Shiraz, la capital de la región de Fars, en Irán, es conocida como la Ciudad de los Poetas. Esto se debe a que durante los siglos XIII y XIV se consideró la capital de la literatura persa gracias a que fue el lugar de nacimiento de dos famosos poetas en lengua persa, Saadi y Hafez. Es por ello que las tumbas de los poetas Hafez y Saadi son dos de los lugares más venerados de la ciudad, a pesar de que son muchas las cosas que ver en Shiraz.
Es por ello, que cuando volvemos de visitar las cercanas y espectaculares ruinas de Persépolis (no os perdáis el post), no nos entretenemos nada y Reza, nuestro conductor nos lleva a hacer ya las primeras visitas de Shiraz.
Hay muchas cosas que ver en Shiraz y nosotros sólo disponemos de un día y medio, por lo que sin dejar el equipaje en el hotel, nos acercamos primeramente, a los Jardines Eram, que se encuentran a unos cinco kilómetros del centro histórico.
JARDINES ERAM, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.
Los Jardines Eram son muestra (veremos varias durante nuestra estancia en Irán) de la enorme maestría a la que llegaron los artistas persas en el arte del diseño de jardines. No en vano, estos jardines, como otros de los que hay en el país, forman parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad.
Para ser conscientes de la belleza, sólo hay que mencionar que la propia palabra Eran hace referencia a la palabra Iram que en el Corán significa cielo. Las fuentes, los arroyos, las palmeras, los pequeños puentes, los estanque… todo está perfectamente estructurado para que el jardín persa sea un remanso de paz y tranquilidad, que actualmente es propiedad de la Universidad de Shiraz. Aunque los jardines Eram tienen más de 1000 años de historia, parece ser que fue durante la dinastía Injuida, en el siglo XIV cuando se desarrollaron hasta llevarlos a su momento de máximo esplendor.
En cualquier caso, el diseño actual de los 110.000 metros cuadrados del jardín obedece a la transformación llevada a cabo en el siglo XVIII, en tiempos de la dinastía Kayar. Además de los arroyos y de la mucha flora del jardín, hay que destacar el precioso pabellón de tres pisos, con un porche anterior, que se aguanta gracias a dos columnas y que tiene la altura de dos pisos.
Encontramos muchas familias paseando por el jardín. Y empezamos a ver lo que será una rutina durante nuestro viaje a Irán: chicas recién operadas del tabique nasal, que aún llevan la nariz tapada. Desde ahora y hasta el final del viaje veremos varias chicas reciente operadas. Parece ser que la estética no está reñida con la religiosidad. O que tal vez, parte de la sociedad, no le da demasiada importancia ya a la religión y sí más a la vida cotidiana.
TUMBA DEL POETA SAADI DE SHIRAZ
Salimos del Jardín Eram, para hacer camino hacia la Tumba Mausoleo del poeta Saadi. Nos acercamos en coche, pues también está bastante alejada del centro histórico. Saadi es uno de los dos grandes poetas de Shiraz, junto con Hafez; y el jardín que alberga su tumba, es una de las visitas que hay que hacer en Shiraz, sin duda. Poco a poco va bajando el sol, y aunque todavía no es oscuro, es evidente que la gente empieza a salir de casa. Y los habitantes de Shiraz, tienen en el Saadieh, el jardín que alberga la tumba de Saadi, uno de los lugares predilectos para pasear.
Al parecer, este jardín está situado en el lugar donde existía un convento donde este místico decidió vivir. Lo que más nos gusta del jardín es la casa de té subterránea, preciosamente decorada, con una cúpula de cristal esmaltado que ilumina toda la estancia. Todo este recinto es bastante nuevo, de mediados de siglo XX y es el tributo que la ciudad de Shiraz quiso rendir a uno de los personajes claves de la literatura persa. A medida que se va anocheciendo, cada vez hay más gente en el jardín. Por primera vez nos sorprendemos con los helados que llevan los lugareños, condimentados con una especie de fideos mezclados con el helado. Reza nos cuenta que mañana nos llevará a la mejor heladería de todo el país que se encuentra en Shiraz.
TUMBA DEL POETA HAFEZ DE SHIRAZ
También en coche nos acercamos hasta la Tumba mausoleo del poeta Hafez. Hay un montón de leyendas que hacen referencia a este místico y poeta sufí, que es una de las figuras más veneradas de la literatura persa. Su obra hace referencia al arte de vivir y los placeres de la corte de Shiraz, entre ellos, la caza, el amor y el vino. El jardín y mausoleo de Hafez, sin embargo, es bastante posterior a su muerte. Se trata de un jardín construido en 1773 y de hecho, modernizado en los años 40 del siglo XX. Y supone uno de los lugares de paseo más habituales para los habitantes de Shiraz, que no dudan en acercarse a su tumba, tocarla, y leer los versos inspiradores del místico sufí.
