El Castillo de Cardona y las Minas de Sal o Muntanya de la Sal de Cardona suponen dos interesantes visitas que se pueden llevar a cabo en una escapada de pocas horas desde Barcelona. Tanto una como la otra se encuentran en la agradable población de Cardona, a menos de 100 kilómetros de la capital catalana. En este primer post explicaremos nuestra visita al precioso e histórico Castillo de Cardona.
BREVE HISTORIA DEL CASTILLO DE CARDONA
El Castillo de Cardona es uno de los que tiene más importancia histórica dentro de los varios castillos que se pueden encontrar en Cataluña.
Y esto es así, porque durante muchos siglos, el Castillo de Cardona se situó en tierra fronteriza entre lo que era la Marca Hispánica, al norte, y los territorios ocupados por los sarracenos, al sur.
Es a finales del primer milenio cuando el imperio carolingio cede las tierras de Cardona a sus delegados condales residentes en Barcelona, lo que termina por convertirse en el germen del castillo de Cardona. La plaza era bastante golosa, pues se encontraba nada menos que junto a unas enormes minas de sal, explotadas ya desde más antiguo, y que supondrían una enorme fuente de financiación para los futuros condes de Cardona.
Además, justo al pie del castillo, se funda una pequeña población, inicialmente con no mucho más de una treintena de familias, con la idea de colonizar la zona que como explicaba, era tierra fronteriza. Los enormes dividendos que daba la explotación de la mina de sal (conocida ahora como Muntanya de la Sal) dio lugar a un rápido ascenso de los señores de Cardona, que acabarán por convertirse en una de las familias más ricas del país, lo que les permite ampliar cada vez más el castillo e incluso, edificar en su interior, una de las primeras grandes iglesias románicas de Europa, incomparable con las pequeñas iglesias románicas que hasta entonces poblaban la zona sur del Imperio carolingio.
El enorme auge de los señores de Cardona, también llamados los Señores de la Sal, hace que se acaben desplazando a vivir a Barcelona, convertidos ya en duques, por lo que la fastuosidad de la época en que los Señores de Cardona residían en el Castillo, decae. Es esta una época en que parte de castillo, en concreto, la torre de la Minyona, deviene prisión.
Una primera ocupación por parte del ejército francés se produce durante la Guerra de Separación o de los Segadores (1640-1652), pero las tropas de Felipe IV recuperan la plaza para la corona de Castilla, el 1652. En ese momento se decide aumentar la fortificación del castillo, con nuevos baluartes que rodearían el primer castillo medieval, a la vez que se reduce la altura de la Torre de la Minyona.
Otro momento importante de la vida del Castillo supone los hechos de Guerra de Sucesión Española que enfrenta a los partidarios de la casa de Austria (entre ellos, gran parte de los territorios que venían de la Corona de Aragón) y los partidarios de los Borbones. El Castillo de Cardona sólo cae después de la Caída de Barcelona, el once de septiembre de 1714 y tras más de 40 días de cruel asedio. Finalmente, el 18 de septiembre se produce la capitulación de Cardona, uno de los últimos baluartes de la Casa de Austria. En las cercanías del castillo lucharon soldados de más de 10 nacionalidades en el que se puede considerar como una de las primeras guerras paneuropeas.
Realizamos la visita guiada al Castillo de Cardona, donde la guía, nos da una enorme retahíla de datos difíciles de asimilar. Muy amena explicación de la entusiasta guía del Castillo. Vale la pena hacer la visita guiada.
VISITA DEL CASTILLO DE CARDONA
Comenzamos la visita por la Torre de la Minyona o de la Doncella, la torre de vigía que en su momento de máximo esplendor se alzaba hasta los 25 metros de altura pero que actualmente hace sólo llega a los 12,5. La vista desde arriba es enorme y permite entender la importancia estratégica que tenía la fortificación durante la Edad Media. Podemos entrar también en su interior, que fue transformada en mazmorra, donde según nos cuentan, los prisioneros, alimentados a base de picatostes de pan, solían sucumbir de manera casi universal, en pocos días.
La Torre de la Minyona queda justo en frente del Patio de Armas de la Torre, alrededor del cual se habrían dispuesto, en la edad media, las diversas dependencias de carácter militar y estratégico del castillo, pero no la planta noble. En medio del Patio de armas encontramos una de las tres cisternas (que no pozos) de los que disponía la fortificación, que dependía de la recolección del agua de la lluvia para tener reservas de agua.
Pasamos enseguida al que era el Patio de Armas del Palacio del Castillo, es decir, de la planta noble de la fortificación y que es donde está hoy en día el Parador Nacional en que se ha reconvertido parte del castillo de Cardona. En esta zona vivían los señores de Cardona, por lo que podemos ver como la decoración es más preciosa. Destacan las ventanas góticas que encontramos en una de las paredes, signo inequívoco de que los residentes eran gente importante. En este patio encontramos una segunda cisterna y es que un juego de poleas permitía hacer llegar agua a las habitaciones nobles del castillo.
