Qué ver en Granada, Nicaragua en 1 o 2 días. Granada, la capital colonial de Nicaragua, es el objetivo para hoy dentro de nuestro viaje por Nicaragua. Estamos en San Juan del Sur, en la costa oeste de Nicaragua, donde hemos estado un par de días tomando el sol en este destino de playa nicaragüense. Pero hoy tenemos que ir a uno de los puntos más esperados en esta ruta que estamos haciendo por Costa Rica y Nicaragua. Granada, la joya colonial nicaragüense, una de las más bellas ciudades de Centroamérica, nos espera.
Antes de tomar el bus hacia Granada, aun haremos un par de horas de playa en San Juan. Es domingo y la playa está llena de chicos jugando al fútbol en la arena. En los últimos años, el fútbol está desplazando al béisbol como deporte preferido de los nicas. Así, es habitual ver a los viejos sentados ante el televisor disfrutando de los partidos de la liga de béisbol, pero los más jóvenes jugando al fútbol en playa. Las familias se bañan en el pacífico, que hace honor a su nombre. Casi todos lo hacen vestidos.
Una vez en Rivas, hay que hacer cambio de autobús, de manera que casi tenemos que esperar dos horas en la parada de autobús, justo al lado del mercado. No nos podemos separar demasiado de donde salen los autobuses, y lo hacemos por turnos, pues aunque lo preguntamos reiteradamente nadie sabe decirnos a qué hora sale el autobús que va hacia Granada. Hacia Managua hay un montón, pero parece que hacia Granada no hay demasiados. Mientras doy una vuelta por el mercado en la televisión de un bar tienen puesto un Madrid -Bilbao de la liga española. Empatan a cero. A los centroamericanos les encanta el fútbol europeo. Ya lo hemos visto en Costa Rica.
Cuando llega el bus de Granada somos los primeros en subir. Y suerte que hemos sido los primeros, porque el vehículo va lleno y hay más personas de pie que sentadas. Además, los vendedores de frescos intentan pasearse por el bus aunque no tengan espacio.
En poco tiempo llegamos a Granada, la Gran Sultana. Así se conoce esta preciosa ciudad colonial en Nicaragua. Y es que Granada es la gran dama de las ciudades coloniales del país. Quizás es una de las más bellas de América, a la altura de Antigua en Guatemala o Cartagena de Indias en Colombia.
QUÉ VER EN GRANADA, NICARAGUA EN 1 DÍA. VISITA A LA GRAN SULTANA.
Dejamos el equipaje en el precioso hotel San Martín, de estilo colonial, cuidadosamente restaurado y a dos minutos andando desde la plaza central, donde se encuentra la catedral.
Las habitaciones son amplias y dan a un precioso patio porticado central, los muebles son de época y hay aire acondicionado y ducha limpia. ¿Qué más podemos pedir? Llevábamos tres o cuatro hoteles señalados en el mapa, pero el primero que hemos visto nos ha gustado y el precio nos ha parecido bien, de modo que hemos preferido no perder más tiempo buscando alojamiento.
En Granada nos quedaremos dos noches, para recorrer la ciudad y conocer los alrededores. Son bastantes los monumentos, parques e iglesias que hay que ver en Granada y merece la pena visitarla con cierta calma.
Pronto quedamos boquiabiertos al descubrir las calles adoquinadas, las antiguas iglesias, las casas coloniales con sus preciosos patios interiores y descubriendo cada uno de los rincones de la preciosa Gran Sultana, la ciudad más bella del país y según nos cuentan, la más antigua de toda Centroamérica que se haya mantenido siempre poblada.
Y es que en los últimos años, gracias al período de paz que vive el país, Granada se ha visto favorecida por una meticulosa restauración que la ha dejado a la altura de sus mejores momentos. El capital ha entrado en la ciudad, y muchas viviendas y edificios, hasta hace pocos años en ruinas, se han restaurado y convertido en pequeños hoteles y restaurantes que al fin y al cabo, es como se puede conservar este patrimonio, tal y como ya vimos en San Cristóbal de las Casas, en México, por ejemplo.
La verdad es que esta restauración de principios de siglo XXI no es la primera que recibe la ciudad. Ya en el siglo XIX, Granada tuvo que ser restaurada por completo (y en muchos puntos, reconstruida de las ruinas), después de que el filibustero norteamericano Walker la incendio, cuando tuvo que salir por patas para retornar a sus Estados Unidos natal. Walker, que había conquistado media Centroamérica, haciéndose un estado propio del que se erigió presidente incendió la ciudad cuando la abandonó, dejando un cartel que decía «aquí estaba Granada».
Probablemente el edificio más espectacular que hay que ver en Granada es la Catedral, que está situado en el Parque de Colón, que antiguamente, en la época colonial, era la Plaza de Armas. Aunque el original era del 1583 la catedral ha sido reconstruida varias veces. El filibustero Walker la destruyó en 1856, pero posteriormente se volvió a reconstruir con nuevos planos del arquitecto Andrés Zapata. No se terminó hasta 1915 debido a los múltiples problemas financieros.