La tumba del poeta, se encuentra en el templete situado en medio del jardín. Ha oscurecido, pero la iluminación hace aún más precioso el momento. El templete está sostenido por ocho columnas que tienen capiteles en forma de mocárabes. La cúpula del templete está preciosamente decorada con el mismo tipo de baldosas esmaltadas que decoran la mayoría de cúpulas persas. La decoración queda esta vez por dentro de la cúpula. En medio, la tumba del poeta. No es fácil fotografiarse con la tumba, dada la gran cantidad de gente que hay a su alrededor.
Antes de irnos al hotel a hacer el check in, aun damos una buena vuelta por los jardines. Ahora que con la caída del sol, lo ha hecho también la temperatura, parece que todo el mundo en Shiraz ha salido a pasear. La gente no duda en pararnos y preguntarnos de dónde somos, qué es lo que nos gusta de Irán y como es nuestro país. La gente es agradable y los padres de familia disfrutan de verdad presentándonos su familia. Pasamos un buen rato en los jardines y finalmente nos vamos hacia el hotel.
SHAH CHERAGH. EL MAUSOLEO DE SAYYED MIR-AHMAD, EL TERCER LUGAR MÁS SAGRADO DE IRAN.
Cenamos en un lugar tradicional. Buena comida, donde domina las brochetas de cordero y pollo. Después de cenar, aún nos queda una de las visitas más extraordinarias que se pueden hacer en todo el país, y sin duda, el monumento más importante que ver en Shiraz: el Shah Cheragh.
Se trata del recinto donde encontramos las tumba de Sayyed Mir-Ahmad, el hermano del Imam Reza, que está enterrado en la ciudad santa de Mashad y que es conocido como octavo imán. Es este uno de los tres recintos más venerados de todo el país, junto con el de Mashad y el de Qom. La visita está llena de misticismo, pero también de una cierta opresión. Es conocido que Irán es un país donde la religiosidad tiene una importancia vital que impregna muchos ámbitos de la vida cotidiana. A pesar de ello, se puede caminar tranquilamente por cualquier ciudad iraní sin sentirse cuestionado por no ser musulmán.
Tampoco entrar en la mezquitas suele revestir ningún problema, siempre y cuando se haga con respeto, claro.
En cambio, cuando te acercas a las cercanías del Shah Cheragh, todo cambia. Cada vez son más las mujeres que van tapadas de arriba abajo y notamos que cada vez más, la gente clava la mirada en nosotros. Reza nos dice que escondamos la cámara y la verdad es que no es fácil sentirse cómodo. Nos quedamos esperando en una esquina a que en Reza regrese. Ha entrado en una tienda y de ella sale con un chador que le pide a la Isa que se ponga. Por primera vez en todo el viaje, Isa acaba tapada de arriba abajo y sólo se vislumbra su cara. El chador de Isa es blanco, pero es el negro el color que predomina entre las fieles iraníes. La calle que lleva hasta la entrada del mausoleo está lleno de parafernalia religiosa.
Para entrar pasamos un exhaustivo control de seguridad, donde nos recuerdan que no podemos tirar fotografías con la cámara. A pesar de todo, aceptan que sí tiremos algunas desde el patio interior del recinto, que es uno de los más grandes del país.
Ha oscurecido y el mausoleo está iluminado. Los minaretes, la cúpula recubierta de la clásica cerámica, todo es precioso. Hay mucha gente en el patio, algunos paseando, pero algunas familias, simplemente, han extendido una sábana en el suelo y se han hecho su rincón.
Con cuidado, decidimos entrar dentro del edificio, donde está el mausoleo. Reza no lo tiene nada claro y no está muy cómodo tampoco. Ya nos ha dicho muchas veces que no es nada fanático de la religión y sabe que aquí está en uno de los puntos álgidos del islamismo de Irán. Hombres y mujeres entran por separado. Yo lo hago solo, pero Isa entra acompañada de una chica joven, a la que Reza le ha pedido que cuide de Isa.
Si el exterior del Shah Cheragh es precioso, el interior es excelso. El panteón donde está la tumba de Sayyed Mir-Ahmad está revestido en plata y todo el techo está recubierto de cristales, muy típico de algunas mezquitas chiítas. Algunos veneran la tumba tocándola, otros rezan acaloradamente, otros simplemente disfrutan del espectáculo con silencio, como hago yo. Muchos fieles hacen fotos del interior con el móvil, que parece que está permitido o al menos nadie pone ningún impedimento; y yo me enfado conmigo mismo por no llevarlo encima. El rato que estoy dentro del mausoleo es uno de los más memorables del viaje a Irán.
Cuando salgo, me reencuentro con Isa. Su anfitriona no la ha dejado ni un solo momento, pero tampoco ha hecho fotos del interior. Una pena.
Contentos, volvemos hacia el hotel. La primera jornada en Shiraz termina de forma memorable. Mañana será un nuevo día. Hay muchas cosas que ver en Shiraz y tenemos una segunda jornada por delante.