en medio del río y que separa las cataratas en dos partes, una a su derecha y la otra a su izquierda.

Enseguida llegamos a la roca en cuestión, y al desembarcar subimos arriba del todo, donde se iza una bandera Suiza, omnipresente en todo el país.


El espectáculo de las cataratas del Rin es realmente memorable, con los millones de metros cúbicos que se precipitan en este escalón, no demasiado alto (23 metros de altura), pero suficiente para que sea fantástico, y sobre todo, muy ancho (el río tiene ciento cincuenta metros de anchura en este punto). No en vano, estas son las cataratas más anchas de toda Europa.

Aunque las dudas iniciales de Isa (no tenía demasiado claro que la barquilla llegara a la roca sin hundirse), ahora celebramos estar aquí, aunque bien remojados. Y es que el espectáculo de vivir las cataratas del Rin desde este pequeño promontorio lo vale pues desde la orilla del río, no llegas a asimilar la inmensa cantidad de agua que cae en este sector.

Por la otra orilla del río se puede acceder a un castillo, desde el que las vistas también deben ser bien bonitas, pero nosotros damos una vuelta por la zona y luego, nos volvemos al coche para tomar camino de Diessenhofen, un pequeño pueblo de tres mil habitantes, donde está el hotel donde pasaremos las dos últimas noches del viaje.

Llegamos en menos de media hora, ya que estamos muy cerca. El hotel se llama Underhof Seminar y es un hotel moderno, con las habitaciones bien grandes y de diseño, con internet gratuito y con un castillo anexo, donde se sirven los desayunos (que al día siguiente descubrimos que son muy completos) y que está enclavado en la entrada del pueblo, pequeño pero bien bonito.

Tras dejar las maletas en el hotel vamos a dar una vuelta por Diessenhofen. El pueblo está a la orilla del Rin y casi se limita a una par de calles con algunas bonitas casas de origen medieval, y con la omnipresente torre del reloj. Lo que más nos gusta sin embargo, es el puente de madera que salva el Rin y que lleva directamente a Alemania, que queda justo en la otra orilla del río.

Desde Alemania, la panorámica del pueblo, con el puente en primer término, es realmente bucólica. El día ha sido muy completo, tanto la medieval ciudad de Lucerna como las espléndidas cataratas del Rin, una de las más bonitas de Europa, nos han encantado.

¿Vas a VIAJAR A SUIZA? Nosotros estuvimos 10 días de viaje por libre por Suiza. En este post puede leer acerca de los itinerarios, transportes, alojamientos y los lugares que hay que ver en Suiza.


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