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CASTILLO DE HAUT-KOENIGSBOURG. Uno de los castillos más bonitos del mundo.

El castillo de Haut-Koenigsbourg no sólo es uno de los castillos más bellos de Francia, que ya es decir mucho teniendo en cuenta la gran cantidad de preciosos castillos que se encuentran en este país, sino que para nosotros, es también uno de los castillos más bonitos del mundo, o al menos entre los no pocos castillos que hemos podido visitar durante nuestros viajes, y que a bien seguro superan ampliamente el centenar.

Es por ello, que la visita al castillo de Haut-Koenigsbourg es un imprescindible que no hay que perderse durante un viaje a Alsacia (aquí os hablo del presupuesto para 9 días), la preciosa región del este de Francia limítrofe con Alemania, con tantas ciudades que ver como Colmar, Estrasburgo o todas las pequeñas ciudades de la extraordinaria Ruta del vino de Alsacia.

VISITA AL CASTILLO DE HAUT-KOENIGSBOURG.

La rica historia del Castillo de Haut-Koenigsbourg se remonta al siglo XII cuando el entonces duque de Suabia, Federico de Hohenstaufen, decidió que en lo alto de la montaña conocida como Monte Stophanberg sería una muy buena situación para edificar una fortaleza desde donde controlar y defender sus dominios.


Ni que decir que el Castillo de Haut-Koenigsbourg que podemos visitar hoy en día poco tiene que ver con aquel primer castillo y que la fortaleza cambió de manos varias veces según soplaron los vientos políticos. La cuestión es que el Castillo de Haut-Koenigsbourg fue reformándose y ampliándose a medida que pasaron los siglos, convirtiéndose en uno de los castillos más bellos y grandes de Europa, con una superficie superior a 1.5 hectáreas y que con el color rosado de su construcción, debía mostrarse esplendoroso para cualquiera que lo visitara.

Pero durante la Guerra de los Treinta Años, el castillo terminó por sucumbir a las tropas suecas que la asediaron durante más de un mes, de manera que el Castillo Haut-Koenigsbourg fue reducido a escombros y quedó abandonado durante más de 250 años.

No es hasta que su propietario a principios del siglo XX, el káiser alemán Guillermo II de Hohenzollern, cuya historia hemos conocido al visitar el Castillo de Hohenzollern en este mismo viaje por Alsacia y la Selva Negra, manda reconstruirlo.




Fue el arquitecto Bodo Ebhardt quien realizó los polémicos trabajos de restauración, pues según algunas fuentes, habría tirado demasiado de su imaginación para realizar la reconstrucción. Sea como sea, hay que decir que el resultado final de los trabajos de Ebhardt son extraordinarios, de manera que hoy en día podemos disfrutar de uno de los mejores castillos del mundo, o al menos en lo que se supone que debe ser un castillo medieval. Es decir, en lo alto de una colina, y con sus murallas, los puentes levadizos sobre fosos, las torres almenadas, su capilla y varios salones donde los príncipes y princesas de turno pudiesen decidir el futuro de sus posesiones, a la vez que pudieran entregarse al arte del buen vivir.

No se puede decir, sin embargo, que nosotros hayamos tenido mucha suerte al visitar el Castillo de Haut-Koenigsbourg. Hoy ha estado casi todo el día lloviendo y además, la montaña donde se ubica el castillo está cubierta de una espesa niebla que no nos ha permitido sacar ni una sola fotografía decente de este fabuloso castillo.
Eso sí, hemos podido disfrutar del interior de esta esplendorosa fortificación. Una vez pasada la puerta de entrada, ornamentada con el escudo de armas de los Tiersten, sus propietarios durante el siglo XV, cuando los Habsburgo les entregaron el castillo, pasamos a conocer sus dependencias.Durante la visita al Castillo de Haut-Koenigsbourg conocemos

primero las zonas que dan directamente al patio de la planta baja, como las cocinas o las bodegas. También en esta planta baja conocemos el profundo pozo que abastecía de agua el castillo y que permitió resistir más de un mes el asedio sueco durante la Guerra de los Treinta Años.


Una preciosa escalera de caracol nos permite subir al segundo piso para seguir con la visita del castillo. En este segundo piso encontramos varias dependencias, entre ellas, la preciosamente ornamentada Sala de Kaiser, con preciosos vitrales blasonados y una decoración extraordinaria a base de maderas nobles y pinturas al fresco.

El mobiliario que encontramos en estas habitaciones no es el original pero nos permite conocer cómo habría sido en su momento. Tampoco son originales las estufas que fueron reconstruidas gracias a las piezas que se encontraron durante los trabajos de Bodo Ebhardt. Desde el segundo piso podemos ver también, desde una tribuna, la pequeña capilla del castillo.


Bajamos al primer piso para seguir con la visita. En esta planta destacan dos salas: la sala de los trofeos de caza, que nos indica con claridad a que dedicaban el tiempo libre los propietarios del castillo, y la sala de armas, donde encontramos, además de varias pesadas armaduras, algunas armas de la época medieval, como lanzas, ballestas o espadas.

Salimos de estas dependencias para subir unas escaleras y superar otro puente levadizo que nos lleva hasta uno de los torreones del Castillo de Haut-Koenigsbourg, el conocido como Gran Bastión. Desde esta torre se deben divisar unas enormes vistas que seguro llegan a decenas de kilómetros a la redonda, gracias a la inmejorable situación en que se encuentra la fortaleza, a más de 750 metros de altura. Hoy sin embargo, no podemos ver nada, fruto de la niebla que hay. Nos sorprendemos incluso, al observar como la niebla entra dentro del torreón. El bastión está decorado actualmente con una pequeña colección de cañones de diversas épocas y tamaños.

La visita termina en unas salas donde se nos muestra el proceso de restauración del Castillo de Haut-Koenigsbourg por parte de Bodo Ebhardt y que nos ha permitido conocer hoy el que para nosotros es uno de los castillos más bonitos del mundo.




Credito foto de portada: Meffo, bajo licencia CC

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