Tbilisi, la capital de Georgia, se muestra como una ciudad más interesante de lo que podíamos pensar antes de llegar al país. Después de disfrutar de un primer paseo que nos ha llevado desde la Plaza Rustaveli hasta el barrio de la Vieja Tbilisi, el Kala, es hora de seguir el recorrido, para conocer el Narikala, la fortaleza que vigila Tbilisi desde una colina desde tiempos inmemoriales, y los barrios de Avlabari y Marjanishvili.
LOS IMMPRESCINDIBLES DE TBILISI. SEGUNDA PARTE.
NARIKALA
Después de disfrutar de los baños sulfurosos, seguimos subiendo colina arriba hacia la fortaleza de Narikala. A medio camino hacemos una parada en la Mezquita de Tiflis. No nos ponen ningún problema para entrar. De hecho, dicen que esta es una de las pocas mezquitas en todo el mundo donde chiitas y sunitas, las dos ramas del Islam, tan enfrentadas en todo el mundo, rezan juntas. El espacio es sencillo, pero bonitamente decorado. Su minarete, que domina esta zona de ciudad, es bien bonito también.
Seguimos ascendiendo y en poco tiempo llegamos hasta la fortaleza de Narikala. Cabe decir, que también es posible subir a la fortaleza desde el teleférico que sale desde el parque Rike, que queda al otro lado del río Mtkvari. Nosotros sin embargo, hemos decidido subir a pie, y luego ya bajaremos con el teleférico.
La historia de la fortaleza se remonta incluso a la fundación de la ciudad, pues data del siglo IV. Los omeyas, después de conquistar la ciudad, en el siglo VI, la expandieron, y en tiempo del rey David el Constructor, uno de los monarcas más importantes de Georgia, a finales del siglo XI, también fue remodelada y expandida. Con todo, muchas de las construcciones que podemos ver son posteriores, como la iglesia de San Nicolás, que no podemos visitar porque está cerrada, u otras construcciones, de los siglos XVI y XVII. Además, un terremoto que asoló Tbilisi en 1827 la destruyó parcialmente.
En cualquier caso, aunque parcialmente en ruinas, Narikala es uno de los lugares más bonitos para pasear, entre otras cosas, porque las vistas que se observan desde la colina son insuperables. En primer término, Abanotubai y la Vieja Tbilisi, con la retahíla de iglesias que se encuentran aquí y allá. Y más allá del río, Avlavari, con su preciosa iglesia Metekhi que queda justo en lo alto de los acantilados de la ribera norte del río Mtkvari. A lo lejos, destaca sin embargo, la imponente imagen de la iglesia de la Santísima Trinidad, la Tsminda Sameba, que con sus 85 metros de altura, es visible desde muchos puntos de la ciudad.
Una vez dada la vuelta por la fortaleza nos acercamos hasta los pies de la Madre Georgia, que se encuentra a cinco minutos andando, también en lo alto de la colina. La escultura, de 20 metros de altura, tiene semejanzas con otras que nos hemos encontrado en las antiguas repúblicas soviéticas, como la que hay en Kiev o la que veremos dentro de unos días en Ereván. Es una escultura de 1958, y simboliza la lucha y la hospitalidad. No en vano, con una mano sostiene una espada y con la otra, una copa de vino. El vino, parece indisociable de la cultura georgiana.
La vista que se tiene desde los pies de la estatua, no es sin embargo, la mejor para observarla. La estatua queda encarada hacia la ciudad, por lo que desde donde estamos sólo vemos los laterales y su espalda.
Ahora sí, nos acercamos hasta la estación superior del teleférico, que queda en medio de la Madre Georgia y el Narikala. El teleférico comunica constantemente el cerro con el Parque de Rike en un precioso trayecto de un par de minutos por encima del río Mtkvari.