Junto a la catedral se encuentra el Palacio Episcopal, que data de 1913. Si en la catedral predomina el color amarillento, en el Palacio Episcopal, domina el rojo. Está construido en estilo neoclásico. Este palacio, que era propiedad de la familia Cardenal, fue dado al obispado para que fuera utilizado como residencia episcopal.
Todo el Parque Colon está lleno de preciosos edificios coloniales. También las calles cercanas al parque. Sin duda, caminar por esta zona de la ciudad es un ejercicio realmente precioso.
Tampoco se puede olvidar del montón de iglesias que encontramos a lo largo del recorrido por la ciudad, como las de la Merced, la de Guadalupe o la de San Francisco, pintada esta última de color azul cielo. Desde luego, hay mucho que ver en Granada, de manera que su visita requerirá de un día entero y mejor si son dos.
Excursión al Volcán Masaya desde Granada, y los pueblos blancos.
Muy cerca de la esplendorosa Granada está el pueblo de Masaya y a escasos kilómetros, el volcán homónimo. Es por eso que nos levantamos pronto para salir desayunados del hotel y llegar temprano a la entrada del volcán. Es esta una visita que esperamos con deleite. Tenemos el día marcado en el calendario desde que iniciamos las preparaciones del viaje. Según tenemos entendido, la visita al volcán de Masaya es espectacular.
Cuando el autobús que va hacia Managua nos deja en la puerta del Parque Nacional, las puertas están aún cerradas y los trabajadores no han llegado. Son las nueves menos cuarto y hasta las nueve no abren las puertas, o sea, que toca esperar. Y la verdad es que este rato de espera se convierte en una recompensa, porque cuando llegan los trabajadores, y después de pagar la entrada, ellos mismos nos acercan con su buseta hasta la cima del volcán, justo donde se encuentra el cráter, que está seis kilómetros más arriba, por una fuertemente empinada carretera.
Y cuando llegamos, el delirio: el cráter Santiago que así es como se llama la boca activa del volcán nos espera, para nosotros solos. Estamos nada más y nada menos, ante el que los españoles, cuando llegaron en el siglo XVI denominaron la boca del infierno. Y no sin razón: las constantes bocanada de humo que salen del fondo del cráter son de lo más espectacular que hemos visto durante el viaje. Los españoles, enfundados en su catolicismo, no dudaron en poner una gran cruz en la colina que hay justo enfrente de la entrada del cráter, para espantar a los demonios. Es la cruz de Bobadilla, aún presente, nombre que tomó de uno de los religiosos con más poder en aquel entonces.
Por desgracia están haciendo obras en la escalera que lleva a lo alto de la colina y hay que conformarse en verla a distancia. El olor a azufre -como el mismo demonio- se deja sentir en este profundo cráter de más de trescientos metros de profundidad y de más de medio kilómetro de ancho. Lo que vemos es realmente inolvidable. Las crónicas de la época cuentan que a menudo las erupciones se podían ver desde Granada y que las bocanadas de fuego, que se elevaban a cientos de metros, hacían tanta luz que permitían leer de noche.
De vez en cuando se puede ver en el fondo del cráter la lava incandescente. Esto hizo pensar a los españoles, que lo que había en el fondo era oro. Por eso no dudaron en bajar en una cesta hasta el fondo del cráter. Subieron algo chamuscados.
Antes de abandonar el volcán nos hemos acercado al próximo cráter San Fernando, que pertenece al mismo volcán y que ahora está extinguido.
Después del espectáculo, hemos ido bajando sin prisa los seis kilómetros que hay hasta la entrada del parque. A medio camino hacemos una parada en el interesante Centro de Visitantes donde hay una exposición sobre Volcanología, realmente muy didáctica para dos neófitos en la materia como somos nosotros. A estas alturas del viaje, ya hemos visto un montón de volcanes y de hecho aún nos quedan unos cuantos más por conocer. En el Centro de Visitantes aprendemos los diferentes tipos de volcanes y los diferentes tipos de erupciones. También hay maquetas donde se explican las diferentes placas tectónicas de la tierra, que son el origen de los volcanes y los diferentes ecosistemas que viven en las zonas volcánicas. Salimos de la exposición sabiendo un poco más.
Siguiente parada: Masaya. Es por ello que paramos la primera buseta que pasa en dirección a la ciudad. No tarda ni cinco minutos en pasar y en un cuarto de hora nos acerca al mercado de artesanía de Masaya, donde aprovechamos para comer. El mercado es conocido en Nicaragua porque se pueden encontrar las diferentes artesanías que se hacen el país. Destaca sobre todo, la madera y la cerámica, y es que muy cerca de Masaya, está San Juan de Oriente, un pequeño pueblo que se dedica a la producción de cerámica de reconocida fama en todo el país. También encontramos las famosas hamacas centroamericanas. Parece que por estas tierras, todo el mundo tiene una hamaca, y pienso que a nosotros no nos quedaría nada mal una hamaca plegada en la pared de nuestro piso o extendida, en la terraza. Miramos y remiramos, pero al final no compramos nada.