En el castillo de Cardona se edificó a partir del siglo XII una importante iglesia románica, una de las más grandes que se habían edificado hasta ese momento en Europa. Es por ello, que a partir de ese momento, en el castillo conviven los dos poderes más importantes, el civil y el eclesiástico.
La construcción de la iglesia, al fin y al cabo, fue promovida por los mismos condes de Cardona, con el fin de asegurarse un lugar de privilegio en el día del juicio final. Unos porches separan la zona civil de la eclesiástica, por lo que al atravesarlos nos encontramos con lo que queda de un pequeño claustro que data del siglo XIV y que no tiene más de 10 metros en la esquina más larga. Aunque sólo se conserva una pequeña parte de este claustro, podemos hacernos una idea de cómo debía de ser, con las columnas cuatrilobuladas terminadas con decorados capiteles (con la figura del cardo, el símbolo de los señores de Cardona) que sostienen los ventanales con arcos apuntados. Todo ello mucho más sencillo que los preciosos claustros de los monasterios cistercienses de Poblet o Maulbronn, por ejemplo, si bien en el claustro original había un segundo piso que no se ha conservado.
Ahora sí, es hora de entrar a la iglesia del Castillo de Cardona, obra que se inicia en 1019 (es decir, pronto se celebrará el milenario). Entramos al templo a través de su atrio. La iglesia tiene en el vizconde Bermon, la figura de primer mecenas y promotor. La iglesia mantuvo además una pequeña comunidad monástica pues se organizó como canónica con abate propio, lo que se mantuvo hasta finales del siglo XVI.
Llama la atención su enorme tamaño, acostumbrados como estamos a las pequeñas iglesias románicas que repartidas se encuentran por el Pirineo catalán y aragonés. La iglesia del Castillo de Cardona es una obra mayúscula, que recuerda en parte, las formas y el tamaño del Monasterio de Sant Pere de Rodes, y que tiene una planta basilical de tres naves con 51 metros de largo y 23,50 de ancho.
Desde fuera se observan perfectamente los tres preciosos ábsides con decoración lombarda. El central está precedido por un amplio presbiterio. La bóveda de medio punto, con los diversos arcos torales de refuerzo, es realmente majestuosa, pero más lo sería durante los primeros años de su existencia, cuando se supone que la iglesia debía estar plenamente decorada. Esta nave central se eleva hasta los 18,7 metros de altura y queda iluminada por sencillos ventanales que eran recubiertos por vitrales de alabastro.
En el interior nos fijamos que justo encima de la puerta de entrada se encuentra la tribuna que era desde donde los Señores de la Sal, o de Cardona, podían seguir los oficios, incluso en una posición elevada sobre el propio clero.
En el crucero destacan también dos sepulcros. Son el del conde Joan Ramon Folc I, al sur, y el del duque Fernando I y su esposa, al norte. Son éstos sepulcros bastante posteriores a la construcción de la iglesia, y que datan de los siglos XVI y XVII. Por último, bajamos a la cripta de la iglesia, que consta de tres naves, bien bajitas. Aquí se custodiaban algunas de las reliquias de las que disponía la canónica de Cardona.
Salimos de la iglesia para recorrer parte de la corona de baluartes que se edificaron a partir de finales del siglo XVII con la idea de reconvertir el castillo en una fortaleza más moderna. Encontramos anchos muros y terraplenes para situar las armas de defensa del castillo. En los ángulos se situaban varias garitas que eran utilizadas por los cuerpos de guardia, en una época en que la altura de la Torre de la Minyona ya se había reducido a la mitad y ya no hacía las funciones de vigía.
Bajamos por último en las casamatas del Castillo de Cardona, una especie de búnker que se construyó para mayor protección en caso de guerra o ataques enemigos. El origen de las casamatas se sitúa en el siglo XVIII, pero se fueron ampliando posteriormente. Actualmente, en las casamatas del castillo encontramos una bonita exposición que explica la situación del castillo durante la guerra de Sucesión y los hechos de 1714, cuando el castillo y la ciudad de Cardona resistieron durante más de 40 días el asedio borbónico, capitulando sólo después de la propia caída de Barcelona, el once de septiembre de 1714.
Es este un bonito final para nuestro recorrido por el castillo de Cardona, una de las más bonitas salidas de un día que se pueden hacer desde Barcelona. Dejaremos por la tarde la visita a las Minas de Sal o Montaña de Sal de Cardona, el otro gran atractivo turístico de la ciudad.