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LA VALETA. La capital de Malta: historia, piedra sobre piedra.

Visitar Malta y su capital, La Valeta, significa visitar uno de los enclaves con más historia de toda Europa. Es por ello que nos trasladamos a Malta, para conocer este país tan rico en historia.

Un avión de Ryanair nos lleva de buena mañana desde Girona hasta el aeropuerto internacional de Luqa, en Malta. Nos hemos tenido que levantar temprano y hemos dejado nuestro coche en el mismo parking del aeropuerto gerundense. Pero esto tiene ventajas. Por ejemplo que antes de las nueve de la mañana, ya hemos aterrizado en Malta. Y es que, como la mayoría de vuelos que hemos tomado con Ryanair, el avión no sólo ha salido puntual, si no que ha llegado a destino antes de tiempo.

Recogemos las maletas y salimos fuera de la terminal para coger el autobús de línea (el número 8) que nos llevará hasta la capital de Malta: La Valeta. Enseguida nos damos cuenta de dos de los rasgos característicos de la isla.


Primero, sus autobuses, que parecen sacados de los años 50, algunos de ellos, muy del estilo de las películas americanas (muy parecidos a los autobuses escolares estadounidenses), son una auténtica reliquia, pero según nos han dicho, llegan a todas partes y tienen una frecuencia muy razonable. De hecho, es por eso (y por el hecho de que en Malta conducen por la izquierda y las carreteras no tienen para nada buena fama), que hemos optado por visitar la isla en transporte público, o sea, en autobús.

En segundo lugar, y de camino a nuestro destino, comenzamos a observar el paisaje más bien monótono de la isla. Aridez y más aridez, con un terreno que se ha aclimatado al sol y al viento, con más bien pocas zonas de vegetación (vamos, que no estamos ni en Escocia ni en Irlanda). Además, los núcleos urbanos se suceden muy a menudo, hasta que llegamos a La Valeta.

La estación central de autobuses de La Valeta está situada en la rotonda de entrada al casco antiguo de la ciudad. Es un poco caótico, pero parece que muy efectivo. De hecho, en los días siguientes, tomaremos un montón de autobuses y nunca tendremos ningún problema para encontrar el destino elegido.

Nuestro Hotel está justo enfrente de la rotonda, estratégicamente situado. Se llama Phoenicia y representa que es uno de los mejores del país, aunque al entrar en el hotel ya vemos que el estándar del país no es el del nuestro. La habitación, eso sí, es ancha y nos han puesto una cuna para Marc, que tiene ocho meses, lo que a veces, como en Suiza por ejemplo, nos costaba encontrar.

VISITAR LA VALETA, CAPITAL DE MALTA

Dejamos las maletas y nos disponemos a disfrutar de la ciudad que los Caballeros de la Orden de San Juan, fundaron en 1566 y que en 1980, la Unesco incluyó dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad.

Los Caballeros de San Juan fue una orden cruzada encargada de defender las plazas cristianas en Tierra Santa. Sin embargo, fueron expulsadas de Jerusalén tras la invasión islámica de Saladino. Antes de tomar Malta como sede, recalaron en San Juan de Acre, Chipre o la Ciudad de Rodas, en la actual Grecia.

La Valeta impresiona ya a primera vista. Es una ciudad amurallada y fortificada como pocas, con varios niveles de murallas. Están las murallas marítimas, y después, las que rodean el casco antiguo, también situadas a varios niveles. Siempre altísimas y anchísimas, lo que las hacía realmente infranqueables. Es éste, sin duda, uno de los hechos que más impresionan de la ciudad. Al superar el foso (hondísimo) que hay delante de la rotonda, entramos en la Ciudad Antigua de la Valeta.

Su calle principal, está llena de edificios nobles. Entre ellos, los diferentes albergues, que así es como se llamaban, los edificios consulares de las diferentes naciones que defendían la ciudad (Provenza, Italia, Aragón o Castilla, entre otros). Son éstos unos edificios construidos con robusta piedra, realmente macizos, con unas portadas ricamente decoradas, a menudo con blasones de profusa decoración. Algunos son ahora edificios oficiales de la república de Malta, y otros, museos.

Entre todos los albergues, lo que más nos gusta es sin duda, el de Castilla y Portugal, un edificio que te deja sin aliento.

Caminamos por la calle de la República, y entramos en la Concatedral de San Juan, el edificio religioso más importante que ver en Malta. Es éste un edificio soberbio, con una extraordinaria decoración a base de pintura al fresco y estucados. Cada uno de los albergues tenía su capilla en la Concatedral y ni que decir tiene, aquí están enterrados un montón de Maestres de la Orden de Malta.


Disfrutamos de verdad de la visita, gracias a un sistema de audioguía incluida en el precio, y en castellano, que nos permite entender la historia de la Orden y de la iglesia. Además, la visita tiene premio final en forma de dos cuadros de Caravaggio, mi pintor favorito, que se exilió en Malta durante unos meses cuando tuvo que huir de Nápoles, por piernas, perseguido por la justicia.


Comemos en el centro de la ciudad fortificada, muy cerca de la Concatedral, en una terraza, aprovechando que el día es perfecto, soleado y con buena temperatura. Comemos pasta con salmón, que está buenísimo. Ya nos hemos dado cuenta de que en Malta comeremos bien, con una cocina similar a la nuestra, con los típicos ingredientes de la cocina mediterránea.

Después de comer nos acercamos al Palacio de los Grandes Maestres y la verdad es que nos deja un poco fríos. No se visitan demasiadas estancias y además están poco y mal iluminadas. Nada que ver con otros palacios reales, como por ejemplo, el Palacio de los Dux de Venecia. Una visita que pasa con más pena que gloria.

Hacemos una buena vuelta por la ciudad, acercándonos a varios miradores, como el Upper Barraca Gardens, que son unos pequeños jardines y desde los que se disfruta de una preciosa visita del que es uno de los puertos naturales más grandes y más impresionantes de Europa: el puerto de la bahía de Malta, con lo que llaman las tres ciudades -amuralladas- delante: Vittoriosa, Cospicua y Senglea.

Finalmente nos dirigimos a la zona del teatro Manoel, que desgraciadamente no se puede visitar por estas fechas, visitando también la cercana iglesia Carmelita, con su gran cúpula. Nos sorprende la gran cantidad de iglesias que hay en La Valeta y la gran cantidad de Santos y Vírgenes que hay en todas las esquinas. Parece ser que el maltés, es uno de los pueblos más devotos de Europa.


No iremos muy tarde a retiro, porque nos hemos levantado muy pronto y estamos cansados, así que nos subimos unas hamburguesas a la habitación y cenamos allí mismo, cuando Marc ya ha cogido el sueño.

En los días siguientes visitaremos la isla de Malta, donde disfrutaremos de restos arqueológicos como los de Tarxien o el Hagar Qim, pueblos de pescadores como Marsaloxx o preciosidades naturales como la Blue Grotto, las catacumbas de Sant Pablo de Rabat, la Azurre Window de Gozo o los acantilados de Dingli. Pero eso, ya es otro historia. Podéis leer en este post, otros lugares que ver en La Valeta.



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