PARQUE DE RIKE, AVLABARI Y TSIMINDA SAMEBA
Al bajar del teleférico nos encontramos en el Parque de Rike, donde destacan, aparte de un pequeño parque infantil y varios vendedores de helados, una serie de modernos edificios. Nos acercamos hasta el rutilante Puente de la paz, inaugurado en 2010 y construido bajo una diseño del arquitecto italiano Michele De Lucchi. También destaca el Nuevo Teatro y Centro de Exposiciones del Parque de Rike. Una moderna estructura, hija del metal y del vidrio, que parece tener forma de boomerang y que ha sido muy criticada en la ciudad. La verdad es que la estructura es muy original. Un poco más allá, encontramos el Palacio Presidencial, con su cúpula de cristal. Fue mandado construir por el propio presidente Saakashvili y se inauguró en 2009 Al igual que el Puente de la paz, el Palacio Presidencial es obra del arquitecto italiano Michele De Lucchi.
Una vez visitado el parque, y con un helado en nuestra mano, nos acercamos hasta la hermosa y escénica iglesia de Metekhi, que queda en una especie de plataforma, por encima del río. Parece ser que en este espacio fue donde el rey Gorgasali, fundador de la nueva capital georgiana (que trasladó desde Mtskheta) construyó un primer santuario cristiano. La iglesia actual, es sin embargo, del siglo XIII y como otras en la ciudad (hoy no ha sido nuestro día, en este sentido), la encontramos cerrada. Enfrente de la iglesia y mirando el Old Tbilisi encontramos una estatua ecuestre del Rey Gorgasali.
Nos adentramos por esta zona de la ciudad, mapa en mano, pero también preguntando, y en poco más de un cuarto de hora llegamos a la que es uno de los iconos de la ciudad. Verdadero faro de Tbilisi, la Catedral de la Santísima Trinidad o Tsminda Sameba, corona una pequeña colina. Pero es sobre todo, gracias a los 85 metros de altura, que se puede ver desde casi toda la ciudad.
La construcción de la catedral tiene que ver con la conmemoración de los 1500 años del patriarcado georgiano y su edificación se terminó en 2004, cuando fue consagrada por Elías II, el Patriarca de la iglesia Ortodoxa y Apostólica Georgiana, una de las quince iglesias ortodoxas autocéfalas.
Es una iglesia imponente, actualmente la tercera más grande de los mundo dentro de las ortodoxas, pero algo carente del alma que encontraremos en las iglesias de Mtskheta, por ejemplo.
Salimos de la Sameba por la puerta principal y bajamos las largas escalinatas que llevan hacia fuera del recinto. Una vez allí, seguimos bajando por el barrio, en dirección al río Mtkvari. Una vez allí, vamos tirando poco a poco, hacia Marjanishvili, donde tenemos el apartamento. De paso disfrutamos de una bonita vista de la novísima Casa la de Justicia de Tbilisi, también de nueva construcción y que queda en el margen derecho del río. Es un curioso edificio de cristal, que quiere simbolizar la transparencia de la justicia, con una serie de cúpulas asimétricas. Es una obra del arquitecto italiano Massimiliano Fuksas, que no deja indiferente. A nosotros, nos gustó. La verdad es que toda esta zona está llena de modernos edificios, como el Palacio Presidencial, el nuevo teatro, el Puente de la Paz o la Casa de la Justicia. Tbilisi parece que también busca su espacio dentro del circuito de ciudades con construcciones modernas.
MARJANISHVILI
Seguimos caminado hasta la zona de Marjanishvili, a la que llegamos al cabo de unos veinte minutos de caminar, desde la Casa de la Justicia. Nosotros tenemos el apartamento en la Avenida Davit Aghmashenebeli, que toma el nombre del rey David IV de Georgia, conocido también como David el Constructor. La mayoría de edificios que vemos son del siglo XIX, y recuerda algunas de las grandes avenidas de París, Riga o Praga. Realmente, después de la gran remodelación llevada a cabo en los últimos años, y que afectó a 70 edificaciones, la avenida tiene un aspecto imponente, que le ha llevado a ser conocida nada menos que como la Pequeña Praga. Es una zona con bastante ambiente y donde hay también, un montón de bares y restaurantes, curiosamente, muchos de ellos regentados por turcos, lo cual nos hace suponer, que a diferencia de Armenia, la colonia turca debe ser en Tbilisi, más numerosa.
Una vez dado un último rodeo por esta zona, decidimos cenar en el McDonald’s que hay justo en frente de la estación de metro. Ya tendremos días para ir degustando la comida georgiana, y esta vez es Marc quien ha elegido.