Llevamos ya unos cuantos días por la India, recorriendo los exóticos caminos del Rajastán, que nos han llevado hasta Jaisalmer, casi en la frontera con Pakistán. Pero hoy dejamos este estado indio para tomar dirección Agra, en el estado de Uttar Pradesh que es conocida porque tiene uno de los edificios más bonitos que nunca se han construido y que forma parte de la lista de las 7 nuevas Maravillas del Mundo y un lugar que hay que visitar en el norte de la India de manera imprescindible: el Taj Mahal.
Desde Jaipur, capital del Rajastán, Raju, nuestro conductor nos ha llevado en unas cuatro horas a Agra. Unos 35 kilómetros antes de llegar a Agra hemos parado a Fatehpur Sikri, la ciudad que el emperador Mogol Akbar construyó entre 1571 y 1585 y que fue abandonada al poco de haberse erigido. Una visita interesantísima esta ciudad fantasma, aunque sabemos que el plato grande se encuentra a menos de 40 kilómetros.
Cuando llegamos a Agra es hora de comer. Aunque ansiamos conocer el Taj Mahal, lo queremos hacer con calma, sin prisas provocadas por el hambre. Por ello nos adentramos en el barrio de Taj Ganj, para escoger uno de los muchos restaurantes que hay, donde la atracción principal no es la comida si no las vistas que desde las terrazas se obtiene del Taj Mahal. Y de esta manera fue como vimos por primera vez el Taj Mahal, vista de la que no nos olvidaremos nunca, algo a lo lejos, es cierto. Pero el blanco impecable de su mármol se reflejaba en las pupilas de nuestros ojos, que embelesados esperaban con muchas ganas estar delante, pisar sus jardines, tocarlo.
No tuvimos que esperar mucho. Después de comer nos dirigimos a la puerta para entrar. Podíamos esperar al día siguiente y hacer la visita con las primeras luces del día, es cierto. Pero esto no es posible cuando te encuentras a pocos metros de uno de los recintos más míticos que hay.
El Taj Mahal se construyó entre 1621 y 1654. Es una obra de Shah Jahan, el emperador de origen mogol que mandó en la India entre los años 1628 y 1658.
El estilo mogol, que es una preciosista combinación del arte islàmico y persa, con algunos toques indios y turcos, ha dado muchas obras sublimes a la Historia del Arte, pero el Taj Mahal es su máximo exponente. Requirió de 20.000 obreros para construirlo y los mejores artesanos de todo el imperio fueron llevados a Agra, a fin de que, utilizando los mejores materiales que hubiera, erigieran una obra única.
Aunque por su aspecto externo, altivo, con una preciosa cúpula y cuatro esbeltos minaretes podría parecer una mezquita, en realidad el Taj Mahal es el Mausoleo que el emperador construyó para su esposa favorita, Mumtaz Mahan, que murió en el parto del decimocuarto hijo que le daba. Es por ello, que el Taj Mahal es considerado una especie de monumento al amor.
Cuando Shah Jahan tenía 20 años y era el Príncipe Imperial se casó con Arjumand Bano Begum, conocida como Mumtaz Mahan, que significa «Joya del Palacio». Algunas fuentes dicen que fue su segunda esposa y otras, que fue la cuarta. Lo que queda claro es que fue su esposa favorita y que dio catorce hijos al emperador, entre ellos, Aurangzeb, que fue quien depuso Shah Jahan del trono, en 1658.
Como decíamos, el Taj Mahal, recoge lo mejor de la arquitectura islámica, persa e india. La inspiración en antiguos edificios mogoles es evidente, en especial los realizados en la época de Tamerlán, como su propio mausoleo, el Gur-e-Amir, que se encuentra en la ciudad de Samarcanda, actualmente en Uzbekistán. También tiene puntos de contacto evidente con la mezquita principal de Delhi, la Jama Masjid, obra del mismo emperador.
La evolución y el refinamiento en la época de Shah Jahan es evidente, pues en el Taj Mahal, comprobamos como el emperador sustituye la piedra arenisca, que hasta ahora era el material más común para la construcción de los edificios imperiales por materiales más nobles, como el mármol, que recubre el edificio principal del Taj Mahal. Además, utiliza múltiples piedras preciosas traídas desde los confines de su imperio, para decorar, a modo de incrustaciones, las fachadas del mausoleo.
Traspasar la puerta principal del recinto del Taj Mahal, un enorme y precioso edificio construido en piedra arenisca y encontrarte de frente con el enorme jardín, dominado por el majestuoso mausoleo es un momento culminante. No es posible describir las emociones que se tiene en este momento, sabedor de que se encuentra frente a frente no sólo con un edificio soberbio, si no también, ante un mito.
Los canales que parten de su fachada principal hacen aún más imponente el edificio, produciendo un reflejo en el agua, que da lugar a lo que probablemente es la postal más recordada de la India. A medio camino hacia el edificio, hay un pequeño estanque. A ambos lados del canal central, los jardines, divididos en dieciséis secciones hacen aún más bonito el edificio principal.
Poco a poco, nos vamos acercando al mausoleo. La enorme cúpula en forma de cebolla, de 35 metros, y que se sustenta sobre un tambor de siete metros de altura, y la puerta principal, a modo de Iwan, claro recordatorio de la arquitectura persa son realmente extraordinarios. La cúpula termina con una aguja que a la vez sirve de base a la media luna islámica.
El reflejo blanco del mármol es sencillamente perfecto. Uno se podría pasar horas frente al edificio. El tiempo parece detenerse.
Dentro del edificio, que queda elevado por un gran pedestal, encontramos las tumbas del emperador y su esposa, bastante sencillos. El central es la de Mumtaz Mahan y desplazado a un lado, el del emperador, pues se añadió posteriormente.
La decoración del exterior del edificio es refinada, con incrustaciones de piedras preciosas, como por ejemplo jade, cuarzo o mármoles de colores, ya sea como motivos ornamentales (geometrías y flores, entre otros), ya sea a modo de caligrafía islámica, en forma de versículos del Corán, escritos en persa, e incrustadas en oro.
A ambos lados del mausoleo encontramos dos edificios más, realizados, como la Entrada principal, en piedra arenisca. La simetría hizo que los dos edificios sean iguales, pero en realidad, mientras que lo que hay en el oeste es una mezquita, lo que hay delante suyo es sólo un edificio ornamental para asegurar la simetría del conjunto. Estos edificios tienen una gran influencia con Jama Masjid, la mezquita principal de Delhi, construcción también en piedra arenisca y obra del mismo emperador Shan Jahan. Esta construcción tiene tres puertas. La central da entrada al espacio central, el más importante. Las dos puertas laterales, dan entrada a los espacios secundarios. Tres cúpulas en forma de cebolla decoran la mezquita. Y al lado, los minaretes, a diferencia del edificio simétrico, que no tiene minaretes.
Disfrutamos bastante rato del complejo del Taj Mahal y de sus jardines. Echamos fotos aquí y allá y sobre todo nos tiran fotos aquí y allá. Isa debe soportar una larguísima sesión de fotografías con indios. Al menos 40 fotografías, una detrás de otra, que va haciéndose con el montón de indios que se lo piden. Después de casi media hora de sesión, pide por favor, que ya es suficiente.
Nos vamos del Taj Mahal, con una enorme sonrisa, que persistirá horas y horas y de hecho, cada vez que recordemos la jornada vivida en uno de los templos de la Historia del Arte.