Las vacaciones de verano son probablemente la única vez en todo el año en que la mayoría de las familias pueden hacer un viaje más allá de las fronteras del propio país (o dentro de ellas) o quizás para disfrutar, sencillamente, de unos días de relax en alguna playa o alguna zona de montaña que las aleje de la rutina de los once meses anteriores.
Con todo, más allá de los puentes, que nos permiten hacer algunas escapadas a destinos más o menos cercanos, hay un par de modalidades viajeras que son aprovechadas por cada vez más gente. Una de ellas es el conocido como turismo deportivo y el otro, el turismo de convenciones y congresos (limitado, este último, a algunos sectores que durante el año hacen algunos congresos, ferias industriales o convenciones científicas, que les permiten profundizar en su actividad profesional, a la vez que conocen alguna ciudad, que quizás no habían tenido la oportunidad de visitar). Al turismo deportivo me referiré en este artículo.
TURISMO DEPORTIVO ACTIVO Y PASIVO.
Cuando se habla de turismo deportivo, lo primero que nos viene a la cabeza son los grandes acontecimientos: las Olimpiadas, la Copa del Mundo de Fútbol, las finales de Champions, el Campeonato del Mundo de Formula 1 … Todos ellos son eventos capaces de movilizar miles de personas desde sus ciudades de origen hacia donde se produce el evento. Es este, uno de los motivos por el que muchas ciudades luchan por ser la sede de estos campeonatos o finales.
Alguno de este eventos, por la enorme magnitud y duración que tienen en el tiempo, como bien las Olimpiadas, la Copa del Mundo de Fútbol, o los Campeonato de Europa o del Mundo de Atletismo, permiten no sólo conocer la ciudad huésped durante un par o tres de días, si no que permiten conocerla más profundamente (los Juegos Olímpicos, por ejemplo, duran 2 semanas) o incluso, varias ciudades de un mismo país, como por ejemplo ocurre en el Mundial de Fútbol o la Eurocopa de Selecciones, donde son varias las sedes que participan en el evento. Es este turismo, es lo que conocemos como turismo deportivo pasivo. No porque el turismo sea pasivo, si no porque el viajero no participa directamente en el evento deportivo, si no sólo como espectador.
Pero no todo es turismo pasivo. Así, cada vez es más la gente que sin hacer deporte profesional, se acercan a varias ciudades de su país, o de fuera de él, para participar en algún evento popular, abierto a todos que se quieran apuntar. Asimismo, pueden disfrutar de una nueva ciudad que quizá no conocen, por lo que deporte y turismo, acaban siendo una buena combinación de ocio con que romper con la rutina diaria. Este es lo que llamamos turismo deportivo activo. A menudo, estos son eventos aprovechados por la familia del participante, para acompañarlo, y disfrutar así, en familia de unos días de turismo. Las carreras populares, y en particular las medias maratones y maratones gozan cada vez de más popularidad, por lo que carreras tan importantes en el calendario mundial como las Maratones de Nueva York, Paris, Londres, o incluso Barcelona, tienen más participantes extranjeros (en su mayoría, no profesionales) que autóctonos.
Otra modalidad de turismo deportivo activo es la de montar rutas cicloturísticas, que son muy populares en Centroeuropa. Una de las clásicas es la de recorrer lo que se llama Ruta romántica Alemana, que recorrer 350 kilómetros, con un montón de ciudades y pueblos encantadores, paisajes bellísimos y decenas de castillos colgados de lo alto de imposibles acantilados. Otro de los clásicos en este sentido, es el celebérrimo Camino de Santiago, que permite hacer el recorrido a pie, corriendo o en bicicleta, a gusto del deportista, en una serie de tramos y etapas que llevan al peregrino (más turista-deportista, que peregrino) hasta la ciudad de Santiago de Compostela. Encarar las vacaciones con el fin de hacer una cima de montaña o un trekking más o menos exigente es otra posibilidad de turismo deportivo activo.
NUESTRA EXPERIENCIA
Nosotros hemos disfrutar tanto de experiencias en el campo del turismo deportivo activo como en el pasivo. Dentro del activo, hemos tenido la posibilidad de disputar algunas carreras en el extranjero, como por ejemplo, el Maratón de la Ciudad de Estocolmo. Esta es una de las maratones más populares de toda Europa, y a nosotros, nos dio la posibilidad, no sólo de disfrutar de la carrera, sino de hacerlo de la ciudad, pues más allá del día de la carrera, nos quedamos 3 días más para conocer la preciosa ciudad de Estocolmo en la que nunca habíamos estado. En aquella ocasión, aparte de con dos amigos runners amateurs, pude disfrutar de la ciudad con mi hermana Dolors y con una amiga común, con la que ya habíamos visitado Belfast.
La experiencia en el ámbito del turismo deportivo pasivo es bastante más amplia, y casi siempre, relacionada con el club del que somos seguidores: el FC Barcelona. Así, hemos tenido la posibilidad de acompañar al equipo de fútbol en tres finales de Champions (dos en Londres y una en Roma) siempre con victoria o tres Final Four de Baloncesto (una victoria en Paris y dos derrotas en Londres y Berlín). Además, hemos disfrutado en el ámbito doméstico, de algunas finales de Copa del Rey, tanto de fútbol como de baloncesto, que nos han llevado por Valencia (no os perdáis la Ciudad de las Artes y las Ciencias), Zaragoza o Bilbao.
En estos casos de turismo deportivo pasivo, la norma no escrita nos cuenta que hay que ir vestido para la ocasión. Nada de polo y bermudas. Lo mínimo es la camiseta del equipo que representas y o bien una bufanda (no importa que sea mayo y haga mucho calor) o una bandera (colgada en la espalda, la mayoría de veces). Más allá de estos mínimos, hay quien decide pintarse la cara o llevar un sombrero con los colores del equipo. Y la verdad es que el color y la animación que toman las ciudades que acogen estos grandes acontecimiento hacen que sea algo bien bonito de vivir, más allá de que al final del partido, tu equipo, salga o no ganador.
Y aunque 10 horas en Roma, den por un buen recorrido, lo ideal, es no sólo quedarse el día del partido. Por ejemplo, en la última final de Champions, hace un par de años, no nos quedamos a dormir en la ciudad del Támesis, cuando lo ideal es hacer noche en Londres. Error, pues los vuelos son mucho más caros justo terminado el partido, y además, lo ideal es quedarse un par de días en la ciudad donde se desarrolla el evento, para disfrutar de ella.
Es por ello que en cierto modo, preferimos las Final Four o la Copa del Rey de Baloncesto, que se desarrolla durante 3 y 4 días respectivamente y te permite disfrutar de forma más holgada, de la ciudad. Así, en la última Final Four que asistí, pude visitar Londres por primera vez con mi padre, que nunca había estado, o en la de París, más allá de dar vueltas por la ciudad de Sena por quinta vez, pude desplazarme unos kilómetros hasta Chartres, para conocer la Catedral de la ciudad, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad y que todavía no conocía.
FOTOS FINAL FOUR PARIS
FOTO FINAL FOUR BERLIN
FOTOS FINAL CHAMPIONS ROMA