Comidos, nos acercamos al mercado de abastos desde donde salen las busetas hacia Catarina, próxima parada. Y es que este pueblo es conocido por tener un precioso mirador con espléndidas vistas a la Laguna de Apoyo. Por eso, cuando bajamos del bus, nos acercamos enseguida a la laguna, en una corta caminata acompañados de una profesora que nos cuenta que en el país hay huelga de maestros desde hace un mes. Piden mejores condiciones y un sueldo más digno. Nos cuenta que ella gana cien dólares al mes. Nos parece imposible que con ello llegue a fin de mes, sobre todo después de ver los precios que tienen en Nicaragua los productos básicos.
La Laguna de Apoyo se formó a partir del cráter de un volcán ya extinto que se derrumbó. Ahora es un inmenso y precioso charco que llega casi hasta la ciudad de Granada. Desde nuestro privilegiado balcón, la vista es espléndida. La laguna, quinientos metros más abajo, y al fondo de todo, la ciudad de Granada de la que distinguimos su colorida catedral.
En el mirador de Catarina, además de disfrutar de las vistas, conversamos con un grupo de escolares nicas que han venido de excursión. Uno de los chicos, el más chuleta, es tico. Enseguida se dirige a nosotros en inglés, dejando bien claro a sus compañeros nicas que sabe hablar la lengua de Shakespeare. Enseguida, claro, debe cambiar al español. Los ticos y los nicas son la noche y el día. Chulos y con complejo de superioridad los primeros y humildes los segundos. No es de extrañar que en toda Centroamérica los ticos no tengan precisamente buena fama. De hecho son conocidos como los argentinos de Centroamérica, por su tendencia a la petulancia y la grandeza. La sencillez no va con ellos. En Nicaragua nos dicen que los ticos sólo mueven el culo por dinero. En Costa Rica, sin embargo, nos decían que los nicas son ladrones y sucios y que estaban contaminando el país, como si fueran una especie de peste. Parece que las diferencias entre estas dos comunidades hermanas sean insalvables, aunque a la larga, también parecen condenados a entenderse.
Muy cerca de Catarina está San Juan de Oriente, pueblo que parece enteramente dedicado a la producción de cerámica. Hay un montón de puntos de venta y de cooperativas, y también talleres individuales. La cerámica de este pueblo es realmente bonita y parece que es reconocida en todo el país con algunos autores se reconocido prestigio. Compramos algún jarrón de recuerdo que después no sabremos dónde poner. Eso si llega entero en Mataró.
Cuando llegamos a Granada es media tarde, por lo que aún damos una vuelta antes de ir a cenar. Nos acercamos al barrio de Xalteva, donde se encuentra una de las iglesias más populares de la ciudad. Este barrio está situado donde estaba la zona indígena primitiva, es decir, antes de que llegaran los españoles. Cuando estos colonizaron la zona, se establecieron aquí para aprovechar la mano de obra de los indígenas.
Hoy vamos a cenar al precioso Chandra s, un restaurante con un patio colonial. Cenamos un buenísimo pescado e Isa, un arroz a la marinera. Antes, una fresca ensalada mediterránea con aceite y vinagre, lo que pensábamos imposible para estos lares.
Después de la cena, aun nos acercamos a uno de los bares con terraza en la calle que hay justo delante de nuestro hotel para tomar una copa a la salud de Granada.
Las isletas de Granada.
Al día siguiente no nos levantamos tarde. Queremos aprovechar nuestra última mañana en Granada para visitar lo que aquí llaman Las isletas. En la ribera del lago Nicaragua, o Cocibolca como la llaman en la ciudad, está Granada. Desde el puerto, se puede tomar una embarcación que te lleva a través del montón de pequeñas isletas diseminadas por el lago.
La sociedad acomodada granadina y de parte de Nicaragua ha ido comprando las isletas, por lo que la mayoría de ellas son desde hace tiempo, privadas. Y en dichas isletasanzanas, se han ido construido pequeñas casas y no tan pequeñas mansiones, como la de los dueños de la fábrica de ron, Flor de Cañas, que pasa por ser una de las familias más ricas del país.
Visitamos las isletas en una pequeña embarcación que hemos alquilado para nosotros solos. Dejamos atrás la ciudad de Granada y el impasible volcán Mombacho con su cima nublada, como casi todos los volcanes, y vamos pasando junto a las impresionantes mansiones. Por un momento nos olvidamos de que estamos en Nicaragua.
Cuando volvemos a Granada, nos dirigimos al hotel para coger las mochilas. Toca hacer traslado a la otra ciudad colonial de renombre: León. Granada nos ha dejado huella de verdad. Sin duda, es una de las ciudades más bonitas que hemos conocido nunca.
POST AMIGO. Otros blogs relacionados con GRANADA.
Lagarto Rojo. Granada de Nicaragua: la calle real Xalteva y la Calzada.